Rebeca ya estaba dormida cuando llegue a la habitación y había una mujer de mediana edad, quien resultó ser la cuidadora que Álvaro contrato. La mujer me saludo con respeto y me informo que se iba a encargar de Rebeca bajo las órdenes de Álvaro. Esto significaba que no me tenía que quedar. Sali del hospital y tome un taxi para ir a casa. Después de una noche llena de inconvenientes, regrese a casa y ya era de madrugada. Me di cuenta de que estaba exhausta; quizás por el embarazo y me fui a la habitación para tirarme en la cama.
El olor fuerte del cigarro me despertó del sueño profundo. Al abrir los ojos, me quede asombrada por ver la figura alta vestida de negro y sentada en la esquina de la cama. Me tomo un tiempo darme cuenta de que era Álvaro. No sabía en qué momento había llegado, pero la habitación estaba llena de humo. Las puertas y las ventanas estaban cerradas. Había un cigarrillo en sus dedos y parecía haber estado fumando por mucho tiempo.
-Regresaste. -Me levante y lo mire. Nunca lo había visto fumar. Algo debió haber pasado para que estuviera fumando tanto. No dijo nada y su mirada se fijó en mí. El humo me estaba ahogando y me levante para abrir la ventana. Mientras tanto, Álvaro estaba recostado en el sofá y cuando pase a su lado, me acerco a sus brazos de forma abrupta. Me dio mucho miedo su fuerza.
- ¡Álvaro! -No sabía cuál era la razón atrás de sus acciones, pero no podía soportar la peste del humo e intente zafarme mientras el permanecía desconcertado. Al calmarme, lo mire. - ¿Estas borracho? -No me había dado cuenta antes, pero ahora que estaba en sus brazos, pude oler el alcohol en su aliento.
- ¿No me odias? -pregunto de repente. Me quede confundida y lo analice con cuidado. Estaba frunciendo de forma inconforme. Me di cuenta de que había parches de barba en su quijada. Debió haber estado muy ocupado como para olvidar afeitarse.
-Si -respondí con sinceridad mientras trataba de quitarme sus manos de encima. Sin embargo, se negó a soltarme.
- ¿Podrías detenerte? -Me estaba mirando con los ojos perdidos. Sus palmas comenzaron a explorar mi cuerpo y entendí lo que quería. Lo detuve de forma instintiva y fruncí el ceño. No dijo nada y empezó a devorarme los labios de manera codiciosa. Me sentí atacada por su aliento lleno de alcohol.
-Álvaro, soy Samara... mira bien.
-Mhmm -gimió retornando a sus acciones. Su traje que alguna vez estuvo planchado ahora estaba arrugado. Se quito el blazer y se subió a la cama. Cuando noté que nuestra ropa estaba por todo el suelo, volví a la realidad.
Lo hice a un lado y me tapé con las sábanas.
-Álvaro estas borrachas. -Fue cuando recibí un mensaje de Mayra
< ¿Te volvió a molestar Álvaro? Si ya no puedes con eso divórciate. Eres muy bonita para poder
conseguir a un hombre que te atraiga. ¿Para qué quedarte con esa estatua de yeso para siempre?>
< ¿Tienes seis semanas de embarazo? pensé que nunca habías tenido sexo con Álvaro. ¿Como... como?>
< ¿Recuerdas cómo me puse borracha el mes pasado y Álvaro vino a recogerme?>
< ¿Qué harás ahora? Abortarlo>
Volví a la realidad y vi a Álvaro quien me estaba mirando.
-Cómprame la cena.
Me quede asombrada. El restaurante que le gustaba estaba al otro lado de la ciudad. Además, era madrugada. ¿Quería que le comprara el desayuno?
- ¿Lo necesitas ahora? Ya es madrugada... estará cerrado.
-Está abierto 24 horas
Después de todo se la debía. Sali de casa y me prepare para irme. Era temporada de lluvia y el aire era húmedo. Parecía que iba a llover pronto y quise ir con el coche de Álvaro, pero se había llevado las llaves con él. Siendo así, fui al garaje y cogí otro vehículo. A las 5 de la mañana conduje por toda la ciudad para comprar la cena. En realidad, estaba contenta porque no había llovido. Sin embargo, cuando salí del restaurante llovía fuerte y me dirigí a casa despacio tratando de evitar el túnel.
