Adam escuchó las palabras del osito mirando su brazo con algo de esperanza, el viejo sin ojos hace mucho le había dicho que el agua de la cueva curaba, ahora solo rezaba para que de verdad su efecto fuera tan bueno y pudiera darle un nuevo brazo.
El oso miró que el chico se ponía más tranquilo y continuó explicando la situación:
—Lo que nos atacó hace poco era el monstruo que los lugareños de este piso temían, lugareños que no existen de verdad. Como te dije: podíamos huir de él, lo cual es imposible, pero podíamos jugar con él y ganar tiempo. Y como también te dije: únicamente yo podía verlo, lo cual era mentira, pero también era verdad en cierto modo.
Adam escuchó las palabras del osito con atención, pero no entendió nada de lo confuso que hablaba el oso. No obstante, el pegamento también le durmió un poco el cerebro a Adam, por lo que el joven asintió con felicidad.
Además del cerebro, el pegamento que le puso el oso parecía haberle dormido los nervios del brazo a Adam, provocando que la herida se sintiera muy extraña. Adam tocó la herida varias veces, pero no sentía nada y ni siquiera podía sentir la piel cercana a la herida.
Al ver al chico atontado tocándose la herida, el osito continuo con calma:
—El monstruo que nos atacó era un 'Juguetero' y puede afectar nuestras mentes, por lo cual pensábamos que estábamos en el hexágono 8 de 18. Pero en realidad este es el verdadero hexágono 8 de 18, por eso me resultaba tan extraño que yo supiera que alguien había muerto en estos pisos, para que te hubiera mandado a matar a alguien con esa información…
Adam escuchó con atención, para el joven tenía algo de sentido lo que dijo el oso, pero una duda muy importante surgió de su corazón:
—¿Por qué esperaste a que me quitara el brazo para decirme como matar a la criatura?
El osito lo miro por unos buenos minutos como pensando sus palabras y luego respondió:
—Porque necesitábamos matar a la criatura, no podíamos quedarnos acá escondidos para siempre.
—¿Pero con los golpes ya no bastaba?—preguntó Adam sin sentirse del todo satisfecho con la respuesta.
—Con los golpes…podría ser suficiente…—Respondió el oso, enojando a Adam— Pero las estanterías de estos pisos valoran más a las criaturas que a los bibliotecarios, por lo que había que asegurarse…
El oso notó que Adam quería seguir hablando del tema, por lo cual lo interrumpió diciendo:
—Por el momento, trata de usar el baño, así esta estantería deja de mirarnos de forma tan rara.
Adam recién ahora se dio cuenta de que el hombre con traje estaba en cuclillas mirándolos fijamente, como esperando que hicieran algo.
—¿Eres una estantería? ¿Por qué tienes un cuerpo de piel y hueso?— preguntó Adam mirando al hombre vestido de manera muy elegante.
—Porque soy listo, muchacho— Respondió la estantería, parándose de manera normal y tocando su sombrero de copa con orgullo—¿Quieres utilizar el jacuzzi para limpiarte?
El osito pareció hacerles señales para que diga que sí, por lo cual Adam asintió con la cabeza.
Recién ahora Adam tuvo el tiempo de mirar su entorno, él no sabía que esto era un baño y no había nada que lo indicara en el hexágono.
El hexágono 8 era un gran hexágono vacío. El piso estaba hecho de azulejos blancos y negros, formando un patrón de ajedrez. Las paredes eran de mármol blanco y sobre las paredes había estatuas colocadas. Mientras que la iluminación era brindada por algunas fogatas dispersas por la sala.
Cuando el hombre con traje escuchó la respuesta afirmativa, se paró y se dirigió hacia una de las estatuas y se quedó esperando a Adam. Al notar la espera, el joven héroe se acercó a la estatua que parecía un niño jugando con agua en la pared. Arriba de la estatua había una chapa de oro con algo escrito en ella, pero el joven no sabía ese idioma, ya que lo más probable es que estuviera escrito en el idioma de los pisos inferiores.
El hombre con traje mencionó con una sonrisa:
—La verdad es que hace tiempo nadie usa el baño de niños; sin embargo, debería seguir estando impecable.
La estatua del niño jugando comenzó a hundirse en la pared, mostrando un pasadizo a medida que se hundía. El oso y Adam siguieron al hombre con traje por el pasillo.
Cuando la estatua se detuvo, Adam pudo encontrarse con que en el final del pasillo había una sala de estar muy bonita hecha de madera: con unas cuantas sillas, algunas plantas y otra puerta de madera.
Al entrar a la sala, el hombre con traje comentó:
—Bueno, únicamente toma una hoja de esta planta y cómela. Por lo demás me despido. Recuerda que como todos los bibliotecarios: Siempre puedes venir a este hexágono a disfrutar satisfacer alguna necesidad básica, para descansar de tu lectura y largo aprendizaje hacía la ascensión.
