Capítulo 13: Madres (2)
Los gemelos ya llevaban una semana yendo a clases y Hu Bai Ling cada vez obtenía mas determinación de experiencia a medida que los acompañaba y recogía de sus clases.
Se había tomado el tiempo libre sin los gemelos para preparar su fachada como la madre gloriosa y etérea que le quería mostrar a todos, más por el bien de los gemelos que por sí misma. Ella era bastante consiente de su lugar a los ojos de las demás familias 'Nobles' que abarcaban el circulo en donde ahora vivía. Solo era una mujer sin gracia de una familia que tuvo un momento de suerte. Sin talentos ni carisma, solo una cara bonita.
Y si, era solo eso, una cara bonita, pero al menos utilizaría esa única carta como escudo y espada.
Ella era hermosa, una hermosura que en su tiempo se juro no volver a utilizar, asustada de a lo que la llevo en el pasado. Pero debía dejar de ser tan paranoica, esta vez estaba bien, a salvo. Usaría esa vieja hermosura, de nuevo una fachada, solo que esta vez lo haría bien.
Había estudiado y practicado la postura y movimientos de las actrices más reconocidas, nobleza extranjera y divas mundiales, aprovechado su gigantesco closet y su tarjeta negra para preparar los diferentes estilos de la semana. Afilando sus armas para esos de dos a cinco minutos que caminaba fuera y de regreso al suv negro polarizado, para después caer agotada en el asiento de cuero importado.
Era una lucha pequeña que podría parecer insignificante, pero era un buen entrenamiento para las batallas que podrían presentarse en el futuro, porque en toda novela web por más que intentaras evitar a los personajes principales, eran como imanes. Mejor estar lista para lo que vendría tarde o temprano.
Ya era fin de semana. Los niños y yo estábamos en el jardín aprovechando la sombra de algunos árboles para sentarnos juntos mientras cada quien hacia sus deberes, los dos niños completando sus tareas y yo dibujando algunas mariposas cercanas. Era un momento pacifico, diferente a nuestros juegos y dramas habituales, pero se sentía igual de bien.
"Disculpe, mi señora" ya me había acostumbrado a que la tía Lan me llamara señora, aunque cruzaba los dedos para que nunca lo hiciera en presencia de Feng Dingbang.
"Dime, tía Lan" baje mi cuaderno de dibujos para verla a los ojos. Ella se veía un poco insegura, jugando con sus labios antes de hablar.
"Su madre irrumpió en la propiedad hace unos minutos. Está armando un escándalo y dice que no se ira hasta que pueda verla"
Estaba segura que mi cerebro se quedó en blanco en cuanto escuche eso.
Ah, mi madre.
El evento inicial que toda trasmigrada y reencarnada debe pasar: La familia original.
La verdad aún no estaba lista, lo estaba, pero no lo estaba. Creía tener un plan de acción, simple y directo, pero no estaba segura de poder con todas las emociones que ese plan conllevaba.
Mi familia fue todo lo que conocí antes de mudarme con Feng Dingbang. Los complacía en todo lo que pidieran, antes y después. Luego me abandonaron, eso me destrozo. Supe que realmente estaba sola y a merced de ese oscuro mundo.
Llegue a odiarlos, con todas mis fuerzas. Pero después les suplicaba, suplicaba que llegaran y me salvaran de ese lugar, luego no esperaba nada, los había olvidado como una huella en la arena.
Una vez intente regresar con ellos, intentar hacer las paces. Me paralice en cuanto los vi a lo lejos. Habían perdido gran parte de su dinero, eso era claro, pero su actitud y ambición eran peor. Me di la vuelta en cuanto supe que solo me mirarían con desprecio, la causante de su miseria, después me tratarían con falso amor en cuanto supieran que Feng Dingbang era de nuevo mi proveedor, pero después de mi muerte ninguno lloraría por mí.
Me fui sin resolver ese capítulo de mi vida.
Ahora debía enfrentarme a eso de nuevo.
Estaba bien. En el pasado no lo pude hacer, pero aprendí muchas cosas al final de mi vida, inclusive viví una segunda, podría hacer esto.
Apreté mi garganta mientras guardaba mi cuaderno y lápices de carbón en la cartera de cuero que había comprado. Había planeado pasar mi tiempo libre con pasatiempos y explorando actividades, empecé por el dibujo.
"Voy en seguida" apreté mis labios en una línea recta, notablemente tensa.
"Mamá..." los niños me miraron preocupados, a lo que yo les sonreí, por primera vez, una sonrisa falsa.
