Chapter 51 - Los Pasillos

Adam preguntó unos detalles más a su padrino y se preparó para dirigirse hacia la salida, contándoles a los niños cómo proceder en caso de encontrarse con alguna de las dos criaturas que habitaban en esta zona. Los tres jóvenes estaban en las escaleras del hexágono 3 y Adam planeaba ir al espejo del hexágono 2 por los pasillos principales llenos de estanterías a las cuales podía sujetarse si escuchaba algo raro.

Para asegurarse no encontrarse con la criatura peligrosa, Adam decidió subir un piso por las escaleras y de esa forma buscar los espejos del segundo piso de madera. Pero cuando estuvo por llegar hasta la salida del segundo piso, el pelirrojo se dio cuenta de que la salida estaba siendo tapada por el general y la subida al tercer piso medio también estaba siendo bloqueada por una pared de mármol.

—¿Podrías abrirnos la entrada?—Preguntó Adam con impaciencia.

—Sí, podría ...—Comentó el general mirando a los niños con preocupación.

No obstante, el general no abrió la entrada y se quedó mirando al grupo. Adam notó la anomalía y preguntó:

—¿Ocurre algo por lo que no podamos salir?

—¡Si!—comentó el general con tono militar.

—¿Por qué no podemos salir? ¡Ya me duelen mucho los oidos, quiero irme de acá!—Gritó Hermes con molestia pateando la cara del general.

—Hace unos minutos podían, pero el consejo acaba de prohibirlo—Comentó el general con mucha seriedad—La nueva norma indica que los niños de la guardería no pueden ingresar a los entrepisos el día de hoy.

—¿Entre pisos? ¿Son los pisos de las criaturas? Pero subimos 100 escalones—Comentó Adam con preocupación.

—No puedo explicarte mucho…—Comentó el general con seriedad— Pero considera que te están ayudando al prohibirte entrar a este piso, por lo demás no se puede subir pisos enteros usando mis escaleras en el mundo reverso.

—¡¿Entonces cómo escapamos?!—preguntó Apolo gritando con enojo.

— ¡Vayan por donde vinieron!—Gritó el general con tono militar, como si estuviera dando una orden—No duden tanto, la criatura que los perseguía, ya está bastante lejos de la entrada a mis escaleras y no es normal encontrarla.

—Bueno, parece que nos están obligando a salir por donde vinimos…—Comentó Adam, tratando de entender por qué las estanterías se preocupaban tanto por estos dos niños.

Los tres jóvenes bajaron las escaleras y volvieron a la salida del primer piso medio. El general les indicó que no había nadie del otro lado y el grupo procedió a salir de las escaleras para encontrarse nuevamente por los pasillos de tierra pantanosa. Adam confirmó que no había nadie en los pasillos y decidió salir rumbo al hexágono 2 con los chicos tomados de las manos.

Siguiendo las indicaciones de su padrino, Adam caminaba muy despacio, concentrándose en encontrar pisadas extrañas en el suelo y en escuchar sonidos extraños. Los dos chicos también trataban de ayudar escuchando, pero sus oídos les estaban doliendo bastante como para escuchar otra cosa, además de las voces extrañas.

Adam llego a la entrada del hexágono 2 sin encontrarse nada raro, pero en el camino empezó a notar algunas huellas extrañas: parecían garras muy chicas de color verde y había muchas por el suelo de esta zona. El joven héroe quiso evitarlas, pero se dio cuenta de que todos los caminos hacia el espejo estaban llenos de estas huellas.

Con cuidado, el grupo marchó rumbo al espejo, pero en el camino Hermes escucho algo raro y se lo dijo a Adam:

—Estoy escuchando a alguien pidiendo ayuda. ¿Qué hacemos, grandote?

