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Chapter 16 - Capítulo 16: Comerciando una vida

Cuando los soldados escucharon a su capitan llamar al joven, infusor, todos dejaron las bromas y lo miraron con ojos abiertos, llenos de codicia y deseo.

En el Paso, un pequeño fuerte donde se enfrentaban a ataques casi diarios, los suministros eran escasos, la mayoria de mala calidad, pero un infusor podia hacer que incluso una roca del suelo, pudiera perseguir a una persona, algunos de ellos habian visto armas imbuidas con llamas o con la capacidad de viajar sin el menor ruido, armaduras que se endurecian como la roca, pero con un peso ligero o con la capacidad de repeler golpes sin afectar a su portador.

Con tal equipamiento, sus vidas estarian mas seguras y sobretodo, se volverian mas fuertes, incluso Malok, que queria destriparlos segundos atras, ahora miraba al joven Balios, como si fuera su hija mas adorada.

- Jovenes seguidme, os llevare ante Señor de este fuerte - El Capitan bajo de un par de saltos, un hombre que parecia llegar a la vegez, pero con un cuerpo muy fuerte y una vitalidad casi bestial.

Parecia mas vivaz, que algunos jovenes y su aura era extremadamente intimidante de cerca.

Los dos asintieron, este era el resultado que deseaban.

El Paso, era docenas de veces mas grande que su pueblo, estaba relativamente limpio, no habia mucho edor, salvo a hierro, parecia que todo el paso oliese a sangre.

- Jovenes, primero os lavareis y os daremos algo de ropa, ambos os hace falta, sobretodo a ti chico, un cultivador nunca debe dejar sus impurezas sin lavar, podrias matar algun demonio solo con olerte - El Capitan los llevo a una zona con varias bañeras de piedra, alli hombres de todo tipo se limpiaban, en el centro de la sala habia un fuego grande, donde todos se secaban mientras hablaban de sus cosas.

Cuando terminaron, Balios se sorpendio al ver que la piel y los musculos de Barnabi, habian cambiado, volviendose mas blanco y mas fuerte.

El propio Barnabi tambien estaba sorprendido.

Las ropas dadas eran unas telas de baja calidad, pero mucho mejor a lo que tenian, ahora no parecian ser los huerfanos mugrientos, solo campesinos algo limpios.

El Capitan al verlos asintio - Ahora si estais algo mas presentables, bien, el Señor ya esta informado de vuestra llegada y os espera, tened cuidado con lo que decis y haceis, ya que nadie es mas poderoso que el en este paso -

Cruzaron las calles y varios edificios, se encontraron con varios comedores, como edificios donde se olian hierbas medicinales. El movimiento de soldados, que cuanto mas se acercaban al centro del Paso, mas disciplinados se volvian.

Al final, llegaron a una alta torre, donde se incrustaban varios edificios robustos, los soldados en este punto se sentian muy fuertes y serios, no se volteaban siquiera para saludar al anciano Capitan, en comparacion a las patrullas y los demas soldados.

Al entrar a la torre, fueron escoltados hacia el centro de esta, alli tras subir algunas escaleras, llegaron a una puerta bien custodiada.

Inmediatamente, un hombre joven con un aire muy militar, abrio la puerta, haciendo un gesto para que entrasen.

- Capítan Javier, gracias por acompañar a nuestros invitados, puede volver a su puesto - El anciano asintio al joven con respeto y se fue.

- Jovenes, venid - Con un gesto y una sonrisa, no dio oportunidad a ninguno de negarse.

La sala era relativamente grande, con varios estantes repletos de libros, pero ninguno tan magnifico como el que tenia Balios.

En medio de la sala, una mesa donde un hombre delgado, de pelo blanco por la edad, pero frondoso, dejando una melena bien cuidada y algo ondulada, el anciano parecía que revisaba varios documentos.

Quitando los estantes, lo unico interesante de la sala, eran un par de sillas en una esquina con una mesita, en ella un juego de basos de ceramica, junto con una tetera.

- A si que, tu eres el joven Infusor sin cultivo... Interesante - El hombre no dejo de mirar los documentos, mientras hablaba.

