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Chapter 12 - Su verdadera naturaleza

En alguna parte inconscientemente llego la pequeña idea de que nada era mentira, el matrimonio por arreglo resultaría en amor, que él si llego a gustar de ella, pero no, nunca fue así y en ese momento se sintió traicionada por su mente al igual que su corazón.

La música continuaba, era un poco aburrida la pieza, incluso parecía que la mayoría de parejas estaban siendo forzados a sonreír hipócritamente, cada familia tenia su propia guerra silenciosa las nuevas alianzas se estaban formando, preparados para acabar con todo aquel que representara una amenza como rival.

Observando brevemente todo a su alrededor le resultó un poco deprimente los jóvenes qué asistieron con el único fin de tomar bando, claro que ellos no tenían alguna idea que solo serán utilizados como carnada, no importaba si pretendías ser la primera esposa o alguna concubina de alto rango, tu destino ya no te pertenecía.

El fin de la primera pieza tomó un significado pasajero, cuando un miembro de la familia real llegó de imprevisto a la mesa de los Everett, como si fuesen dagas todas las miradas apuntaron hacía donde estaba él, parecía que muchos planes esa noche no saldrían a la perfección.

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— Su majestad qué sorpresa verlo aquí, tome asiento que es todo un placer — Ares no disimuló ni un poco el sarcasmo en su voz.

— El príncipe llegó querida, mi padre y madre no pudieron venir por desgracia, aún así yo estoy aquí apunto de disfrutar el espectáculo — al ser de la realeza la arrogancia era demasiado notora.

— Segundo príncipe, ¿acaso busca algo más que un entretenimiento? — lo poco que conocía de él, sabía que debía ser directa al preguntar.

— Hmmm en realidad, Ares, solo estoy aquí para traerte un aviso, pero claro eso tal vez no te interesa del todo y mi presencia solo te molesto.

— No es ninguna molestia segundo príncipe – disimuladamente miro a su alrededor y con un tono de voz más bajo dijo. — Sabes que no puedo ser informal contigo ante esta situación.

Toda la atención se centró en el segundo príncipe, su simpre presencia fue un detonate del deseo tan grande de poder, que traicionar a alguien más era un problema menos, la excusa perfecta para muchos allí, una salida, una oportunidad de ser algo más que una concubina de bajo nivel.

Ares por un lado, contenía una gran furia dentro de si, su prometido, arrastró su apellido y su nobleza al iniciar el baile con quien sería su segunda esposa, cómo se atrevió, esta bien ella sabía que no la amaba, le correspondió como su primera consorte por planes de familia, pero ser rebajada de tal manera era algo que para ninguna mujer de tal nobleza, no fuera una humillación.

La frustración acumulada no era vista en su semblante, parecía serena, tranquila, como si no existiera tal escena que pasaría de nuevo. Con la nueva melodía sonando, tomó aire y fijo su vista al frente ignorando las miradas de burla hacía ella, esta nueva melodía era completamente distinta a la primera, sonaba con fuerza, poderosa pero tenía el ritmo perfecto qué a ella le encantaba.

Vio pasar algunas señoritas, nerviosas por recién ser invitadas por quieres serían sus futuros compromisos, terminarían siendo terceras esposas o mayormente concubinas, pero tendrían una mejor vida de la qué llevan ahora.

Una pizca de envida surgió, deseaba bailar, era un baile después de todo, sus manos jugaban entre si esperando vagamente qué alguien pudiera invitarla, claro que eso no tenía nada de malo, pero solo algún jóven de mayor rango al de su prometido podría hacerlo, porque de esa manera se media el poder, así no sería una falta de respeto a la prometida de los candidatos, en cambio solo sería una invitación de baile como cortesía o amistad.

Sumergida en sus pensamientos, no escuchó los pasos qué se aproximadas a ella, una silueta alta, de excelente porte, un traje justo a la medida, su fuerte mirada celeste era hermosa, mientras qué su cabello bien peinado hacía juego con su aura.

— Señorita Ares, me concede esta pieza.

Esa voz, no lo reconoció, volteó calmadamente observando al hombre que se atrevió a romper más reglas, supo quién era, ese atractivo único solo podría tenerlo alguien que no era muy famoso, pero su familia tenía una gran reputación, no lo pensó más y le dio su mano.

— Es un honor para mi.