La ciudad era famosa por sus inundaciones repentinas en las carreteras y sus túneles. Por ello, tome la ruta más larga para evitarlas. Por desgracia, no me imagine que el coche se fuera a averiar en mitad del camino. Como tome el camino más largo, aún seguía lejos de casa y termine en un área desolada. Estaba lloviendo y tampoco pude llamar a un taxi. Saqué mi teléfono y me di cuenta de que ya no tenía batería, a lo que empecé a buscar un paraguas, lo encontré, salí del coche y me dispuse a ir andando.
Si tuviera suerte, me encontraría con un conductor amable para que me llevara a casa. Como estaba lloviendo fuerte, el paraguas pequeño no sirvió de nada y pronto me empape. Tenía muy mala suerte y seguí caminando sola por mucho tiempo. Mi estomago estaba punzando del dolor y después de un rato, no pude aguantar más. Me preocupé por mi bebe y decidí detenerme para cubrir mi vientre. Eventualmente, me arrodille en el suelo por el dolor y busque mi teléfono en el bolsillo, pero no estaba.
Debí dejarlo en el coche.
Sin embargo, ya estaba muy lejos y me dolía tanto el estómago que no pude regresar. Me sostuve de una roca al lado de la carretera para apoyarme y fue hacía en frente con lentitud. Como estaba sudando mares, al fin me rendí y me arrodillé. De pronto sentí algo flotando entre mis piernas.
Tristemente, no todas las niñas estaban destinadas a tener una vida encantadora. Algunas habían nacido en la pobreza, desamparo y destinadas a una vida dolorosa. Cuando escuche un coche frenar, mi visión se volvió borrosa. Me forcé a abrir los ojos y vi un Todoterreno con el número de placa ACL999; era el número de placa de Álvaro. Al darme cuenta de que era el, reuní toda la energía que me quedaba para levantarme. Por desgracia, al ver que estuve arrodillada en el suelo por mucho tiempo y la cabeza me estaba dando vueltas, perdí el balance y me caí hacia atrás.
-Niña tonta -La voz del hombre resonó en mi oído. Trate de abrir los ojos, pero sentía mis parpados pesados. Pude sentir a Álvaro llevándome al coche antes de perder la consciencia y cuando desperté, estaba mareada. Al abrir los ojos me encontré con un techo blanco.
Estoy en el hospital
Al moverme con incomodidad, me di cuenta de que me dolía todo el cuerpo y por instinto, toqué mi vientre.
-No te preocupes. Tu bebe está bien. – Una voz repentina de un hombre me hizo reaccionar. Me giré hacia la voz y vi a Gael. Luego de una pausa, pregunte:
- ¿Por… porque estás aquí? – Mi garganta me quemaba y no pude completar mi oración. Levanto una ceja y se fue para darme un vaso de agua. Al volver, me ayudo a levantarme de la cama e intente no acercarme a el de inmediato, poniendo mis brazos entre nosotros. Gael ignoto mis acciones y coloco el vaso en mis labios. Yo levante mi mano para cogerlo, pero me la quito.
- ¡Bebe agua!
Le agradecí y después de tomar unos cuantos tragos, me sentí mejor. Gael me ayudo a acostarme y puso el vaso a un lado de la cama. Lo observe y separe mis labios. Estaba viendo su teléfono, lo contemple un rato antes de preguntar:
- ¿Álvaro sabe que estoy embarazada? -Si estaba en lo correcto, fue Álvaro quien me llevo al hospital anoche y como Gael estaba enterado, debió haberle informado. Gael se quedó congelado y entre cerro los ojos.
- ¿Quieres que lo sepa?
Asentí con honestidad.
-Él quiere el divorcio. Si le digo lo del bebe, va a pensar que lo estoy usando para mantenernos casados.
Gael levanto una ceja, cuestionando:
-Pero ya lo sabe. ¿Qué harás?
Me quede sorprendida por su pregunta. Trate de sondearlo y pregunte:
- ¿Álvaro quiere un hijo?
