Estaba recostado boca arriba hasta el momento en que decidió dar la vuelta para acomodarse y sin pensarlo demasiado abrazar una almohada. Frunció el ceño cuando escuchó diferentes voces en diferentes partes de la habitación, dejó salir un quejido de sus labios dando a entender que estaba molesto por el ruido de las personas que estaban en su habitación. Recordó que sus hermanos podrían estar dentro para despertarle y despedirse de el como todos los días, pero nunca llegaron a abalanzarse sobre él como era costumbre.
Extrañado abrió lentamente sus ojos ahora pensando que su situación era mas complicada que eso. Pensó que entraron a robar en su casa y en su cabeza estaba tratando de idear un plan para deshacerse de ellos, sin embargo, al abrir sus ojos se encontró con una habitación completamente desconocido, incluso trato de ponerse de pie, sin embargo, ninguna extremidad suya hizo caso a su orden y termino por caerse al suelo.
Los pocos sirvientes que se encontraban en la habitación limpiando como cada semana cada rincón de la habitación hasta que su atención apunto a la persona yacida en el suelo. Hubo caras contorsionadas, llenas de asombro y horror, algunas pocas llenas de alegría y felicidad.
— Podrían ayudarme?—. Los quejidos del pelirosado se hicieron presentes, lo que volvió a alarmar a las personas y eso fue una señal para que entraran en acción. Uno de ellos tomo la liderazgo del problema mandando a un par de personas a apoyar a la persona en el piso y otro puñado a avisarle tal acontecimiento a su maestro.
Para aquellos que han visto los diagnósticos de los sacerdotes, santos e incluso magos con gran afinidad a la magia de curación y maldiciones, les desconcertó el hecho de que cada uno de ellos se equivocara con respecto a la condición de su maestro. Lo que estaba claro era que el cuarto príncipe había despertado. Nunca se esperaba que esa persona se levantaría en esos momentos, había una gran conmoción en aquella habitación.
Ahora se encontraba nuevamente en la cama esta vez con su espalda recargada en la cabecera de la cama. ¿Seguía dormido?, ¿esta era una broma de sus hermanos? su vista se encontraba en un punto fijo mientras que el líder le hablaba sin obtener su atención.
— ¡Su alteza real!.— Giró su cabeza en dirección al grito y dio un brinco en su lugar frunciendo ligeramente el ceño. ¿Quién era él joven frente a él?, ¿estaba soñando o algo así?
No solamente sus pocos músculos lo hacían ver lindo y sexy a la vez, su rostro era como ver a un dios y después vivir para contarlo a todo el que se te cruce. Ni hablar de sus ojos que eran una mezcla entre anaranjado y rojo simulando el atardecer, sin quererlo y sin saberlo ya estaba fascinado por sus ojos.
Por último, pero por eso no menos importante, su cabello… era de un color negro como la obsidiana, pero aun de esta forma, tenía un brillo natural como si le pusieran mucho cuidado, semi corto en el que era posible sostener una coleta con un listón, aun si algunos pocos cabellos sobresalieran.
El aura que desprendía denotaba una gran superioridad, sin embargo, evitaba de buena gana, ser superior a él, era como si anunciará algún tipo de respeto, era tan extraño de sentir y presenciar, pero también daba comodidad, tanta que quedó embelesado por un momento. Dejó de mirarlo con tanta atención y reflexivamente volvió al problema principal. ¿Fue secuestrado por el chico? O ¿Fue uno de esos programas de bromas pesadas que observaba cuando estaba aburrido, quién lo secuestró?
— Su alteza real, ¿se encuentra bien?.
El tipo volvió a hablar, debería estar en sus plenos y tiernos dieciocho años, o menos. Lo suponía por la forma en el que este hablaba, por el tamaño del cuerpo del chico que entraba en el uniforme de elegante, sin embargo, le sobraba tela para encajar bien en el uniforme y por sus rasgos más jóvenes. Tal vez era uno de los amigos de sus hermanos e idearon una broma como esta… O eso hubiera preferido que fuera.
En otro momento se percató que no solo la persona parada junto a la cama era desconocida, la misma cama lo era, junto a la habitación, las personas a su alrededor y no solo eso, el cuerpo que tanto había cuidado, cambió de la noche a la mañana.
