Hace catorce años...
Bruno Gouvêa cena tranquilamente, a pesar de la intensa discusión en la cocina. Tiene treinta y nueve años, cabello castaño y ojos del mismo color. Viste una camiseta gris y un pantalón corto negro, además de sus famosas sandalias de cuero, con las que incluso sale a trabajar.
—¡ Esto es absurdo! – grita Beatriz, volviendo al comedor, donde está Bruno — ¡Papá, dile que ese no fue el trato! Dijo que me dejaría ir a París a estudiar. Dijo que si podía entrar en federal, podría ir.
—Lo harás. - admite Miranda, apareciendo al lado de su hija. Se cruza de brazos y la mira — Pero solo después de graduarse en administración - se vuelve hacia su esposo — Dile que eso es lo que dije.
— Bia… – Bruno empieza a levantar la mano — Tu madre tiene razón…
— ¡Eso no fue todo! ¿Para qué engañarme si al final no hago lo que quiero?
— No te engañamos, Bia – la regaña su padre .
— Pero ya lo había arreglado con Sonia. Se va ahora… Ya vimos un apartamento – argumenta Beatriz, desesperada.
—No lo harás. - concluye Miranda — solo cuando termines la universidad.
— ¡ Cuatro años a partir de ahora! ¡Cuatro años! Pueden pasar muchas cosas en cuatro años... – trata de argumentar Beatriz a su padre —— Puedo morir mañana, oa la mitad de la universidad. ¿Me dejarás morir sin hacer lo que quiero?
—Entonces es mejor quedarse en casa para que eso no pase. - responde Miranda, sentada al lado de su esposo.
— Hija, quiero que sigas tus sueños — dice Bruno con cariño — Sin embargo, lograste lo que muchos llevan años intentando — ingresar a una excelente universidad. Cuatro años pasan rápido y cuando te des cuenta estarás en París con tu amigo. Necesito que estés listo para hacerte cargo del negocio familiar. Una vez que termines, harás lo que quieras.
— Vale. - asiente Beatriz, molesta. Se cruza de brazos y advierte, tratando de no llorar — Me voy a mi habitación.
— Bia — llama Bruno cuando ve correr a su hija.
— Déjalo, cariño – Miranda tomándole la mano — Ella necesita aprender que nada es como lo queremos.
—¿Ella realmente lo necesita? – pregunta Bruno.
—Sí, sabemos lo que es mejor para ella. – garantiza Miranda.
****
Beatriz está rompiendo las imágenes de París que tiene clavadas en el Mural, cuando Sônia entra en la habitación. La pelirroja abraza a su amiga que llora desesperada.
— Todo va a estar bien, Bia — consolándola Sonia — Va a pasar rápido.
— Ella no… Ella no puede hacer eso — Bia, molesta, alejándose de su amiga — Nuestros planes fueron un fracaso.
— Si quieres… Yo no lo haré – Sonia sentada en la cama — Estudiaré aquí hasta que termines el tuyo.
— No será justo contigo — Beatriz sentada junto a su amiga — Tienes que perseguir nuestros sueños. Ve a Fashion College, haz una pasantía con Giorgio Armanni , sé feliz en París. Por mí.
— Está bien – Sonia sosteniendo la mano de su amiga — ¿ Sabes quién también estará triste?
— ¿Quién? – pregunta Beatriz, secándose la cara.
— Flavio. Estaba ansioso, esperando que vinieras – responde Sonia, sin pretensiones.
— Somos dos… ¿Cómo está? – pregunta Beatriz sosteniendo su osito morado.
— Está soltero — responde Sonia, apoyándose en los codos — Si eso es lo que quieres saber.
— Hmm … Lindo – murmura Beatriz — Lástima que no sea por mucho tiempo.
—¿Por qué crees eso? – pregunta frunciendo el ceño la pelirroja.
— Porque... Tendré que esperar cuatro años para ir a Francia... Hasta entonces estará con otra persona. Sin mencionar que ya ni siquiera sé si es lo que quiero.
— Ya te pidió disculpas por lo que pasó en el nuevo año. No sé... Supéralo.
— Ya lo superé … Pero él es así, yo no sería capaz de salir con un tipo así. De hecho, mejor dejo de pensar en eso, no va a pasar.
— Está bien. Tu padre me dejó quedarme aquí hoy, para desesperación de tu madre – Sonia moviendo los hombros – Hagamos lo siguiente – Sonia continúa sosteniendo la almohada — Tomemos un tazón de helado, veamos algunas películas, hagamos una pelea de almohadas, cotilleemos y para dormir.
— Te voy a extrañar, Sô — responde Beatriz con tristeza — Eres mi mejor amiga.
—Yo también, pero pasará rápido. - dice. Sônia — Siempre vuelvo a verte... Ya basta de tristeza - Sostiene la almohada y golpea a Bia en la cara — ¡¡¡¡ GUERRA DE ALMOHADAS!!!!
— ¡ Tú me pagas! – grita Beatriz riendo, recogiendo otra almohada. Cruza corriendo la habitación detrás de Sonia, su única amiga.
****
El Freshman de la universidad está en ebullición, la tradicional fiesta de bienvenida a los novatos. Todos están emocionados, hablando entre ellos, excepto Beatriz, que camina por la fiesta con la cabeza gacha. Sin su mejor amiga, ese evento parecía no tener sentido. Toma otra lata de refresco de la barra improvisada y observa a la multitud. Ahí en el medio están las personas que formarán parte de tu vida durante cuatro años. ¿Haré amigos?
