Los guardias al notar al hombre herido cargado por Adam se acercaron a preguntar:
—¿Necesitan ayuda?
—Si— Respondió el viejo en la espalda de Adam— Necesito ir al piso superior 3 de 5, hexágono 3 de 18: te doy dos páginas de caracteres si me cargas hasta ese lugar. Al resto de guardias le doy una página para cerrar la boca acerca del guardia faltante.
—Por supuesto: ¡Siempre se aceptan donaciones!—Dijo uno de los guardias acercándose a Adam, antes de que el resto de guardias pudiera reaccionar a la oferta—Pero por las dudas, podrías pasarnos tu identificación. No quiero que me mate una criatura en el camino.
—Me la comió una criatura…—Respondió el viejo con una sonrisa amarga—Mi nombre es Abel, número de identificación 923: pasa el libro y así confirmamos.
Al escuchar el número, el guardia se acercó con dudas y le paso el libro al viejo de ojos negros. El viejo puso su dedo y los mismos datos que menciono aparecieron en el libro.
Al ver que los datos eran los mencionados, una sonrisa muy grande se formó en el rostro del guardia y comentó con alegría:
—¿Eres un trotamundos que volvió? Eres el Abel número 923 que se registra por estos pisos, la cuenta más reciente creada con ese nombre está por los 10000. Con tu edad seguro que podrías dar un poco más que una sola página de caracteres a cada uno: ¿No podrías ser amable y dar una donación más interesante a estos pobres guardias?
—¡No tientes a la suerte, mocoso!—Respondió el viejo con enojo—Acaso crees que el chico que me está cargando no le interesaría ganar algo de karma extra.
El guardia miró los ojos de Adam y comentó con rapidez:
—Ese chico parece algo cansado. Mejor que te ayude a subir las escaleras alguien más fresco: ¡Como yo! Subir 700 escalones con la mitad de una persona colgando en tu espalda no es tarea fácil.
Al comentar eso, el guardia no esperó una respuesta por parte del viejo y se dispuso a cargarlo en su espalda. Siendo cargado por el guardia, el viejo de ojos negros dijo con una sonrisa triunfante:
—Les pago cuando esté curado: ¡Así que más vale que te apures, ya que si muero no ganaras nada!
Al escuchar la advertencia, el guardia se dispuso a subir las escaleras, pero antes de que el viejo se fuera, Adam mencionó:
—También vas a necesitar que alguien cargue estos libros. Por más que te haya salvado, los libros son tuyos.
—Son biografías inútiles, muchacho. No me sirven por desgracia…—Respondió el viejo con algo de pena por los muertos—De todas formas: gracias, la intención fue buena. Solo tíralas por el piso y deja que desaparezcan, en estas épocas las biografías no escasean precisamente.
Algo desilusionado, Adam aceptó las gracias y acompañó al guardia cargando al viejo por las escaleras. Para luego despedirse en los pisos medios 3 de 5, donde el joven héroe tenía que entregar la caja de madera.
El camino fue bastante tranquilo hasta que Adam y los niños llegaron hasta la estantería de madera blanca con la escalera de caracol. El joven tomó uno de los libros de la estantería y la cabeza de una chica con estrellas en las mejillas se formó en la estantería de madera blanca, la cual al salir dijo:
—¡Creciste bastante rápido, llorón! Ya tienes la altura de los adultos, solamente te faltan sus túnicas.
—Sí, lo sé: ¿Vamos a discutir acá o me vas a dejar pasar?—Preguntó Adam de forma apurada y algo nerviosa; no quería llamar mucho la atención de las estanterías cercanas
—Por supuesto que no discutiremos acá: ¿Y estos dos niños curiosos?—preguntó la chica con sospecha.
—Vienen conmigo—Respondió Adam apuradamente.
Al pronunciar esas palabras: un pasadizo se mostró en la estantería de madera blanca y en su interior la misma escalera de caracol que el pelirrojo había bajado hace un tiempo podía hallarse. Sin perder el tiempo, Adam comenzó a subir los escalones junto a los niños.
Al subir, Adam observó la misma sala cuadrada de madera blanca en la que estuvo en su infancia, pero esta vez estaba decorada con un escritorio y tres sillas de madera. Parecía no haber nadie dentro de la habitación, sin embargo, Adam entró y puso la caja que tenía que transportar en el escritorio, para luego decir:
—Mi misión era transportar esta caja. No la podía abrir: así que supongo que ustedes sí pueden hacerlo.
Acto seguido, un viejo comenzó a formarse sobre una de las paredes de madera blanca de la habitación, mientras decía con voz seria:
—Sí que te has convertido en un héroe en estos pocos años, chico. Veamos si finalmente pudiste devolver el favor por haber salvado tu vida en aquel entonces.
El viejo terminó de formarse, dio unos pasos y tomó la caja. La caja se abrió de forma automática, cuando las manos de madera blanca del viejo la tocaron.
Para sorpresa de Adam, un librillo salió de adentro de la caja: ¡Era la oveja negra!. Al salir el rostro del viejo formó una sonrisa bastante amplia. Sin embargo, la oveja lo ignoró y se quedó mirando a los dos niños en la habitación con incredulidad. Con un grito bastante agudo, la oveja pregunto:
—¡¿Y ustedes qué hacen acá sin un maniquí?!
—Mamá nos permitió venir, además no tenemos nada que ver con vos—dijo Hermes de manera apurada.
—¡Si, tú no puedes darnos órdenes!—Grito Apolo apoyando la idea de Hermes.
—¡Tu mamá es una idiota! A este ritmo los van a terminar matando a los dos—Dijo la oveja negra con molestia, luego se giró, miró a Adam y dijo:
—Llévatelos de regreso y ven a buscarme en unas horas, yo negocio por el viejo sin ojos.
No obstante, los niños se quejaron: querían sus dulces. Adam los convenció diciendo que iban por la tienda de dulces antes de regresar. Así que los tres salieron rumbo al mercado, dejando a la oveja negra discutiendo los detalles con las estanterías de madera blanca.