-No soy Álvaro -Respondió Gael metiendo su teléfono en el bolsillo y mirándome. -Pero ya tiene 30 años y no hay razón para negarse a tener uno. -Dicho esto, coloco sus manos en los bolsillos y se fue.
¿Eso significa que Álvaro quiere que tenga él bebe?
Al parecer mi momento de optimismo fue prematuro. Cuando Rebeca entro a mi habitación, yo seguía atada al suero intravenoso y me agarro del cuello de forma impulsiva. Sus ojos estaban rojos.
- ¿Por qué? ¿Por qué te embarazaste? Samara, ¡Mataste a mi bebe y no dejare que el tuyo viva! -Mientras me ahorcaba, no podía respirar y lo único que podía hacer era quitar sus manos de encima, pero Rebeca había perdido el control. - ¡No dejare que tengas a tu bebe! ¡No lo usaras para quedarte con Álvaro! -declaro de forma viciosa. Era pequeña y frágil, pero en ese momento, mi resistencia fue en vano al tratar de enfrentar su fuerza. Logre decir algunas palabras ahogadas:
-Mátame… y pagaras…
Rebeca resoplo y me agarro con más fuerza.
- ¡Puedo matar a la mama y al bebe! ¡Vale la pena!
-Rebeca ¿Qué haces? -La voz familiar de un hombre sonó por la puerta y al escucharla, Rebeca se quitó a la primera. Su mirada amenazante se desvaneció mientras empezaba a llorar y colapso en el suelo en la presencia de Álvaro. Álvaro la cogió a tiempo y yo atrape aire, intentando recuperar mi libertad de nuevo. Nos tomó un tiempo calmarnos y Rebeca lloraba desconsoladamente en los brazos de Álvaro.
-Leo, me prometiste que no permitirías a otras mujeres tener tu bebe. ¡Me diste tú palabra!
Observe a la pareja amorosa con calma y se me revolvió el estómago. Álvaro me miro con los ojos fríos y acaricio la espalda de Rebeca para consolarla.
-Deja de llorar. Te acabas de recuperar. -Dijo con un tono grave y resonante. Rebeca lo miro y se limpió las lágrimas, preguntando:
-Leo, la vas a dejar tener a tu hijo, ¿verdad?
Mire a Álvaro esperando su respuesta con ansias, pero ni siquiera me miro. En lugar de eso, observo a Rebeca con cariño y le limpio las lágrimas.
-Déjalo ya, Rebeca
Suspire de alivio al escuchar su respuesta.
- ¡No! -Rebeca se puso emocional de nuevo y sus lágrimas comenzaron a salir de forma incontrolable, tirando de la camiseta de Álvaro. -Leo, me prometiste que me cuidarías. Después de que mi hermano falleciera, fuiste la única persona en quien podía depender. -Apunto hacia mí, inhalando. -Sida a luz a tu bebe, no te vas a divorciar de ella, ¿verdad? ¿Vas a cumplir tu palabra y me vas a cuidar para siempre? Tendrás tu propia familia, pero yo no tendré nada. No quiero terminar sola.
Rebeca no podía parar de llorar como una niña abandonada y Álvaro la atrapo entre sus brazos.
-Rebeca, no estás sola. No lo estarás. Tranquilízate, ¿de acuerdo?
-No la dejes tener tu bebe, por favor -suplico Rebeca con los ojos hinchados de tanto llorar. -Leo, no la dejes, por favor. ¿Quieres que me muera? -Sonaba determinada, pero la mirada de Álvaro se puso furiosa.
- ¡Rebeca, detente!
Rebeca le dio un empujón, cogió un cuchillo para las frutas y corto su muñeca. Sus acciones fueron rápidas. Álvaro y yo no teníamos idea de que fuera a llegar a ese extremo. El hombre entro en pánico y la cogió en brazos para llevarla a urgencias. Rebeca se aferró a la barandilla de la cama, negándose a soltarse. Lo miro con intención y repitió:
- ¡No la dejes tener él bebe!
Yo estaba impactada. ¿Por qué esta tan determinada?
Antes de que Álvaro pudiese responder, hable:
-Rebeca, no te preocupes. No voy a… -Pause y respire hondo para controlar el dolor - ¡No voy a tener él bebe!