Entonces algo sobre su antebrazo izquierdo llamó su atención. Una pequeña marca se podía divisar por debajo de la tela semitransparente de lo que supuso era su pijama. Levantó su manga a la altura en la que dedujo que se encontraría un lunar, sin embargo, conforme la subía diferentes patrones semejando enredaderas con espinas delgadas se observaban alrededor del brazo, el rastro no concluyó ahí, su vista cayó en su hombro y pocos centímetros visibles de su espalda.
Desesperado, intentó quitar la parte superior de la pijama como al mismo tiempo, y con urgencia, pedía que le trajeran un espejo. Un mal presentimiento cruzó por su cabeza, pensando que tal vez le hayan hecho un tatuaje dándole sustancias tóxicas o algún tipo de fármaco que le hiciera dormir por horas o días.
En ese momento no sabía que, de hecho, preferiría el tatuaje por encima de lo que se encontraria ahi.
—Tienes que estar bromeando …
Fue el único que se sorprendió por lo que había en su espalda, todos los presentes le miraron con pesar. No solo se sorprendió por lo que había en su espalda, su rostro era de alguien completamente desconocido.
Sus ojos; eran azules, un tipo de azul claro semejante a un diamante, su cabello; tan largo como si en años no lo hubieran recortado y de un rosado pálido con pocos mechones blancos, sus cejas; eran del mismo color del cabello y su forma era un poco rellenas, incluso su cuerpo semi desnudo frente al espejo estaba delgado,como si todo su esfuerzo de años le hubiera sido arrebatado. Empezó a inquietarse. El del reflejo no era él y, sin embargo, replicó cada uno de sus movimientos a la perfección. Su mirada tembló en busca de algo que pudiera reconocer, de algo que le fuese conocido, hasta que volvió a caer en su espalda.
Lo que había en esta, era una Lycoris Radiata, del tamaño de una mano, como si de un tatuaje se tratara dibujado con tinta roja. Podría ser la flor de un país externo al suyo y podría estar en un cuerpo desconocido, sin embargo, podría saber y reconocer con facilidad el significado de la flor porque era algo que ya conocía.
El rastro de enredaderas continuó hasta asomarse de su cuello y de repente la Lycoris en su espalda tenía un escaso brillo a su alrededor. Todo su cuerpo se paralizó, su corazón se estrujó como si algo lo estuviera comprimiendo con tanta fuerza que empezó a hiperventilar. No pudo evitar soltar lágrimas, jadeos y gemidos de dolor, sintió como toda su fuerza y su cuerpo se iban debilitando hasta quedar de rodillas en el suelo intentando desesperadamente respirar. Sentía como una parte de su alma y corazón fuesen arrancados.
— Diablos, no pensé que sucedería justo ahora …
El pelinegro se acercó a la figura maltrecha en la que se encontraba el de ojos azulados, le ayudó a tomar asiento en el piso, colocándose detrás de la espalda de este y mientras hacía eso estaba recitando algún cántico desconocido para el rosado.
A pesar de querer deshacerse de la maldición, ni siquiera los magos con gran experiencia y afinación en la magia de curación y en maldiciones eran capaces de deshacerse de la maldición lo único que podía hacer era aliviar un poco el dolor transmitiéndole su propio mana. Colocó su palma abierta sobre la Lycoris brillante y en la espalda ajena un resplandor más grande apareció justo en ese momento. El dolor fue desvaneciendo progresivamente y hasta que le fue más fácil respirar, artículo algunas palabras.
—¿Qué demonios fue eso?
Le miró entre asustado, enojado y adolorido. Todas sus emociones filtrándose por su rostro.
Dio una ojeada a las personas y a la habitación. No podría ser un sueño, todo a su alrededor, el dolor, su reflejo desconocido, todo eso era tan real.
"... Reencarne"
Todo su ser tembló de miedo ante la idea que cruzo por su mente. Era imposible de muchas maneras, eso solo ocurría en las novelas de fantasía como las que leía él en su tiempo libre pero el dolor y las personas no eran para nada producto de su imaginación. Empezó a sentirse ansioso, se arrastro en el piso mientras seguía acorralado entre la cama y la pared aun mirando, esta vez con cautela, a todos los presentes.
— Salgan de aquí…
— Pero su alteza!
— ¡Salgan de aquí maldita sea, todos ustedes déjenme solo! ¡Largo! ¡Lárguense! ¡Fuera!
