Después de salir del despacho de Snape, vagué un rato hasta que fue momento de las clases de la tarde. En cuanto a la pelea, cada casa había perdido 160 puntos, 20 por persona, y todos fueron castigados con diferentes tareas. ¿Por qué 160 puntos para cada casa? Porque estaban los siete jugadores del equipo de Quidditch, más Ron y yo. De alguna forma, logramos que cada casa perdiera la misma cantidad de puntos. Esto fue un golpe devastador para la competencia de las casas, lo cual deprimió mucho a la profesora McGonagall; después de haber salvado la perdida de puntos por el incidente del auto volador de Harry y Ron al inicio del año con la escusa de que aun no había comenzado el año escolar, aún tenía esperanzas, pero estas se desvanecieron de inmediato.
Al reencontrarme con mis compañeras, noté su curiosidad sobre lo que había ocurrido conmigo. No pude revelarles demasiado, pero sabía que tarde o temprano se enterarían, así que simplemente postergué la conversación y continué con mi día. Fue relativamente normal: clases, entrenamiento en la guarida y en el nido. Todo sencillo, hasta que regresé a la sala común de Slytherin.
Al entrar, vi a varias "serpientes" distribuidas en sus distintos grupos, aunque mi atención se centró en algunos de primer año. Entre ellos no estaba Ginny, pues en ese momento estaba entrenando en el nido con las demás "arpías bebe". Mi interés se enfocó en una niña rubia de rostro pálido y en su hermana, quien al notarme movió a la pequeña detrás de ella casi instintivamente.
"Hola, Daphne. ¿Tú eres Astoria, verdad? Es curioso que no nos hayamos presentado formalmente hasta ahora", dije sonriendo mientras me acercaba.
Daphne apretó los puños con fuerza, aunque mantuvo su expresión controlada. La falta de encuentros entre Astoria y yo no había sido casual; Daphne se había asegurado de mantenerme lo más alejado posible de su hermana. No era ingenua y comprendía muy bien el tipo de persona que soy, por lo que prefería que Astoria no estuviera en mi mira. Confiaba en su habilidad para atraerme hacia ella misma sin que yo pudiera realmente alcanzarla: me permitía desearla, pero sin dejarme tenerla. Este juego era parte de sus planes, pues ganar mi cercanía le servía para construir relaciones ventajosas con personas que algún día tendrían influencia en el mundo mágico. Sin embargo, su hermana era un caso diferente. Daphne había guiado cuidadosamente a Astoria para mantenerse distante, reduciendo su presencia para protegerla. Aunque sabía que este momento llegaría, esperaba tener más tiempo para asegurarse de que su hermana no se convirtiera en mi objetivo. Ahora, sin muchas opciones, se veía forzada a aceptar mi avance, mientras comenzaba a idear cómo mantenerme apartado de Astoria en el futuro.
Astoria miró a su hermana, dudosa. Después de todo lo que Daphne le había dicho sobre mí, estaba muy nerviosa, recordando las repetidas veces que le dijeron que debía seguir sus indicaciones al pie de la letra. Daphne solo pudo darle una señal sutil para que continuara.
Yo ya estaba frente a ellas, con la mano extendida y una sonrisa. Había observado la interacción entre las hermanas y había deducido algo, así que trataba de parecer lo más amigable posible, a pesar de que en mi interior me sentía herido por lo que Daphne había hecho... aunque la entendía perfectamente, yo también protegeré a mi hermana por sobre todo.
Astoria, nerviosa, extendió su mano para estrechar la mía. Tomé la suya con delicadeza, preparado para inclinarme y besarla como un caballero debería... y hacer algún comentario ingenioso dirigido a Daphne, pues comprendía bien su juego. Pero algo inesperado ocurrió.
Sabía desde hacía tiempo sobre la condición de Astoria: una maldición que drenaba su vitalidad poco a poco, asegurando que no viviría más allá de los veintitantos años o algo por el estilo. Por esa razón, al tocar su mano, dejé fluir una pequeña fracción de mi magia de sangre para analizarla e investigar, tal como había hecho en el pasado con otros. Sin embargo, el resultado no fue el que esperaba.