- ¡Samara! -grito Álvaro, enfadado.
- ¡Si no la llevas a emergencias, puede morir! ¡Imagina lo mal que te vas a sentir! -replique en tono amargo. Álvaro frunció los labios y me miro con los ojos serios antes de irse con Rebeca en sus brazos. Me quede sola en la habitación. El charco de sangre en el suelo, el cual pertenecía a Rebeca, era claramente obvio. Mi fiebre había disminuido, no estaba con ánimos de quedarme y salí sola del hospital. Después de una noche de fuertes lluvias, el aire era refrescante. No fui a casa y fui directamente a la empresa. En la recepción de la empresa, la recepcionista se acercó a mí.
-Señorita Arias, la esposa del doctor Riveira está esperando en su oficina. Ha estado ahí por quince minutos.
Incline mi cabeza y pulse el botón del ascensor.
-Dile a Estela que prepare los obsequios para el señor Riveira y mostrarle nuestra sinceridad. -La recepcionista asintió. Al entrar al ascensor, llame a Gael y respondió después de dos toques.
- ¿Samara?
Me sorprendí al escucharle decir mi nombre, fruncí y pregunté:
- ¿Estas libre hoy? ¿Podemos vernos?
Parecía asombrado con mi sugerencia.
-Claro. -Respondió después de una pausa. -Dime a qué hora y donde.
-Te enviare los detalles más tarde. -Llegué a mi destino y colgué para enviarle los detalles por mensaje de texto. Luego entre al baño para retocar mi maquillaje antes de volver a mi oficina. Había estado casada con Álvaro por dos años y no pude hacer que se enamorara de mí, pero logre un éxito considerable en el trabajo. Yo no era una trabajadora sin experiencia sino capaz de enfrentar varios problemas. En mi oficina, estaba una mujer vestida de forma elegante sentada en el sofá, leyendo algo en su teléfono. Toque dos veces a la puerta media abierta y entre.
-Señora Riveira, lamento haberla hecho esperar. El tráfico estaba horrible. -La salude con una sonrisa y Marta se levantó para verme.
-No se preocupe. Yo también acabo de llegar. -Estaba sonriendo de forma grata. Después de una pequeña charla, Marta fue directo al grano. -Señorita Arias, lamento molestarla en su trabajo, pero usted sabe que Caleb firmo contrato con el Corporativo Ayala, ¿cierto? Sin embargo, como paso esta cosa tan horrible, ¿nos podría ayudar a convencer al señor Ayala a regresar la culminación del contrato? Eso nos ayudara a Caleb y a mí a darnos un respiro.
La colaboración del Corporativo Ayala con el hospital era un proyecto realizado con el fondo nacional. Como empresa de construcción y comercio, la colaboración se encontraba bajo el negocio de construcción de la empresa y yo estaba a cargo, justo como ordeno Álvaro. Caleb era el esposo de Marta y los dos habíamos firmado el contrato estipulando que el pago total debía hacerse antes del término de la construcción. Por desgracia, Caleb había usado el dinero de los fondos en otra parte y no pudimos terminar la construcción. En pocas palabras, Caleb no pudo pagar la diferencia al Corporativo Ayala a tiempo de acuerdo con lo estipulado en el contrato. Al escuchar las suplicas de Marta, forcé una sonrisa.
-Señora Riveira, sabe muy bien que Álvaro y yo no somos cercanos. Es mucho dinero y Álvaro es conocido por ser minucioso en su trabajo. Si algo pasa, no voy a poder explicárselo.
Marta entro en pánico, pensó en algo y sugirió:
- ¿Se podrá en una semana? Por favor extienda la fecha límite a una semana. Cuando Caleb pague la diferencia, vendremos a agradecerle personalmente.
Pude haber aceptado, pero decidí comentar:
-Señora Riveira, el Corporativo Ayala no es una pequeña o mediana empresa. Tenemos reglas estrictas en cuanto a fondos. Si ayudo al Doctor Riveira, seré la responsable. Al menos que… -di una pausa y la miré.
- ¿Al menos qué? -Pregunto de inmediato como si fuera su última esperanza y dude antes de responderle.
