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Chapter 6 - 5. La ceremonia

Amanda y Sebas caminaron rodeando el lago de los Senn, entonces vieron a un lado unos grandes bloques de piedra que formaban un semicírculo. Se acercaron a aquel lugar, las rocas eran de gran tamaño y parecían ser muy pesadas, dentro del semicírculo había un escenario de piedra que sustentaba un altar también de piedra, el cuál poseía los símbolos de los tres poderes. Al pie del escenario había muchos asientos de piedra, donde se estaban empezando a sentar los alumnos para ser testigos de la ceremonia de inicio.

A Amanda le llamaron la atención los uniformes de los alumnos. Algunos llevaban puesto un conjunto de sudadera y pantalón de color negro todo entero, con el símbolo del poder que poseían, Dagma en este caso, de color dorado y unas botas negras de estilo militar. Otros llevaban un traje de color gris todo entero, también llevaban una capa de color gris por fuera y blanco por dentro, que les caía por los hombros y les llegaba hasta casi el suelo y el símbolo de poder era el de los Heam, de color blanco, al igual que las zapatillas que también eran de ese color. Algunos alumnos iban vestidos con pantalón y camisa de color blanco y algunas chicas llevaban un vestido largo también de color blanco, el símbolo del poder era de color plateado, perteneciente a la casa Senn y vestían con sandalias de colores claros. Cada color representaba un poder, todos llevaban un brazalete de tela gruesa en una de sus muñecas o en la parte superior de uno de sus brazos, del color acorde al de su traje.

Fueron llegando más alumnos hasta haber ocupado casi por completo todos los asientos y también llegaron más chicos y chicas nuevos, que tenían que pasar la ceremonia de inicio para empezar su primer año en Scanya. En ese momento, apareció Gabriel, subió al escenario de piedra para dar un discurso de bienvenida a los alumnos del nuevo curso.

— ¡Hola a todos! Soy Gabriel Arlet, director de la casa Heam. Quiero daros la bienvenida a todos a este nuevo curso en Scanya. Como ya sabéis, vamos a comenzar como siempre con la ceremonia de inicio para saber a qué casa pertenecerán cada uno de los alumnos nuevos. Pero antes de empezar, la profesora de los Senn, mi querida mujer, quiere dedicaros unas palabras. Un fuerte aplauso para Myriam Arlet.

Todo el mundo aplaudió a la mujer de Gabriel, quién iba a subir al escenario para dar un discurso a los alumnos. Amanda sintió un nudo en la garganta al escuchar el nombre de su madre, llevaba muchos años esperando ese momento. Entonces la vió, estaba igual que siempre, exactamente como ella la recordaba. Ese pelo largo y castaño y esos ojos azules intensos como el mismísimo cielo, eran inconfundibles. Myriam sonreía a los alumnos conforme se dirigía hacia el escenario. Para Amanda no había duda, jamás había visto una sonrisa tan hermosa como la de su madre. Los vio a los dos juntos, subidos en el escenario, tenía tantas ganas de subir y darles un abrazo a ambos, pero no podía, tenía que reprimir aquel impulso. En ese momento, no pudo evitar dejar escapar unas lágrimas y pensó que el peor castigo que puede recibir un hijo es criarse sin sus padres. Castigo que, desgraciadamente, le había tocado vivir a ella misma.

— ¡Bienvenidos todos a Scanya! Como todos los años, quiero hablaros sobre la situación en la que se encuentra la hermandad Senn. Cada año hay menos alumnos que pueden optar al poder Senn y muchos de los que pueden prefieren irse a las otras hermandades. Si seguimos así los Senn desapareceremos. Os pido que por favor, los que tengáis este poder no lo desperdiciéis, plantearos venir a nuestra hermandad. Os deseo a todos un excelente comienzo del curso. Gracias.