Ambos abrimos los ojos, sorprendidos y algo asustados por lo que estaba sucediendo. Para los demás, sólo parecía que nos habíamos estremecido al tocar nuestras manos, pero esto era mucho más profundo y preocupante. Mi magia, que apenas la había rozado, se deslizó hacia el interior de Astoria con rudeza, como si algo la atrajera con una fuerza irresistible. Sentí cómo si me dejaba vacío, y al mismo tiempo, percibí la maldición de sangre que habitaba en su linaje por unos instantes. La gente comenzó a notar que algo iba mal cuando permanecimos congelados, tomados de las manos y sin parpadear durante varios segundos. Fue solo un breve instante en el que mi magia de sangre parecía escaparse y adentrarse en Astoria, pero luego, tal como se fue, volvió de golpe, arrastrando consigo algo más.
Cuando mi magia finalmente regresó a mí, ambos pudimos soltarnos, retrocediendo unos pasos. Astoria, sin embargo, estaba aún más pálida, cayendo hacia atrás en brazos de su hermana, quien la sostuvo con evidente preocupación. Yo, por mi parte, observaba mi mano, donde aún podía ver las llamas negras residuales, invisibles para los demás.
"Me siento... rara…" murmuró Astoria débilmente, aún aturdida por las extrañas sensaciones.
"¡¿Qué le hiciste a mi hermana?!" Gritó Daphne con una mirada asesina y llena de locura. Con una mano sostenía a Astoria y con la otra sacó su varita velozmente, apuntándola hacia mi cara y de cuya punta surgía un tenue resplandor verde.
"No lo sé," respondí honestamente, sintiendo la tensión en el ambiente y la furia de Daphne, que era casi palpable. También estaba una parte de mí tratando de sentir mi propia magia de sangre y entender que sucedió y si era lo que yo suponía.
"Hermana…" susurró Astoria en un tono muy bajo por su estado actual.
"¿Qué ocurre, Tori? ¿Estás bien?" Daphne giró su rostro hacia su hermana, su preocupación evidente, aunque no bajó la varita.
"Me siento... débil, muy débil… más que antes… pero…" Astoria susurraba con un hilo de voz, pero una leve sonrisa se formó en sus labios. "Pero… ya no duele," dijo, mientras unas lágrimas caían por sus mejillas.
"¿Que no duele? ¿Te duele algo?" preguntó Daphne con urgencia.
"Siempre… pero no me había dado cuenta hasta ahora," respondió Astoria, al tiempo que parecía estar quedándose dormida.
Daphne me dirigió una última mirada intensa, sus ojos oscilando entre la preocupación por su hermana y una mezcla de miedo y furia hacia mí. Finalmente, tomó una decisión. Guardó su varita, levantó a Astoria, cargandola en sus brazos y salió corriendo de la sala común.
Los presentes, impactados por la escena, no comprendían qué había sucedido. Incluso Tracey y Pansy, que habían visto todo desde lejos, corrieron hacia mí, llenas de preguntas. Yo tampoco sabía exactamente qué decirles; tenía algunas conjeturas, pero no podía asegurarlas. Lo único que tenía como pista eran las extrañas sensaciones que acababa de experimentar y este nuevo aviso frente a mi:
[Magia de Sangre: "Modo Maldito Lvl 1" Adquirida]
-Al entrar en este modo, toda magia oscura se fortalece, pero se recibe más daño y afecta negativamente cualquier magia curativa, producida o recibida. Consume vitalidad mientras esté activada.-
...
Durante la cena, ocurrió un evento que capturó la atención de toda la escuela. Dumbledore hizo un anuncio solemne sobre la desaparición de Gemma, solicitando a cualquiera que tuviera información que se dirigiera a sus respectivos decanos. Esto sorprendió a todos; no era común que un estudiante desapareciera sin dejar rastro. Si bien los accidentes o incluso muertes trágicas eran conocidos en Hogwarts, una desaparición, tal como lo planteaba Dumbledore, parecía inusual. La mayoría asumió que Gemma podría estar huyendo de algo, posiblemente de la ley, que cometió un crimen y ahora era una fugitiva.