-Al menos yo tenga una razón para retrasar mi trabajo. -Antes de que Marta pudiera responder, añadí: -Hay una excusa perfecta disponible.
- ¿Qué es? -Marta agarro su vaso con fuerza.
-Necesito una ayuda del Doctor Riveira para agendar una cita con un obstetra-ginecólogo. Voy a abortar a mi bebe.
Marta se quedó impactada por mis palabras.
-Señora Ayala, ¿Está embarazada?
-Tengo seis semanas. -Asentí.
- ¿Por qué quiere abortar estando en esa fase? ¿El señor Ayala está enterado? -Marta estaba confundida. - ¡Han estado casados por un largo tiempo y él bebe ha llegado en el momento perfecto!
Le di una ligera sonrisa.
-Álvaro y yo no estamos listos aún. -Di una pequeña pausa antes de añadir. -Puedo usarlo como excusa para retrasar el término. Puede informarle mi sugerencia al Doctor Riveira, por favor.
- ¿El señor Álvaro sabe de esto? -Repitió sin estar convencida.
-Si. -Asentí
-Que mal. -Suspiro y eso fue todo. Estela preparo algunos suplementos para Marta antes de irse.
-Ve a la oficina del presidente y pídele a José que me entregue el acuerdo del divorcio que elaboro Álvaro. -Le dije luego de que Marta se fuera. Estela se quedó perpleja.
- ¡Señorita Arias!
Estela había estado conmigo por dos años y estaba enterada de todas las cosas que pasaban entre Álvaro y yo. Frunció el ceño y dijo:
-Si acepta el divorcio, sabe que el viejo señor Ayala estaría muy decepcionado con su decisión, ¿verdad? Además, las acciones que el viejo señor Ayala le transfirió serian para el señor Ayala. La
suerte no está a su favor, señorita Arias.
Estaba consciente de sus preocupaciones, pero después de ver la hora, note que ya era tarde. No le di importancia en darle explicaciones con detalles y dije:
-Tengo mis propios planes. Entrégame los documentos por favor. Necesito salir.
Estela salió de la oficina cuando vio que no preste atención. Recogí mis cosas y encontré las llaves del coche. Gracias a la eficiencia de Estela, solo tuve que esperar en las escaleras por poco tiempo mientras ella realizaba las cosas que le pedí. Sin embargo, aún no se daba por vencida en hablarme del divorcio.
-Señorita Arias, no es muy sabio firmar los papeles del divorcio ahora. Usted…
- ¡Suficiente! -La interrumpí antes de que pudiera terminar de hablar. Al subirme al ascensor, miré a sus ojos y dije. -No te preocupes por mí y concéntrate en tu trabajo. Se lo que hago.
Abrí la boca para decir algo, pero las puertas del ascensor ya se habían cerrado. Encendí mi coche al llegar al aparcamiento y conduje hasta donde había quedado en verme con Gael. Era un restaurante el cual la gente de clase alta frecuentaba a pesar de su ubicación escondida, la comida era maravillosa. Como había hecho una reserva, fui directo a mi mesa. Sin embargo, me sorprendió ver que Gael llegaba a tiempo. Estaba vestido con ropa casual emanando un comportamiento elegante sentado al lado de la ventana y pulsando sus delgados dedos en la mesa de forma descuidada.
- ¡Lamento llegar tarde! -dije, tomando asiento frente a el y llamando al camarero para pedir. Gael estaba mirando por la ventana y al verme, levanto sus cejas con una ligera sonrisa en el rostro.
- ¿Cómo podría llegar tarde a una cita con una chica linda? -Era muy raro verlo sonriendo. Le deslicé el menú y dije:
- ¿Alguien te ha dicho que te ves muy bien cuando sonríes?
Levanto una ceja al escuchar mi comentario y me señalo para que pidiera primero. Sus ojos en forma de almendra se entrecerraron un poco al mirarme.
-Eres la primera que me dice eso.
Sonreí y no dije nada más. Al terminar de leer el menú, pedí unos platos que pensé que Gael podría disfrutar. Le entregué el menú al camarero y le di un trago a mi vaso de agua. Gael no dijo nada y solo sonrió, mirándome. Me quede confundida ante su comportamiento, baje el vaso de agua y pregunte:
- ¿Hay algo en mi rostro?