Adam y el oso se despidieron del hombre de traje. Siguiendo las instrucciones, Adam procedió a comerse una hoja. Al comerla, el joven notó que algo surgía de las paredes de madera.
Lo que surgía era un chico de madera de la misma altura de Adam, pero no tenía rasgos faciales más que una boca. Cuando terminó de salir de la madera, el chico preguntó con una sonrisa:
—¿Qué servicio desean?
Antes de que Adam pudiera responder, el oso se adelantó y dijo:
—Queremos un baño con fragancia de viejo corrompido por libros malditos.
—Bueno, ¿algo más desean?—preguntó el chico de madera muy animado.
—¿Una mano?—preguntó Adam con ironía, por suerte él creía que el viejo sin ojos podía curarlo, así que no le preocupaba mucho el asunto
—Bueno, ¿algo más desean?— Contestó el chico como si fuera un mensaje grabado.
—¿Eh? ¿En serio me van a curar? ¿Me vas a dar una mano?—preguntó Adam incrédulo.
—Claro, solo agregaremos algunas plantas curativas— Respondió el chico de madera muy emocionado— Todo salvo la ceguera se puede curar. Por lo demás: ¿Desean algo más?
—¿Superpoderes?—preguntó Adam tentando a la suerte.
—Claro, exclusivamente tienes que responder unas preguntas y agregaremos el servicio especial— Respondió el chico de madera con felicidad.
—¡Son estanterías, idiota!—Grito el oso viendo que el chico se le iba la mano con los servicios— No seas tonto: ¡únicamente pide los servicios básicos!
Entendiendo el problema, Adam corrigió sus peticiones, por suerte curar una mano parecía ser un servicio básico para esta estantería.
Al terminar de escuchar las peticiones, el chico de madera hizo pasar a Adam por la puerta de la sala de recepción.
Al entrar a la siguiente sala, Adam vio una habitación con paredes de madera y varios cuadros muy bonitos en las paredes. En el medio de la sala había un jacuzzi bastante grande. El jacuzzi parecía estar hecho de mármol y tenía estatuas de ángeles en cada una de sus esquinas, las cuales se encontraban mirando hacia las paredes de la habitación.
El chico de madera vio que Adam había entrado y dijo:
—Bueno, ahora puedes desnudarte y entrar al jacuzzi. Me llevaré tu túnica y te daremos otra nueva cuando termines de limpiarte. Disfrute del baño y no dude en avisarme si requiere algún otro servicio.
Adam se desnudó sin mucha vergüenza y se metió en el jacuzzi. Acto seguido, los cuatro angelitos empezaron a girar hasta mirar al interior del jacuzzi. Las bocas de los angelitos se abrieron y un agua roza y caliente empezó a salir de sus bocas. Inmediatamente, las pinturas en las paredes de la habitación comenzaron a tocar una canción y música relajante inundó la habitación.
Cuando el jacuzzi se llenó por la mitad, las maderas del techo se abrieron para los costados y unas hojas blancas cayeron sobre el agua roza. Donde antes había un techo, ahora se podía observar un gran sol rojo, junto a un cielo de color verde azulado.
Maravillado por el ambiente, Adam pudo observar como su brazo se regeneraba mientras se sumergía en el agua roza, pero luego de un tiempo el joven comentó con algo de disgusto:
—No huele muy bien esta agua...
—El olor a hombre viejo no le gusta a todo el mundo— Respondió el osito mirando desde el techo—Mejor que no te escuche el chico de madera. Tuvimos suerte, no sabía que ofrecían ese olor, pero parece ser que vamos a poder conseguir la caja de madera.
—¿Por qué nadie usa este baño?—preguntó Adam al oso que parecía saber muchos secretos y hablaba bastante de ellos a diferencia de las estanterías.
—Este piso está infectado de jugueteros…—Respondió el oso con algo de amargura—¿Recuerdas que te dije que lo habitaba mucha gente? Bueno, eso era porque tenía la cabeza quemada por el juguetero, este piso no lo utiliza nadie.
—¿El juguetero puede crear un hexágono en nuestra cabeza? —preguntó Adam con muchas dudas —No me pareció falsa la habitación…ni el cadáver…
—No todo era falso…—Respondió el oso con calma—Éramos juguetes jugando en una caja de juguetes. Hasta que me di cuenta de que no éramos juguetes y el juguetero se enojó.
—De suerte salimos con vida—dijo Adam con una sonrisa.
—Por mucha suerte…—Agregó el oso con algo de bronca—Todas las criaturas que afectan la mente son peligrosas. Era mejor atacar a algún lunático y evitar todo esto.