Chapter 19 - La casa en la arboleda

Unas horas pasaron y Abel se hallaba sentado al frente de la casa que se encontraba en el medio de la arboleda cercana al motel.

En estos momentos, el viudo se encontraba comiendo unos sanguches que compro en una estación de servicio mientras viajaba por la ruta. Los sanguches no eran especialmente ricos, pero la ropa de motociclista y el cansancio de un largo viaje en moto le daban un gusto particular a aventura.

Mientras comía los sanguches, Abel miraba con curiosidad como los animales de la granja caminaban por los alrededores de la casa donde tenían armada sus zonas de descanso. Al lado de Abel se encontraba abierta la caja del arma que le había regalado el vaquero.

En el interior de la caja se encontraba una pistola similar a la que usan la policía con 6 cajas de munición cuidadosamente empaquetada para que no pudieran moverse mientras se trasportaba.

Abel no sabía mucho de pistolas, por lo que no supo de qué tipo de arma se trataba, ni cuál era su modelo. Pero probando un poco disparándole a los árboles alrededor de la casa, Abel entendió como se disparaba y como se recargaba el arma.

Probando con la pistola y sobre todo buscando tutoriales en internet, Abel descubrió que su modelo de pistola venía con una mirilla láser, lo cual le simplifico bastante el apuntado a Abel. No obstante, incluso con el láser, el viudo era bastante malo disparando el arma y se notaba su inexperiencia.

Si bien la puntería de Abel no era precisamente buena, lo importante para el viudo era amenazar con el arma y no matar al otro. Así que para los propósitos que buscaba Abel, bastaba con solo saber como disparar al techo con la pistola y como recargarla para seguir amenazando.

La caja de la pistola venía con varios accesorios para la misma, como un estuche para poder cargarla en la cintura con comodidad, un silenciador y manual de instrucciones de como limpiar la pistola y sus partes.

De todas formas, el viudo no le prestaba tanta atención al arma; por desgracia, Abel hace mucho se había convencido de que su hija había muerto en manos del asesino, por lo que el padre no planeaba enfrentarse a un grupo de secuestradores, Abel únicamente tenía la necesidad de confirmar la muerte de su hija con sus propios ojos.

Lo ideal para el viudo sería hallar a Sofía vivía, escondida en algun lugar del pueblo, otra posibilidad sería encontrar su cadáver en algun lugar del pueblo. Mientas que lo más realista y a su vez lo más probable seria que Abel no lograra encontrar absolutamente nada, al igual que la policía en su búsqueda.

Todas estas posibilidades habían sido asumidas por Abel y sus esperanzas eran prácticamente nulas, no obstante todavía tenía la necesidad de intentarlo.

Mientras pensaba en estas cuestiones, a Abel se le cruzó por la cabeza las palabras del vaquero que le advertían que el pueblo estaba maldito, desde la experiencia del viudo lo único anormal de su vida fueron las cartas que había recibido.

Pero la policía había determinado que el asesino atraía a sus víctimas de esta manera y teniendo en cuenta que el asesino había logrado matar a 100 víctimas sin ser atrapado, podríamos decir que el asesino no era precisamente un idiota y realmente sabia convencer a la gente con sus palabras.

Por lo cual, Abel no tenía muchas preocupaciones al respecto y estaba bastante convencido que el miedo a lo sobrenatural del vaquero y la advertencia de la vieja guía se provocaron por los asesinatos cometidos en el pueblo y no por eventos paranormales o algun fantasma extraño.

De tanto reflexionar sobre que hacer a continuación y que podría pasar en el pueblo, a Abel se le terminó haciendo de noche antes de que pudiera desarmar su bolsa de dormir arriba de la vieja cama.

Por lo cual el viudo tomo la bolsa de dormir de la moto iluminando con una linterna y preparo la bolsa de dormir arriba de la cama de forma apurada. Cuando todo estuvo listo, Abel se metió en la bolsa de dormir y trato de dormir con tranquilidad, para tener energías para el largo viaje que tenía por delante.