Entro en pánico y ahora no estaba pensando con racionalismo. Tomo algún objeto de la habitación y lo lanzo con la fuerza que aún mantenía, estrellándolo contra la pared y así continuó una segunda, tercera, quinta vez hasta que dos personas detuvieron sus movimientos, aun así forcejeo, grito y lloro mientras seguía pidiendo que lo dejaran solo. Todos los que habían estado en la habitación y presenciaron aquella escena salieron de esta asustados por el comportamiento de su señor.
En la habitación solo se encontraban el pelinegro que vio al principio, un hombre de aproximadamente treinta años con unas cuantas cicatrices en su rostro y él. Por un instante lo único que eran capaz de escucharse eran los sollozos y la respiración acelerada del chico.
— Quiero estar solo, por favor…
Pidió aferrándose a las piernas del pelinegro, este miro al de cicatrices y ambos aceptaron dejarlo solo con el simple gesto de asentir.
— Será como ordene, su alteza. Si me necesita no dude en llamarme jalando la cuerda al lado de su cama y en caso de que ocurra algo Cesar estará custodiando su habitación. Por mi parte le comunicare a su padre que ha despertado.
Asintio frenéticamente, necesitaba el mayor tiempo a solas que le fuese posible.
Me dedico una gentil sonrisa mientras que con suavidad apartaba las manos aferradas del, ahora, príncipe a sus ropas. Cesar y el pelinegro le ayudaron a colocarse devuelta la camiseta de la pijama que anteriormente se había quitado y a sentarse en un sofá cercano.
— Entonces, su majestad, nos retiramos. Reitero que si mis servicios son necesitados no olvide en llamarme.
Antes de irse, ambos se inclinaron ante mí y salieron en completo silencio de la habitación.
Pensé »¿En qué tipo de situación me estoy involucrado?«
El llanto llegó a su fin y por consiguiente, mi respiración se calmó. Mi mirada se dirigió al espejo de cuerpo completo que habían traído, las temblorosas manos se dirigieron al rostro desconocido, palparon con lentitud este, desde la frente, la forma recta con extremo curvo de las cejas, los párpados y las largas pestañas, la forma de puente bajo de la nariz, las mejillas, la forma de los labios, el mentón, hasta las redondas orejas.
Todo eso resulto desconocido.
Volví a colocarme de pie quitando, de nueva cuanta, la camisa y esta vez también me deshice del pantalón quedando solamente en ropa interior.
El del reflejo definitivamente no era yo, todo lo que se estaba reflejando en el espejo era de alguien completamente desconocido. Una piel tan blanca como si nunca hubiera tocado el sol, un cuerpo para nada tonificado, el largo cabello rosado. Todo era completamente diferente al "yo" que conocía.
Estaba seguro de irme a dormir en mi habitación después de haber asegurado que mis hermanos estuvieran dormidos.
La única respuesta lógica, terminó siendo el secuestro, entonces ¿Por qué o para que el cambio de apariencia?, ¡¿Qué diablos fue el dolor que sintió cuando la Lycoris brillo en su espalda?!, y ¿Qué demonios fue ese extraño resplandor que provocó el pelinegro cuando lo tocó?.
Lo que más quería saber era si sus hermanos estaban a salvo, él era el único sustento de sus hermanos y solo dos de ellos estaban a punto de terminar la universidad.
Por segunda vez tuvo miedo, ¿por qué era necesario el cambio de imagen?. Reviso su cuerpo de forma meticulosa para hallar alguna cicatriz de una posible cirugía, sin embargo, no encontró nada.
— Pensemos con cuidado… ¿Por qué razones me secuestrarían?
Pasaron cinco minutos en los que James pensaba motivos por los que sería secuestrado. Efectivamente, no había una sola razón por la que él fuera secuestrado e hicieran algo tan grande como cambiar su aspecto. Descarto por completo la idea, no había razones, ni pruebas de ello.
Y entonces la idea de ser reencarnado volvió a su mente.
Cuando renaces tienes cuatro maneras de hacerlo:
»En la primera es necesario que una o ambas partes estén moribundos y entonces se podría realizar. Eran los contratos con demonios o incluso con el mismo dios, después de la muerte o por haber experimentado de cerca la muerte, donde estos mismos jugaban con la desesperación de los contratistas y se aprovechan de ello.«
— Estaba clarísimo que el dueño del cuerpo estaba en su lecho de muerte, gracias a la marca de su espalda, posiblemente antes de mi llegada y probablemente yo también hubiese provocado mi muerte en mi mundo sin saberlo...
