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Chapter 14 - Acá comienza mi verdadera juventud...

Pasó una semana entera desde el incidente y Adam estaba yendo a la escuela otra vez; para que se pueda recuperar del accidente, el director le dio toda una semana de descanso. Aunque una semana no fue suficiente para que el chico vuelva a recuperar la sonrisa de su cara.

Si no fuera por la insistencia de su padre, Adam probablemente hubiera abandonado la escuela, pero su padre siempre le advertía que el camino para los que no sabían leer en este mundo era incluso peor que el de Sofía; por lo tanto, Adam terminó siendo obligado a ir a la escuela con miedo.

Al llegar a la escuela, Adam noto a la misma tan normal como siempre, como si nada hubiera pasado. Sin embargo, el niño esta vez vio que Cesar estaba sentado con un banquillo en la puerta del hexágono. Cuando Cesar lo observo, le dijo a Adam con una sonrisa:

—Espero que te hayas recuperado, Adam. Hicimos algunos cambios en tu clase para que te sientas más cómodo. Ven, te acompañaré hasta el aula. De todas formas, si te sientes mal durante la clase, puedes venir a la oficina del director para hablar un rato.

Adam asintió y siguió a Cesar hasta el aula. Al llegar, Adam notó que el salón no había cambiado, pero esta vez había dos rostros desconocidos que miraban con curiosidad a Adam, además de Aquiles, que parecía seguir siendo su profesor.

Al notarlo llegar, Aquiles corrió hacia la puerta y abrazó a Adam, mientras decía:

—¡Finalmente, llegó mi estudiante favorito! Realmente te debo un favor, muchacho.

Adam no entendía muy bien a qué se refería Aquiles; el niño solo recordaba que su profesor se había desmayado, por lo que no entendía qué favor le había hecho al profesor.

Luego de la extraña recepción, Adam fue a su banco de siempre y se sentó a esperar tener clases por primera vez en su vida. Al ver que todo marchaba correctamente, Cesar se despidió y se fue a continuar sus tareas de director, es decir: seguir leyendo.

—¡Bueno, estamos todos!—Dijo Aquiles con mucha euforia; parecía que desde lo más profundo de su alma quería que estos chicos lo quisieran — Antes que nada, el nombre de nuestro curso cambió; por eso las nuevas caras y por eso yo seré su profesor desde ahora. Antes era el profesor del curso de niños especiales, pero ahora soy el profesor de la clase S-2.

Los dos estudiantes escucharon atentamente a su profesor, mientras Adam miraba con mucha atención a los niños a sus lados, además de Sofía, esta era la segunda vez que estaba cerca de otros niños y ahora había dos. Mientras tanto, Aquiles continuaba diciendo:

—Lo primero que vamos a hacer es presentarnos todos. Para eso quiero que Adam les enseñe como hacerlo.

Adam procedió a presentarse como el profesor le había explicado en la primera clase; se sentía realmente feliz de poder haber aprendido al menos una cosa en esta escuela. Una vez Adam terminó, Aquiles se presentó al igual que como lo había hecho antes. Ahora era el turno de los otros dos estudiantes desconocidos para Adam.

—Mi nombre es Bianca, tengo 10 años y soy estudiante del piso medio 4 de 5, hexágono 8 de 18. Se podría decir que amo pintar y no tengo dudas de que odio a los insectos. Cuando sea grande quiero ser pintora. Mis padres son sastres.

Bianca tenía el pelo negro y los ojos verdes, estaba vestida con la misma túnica blanca que Adam y parecía llevar dos lindos aretes de oro en las orejas . Adam se sorprendió de que la voz de esta niña era bastante diferente a la de Sofía y hablaba más parecido a él, es decir, con la infantilidad de un niño, arrastrando algunas palabras complicadas y poco usadas como sastre.

Acto seguido se paró el otro niño en la sala:

—Mi nombre es Franco, tengo 9 años y soy estudiante del piso medio 4 de 5, hexágono 8 de 18. Se podría decir que amo jugar con algunas estanterías y no tengo dudas de que odio ser castigado. Al igual que mi padre, soy un inquisidor.

Franco tenía el pelo marrón y los ojos turquesas, estaba vestido con túnicas blancas al igual que Adam. Pero sus túnicas eran diferentes y tenían una insignia bordada en oro en una de sus mangas. Dicha insignia se parecía a un libro abierto con una vela en el medio. Al igual que Bianca, Franco también tenía un arete de diamantes, pero solo lo tenía en una de sus orejas.

—Muy bien, los felicitó, lo hicieron bien todos—dijo Aquiles con una sonrisa— Ahora voy a darles sus libros a los dos. Como sus padres me pidieron, los dos aprenderán el idioma de los pisos superiores; su compañero Adam está aprendiendo el idioma de los pisos medios o como se conoce en sus casas: el idioma de los pisos de madera.