Tras caminar por unos cuantos pasillos y subir las escaleras, Adam llegó a la escuela. Pero el niño tenía bastante vergüenza de entrar al salón de clases y tener que decir que llegó tarde otra vez y para colmo, el joven tampoco hizo la tarea.
Aun así, Adam había realizado un largo recorrido para venir hasta el salón de clases y ya no podía retroceder. Así que reuniendo su coraje, Adam empujo la puerta y dijo:
— ¡Lo siento, profesor, se me hizo tarde!
"..." Adam miró hacia los lados algo aturdido: ¡No había nadie en el salón!
Sin saber muy bien que hacer, Adam caminó hasta el escritorio que había usado la ultima clase.
Adam puso su caja con los zapatos viejos arriba del escritorio y se sentó a esperar a que el tiempo pasara. Pero no ocurrió nada, por lo que Adam se quedó dormido en el banco; el niño estaba bastante cansado por haberse despertado temprano hoy.
Pasó el tiempo y Adam se había quedado dormido, pero fue entonces que escuchó un grito que lo hizo despertarse de repente con miedo. Seguidamente, Adam recordó que no estaba en los pisos inferiores y miró a la fuente del grito sin tanto temor:
— ¡Aquiles, me surgió una duda!— Dijo una chica con voz dominante vestida con túnicas blancas— ¿Dónde se fue ese vago? ¿Acaso no quiere trabajar? ¿Quién eres tú?
La chica tenía el pelo rubio y los ojos violeta. Adam se sorprendió al ver los ojos de la niña, ya que el contorno de sus ojos estaban algo negros como los de su padre. La niña parecía tener una edad bastante cercana a la de Adam. Lo más llamativo es que a pesar de su edad, la niña tenía tatuajes por todos sus brazos: los tatuajes parecían ser flores coloridas y animales que Adam nunca vio en su vida, pero eran muy, pero muy llamativos.
—Soy Adam…— Contestó Adam con algo de nervios, no era la primera vez que veía una niña, pero si la primera vez que una le hablaba— Estoy esperando al profesor también.
—¿Esperar a Aquiles?—Dijo la niña mirando a Adam fijamente; poniendo aún más tímido a Adam— ¿Como que esperarlo? ¡Si este es su trabajo! ¡Vamos a patear la puerta del director hasta que nos dé un maestro de verdad!
La chica sé acercó a Adam y lo tomó del brazo: empujándolo para que la siguiera. Adam ,sin mucha opción, siguió a la niña algo nervioso. Adam no sabía que los otros niños eran tan violentos; con razón, los guardias lo miraban raro en el banco.
La niña arrastró a Adam por los pasillos del hexágono hasta una puerta de madera con patrones muy bonitos grabados por toda su superficie y una placa de metal inscrita con el nombre: Cesar.
*Bomm*... La niña literalmente patio la puerta del director, pero al notar que no se abría, miró a Adam con cara expectante.
Sin saber que hacer en esta situación, Adam decidió seguir a la niña y se puso a patear la puerta con ella; el joven no quería caerle mal a su compañera de clase.
*Bomm*...*Bomm*...*Bomm*... La puerta fue pateada por los dos niños de forma violenta hasta que un anciano con túnica roja abrió la puerta.
Adam casi se desmayó; no esperaba que el mismo viejo que se había cruzado antes en las escaleras fuera el director de la escuela y mucho menos que le haya pateado la puerta alguien con túnica de otro color.
—¿Qué paso ahora, Sofía?—Dijo César con una sonrisa; no parecía estar muy molesto con los niños que hace poco estaban pateando la puerta de su oficina.
—¡Aquiles, eso pasó!— Gritó la niña con enojo— ¡Se supone que es nuestro profesor! ¡Pero no está nunca!
—Está bien, no hay que impacientarse…— Dijo César con una sonrisa de abuelo confiable— Entren a mi oficina, los pasillos no son un buen lugar para discutir.