"Volveré en seguida. Espérenme aquí, ¿está bien?" me miraron vacilantes antes de asentir lentamente "Buenos niños"
Seguí a la tía Lan, quien también me miraba incomoda, hacia la sala de entrada. Fue un trayecto corto, solo un minuto o dos, pero cada paso era aplastante. No quería hacerlo, pero lo haría.
Sonreí ante mi destino. ¿Por qué no podía vivir evitando el conflicto como un ratoncito asustado? Realmente no era una vida tan indigna. Nunca superaría mis demonios, pero aquí, en esta cúpula, nunca me alcanzarían, ¿No es así? Mi madre aquí significaba que si podían.
Al llegar me encontré con el perfil de una mujer ya mayor, casi rondando en final de sus cuarenta, con el cabello perfectamente peinado y cepillado, pero con una elección de guardarropa demasiado juvenil para su edad. Mi madre, Li Suyin.
"¡Ahí estas!" su humor era amargo "¡Al parecer se te olvido que tienes una madre! ¡Me has estado ignorando las últimas semanas! ¡Yo no crie una hija tan desconsiderada!"
Mis ojos dieron un vuelco, y mi cerebro se agito con fuerza. El golpe fue tal que me causo nauseas en el acto. Después vino el esperado ardor en mi mejilla.
¿Cómo sucedió? ¿Por qué no reaccionaba?
"¡¿Cómo te atreviste?!" grito con los ojos rojos, llorando indignada "¡No sabes las humillaciones que he tenido que recibir!"
"Ma-má..."
"¡Cállate!" otro golpe y mi cuerpo estaba en el suelo.
Siempre fue igual. Un golpe por cada vez que actuaba por mi cuenta, un golpe por cada vez que levantaba la cabeza.
En esta y en la siguiente vida solo recibí golpes. Lo intente, cielos, realmente intente complacerlos, que por una sola maldita vez me sonrieran con orgullo. Nunca lo logre, siempre fui la decepción. Bonita pero estúpida. Fea e inútil.
¿Es tan imposible que por una vez pueda ser apreciada? ¿Solo un poco?
Quería llorar, quería maldecir, quería rogar, quería atacar, quería sollozar, pero no salió nada de mí. Estaba en pánico.
Tía Lan quería intervenir, pude verla hablar pero no lograba escucharla, solo la voz de mi madre era clara.
"¡Usted cállese! ¡Ella es mi hija!" un sonido de zapateo "¡Lárguese!" algo chocando "Maldita empleada!" la tía Lan ya no estaba.
Los zapatos caros de mi madre estaban frente a mí, dorados por excelencia.
"Esto es lo que harás" dijo desde arriba "Iras conmigo al club mañana, llevaras a los niños y me presentaras como tu madre. Debes decir lo mucho que me esforcé en tu crianza, cuanto te sientes en deuda conmigo y lo bien que te llevas con tu esposo, ¿entendido?"
Por unos segundos sentí la necesidad de obedecerla, supongo que por costumbre, un hábito desagradable que llevaba en la piel. Pero lo recordé, recordé porque estaba aquí, recordé mi pasado, mis últimos dos años de vida, la fuerza que adquirí, lo recordé.
Respire pesadamente, forzando las palabras a salir.
"Madre, le pediré que se marche sin seguir armando un escándalo innecesario" hable con toda mi auto determinación. Oculte mi temor en la falsa indiferencia.
"¿Qué?" sus ojos se estrecharon.
Respire hondo esta vez, hablando clara y con la mayor firmeza que podía tener, aun estando tirada indefensa en el suelo "Por favor, márchese"
En ese momento algo en ella estallo, y en menos de un segundo su rostro paso de confuso, incrédulo, a irritado "¡Tú-!" esta vez quería golpearme con su bolsa de mano, sabía que el golpe aterrizaría en mi cabeza.
Cerré los ojos intentando recordar cómo solía desconectarme de mi cuerpo, el dolor era lo que más me aterraba.
Un grito agudo, y el golpe esperado no llego.
Levante mi rostro con cautela, encontrándome a mi madre en el suelo en una posición vergonzosa. La caída había sido dolorosa, se notaba en su postura.
Frente a mí se encontraban Nemo y Uta, este último claramente había tirado a mi madre de su cabello hasta el suelo, mirándola con una ira silenciosa. Nemo me ayudo a levantarme, aunque yo aún no reaccionaba del todo.
"¡Mamá!" casi fui tirada de nuevo en cuanto los dos pequeños cuerpos chocaron contra mí, por suerte Nemo me ayudo como soporte.
Sus ojitos estaban llenos de lágrimas, y me abrazaban como si en cualquier momento fuera a irme con el viento, con fuerza, pero sin ser doloroso.
Ah, esto se sentía bien.