- A partir de ahora, recibiras encargos y los harás, a cambio te daremos comida cada dia. Ya puedes marcharte - Sin cambiar el tono casual, habia decidido el futuro, la vida entera de Balios, pero ninguno de los jovenes cambiaron la cara, esta vez, Balios aviso a Barnabi que esta situacion era la mas probable y que no hiciera nada, porque podrian morir si era impulsivo.

Realmente, no solo esperaban esta situacion, si no, que Armalk, como persona que sufria el mismo destino que Balios, dejo como primera enseñanza de infusion, la mejor forma de evitar ser utilizado como esclavo, fue sencillo.

- Lo siento señor, pero no me unire al ejercito y si quereis mis servicios tendreis que pagarme - La voz de Balios no temblo, mientras hablaba, pero cuando termino de hablar, como si el hombre esperase que el terminase por respeto, ambos fueron duramente aplastados por el Qi del hombre, quien aun seguia sin mirarlos.

- Chico, no era una peticion, era una sentencia. Abel, llevatelos - El joven asintio, pero se detuvo al ver a Balios mover los labios ligeramente, aunque la presion era tan fuerte que no podia reunir aire en sus pulmones, aun dijo lo que queria, obligando al anciano a mirarlo con fuerza.

Las palabras que dijo fueron estas : Puedo destruir cualquier cosa que haya imbuido, en cualquier momento, sin usar Qi - En otras palabras, amenazo diractamente al anciano.

Este fue el método que Armalk enseño como primer paso para sobrevivir como un Infusor sin cultivo, dejar una bomba de relojeria, una que no pudieran evitar temer si querían utilizarte.

No habia mayor temor para un soldado en una batalla, que cuando su arma se rompe, ahora que ocurriria si no solo fuese su arma, si no, su armadura, escudo, arma y la de todos sus compañeros... Seria lo mismo que enviar ovejas hacia un grupo de bestias demoniacas.

- ¿Dice la verdad? - El Anciano miro a Abel, el cual solo pudo asentir en un suspiro.

- Bien chico, pero tu mismo obtendras tanto tu comida, como los materiales, tambien estaras obligado a cumplir las peticiones aun a costa de tu vida, si no, te tiraremos al otro lado del muro - Balios estaba pegado al suelo, pero la presion disminuyo, solo pudo asentir de mala gana, pero ya era un triunfo sobrevivir, solo con esto, sabia lo desesperados que estaban por sus servicios.

Cuando ambos pudieron levantarse, miraron al anciano, mientras que Abel, les hizo un gesto de que lo acompañasen.

Pero Balios no habia terminado de hablar, tenia que aumentar su valor y despues demostrarlo, como alguien sin cultivo alguno, tenia que hacerles entender que vida era tan preciosa como la de cualquier cultivador.

- Señor, aunque soy un novato, conozco la forja y la sastreria, puedo hacer armas y municiones de clase Mortal, aunque me falta practica, aun puedo vender suministros - El anciano miro al joven a los ojos, luego a Abel, quien con un ligero brillo asintio.

- Encárgate de darle el taller en el marco oeste de la torre del homenaje, su comida será suplida por nosotros, pero nada mas - Luego miro a Balios.

- Si me defraudas, perderas estos privilegios, espero que trabajes duro - Balios asintio, pero tenia una peticion mas.

- Señor, mi hermano trabajara en la mina, me gustaria saber si en vez de su salario, podria obtener los minerales que haya minado - El anciano nego de inmediato.

- Solo podra llevarse los minerales de peor calidad, hasta que demuestres que vales el malgasto de dichos minerales, tambien solo podra llevarse la mitad de minerales que haya minado. Ahora vete, antes de que pierda la paciencia - Abel, les hizo un gesto, para que dieran una reverencia y ambos le imitaron, con ello se fueron.

El anciano levanto la cabeza de nuevo pensando, la habilidad de destruir sus obras, era una buena amenaza, pero el como era capaz de lograrlo, eso fue un misterio muy interesante, la infusion era un oficio complicado, se requeria mucha voluntad para practicarlo, otro punto interesante, era el conocimiento para la herreria y demas, un chico malnutrido cualquiera no deberia tener siquiera, la menor idea de estos temas, pero aqui uno lo conocia, el anciano no pudo evitar pensar que habia gato encerrado, pero ante un nuevo artesano e imbuidor, solo podia alegrarse de tenerlo y aprovecharlo al maximo.