Estaba intentado entender un poco más a mi corazón, soy consciente de lo poco que me gustan los hombres pero no me disgustan del todo, he besado a algunos de ellos y he sentido mariposas en el estómago, pero cuando veo a alguna mujer que me atrae, me pongo babosa y siento un colapso en todo mi ser, y cuando se trata de Ángela, todo se colapsa pero me he acostumbrado.
— Abue— llamó a la señora a mí lado, que lee un clásico de Edgar Allan Poe, la mujer me mira— ¿Crees que me veo como una lesbiana?
— Un poco lesbiana— susurra ella con una sonrisa— Muy poco hetero y muy bisexual.
— ¿Estas orgullosa de mi?—
— Si— acepta y yo sonrío— Pero no solo por eso, es también porque eres linda, amable, inteligente y talentosa.
— Gracias—
La abuela no parecía incómoda por esto y eso me hizo sonreír, al poco tiempo llegó Pacho a la casa y comimos. Al día siguiente todo fue igual y así pasó una semana; hasta que Paula me habló:
— ¿Cuánto tiempo más lo vas a ocultar?— pregunta mientras come papá sabor a pollo.
— No se lo voy a decir— susurró, mientras miro sutilmente a Ángela; Dios, que linda es.
— Que sea cristiana no significa que sea hetero— habla con simpleza Paula— Me da vibras un poco lésbicas.
— ¿Y tú qué sabes?— preguntó vagamente.
— Porque lo soy, babosa— me reprende.
— Oh, por eso no encajas—
— No— susurra Paula, acercándose a mi— No encajo porque no me gusta la gente, tengo mal humor y porque mi ex-novia se ha encargado de hablar mierda de mi con todos ustedes.
Miré a Paula un instante antes de darme cuenta que su ex-novia es la otra cristiana del salón y mi boca se abre en señal de sorpresa.
¡Oh, muy hetero no eras Nicol!
— No se lo digas a nadie— susurra Paula al notar que ya ate todos los cabos— Ella tiene que decirlo, es así.
— ¿Cómo estás tan segura que no le diré a nadie?— le pregunto curiosa, obvio no soy así pero me gustaría saber porque Paula está tan convencida.
— Te has enterado de peores cosas y no las has dicho— habla Paula y yo la miro curiosa ¿Y ella de donde sabe eso?— Solo te gusta enterarte de las cosas, pero no esparcirlas.
— Da miedo que sepas eso—
— Soy callada pero observadora— Paula se aleja de mí y antes de irse, me dice— Habla de lo que sientes, no es bueno el amor unilateral.
Ángela se acerca a mí, junto a Paco, luego de que Paula me dejara sola con una mirada nerviosa.
Dios, que linda que es.
— ¿Por qué hablas con ella?— pregunta Ángela y yo tengo la tentación de contarle todo (menos que ella me gusta) pero se que debo callar, se lo prometí silenciosamente a Paula y soy una persona de palabra.
— Nada interesante— digo yo con simpleza y Ángela asiente con la cabeza.
— Quizá sea el comienzo de una amistad— comenta Paco y yo solo pienso en lo raro que sería eso— Al cabo, las dos miran como basura andante a las personas.
— Paco— lo llamó por su nombre mientras le muestro mi puño cerrado— No me hagas hacerte lucir peor que la basura.
— Eres demasiado malhumorada— susurra Paco y yo le sonrió.
Luego de clases, voy hacia mi casa y en el camino veo a Nicol y Paula hablar, o más bien, discutir; así que me escondo en una de las casa que queda a las espaldas de Nicol y me dispongo a escuchar.
— Paula, solo quiero saber porque estás tan cerca de Martina— le decía Nicol y yo frunzo el entrecejo.
— No es de tu incumbencia— dice secamente, esa chica sí que es una perra.
— Sabes lo que siento por ti— por como se escucha la voz de Nicol, puedo saber que está al borde del llanto.
— Eres demasiado cobarde— la voz de Paula se escucha indiferente y eso sí que da miedo— No quiero que alguien me esconda en su armario y me trate como le dé la gana, no soy un juguete Nicol.
— Yo solo estoy asustada— solloza Nicol.
— Y yo solo estoy cansada— le responde Paula, lista para irse— Y ya no siento nada por ti.