— No, no hay que apresurarnos, nada está cien por ciento asegurado, además ¿Qué tan loco debe estar uno para hacer un contrato de ese tipo, verdad…?— trato de desaparecer aquella idea con sus manos, negandolo rotundamente.
»La segunda, en esta puedes provocar un fallo al desear con tanta intensidad salvar o matar a algún personaje de cualquier novela, manga, novela visual, videojuegos o incluso anime. según las novelas que leí.«
— Por las novelas que he leído, definitivamente a esta persona no la conozco o no recuerdo haber leído sus descripciones, entonces esa opción es tan válida como inválida… ¡Ahggg!
»En la tercera, moriríamos en el mismo instante y en consecuencia nuestras almas se entrelazarían o alguna similitud entre ambos provocó que las almas se entrelazarán y que ambos estemos en el cuerpo del otro. «
—Esta me gusta más que cualquiera, aunque aun tenga sus contras. Y la última opción y la única que espero, no sea verdad.
»Existe la probabilidad de que algún ser haya enviado aquí a mi alma a costa de su existencia en el otro mundo y que él no haya existido en ese otro mundo y nadie lo recuerde aún si hiciera todo lo posible por volver.«
— Realmente odio esta opción…
[…]
Pasaron algunas horas en las que el apuntaba las cosas que debía hacer en los siguientes días, en un cuaderno que encontró al recorrer la habitación, hasta que alguien tocó a su puerta y el nombre de Miles atravesó su cabeza como si supiera instintivamente quién era él que estaba llamando.
— ¿M-Miles?
— Si, su alteza, soy yo. ¿Puedo entrar?
Detuvo sus movimientos y rápidamente se colocó la ropa que olvidó ponerse cuando se estaba examinando, tropezando en algunos momentos.
—Un segundo, solo un segundo.
Terminó por colocarse la camiseta desabrochada y los pantalones casi al revés. Recogió todo lo que había utilizado para escribir y lo colocó debajo de la almohada de la cama, alisó su ropa como si ese simple gesto le hiciera ver menos desastroso. Aclarando su garganta volvió a hablar.
— Adelante, llegas en un buen momento quería hablar contigo.
Miles le miró con desconcierto por su ropa desordenada, pensó que miró con más detalle la marca de la Lycoris, así que no quiso tocar el tema primero.
— Si es algo con lo que pueda ayudar a su alteza, con gusto lo haré.
Mencionó mientras inclinaba su cabeza y cerraba ligeramente los ojos.
— No sé si sea posible pero quiero que reúnas a todos los empleados.
— Así se hará, sin embargo, quisiera saber el porque.
— Les debo una disculpa por haber reaccionado de manera violenta, ademas ahora mismo mis recuerdos son muy borrosos y si te deje entrar fue solamente porque unos pocos recuerdos de ti se fueron esclareciendo en mi mente.
Miles le miró sorprendido, aunque se lo esperaba no quería creerlo, aun así, acepto la orden del ajeno por la misma razón.
— No quiero que nadie que no esté autorizado por mi entre a esta habitación por ningún motivo, a menos que yo lo requiera, sin embargo, quien obtenga mi permiso para entrar no podrá hacerlo todo el tiempo y menos a solas, con eso me refiero a que yo tengo que estar aquí con esa persona.
— Será como lo ordené.
— También, quiero que me hables de lo que hacía antes de esto, quiero que me cuentas qué es lo que tengo en la espalda y por qué está ahí, por cuanto tiempo estuve así y otras cosas que te las diré en su momento.
— Entendido, su alteza. Podría empezar por hablarle sobre la marca de su espalda pero primero tiene que desayunar.
Miles le hizo señas a alguien para que entrara a la habitación, una bandeja y un carrito se hicieron paso en mi vista, el aroma que desprendía esta me hicieron babear y mi estómago rugió, tenía razón, sino comía no conseguirá nada.
— Bien, puedes contármelo mientras desayuno.
[…]
— Entonces, ¿Estaba por provocar una rebelión porque el pensamiento de la princesa heredera era muy inmaduro para heredar el título de emperatriz?
Le mire dejando de comer, parecía que la explicación de cómo Nicholas obtuvo la Lycoris en la espalda era cada vez más ridícula. En estas cinco horas Miles se dedicó a hablarme sobre lo que Nicholas, el nombre del príncipe en quien "reencarne", se dedicó a hacer hasta obtener la Lycoris.
