Gracias a la fuerza y velocidad mejoradas de Barnabi, el tiempo de trayecto se redujo en cierta medida, haciendo que para cuando el sol alcanzara su punto mas alto, paredes de piedra se lograron ver a través del rocoso valle.
El muro parecia un tapon que hacia imposible cruzar hacia el otro lado, una puerta infranqueable hacia el exterior.
En la parte superior, docenas de soldados uniformados a medias, patrullaban y hacia tiempo que los esperaban.
Sobre el muro varias torres de vigilancia, mientras que banderas blancas con una especie de perro de tres cabezas bordados, ondeaban al viento.
Desde encima de la puerta, un soldado mejor ataviado espero a que se acercaran para gritarles.
- Que se os ha perdido en el Paso del Hierro Rojo - El hombre desprendia una fuerte sensacion de peligro, que empujaba a los jovenes, pero Barnabi fue el primero en dar un paso adelante, mientras su mano derecha fue instintivamente a su pico mellado.
Los guardias notaron este gesto y muchos reian por lo bajo, mientras parecian esperar un buen espectaculo, pero Balios, quien aun permanecia en la espalda de Barnabi, le dio un pequeño golpe, para que se relajara y lo soltase.
En este momento, cuando el sol estaba mas alto, era justo cuando su cuerpo menos sufria en invierno, por lo que tenia fuerzas para caminar casi sin temblar de frio.
Barnabi aun asi lo apoyo un poco, haciendo que muchos soldados se rieran del muchacho.
- Ten cuidado con la princesa - - Si le doy algo de pan, seguro que puedo sacar un par noches interesante - - No queremos enfermos, mejor marchaos a morir a otro lado -
Las risas continuaron, no parecía haber una fuerte disciplina entre los soldados, parecian mas los típicos borrachos de las tabernas, pero los jovenes no se vieron muy afectados, estos insultos no eran absolutamente nada.
- Queremos trabajar en el paso, soy un cultivador y minero - Barnabi hablo alto, haciendo que algunas risas terminasen, pero no todas.
- Bien, tu puedes pasar, pero el enfermo se queda afuera - El que parecia mandar dijo, como si fuese lo mas normal, mientras que las grandes puertas se abrian lentamente.
Barnabi no se movió en absoluto, se mantuvo sujetando a Balios, mientras este miro fijamente al tipo.
- Dame un fragmento muy pequeño de mineral negro con motas rojas - Las palabras del chico trajo otra oleada de risas, pero el hombre comenzo un concurso de miradas con el.
Al minuto largo, hizo un gesto a uno de los hombres que reía.
- Dale lo que pide, en el caso de que haga una broma, mata a los dos - El soldado bajo sonriendo, a los seis, siete minutos, ya estaba en la puerta con un fragmento turbio de un mineral que coincidía con la descripción que Balios había dado.
El soldado era un hombre de mediana edad calvo, parecia fuerte y tenia varias marcas de mordiscos y arañazos de bestias, tanto en sus brazos, como en su hombro y torso.
- Toma princesita, espero que hagas una estupidez, asi puedo por lo menos, terminar tu triste existencia - Mientras extendia su mano con el mineral.
Cuando Balios fue a cojerlo, el soldado lo dejo caer al suelo con un - Ups, se me resbalo - Barnabi estaba extremadamente enfurecido y queria saltar encima del hombre, pero Balios le nego.
Esta situacion saco muchas risas, pero el hombre encima de la puerta miraba cada movimiento del joven enfermo.
Sin pudor cogió el mineral y una piedra del suelo.
- Necesito que se haga un pequeño corte y se aleje una docena de metros - Balios dijo, pero sin siquiera mirar al soldado, solo al hombre encima de la puerta.
Al escucharle, el soldado casi le da un puñetazo, pero fue detenido por la mirada de su capitán.
El solo dio una ligera sonrisa, mientras se veía ligeramente sorprendido.
- Molak, haz lo que ha dicho el chico - El soldado, de nombre Molak, casi queria desgarrar al pequeño, pero asintio, saco un cuchillo de una funda escondida en su espalda y se dio un pequeño corte en un dedo, mientras se alejaba, pero no hacia la puerta, si no, detras de ellos, de esta manera, no podrian escapar de ninguna de las formas.
Balios asintio, mientras comenzaba a infundir la roca con el mineral, para sorpresa de todos, gotas de sangre comenzaron a caer por la nariz del chico, pero no dejo de hacer lo que sea que hacia durante cinco minutos completos.
Para entonces la roca rojiza, tenia un pequeño brillo de un rojo oscuro y siniestro, casi imperceptible, pero el Capitan lo vio sin ningún problema, tenia una pequeña sonrisa en sus labios.
- Tirásela Barnabi - No muchos entendían lo que pasaba, pero solo faltaba ver que demonios quería hacer el chico con la piedra, lo que si sabian, era que Malok tenia la mano en su sable, esperando poder matarlos.
Barnabi fue sorprendido, pero luego sonrio, uso la mitad de su Qi en la piedra, mientras la lanzaba con todas sus fuerzas.
Los jovenes se sorprendieron por la velocidad de esta, nunca ninguno habia tirado una piedra tan rapido, pero Malok solo sonrio despiadadamente, mientras daba un pequeño paso a la izquierda. Fue justo en ese momento, que para sorpresa de la mayoria, la piedra cambio su rumbo, directamente hacia el, como si lo estuviera acechando.
Viendo que no podia volver a esquivarla, Malok la agarro, mientras su mano brillaba en un tono terroso y la roca se desmenuzo ante su fuerza.
- Bien, bien, bien, niños, ya habeis jugado suficiente, es hora de morir - Malok comenzo a sonreir, dando paso tras paso, cada uno lentamente, pero Balios le sonreia en respuesta, simplemente le ignoro y comenzo a caminar hacia la puerta, mientras su mano tiraba de Barnabi, quien no entendia que pasaba.
Malok se sorprendio y enfurecio, pero no acelero, simplemente los dejo hacer, pero para su sorpresa, ninguno de sus compañeros los detuvo, ni habia risas, fue entonces cuando vio a su Capitan mirarle y solo entonces entendio que habia un problema, el le miraba con ganas de arrancarle la cabeza, mientras que cuando su vista llegaba al joven enfermo, parecia mirar al trozo de carne mas suculento del mundo.
Cuando este llego a la puerta, el Capitán saludo cordialmente.
- Bienvenido al Paso del Hierro Rojo, Infusor -