Chapter 23 - El Sendero

Con su moto cuidadosamente estacionada y todos los preparativos hechos, Abel se dispuso a entrar en el sendero que daba entrada al pueblo abandonado, o al menos esa era la idea inicial del viudo, puesto que en estos momentos el hombre no podía dejar de mirar al inicio del sendero como si de la cueva de un monstruo se trace.

Ciertamente es indudable que las palabras del viejo vaquero habían afectado a más de la cuenta a Abel. Si bien el viudo había estado ignorando el tema durante el viaje en moto, ahora le resultaba imposible seguir fingiendo que las advertencias no fueron muchas y en ocasiones bastante diferentes, más importante aún era su propio instinto el que le estaba gritando desde lo más profundo de su corazón que lo que estaba por hacer era una mala idea.

Tratando de juntar algo de coraje para dejar de sentir esta tonta corazonada, el viudo se acercó hasta la entrada del sendero y se quedó mirando en la distancia como el camino irregular avanzaba hacia el horizonte.

—Incluso si suena como una tontería, la verdad es que en este momento, ya no tengo la motivación ni la energía para enfrentar el hecho de que todo lo que he construido a lo largo de los años podría ser destruido en cuestión de minutos —Reflexionó Abel, tratando de disimular su creciente preocupación en el tono de voz. Sus palabras resonaron en el sombrío silencio que colmaba el estacionamiento.

Abel por unos minutos largos y pesados miro la entrada del sendero, luego miro los 4 automóviles estacionados en el cementerio, todos los autos parecían ser bastante normales y ciertamente ninguno daba indicios de pertenecerle a un asesino serial que lo estuvo asechando durante décadas enteras. Sintiéndose bastante tonto por estar dudando tanto en estos momentos acerca de la seguridad del pueblo, Abel comento en voz alta nuevamente, aunque ahora con un tono un poco más irónico y tan forzado:

—El gran culpable de mandar las cartas ya fue condenado a muerte. Eh Incluso si algunos de estos autos pertenece a un amigo del lunático que me amargo la vida, al menos me contentaré con poder verle la cara y darle una paliza en el pueblo abandonado. Desde el otro lado, la voz de mi hija claramente existió y tampoco tengo muchas dudas de que fue una grabación, pero por eso también sé que tuvo que estar acá, aunque por desgracia eso no significa que el malnacido haya ocultado sus restos acá… y la policía ya busco por todo lados… Bueno, probablemente no te encuentre, hija, solo te pido que si me estás mirando desde el cielo, puedas ayudar a tu padre a conseguir un poco de merecida paz tras este viaje…

Diciendo esas palabras, Abel dejo de mirar el estacionamiento prácticamente desierto, para en su lugar volver a mirar el sendero. Aun con dudas, el hombre dio el primer paso hacia el pueblo abandonado y luego el segundo, más tardar se dio un tercero y de tal forma poco a poco el hombre se fue adentrando en el solitario sendero hacia el pueblo fantasma, mientras murmuraba con un cansancio marcado en la voz:

—Que pase lo que tenga que pasar, pero que pase de una buena vez, no quiero darle más vueltas a este asunto: estoy cansado de sufrir y mucho más cansado estoy de ilusionarme. Así que ocurra lo que ocurra en el futuro, esta será la última vez que te visite, Goldem Valey…