Primero, Nicholas no es hijo del príncipe consorte, esposo de la emperatriz, sino que es hijo de la emperatriz Khristeen Artemisa Leuksna y el duque Giovanni Aleksandr. En consecuencia, el príncipe consorte se encaprichó con él e intento hacerle la vida imposible por cualquier medio. Al ser reconocido como un príncipe, este mismo tenía el derecho de reclamar el trono como suyo, por lo mismo, el príncipe consorte temía que Nicholas pensara en quitarle el puesto de princesa heredera a su hija.
»Entiendo vagamente cual es la verdadera razón de su casi rebelión, sin embargo, el que haya puesto los ojos en el trono es culpa del esposo de la emperatriz.« Pensó, un suspiro saliendo de sus labios negando lentamente con su cabeza.
Luego, la emperatriz quiso reconocerlo como un príncipe imperial porque pensó que así podría proteger un poco más a Nicholas, pero el duque fue quien se opuso rotundamente a ello, le propuso un trato a la emperatriz. Nicholas viviría con el por tiempo indefinido hasta que el mismo Nicholas quisiera ser reconocido por el título de príncipe. O sea que hasta que Nicholas fuera mayor de edad y obviamente conociera las ventajas y desventajas de ser un príncipe y el mismo tomará una decisión. Ahora mismo estábamos en el ducado Aleksandr.
En ese transcurso en el que el duque pedía la custodia de Nicholas por tiempo indefinido, Nicholas conoció a diferentes personas, Miles fue una de esas.
Justo en ese momento una intensa migraña me atacó y cerré mis ojos con fuerza. Mi cabeza se sentía como si fuera a explotar, sin embargo, imágenes casi borrosas se empezaron a esclarecer.
Un pequeño niño de aproximadamente cuatro a cinco años inundó mi mente, en esa imagen el pequeño estaba recostado entre el que supuso era, un pequeño Miles sonriente y una pequeña niña somnolienta. Sucesivamente, aparecieron una tras otra, imágenes del mismo pequeño conociendo a un par de gemelos con diez años, con quince años conociendo a un par de personas mayores, un hombre, de aproximadamente treinta años, los presento al más joven como los que se harían cargo de su palacio hasta el día en el que a él le fuera posible administrarlo y ocuparse él mismo de este. Y por último, a quien conoció un día después de ellos. Quién juró lealtad al más joven y le entregaría su vida sin rechistar.
— Oh por dios, eso fue tan... creo que voy a vomitar.
— ¿Su majestad, se encuentra bien?
— Si, si, solo creo que recordé algo...
Le conté a Miles lo que vi y el asintió frenéticamente mientras sonreía.
Empezó a contarme esta vez, que él y Nicholas se conocieron cuando la emperatriz preparo una cena para reconocer a Nicholas cómo su hijo y así los nobles le reconocieran también, cena que fracasó gracias al duque. Miles es hijo de un Conde, sin embargo no era el heredero sino el quinto hijo, se convirtió en el asistente de Nicholas por propia voluntad. También mencionó que cada noble que le sirviera directamente a la realeza debía olvidarse de su título como heredero o como noble.
»Realmente la tienen difícil incluso si son de la nobleza, eh.«
Luego me contó sobre Halia, la niña somnolienta del sueño, quien era huérfana, dijo que Nicholas la salvo, cuido de ella y la protegía como un hermano mayor. Halia decidió aprender a pelear por él y además, fue contratada por el duque cómo su sirvienta personal.
»Sin embargo, la admiración hacia las personas puede ser sana u obsesiva dependiendo, por supuesto, de las personas, ¿como me tratara ahora?...«
Sobre los gemelos a los que vi, solo dijo que eran mercenarios y no tenía ni idea de cómo fue que Nicholas y ellos se conocieron. Que en esos tiempos, Nicholas se dedicaba a entrenar con la espada y el arco, estudiaba diligentemente para que el duque se sintiera orgulloso de él.
Cuando conoció a Abel y Annette, también conoció a la emperatriz. Ellos eran plebeyos que obtuvieron el derecho a tener un título otorgado por la emperatriz, sin embargo, como favor a esta misma aceptaron ser el ama de llaves y mayordomo del palacio que la emperatriz preparo para Nicholas. En ese momento, la mente y el corazón de Nicholas estaban confundidos ya que una completa desconocida de repente apareció diciendo que era su hijo y que por ello el tenía un lugar al que ir y no solo eso, era la emperatriz y eso lo convertía en un príncipe imperial.
