— 64341, también conocido como: Adam — Dijo el viejo de piedra en tono pausado— Tienes cuenta bancaria y te inscribí en la escuela hace unos días. Para no saber leer, has amansado una buena fortuna…
—Podría ver mi fortuna— contestó Adam, algo sorprendido con que de verdad tenía cuenta bancaria— También quiero depositar esta hoja dorada, podría acceder a más información acerca de mi cuenta y además quisiera saber...
—Una operación a la vez…— interrumpió el viejo con algo de molestia; matando la emoción de Adam— No pidas tantas cosas al mismo tiempo: estoy muy ocupado atendiendo miles de bibliotecarios a la vez. De todas formas, puedes tomarte el tiempo que quieras: no hay apuro.
Cuando la cara de piedra termino de hablar, el libro de la mano de Adam sé cerró de golpe y luego se abrió; mostrando un resumen de su cuenta:
>Adam/64341
> Hojas de caracteres imbuidos: 120 , Hojas de caracteres: 8/18, Hojas de caracteres malditos : 71, Hojas de caracteres corrompidos: 23 , Hojas de caracteres mágicos: 4/18, Hojas varias depositadas: 2
Adam vio la cifra algo impactante, luego correteo por las páginas del libro y cada página se había transformado en las hojas descritas: las imbuidas eran doradas, la de caracteres comunes era blanca, las malditas eran negras, las corrompidas eran violetas, la mágica era azul y estaba llena de garabatos que se movían por la hoja.
Aunque tanto la hoja de caracteres mágicos como la de caracteres comunes estaban cortadas en las partes descritas en el resumen: por lo que en ambos casos no llegaban a completar una sola hoja. Mientras que las hojas varias parecían ser dos papeles ordinarios; en cada papel se observaba un dibujo bastante mal dibujado: parecería que lo dibujo un niño con crayones de colores.
En uno de los dibujos se veía una personita con el cabello rojo y una sonrisa en el rostro, la personita se encontraba abrazando un osito de peluche mientras subía unas escaleras.
El otro dibujo era una persona alta con túnica negra bastante mal dibujada y con la cara tachada con crayón negro. La persona grande parecía estar buscando a una personita con pelo rojo que se escondía atrás de una caja, junto con un osito de peluche. El piso de la sala donde se escondía la personita estaba lleno de personitas desparramadas por el suelo y todas las cabezas de las personitas en el suelo habían sido tachadas con rayones de color rojo.
—¿Todo esto es mío?— preguntó Adam dando vuelta a las páginas como un loco, sin entender lo que decía el resumen— Es decir: ¿Puedo retirar las hojas que quiera? ¿Hay alguna regla o algun capricho para sacar estas hojas?
—Una sola operación a la vez…— Dijo la cara de piedra con molestia y algo de enojo—Si es de 64341 y ese eres tú. Si quieres depositar solamente pon tu hoja de caracteres imbuidos en el libro y se guardará de forma automática: notarás que tu resumen se incrementa.
—¿Cuánto vale cada hoja de color en relación con la de caracteres comunes?— Dijo Adam mirando la cantidad de hojas coloridas que había en el cuaderno y tratando de pensar cuántos zapatos podría comprar con esto.
—Una hoja de caracteres imbuida cotiza actualmente a 105 hojas de caracteres— Contestó la cara con voz monótona— Las otras hojas no tienen liquidez: por lo que no puedes venderlas siendo minorista. Pero puedes comprar 1000 hojas de caracteres corrompidos,malditos,mágicos por alrededor de 1/18 de hoja de caracteres.
—¿Quién me dio tantas hojas de caracteres?—preguntó Adam pensando en la montaña de zapatos que podría comprarse con esta cantidad de hojas de caracteres— ¿Quién creó la cuenta bancaria por mí?, ¿Lo hizo mi madre?, ¿Cómo se llamaba?,¿Quién puso estos dibujos?, y además quisiera saber ...
—¡Una sola operación a la vez, mocoso!— Gritó la estantería con bastante enojo— Si no fuera porque tengo tus datos, de verdad creería que eres un niño. Actúas bien muchacho, pero no ganaras nada actuando de esa forma conmigo, así que: ¡¡Sé paciente!!
Al escuchar los gritos de la estantería, los guardias llegaron corriendo: ya estaban preparados para encontrar anomalías. Pero antes de que los guardias pudieran acercarse a Adam, una pared de piedras apareció entre el niño y los guardias.
—¡¡Quien les dio el derecho de interrumpir una operación!!—Gritó la estantería con violencia; su voz fue tan fuerte que retumbo por todo el hexágono—¡Salgan bandidos codiciosos o se convertirán en uno de mis libros!
Al escuchar el grito, los guardias retrocedieron lentamente hacia la puerta sin decir una palabra; los guardias sabían que las estanterías no bromeaban una vez dichas las reglas.
Cuando los guardias se fueron, las paredes de piedra desaparecieron y el hexágono volvió a quedar vacío. Algunos clientes miraron enojados a los guardias; otros directamente fueron a quejarse por lo ocurrido.
—En cuanto a ti muchacho…— Dijo la estantería con la misma voz monótona de antes— No te preocupes por esos bandidos, puedes tomarte todo el tiempo del mundo y nadie te robará ninguna hoja… pero realiza una sola operación a la vez….
—¿Quién me dio todas estas hojas?— preguntó Adam aun algo asustado con la escena que acababa de ocurrir.
—Tú depositaste todas las hojas que hay en ese libro…— Comentó la estantería con voz monótona— Hace 500 años, los caracteres limpios valían 1000 veces más que los imbuidos, pero el precio se fue invirtiendo; hasta que te hiciste rico: ¡Te felicitó por tu gran inversión, Adam!
—¡Pero yo tengo 10 años, no 50!— Dijo Adam confundiéndose los números.
—En cuanto a tu segunda pregunta…— Dijo la cara de piedra ignorando al chico, pero notando su insistencia— Tú creaste la cuenta hace 500... digo 8 años ... Eras un bebé, pero viniste gateando a crear una cuenta bancaria ... No tengo dudas: ¡Lo recuerdo como si fuera ayer!.
Adam se quedó aturdido pensando un rato, pero la verdad no recordaba mucho de cuando era un bebé, además nunca vio a un bebé con sus ojos, así que podría ser cierto, según su mente: de 10 años y sin educación.
—Adam, no me voy a ir a ningún lado…—dijo la cara de piedra al ver a Adam sin pedirle ninguna operación—Ya se hace tarde y deberías ir al colegio: ¡Pero ven a verme si tienes más operaciones para hacer!
Con aturdimiento, Adam siguió el consejo y se dirigió hacia la escuela, mientras trataba de recordar lo que había hecho de chico, pero solo recordaba jugar por los pasillos y estanterías de los pisos inferiores.