Las comisuras de su labio se levantaron. parecía estar de buen humor.
-Es la primera vez que hago esto con la mujer de mi mejor amigo. Se siente… -Dio una pausa y sonrió de oreja a oreja. -Bueno, tengo que decir que se siente bien.
Dime con quien te juntas y te diré quién eres. Por naturalidad, las personas alrededor de Álvaro no eran fáciles de manipular. No dude de sus palabras ni medite en su tono de voz. A ver que no se andaba con rodeos, le devolví el favor y le pregunté:
-Si algo sucede y necesito tu ayuda, creo que me puedes echar una mano, ¿cierto?
Levanto su ceja y se reclino en su asiento.
- ¿De qué clase de ayuda estamos hablando?
-Consígueme medicina para recuperarme de un aborto.
Frunció el ceño al escuchar mi petición.
- ¿Solo eso?
-Pues tienes muy buena reputación. Entonces, ¿eso es un sí o un no?
Gael me miro directo a los ojos con el ceño fruncido y una mirada profunda. Estaba contemplando si en realidad estaba siendo sincera. No me inquiete y me senté en silencio mientras el me analizaba. Después de un tiempo, por fin hablo:
-Claro.
-Gracias, Doctor Warda. -Siempre era un placer lidiar con personas inteligentes. Solo tienes que echarles una mirada y entenderás el punto. Después que el camarero nos sirviera la comida, Gael me miro otra vez.
- ¿La señora Arias siempre le ha restado importancia a su brillantez de esa manera?
Me reí de su comentario.
-Oh, me halagas. Solo es un pequeño truco para protegerme. Además, Álvaro y yo no somos compatibles. Es un mal momento para tener un bebe.
Le dio unas cuantas mordidas a su comida y parecía estar satisfecho con mi respuesta.
- ¿Cuándo planeas irte?
Me sorprendí y fijamos miradas. Mi plan era lidiar con él bebe y divorciarme de Álvaro. En cuanto a irme de la ciudad, no tenía ni idea de a donde ir por el momento. Gael había adivinado el último paso de mi plan. Pausé por un segundo y puse mis cubiertos en la mesa.
-Tal vez en dos meses. No lo he decidido.
- ¿Por qué no consideras la ciudad de al lado? Pienso que encajarías muy bien ahí. -Gael bajo sus cubiertos y limpio la comisura de su boca. Quizás ya había terminado de comer. De hecho, la ciudad me parecía una buena sugerencia y asentí.
-Si, tal vez lo considere. -Aunque la ciudad de al lado era modesta a comparación con la nuestra, el ritmo de vida era más lento. Si tuviera que elegir un lugar para vivir, la ciudad de al lado sería una buena opción. Se suponía que yo iba a pagar la cuenta, pero Gael se adelantó. Salimos del restaurante juntos y dije. -Te debo una. ¡A la próxima yo invito!
-Bueno, espero que me invites en la otra ciudad. -Sus palabras me dejaron confundida y solo sonreí. Se hacia tarde y debía ir a casa, pero cuando llego a su coche, e pronto pregunto. -Entonces, ¿se agendo la cirugía?
-Si, para mañana. -Me giré y respondí. ¿Po que pensar tanto en nuestras acciones si la decisión ya está tomada?
- ¿Álvaro lo sabe?
-No y no pretendo decirle nada.
Gael frunció sin hacer ningún comentario. Al encender mi coche, me di cuenta de que estaba en el suyo con la mirada perdida. Pensé que lo mejor era no comentar nada y me fui a casa. El camino duraba diez minutos. Aparque abajo y no me baje para coger los papeles del divorcio que Estela me había dado. En ese momento una ola de amargura se apodero de mí. pensé que solo iba a firmar los documentos si Álvaro me ponía un cuchillo en el cuello, pero nunca imaginé que un día fuera a firmarlos por mí misma y entregárselos. Álvaro siempre ha sido liberal con los términos del divorcio. Me prometió la casa y los dividendos anuales de las acciones del Corporativo Ayala.