—Solo tenemos que...—Adam quiso contestarle que no se preocupara por ayudar a los demás, sin embargo, recordó cómo trataron de ayudarlo Franco y Bianca mientras él había decidido abandonarlos. El joven héroe había prometido tratar de ayudar a los demás desde ese día, así que Adam terminó diciendo:

—¿Tú también escuchas alguien pidiendo ayuda, Apolo?, yo no escucho nada.

—Si, los ruidos están un poco más adelante, es por donde vamos, creo...—Contestó Apolo con algo de miedo, tomando la mano de Adam aún más fuerte.

—Bueno, si es así únicamente continuemos yendo para adelante…—Dijo Adam con algo más de confianza, ya que de todas formas esa era la dirección del espejo.

Los tres caminaron con cuidado hasta que finalmente Adam pudo empezar a escuchar de dónde venían las súplicas y observó que había huellas de bibliotecarios dirigiéndose a esa dirección. La voz parecía pertenecer a un hombre muy viejo pidiendo ayuda y viajaba con los murmullos de los pasillos de alguna manera que Adam no entendía.

Con mucho cuidado, el joven caminó hacia la esquina del pasillo donde provenía el sonido. Pero antes de cruzar la esquina, el joven héroe se detuvo unos minutos a escuchar: quería estar seguro de que no pasara nada malo.

—Ayuda... Ayuda...Ayuda...—Se escuchaba alguien repetir el mismo mensaje una y otra vez, parecía una grabación y la entonación era muy cansada, como si la persona que pedía ayuda llevara años haciéndolo.

Adam se tomó a las tablas de madera de una de las estanterías y asomó su cabeza para mirar que había en el siguiente pasillo: incluso si era el 'tintero', nada malo le pasaría si hacía esto y el tintero lo notaba.

De un vistazo Adam pudo apreciar que había un viejo con túnicas negras hechas harapos tirado en el suelo, al viejo le faltaban las dos piernas y había un rastro de sangre en el suelo. La túnica del viejo no parecía ser las normales, ya que llevaba una familia de tres personas bordadas en plata en las mangas: había un hombre hecho de palos con un bastón, un hombre adulto y un niño, las tres personas de palos estaban tomados de las manos.

Adam se percató de que el viejo debió haber estado arrastrándose por el suelo con las piernas sangrando para intentar llegar al espejo y ser curado, siguiendo la idea, deberían haberlo atacado en el pasillo de enfrente, porque Adam no vio ningún rastro de sangre en el pasillo donde él estaba.

También había varias huellas de garras chiquitas verdes dirigiéndose hacia adelante, por tanto Adam supuso que las criaturas que dejaron estas huellas atacaron al viejo y luego lo ignoraron.

Pero al notar con más atención el suelo del pasillo donde el viejo suplicaba, Adam observó que había varios cachos de túnicas negras tirados por el pasillo de enfrente y unos cuantos libros. Al parecer, no atacaron al viejo solo, sino que atacaron a un grupo de personas que viajaban juntas y el viejo sobrevivió de algún modo.

El viejo parecía no haberlo visto, solo suplicaba ayuda y muy lentamente se arrastraba por el suelo tratando de llegar al espejo. Adam sabía que el viejo no lo lograría nunca si se movía a este ritmo.

Por lo que con cuidado, Adam decidió seguir avanzando hacia adelante y ayudar al viejo. Por extraño que parezca, el viejo no podía escuchar a los tres jóvenes, incluso cuando estaban a una mano de él. Adam estiró la mano y agarró el hombro del viejo en el suelo mientras le decía a los niños que tomarán los tablones de madera.

El viejo sintió a Adam tocándolo y gritó con todo su pulmón al verle la cara:

—¡Te los suplico! ¡Ayuda, únicamente son unos pasillos más y llegamos al espejo!, ¿Puedes cargarme, joven?

—¡No grites, carajo!—Dijo Adam con enojo, por poco le cierra la boca con la mano, pero el viejo no pudo oírlo y parecía querer seguir gritando por ayuda. Por lo que el joven héroe cambió el método: se sacó los anteojos y miró a viejo los ojos.