Bia camina tranquilamente hacia la salida, lleva allí una hora, tiempo suficiente para ella. Mientras vaga en sus pensamientos, no se da cuenta de que un chico la sigue. Ella ya está en la puerta cuando él le toca el hombro.
" Hola, gatita", dice el tipo de la camiseta de los Ramones. Él la acorrala entre la puerta y su cuerpo, tocando su cabello recogido en una cola de caballo .
" A casa", responde Beatriz con dureza. Ella quita su mano de su cabello — ¿Puedes dejarme salir?
— Ni siquiera has conocido a la multitud. Quédate un poco más – pide haciendo una mueca de pobre. Extiende su mano — Mi nombre es Jorge.
— Beatriz — responde ella, pero sin tocarle la mano — Ahora que nos conocemos, ¿puedo irme ?
— Déjala, Jorge .
— Cierto, Hugo — asiente Jorge, alejándose con las manos en alto.
— ¿Cómo estás Bea? – pregunta Hugo. Lleva una camiseta negra, jeans, su cabello es más largo y su barba está desaliñada.
— ¡Hola Hugo! – Beatriz aliviada con su presencia – Yo estoy bien y tu ?
— Estoy bien... Perdón por Jorge. Es un buen tipo... Hasta bebe – Hugo vergonzosamente.
— Está bien. – dice Beatriz sosteniendo la manija de la puerta — Me alegro de verte de nuevo.
—¿Ya te vas ? – pregunta Hugo, serio.
— Sí… Esta no es realmente mi clase – responde Bia tratando de justificarse — Quiero decir… No encontré quién pertenece a mi curso.
— ¿Cuál es tu curso ?
— Administración, de día. - responde Beatriz , tomándose nerviosamente su propio brazo.
— Yo también — Hugo sonriendo — ¡Somos compañeros de clase!
—¡ Qué grande! – exclama Beatriz feliz – Pues...
—¿Caminamos un poco...? – pregunta Hugo.
— Estoy un poco cansada — se niega Beatriz — Pero te debo...
— Está bien… – asiente Hugo, levantando los brazos.— Nos vemos.
— Nos vemos — se despide Beatriz abriendo la puerta. Duda por unos momentos, no quiere irse más.
Se da vuelta y corre hacia Hugo que camina tranquilo, la toma del brazo y sonríe.
— Me encantaría caminar contigo — comenta Beatriz, sonriendo.
— Me alegra saberlo – Hugo devolviéndole la sonrisa.
****
Hugo es el tipo de persona más improbable para entrar en la vida de Beatriz. Vive en la Zona Oeste, donde vive con su madre y un salario mínimo. Tiene una bicicleta, pero para llegar a la universidad toma el tren y el metro, usándolo para recorrer los últimos metros. Lleva el pelo largo hasta cerca de los hombros y no se afeita la barba, si su madre lo viera, lo llamaría un paria.
A pesar de su apariencia, es uno de los mejores estudiantes de la clase. Sus notas son siempre una referencia para los profesores, a diferencia de Beatriz, que ya está satisfecha con las dependencias, pudiendo extrapolar los cuatro años, además del castigo, que le dará su madre, de no ver a Sônia en vacaciones. Fue pensando en todo esto que tuvo una idea : pedirle a Hugo que le enseñe.
Bia se sienta en la mesa de al lado con su prueba TGA y suspira, haciendo que Hugo la mire.
— ¿ Está bien? pregunta, quitándose los auriculares.
— No… – ella mirando el 2.5 que sacó — Por lo que voy, ni el examen me salvará.
— Bueno... todavía hay algo por hacer – comenta el chico sonriendo — Solo dedícate más, tus notas mejorarán.
— Eso es fácil para ti que te gusta. - refunfuña Beatriz, llevándose una mano a la cabeza.
— Pensé que te había gustado el curso — comenta Hugo, curioso.
— Te equivocaste... Lo hago porque mis padres me obligaron a hacerlo — confiesa Beatriz, mirando a Hugo. Suéltate el pelo . Hice un trato con ellos — si termino la universidad, puedo hacer lo que quiera.
—¿Qué quieres? – pregunta Hugo.
— Bueno... Mi amiga y yo acordamos ir a París. Ella haría Moda y yo Bellas Artes – revela Beatriz sonriendo. Ella toma una respiración profunda . — Ahora eso está en el pasado. Con esas notas, tengo suerte si logro salir de la casa.
— Lo siento – Hugo, compasivo – Si pudiera ayudarte en algo...
— Y se puede — admite Beatriz, emocionada. Gira su cuerpo en la silla, hacia Hugo y le pide — Ayúdame a aprobar las materias.
—Está bien. - acepta Hugo, sonriendo.
— Yo te pago — Beatriz tratando de convencerlo.
—No necesito tu dinero. - responde Hugo con seriedad.
— ¿Me vas a ayudar, sin pedir nada a cambio? —pregunta Beatriz con recelo.
— Lo haré a cambio del placer de tu compañía – Hugo con una sonrisa torcida. Extiende su mano — ¿Listo?
— Listo. - responde Beatriz apretándole la mano.