No pude evitar reírme de los términos del divorcio. Quizás todo este tiempo ha pensado que solo me case con él por el dinero y que no había razón para no firmar los papeles si me hubiera dado lo que supuestamente yo estaba buscando. Después de leer los documentos, escribí mi firma. En casa, el salón estaba oscuro. Me puse mis pantuflas y encendí las luces. Para mi sorpresa, había un hombre sentado. Me observo de manera indiferente con sus ojos negros y no pude descifrar lo que había en su mente. Lo miré y lentamente dije:
- ¿Por qué no enciendes la luz? ¿Ya cenaste?
No respondió a mis preguntas.
- ¿Dónde estabas? -Su tono era frio y se notaba que estaba enfadado.
-Fui a la oficina. -Me dirigí a la cocina y continue. -Te preparare algo.
Quizás no tenía apetito después de lo que hizo Rebeca en el hospital, pero ¿me debería importar? Álvaro estaba por irse. ¿A mí que me importa si se muere de hambre? pensé que lo mejor sería separarnos en buenos términos. De todas maneras, me había importado desde hace mucho tiempo. No convendría dejar solo los buenos recuerdos. De pronto, sentí un escalofrío por mi espalda al terminar de cocinar. Me giré y encontré su mirada intensa.
- ¿Qué… que pasa? -Solo había desprecio en sus ojos cuando me miraba y de alguna manera lo sentía diferente… complicado. No supe cómo lidiar con eso y entre en pánico. Álvaro no respondió y lo tome como si no quisiera hablar conmigo. Cerré la boca y terminé de cocinar. -No hay mucho en esta casa, solo huevos. Tendrás que conformarte con esto. Subí para bañarme, pero de pronto, el hablo:
-Entonces, ¿también nos conformamos con nuestro matrimonio?
Desconcertada, sentí un dolor punzante en mi pecho. En otro momento, me hubiera quedado callada, pero hoy fue diferente y mis ojos se pusieron rojos al escuchar sus palabras.
- ¿Y qué? Ni que fuera gran cosa. ¿No hemos hecho eso por casi dos años? Álvaro Ayala, estoy aceptando el divorcio. -Saque los papeles del divorcio de mi bolso y se los tire a la cara. Había un sentimiento de amargura creciendo dentro de mí. -Ya los firme. Léelos y fírmalos también. Hay que fijar una hora e ir a la oficina de Registro civil para hacerlo oficial. -Tome un gran suspiro de alivio después de sacar esas palabras fuera de mi pecho. Al observar su rostro esculpido, hable. -No te preocupes por él bebe. Yo me encargare de ello de tal manera que tú y Rebeca estén satisfechos.
Uno tiene que lidiar con sus acciones. Había un indicio de furia en su rostro, pero no le preste atención y subí las escaleras. Quizás iba a ser la última vez que hablábamos en casa. De pronto sentí que agarraban mi muñeca.
- ¿Te importaría darme una explicación? -La furia en su tono de voz era evidente. Sabía que estaba enfadado, pero, aun así, no me gire. Intenté contener el dolor de mis emociones y dije:
-Lo hare para que no afecte a Rebeca.
- ¡Samara Arias! -Me agarro de la muñeca con fuerza y su furia llego al límite.
- ¿Cuál es tu plan? ¿Eh? ¿Divorciarte de mí? ¿Abortar al bebe? ¿Vas a dejar la ciudad?
- ¿Qué otra opción me queda? -Las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos y se derramaron por mis mejillas a pesar de tratar de contenerlas con todas mis fuerzas - ¿Qué más puedo hacer? Álvaro, ¿no deseabas que aceptara? Siempre me quisiste lo más lejos posible, ¿no? ¿Qué estoy haciendo mal? ¿No es lo que deseabas?
Su mirada se puso seria y su aura frívola se pronunció mucho más.
-Te crees muy lista, ¿verdad? -resoplo y pellizco mi barbilla con sus dedos delgados. Intente alejarme de él, pero me pellizco más fuerte. Los dos estábamos muy cerca y podía escuchar su respiración en mi piel. -Es mi bebe y no tienes derecho a decidir si vive o muere.
- ¿No tengo derecho? -Me reí y enuncié - ¿Rebeca no tiene nada que decir?
- ¡Arias, estas jugando con fuego! -Entre cerro los ojos y su mirada era amenazante.