»No han hecho las cosas para nada bien sus padres...« Masajeando sus sienes, miró con reproche la comida frente a él.«
— Bien, entendí, vamos directamente al punto de los patrones en mi espalda.
—Ah, sí, por supuesto.
Una vez más, Miles volvió a hablar, mencionó que cuando Nicholas cumplió veinte años la emperatriz lo invito a un banquete y la invitación de la emperatriz era algo que no puedes rechazar con facilidad, entonces fue al banquete a regañadientes. El banquete que la emperatriz había preparado fue, en realidad, una pequeña cena para presentar a Nicholas con sus medios hermanos. Nicholas ya sabía que tenía medios hermanos, sin embargo, saberlo y conocerlos eran dos cosas completamente diferentes.
Por esa razón, Nicholas detesto un poco más a la emperatriz y aunque se quedó hasta haber saludado al último de ellos lo hizo solamente con un único pensamiento en mente: "Eres el único heredero del duque de Aleksandr, tienes que serles fiel a estos príncipes y además mantener el nombre Aleksandr en alto".
»Bueno, pensó con racionalidad en algún punto hay que darle su credito.«
Sin embargo, la princesa heredera de, en ese entonces, diecinueve años dejo una imagen infantil en Nicholas. ¿por qué? Nicholas hizo una pregunta simple que daría el curso de sus movimientos y lealtad "¿que era lo que haría por el pueblo?" a lo que la princesa respondió: "quiero que mi pueblo sea feliz"
Nicolás no pensó mucho en la respuesta así que volvió a hacerle otra pregunta: "si en tus manos no está darles felicidad, ¿que harás? o ¿que harás cuando esa felicidad no sea suficiente?" ella preguntó "¿a que te refieres con que no será suficiente?" Nicholas sin vacilar escupió "Los humanos somos codiciosos, si nos das una migaja de pan, querremos el pan completo, si nos das el pan, querremos dos piezas mas y si nos das las dos piezas seguiremos queriendo más y en el momento en el que tú sigas cumpliendo con "nuestra felicidad" te comerán vivo. Así funciona el mundo, así funcionamos nosotros". Y con eso Nicholas salió del palacio, les dio el respeto que se merecían dedicándole una cordial reverencia y regreso al ducado.
»También me parecería ridículo que todavía pensará a sus diecinueve años que los sentimientos lo son todo para el pueblo. El pueblo te utiliza o tu utilizas al pueblo. pero bueno, quien soy yo para juzgar «
Para ese momento, Nicholas inconscientemente dejo de entrenar, dejo de cuidar su salud mental y física, dejo de buscar a su padre, dejo de hacer muchas cosas, cosas que le gustaban hasta que, alguien empezó a manipular a Nicholas. Querían hacerlo el príncipe heredero y, por consiguiente, convertirlo en emperador y para ello harían todo lo posible por quitar los obstáculos.
»El más grande obstáculo era la princesa heredera... o no« sus hombros se encogieron en vista de lo ambiguo y ridícula que era la situación
Contrataron a un mago oscuro para que atacará a la princesa heredera, sin embargo, Nicholas se interpuso y resultó con la maldición en lugar de la princesa, por obvias razones, decapitaron al mago y les estaban dando su condena a quienes tramaron el plan.
Desde ese entonces la emperatriz contacto a diferentes santos, magos e incluso otras personas externas que tenían mayor afinidad en la magia de curación y expertos en maldiciones, sin embargo, ninguno de ellos pudo hacer algo con su condición más que solo aliviar el dolor recitando hechizos para ello, esto sucedió hace mas de cuatro años en su vigésimo primer cumpleaños. Lo que se sabía de la maldición era que, su poder mágico se iría drenando hasta que solo quedara un caparazón vacío y muriera, todo esto mientras se estaba inmerso en un sueño profundo sin poder despertar de manera natural.
»Supongo que no quería ejercer su derecho de esa manera. Aun así... que ridícula excusa para dejarte manipular«
Y volvemos al presente. Fue Miles quien miró esta vez a la comida y luego me miró a mí con reproche, volví a llevarme un bocado a la boca.