Las chicas de nuestro grupo fueron las más afectadas. Gemma era alguien importante para el grupo, y esa noche, por petición suya, nos reunimos en la guarida para hablar del asunto. Repetí la misma historia que había contado a Snape y a Dumbledore, intentando calmar los ánimos, y el resto lo hicieron ellas mismas, tejiendo teorías y compartiendo sus temores. Fue una noche larga, pero en ella se reflejó la amistad que unía a nuestro grupo, con todas preocupándose profundamente unas por otras. Pero tambien se demostro que las chicas eran inteligentes, pues en medio de las conjeturas, me pidieron que usara mi habilidad de [Mensaje] para intentar contactar a Gemma. Aunque era un secreto para la mayoría, no lo era para ellas. Sabían de mi habilidad, pues la usábamos constantemente y esperaban que con ella pudiera darles respuestas sobre nuestra amiga desaparecida. Activé el chat grupal, y para el alivio de las niñas, Gemma respondió. Aunque accedió a hablar, fue clara en que no quería ser encontrada y siguió la historia que todos conocían. Así terminó nuestra reunión en la guarida.
Mas tarde en la noche, me preocupé un poco al notar la ausencia de las hermanas Greengrass, tanto en la guarida como en el comedor o la sala común. Pregunté al respecto y supe que Daphne había solicitado al director usar la chimenea para regresar a su casa debido a una emergencia, y aún no habían vuelto. Lo que me alivió y preocupó un poco, pero en general estaba mas tranquilo.
Con Gemma en un lugar seguro, sentí que podía relajarme, lo cual me permitió disfrutar un poco. Aproveché para llevar a Penelope a "manchar" la mesa de la cocina de la guarida durante la noche. Fue divertido ver cómo se sonrojaba hasta ese punto, tanto por el temor de ser descubiertos como por el lugar inusual donde lo haríamos.
También pude llevar a Pansy a los baños de Myrtle para una sesión de besos. La niña se lo merecía; había crecido mucho y se había esforzado. Estaba feliz de tener su trozo de mi, y no podía evitar pensar en el buen trabajo que hacía Hermione. Ocacionalmente, incluso mencionaba que en el futuro deberíamos concederle algún título, como el de vasalla de la casa Parkinson, en recompensa por su dedicación. Esta idea reforzaba la sensación de superioridad que Pansy había ganado, y, de hecho, creo que eso la estaba excitando.
Sin embargo, nuestros besos se detuvieron de golpe cuando Pansy se sintió un poco incómoda al notar que Myrtle nos estaba observando, con una expresión entre celos y anticipación. Aunque no le agradaba ser observada, le aseguré que Myrtle era una amiga que podía ayudarnos a tener estos momentos privados, así que volvió a animarse. Al principio le costó recuperar la misma intensidad, consciente de que teníamos "público", pero pronto se dejó llevar, olvidándose de todo mientras disfrutaba nuestra batalla de lenguas y seguía delirando sobre el rol de Hermione en nuestras vidas.
Había ignorado a Pansy mientras divagaba sobre cómo mantener a Hermione cerca, sugiriendo que podría convertirla en una especie de sirvienta o incluso un miembro subordinado de la familia Parkinson. Según ella, Hermione podría ganarse el privilegio de 'servirme' ocasionalmente, como si fuera una recompensa especial para Hermione misma. En cambio, me di cuenta de que, además de Myrtle, alguien más parecía habernos seguido. Sentí que nos observaban a distancia, aunque estoy seguro de que no alcanzaba a ver exactamente qué estaba ocurriendo. Myrtle, encargada de cuidar la puerta, estaba tan concentrada en nosotros que olvidó hacerlo... que pésima secuaz. Igual no me molestó; aunque al principio me preocupé y estaba listo para actuar, cuando noté quién era el intruso y su actitud, decidí dejarlo estar. Desde lejos, la figura espiaba y se esforzaba por escuchar, viendo apenas las sombras de mis pies y los de Pansy bajo la puerta del cubículo.
Sonreí con picardía. No tenía grandes planes al respecto, pero ya que había llegado hasta aquí, veríamos cómo se desarrollaba la situación en el futuro.
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2do Capítulo Adicional
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