Después del discurso de Myriam dio comienzo la ceremonia de inicio. Colocaron los tres libros del poder en unos atriles de piedra que se encontraban justo debajo del altar del escenario. Cada uno de esos libros representaba un poder y los nuevos alumnos, conforme iban llamándoles por sus nombres, tenían que subir al escenario y colocar la mano en los tres libros, una vez en cada uno, y se les asignaba la hermandad del poder que habían activado. Al colocar la mano encima de uno de los libros, si no ocurría nada eso quería decir que no poseían ese poder, pero si el libro empezaba a desprender un pequeño resplandor, eso quería decir que el libro se había activado, con lo cuál, la persona que lo había activado poseía ese poder. Había quiénes tenían hasta dos poderes y debían elegir una de las dos hermandades.

Era increíble, cuando elegían un poder aparecía el brazalete de la hermandad elegida por sí solo en el brazo de los alumnos. Sólo faltaban de elegir poder Sebas y Amanda, los demás ya tenían un poder asignado y, de todos los alumnos nuevos, sólo cinco eligieron pertenecer a la casa Senn.

— Ahora subirán los dos alumnos que faltan que, aunque no estuvieron el año pasado o no todo el curso entero, por su edad deberían ir a segundo curso— dijo Gabriel a todos los alumnos—. Hemos hablado los directores de las tres hermandades y finalmente, hemos decidido que, tras pasar ambos una prueba y superarla satisfactoriamente, van a pasar al curso que les correspondería. Así que los dos van a hacer el segundo curso.

Se oyeron murmullos de los alumnos criticando la decisión, estaba claro que no les parecía bien la decisión tomada por los directores. A Amanda también le extrañó que pasando una prueba les dejaran pasar directamente a segundo curso sin haber hecho el primer curso, estarían en desventaja respecto a sus compañeros. Quizás esa decisión tenía algo que ver con que ella era la supuesta hija de los Yuna.

Gabriel nombró a Amanda y ella subió al escenario. Todos al oír su nombre y verla se quedaron callados. Ella se sentía muy observada, todos la miraban expectantes, estaban esperando saber qué hermandad le era asignada a la hija de los Yuna, los jefes de la Orden que era odiada por todos los allí presentes.

Amanda puso su mano encima del primer libro, del cual salió una luz blanca, eso significaba un poder activado y lo mismo pasó con el segundo libro. Sin embargo, al poner la mano en el tercer libro, no pasó nada, cosa que alivió a Amanda, eso quería decir que el pequeño brazalete que le había dado Haro había funcionado.

— Tienes dos poderes Amanda, el Heam y el Dagma. Tienes que elegir una de las dos hermandades— le dijo Gabriel.

A Amanda le hubiera gustado ir a la hermandad Senn, le daba pena que la hermandad de su madre estuviera muriendo por falta de alumnos y así podría haber pasado tiempo con ella. Aunque sabía que eso era imposible ya que nadie podía saber que poseía el poder Senn. Entonces pensó que, ya que no podría ser una Senn, lo mejor seria elegir a los Heam y así estar cerca de su hermano y de su padre, ya que ambos pertenecían a esa Hermandad. En ese momento, apareció un brazalete en el brazo de Amanda, era de color gris y tenía el símbolo blanco de los Heam, pero también llevaba una línea negra con el símbolo dorado de los Dagma grabado en él.

Casi nadie aplaudió al saber que Amanda había elegido la hermandad Heam, sólo algunos maestros y Sebas, el resto de alumnos no quisieron aplaudir. Amanda se dispuso a bajar del escenario cuando una gran cantidad de líquido viscoso le cayó encima de repente, dejándola enteramente empapada. Todos los alumnos se rieron y burlaron de ella. Amanda se sintió abochornada, eso lo habían preparado porque sabían que ella iba a estar allí en aquella ceremonia. Todos la odiaban sin siquiera conocerla.

— ¿Quién ha hecho esto? —preguntó Gabriel dirigiéndose a todos los alumnos— ¡Ya sois mayorcitos para comportaros así!

— He sido yo…— dijo un chico que se levantó de uno de los asientos.

— Hablaremos luego tú y yo y decidiré que castigo imponerte… Ahora pídele disculpas a Amanda.

— No pienso pedirle disculpas a la hija de los que secuestraron y asesinaron a mí hermana…