— Las únicas personas que entrarán aquí son, el caballero y tú. Por cierto, ¿Como conocí al caballero? y ¿en qué año estamos?
— Oh, creo que el mismo quiere contar esa historia y estamos en el año 235 del mes xx en el imperio Leuksna.
Su mirada estaba dirigida a la puerta, ahí se encontraba quien horas antes había calmado su violenta reacción, un ligero sonrojo de vergüenza se hizo paso en su rostro. Hubo un lapso de silencio en el que ninguno de los tres decían nada y en el que intentó que las palabras salieran.
— César se presenta ante el joven maestro del ducado de Aleksandr y cuarto príncipe imperial. Su alteza, escuché hace un momento que perdió sus recuerdos y quería ser yo quien le contase como nos conocimos.— hizo una gran reverencia conforme hablaba. lo que ocasiono una ligera incomodidad.
— Sí, por supuesto, adelante.— Dijo, aclarando su garganta y acomodándose en el sofá.
— Cuando usted tenía quince años yo hice mi juramento de caballero a usted en lugar de su madre la emperatriz porque fue usted quién vio potencial en mi y me hizo entrenar diligentemente hasta llegar adonde hoy en día estoy. Realmente le agradezco mucho que haya pagado las medicinas y el doctor de mi madre para que yo siguiera entrenando rigurosamente.
» Prácticamente Nicholas lo compro.«
— Tú madre... ¿como está ella?
— Ella murió, su majestad, aunque... yo sé que usted hizo todo lo posible para que mi madre se recuperará pero el tiempo en el que lo conocí a usted, la enfermedad de mi madre ya había avanzado así que no lo culpo, en cambio le agradezco por extender un poco más el tiempo de su vida.
— Ya veo, lamento lo que le sucedió a tu madre, de verdad. Entonces, ¿escuchaste quiénes son las personas que pueden entrar a la habitación cuando yo esté?
— Si su majestad, no dejaré que nadie además que nosotros entre a su habitación, pero, ¿que sucede con su excelencia el duque y su alteza imperial la emperatriz?
— Sobre ellos... Miles les comunicara mi situación y si ellos vienen a verme no pongas resistencia, solo dejalos entrar. — le dedico una gentil sonrisa.
— ¡Sí! será como ordené, me retiro entonces. Descanse y recupérese, su alteza.
Se levanto y estiro su cuerpo alzando sus brazos en el aire, por unos segundos no dijo ni hizo nada más que bostezar y estirar su cuerpo, cuando terminó volvió a hablar.
— Miles, quiero la información de todas las personas que estuvieron a mi alrededor, de todos los nobles conocidos o poco conocidos, de todas las personas plebeyas que tienen una cualidad o talento sobresaliente, incluso la información de los príncipes y quiero que contrates un tutor privado.
— Puedo traerle la información de los nobles que estuvieron a su alrededor, los plebeyos y el tutor privado, sin embargo, la información de los príncipes será limitada.
— Está bien, si no me resulta útil tendré que pedirle un favor a su excelencia, antes de que termine el mes tienes que conseguir al tutor, un tutor que no suelte la lengua sobre a quien le está dando clases. Además no ocultes tus movimientos del duque, aunque, tampoco le comuniques nada de lo que estás haciendo.
— Sí... ¿Si vienen visitas de nobles conocidos del duque, utilizó la misma excusa de su estado?
— Exactamente, si no es realmente urgente o importante no necesito verlo, simplemente hazme saber el motivo de su visita. Si el duque pide verme entonces no hay nada que pueda hacer...
— Entendido. Con su permiso me retiro.— Con una reverencia salió del cuarto y este mismo quedo en completo silencio por un par de minutos, exhaló un gran suspiro de sus labios y sus piernas flaquearon dejándolo caer en el suelo, sus manos y cuerpo volvieron a temblar. Sus sollozos eran silenciosos y lentamente se acurrucó en una esquina abrazando sus piernas.
— Liz, Eddie, Dee, Jay, por favor cuídense y manténganse a salvo hasta que yo regresé. Juro que iré hacia ustedes asi que no me olviden. Incluso si un dios se mete en mi camino volveré a ustedes sin importar que...—Murmuró solo para que él y la nada lo escucharán.
Debieron de haber pasado un par de horas en las que se lamentaba y murmuraba a la nada hasta que quedó por completo dormido en la misma e incomoda posición.
Lo edite, esta es una nueva versión ggg.