Me presentaré formalmente, mi nombre es Jesse. Solo Jesse. Fui transmigrado o reencarnado, en el cuerpo de un príncipe que debió morir desde el inicio para que el protagonista conociera su futura pareja.
Un rápido resumen. Actualmente, estoy dentro de una novela de género bl o boys love, que mi hermana leyó hace tiempo y de la que era una fan total. En su momento fue muy popular al punto en el que no solamente sacaron su Manhwa sino también su anime e incluso figuras coleccionables de sus personajes. Ahora, ¿Qué personaje soy?.
¿Uno de los protagonistas? Ojalá… pero, no.
¿Un mejor amigo de los protagonistas que les ayuda a salir adelante o algo así? Jamás.
¿Algún personaje importante como el villano? Quisiera.
Soy un extra, y en el momento en el que abrí los ojos la historia ya estaba hecha un lío.
¿Por qué? El mismo día en el que desperté, Nicholas iba a morir a causa de que la maldición se descontrolaba y ni siquiera Miles podría mantenerlo bajo controlarlo, aun así, al despertar el efecto de la maldición se había reducido a algo que pudiese manejar por sí mismo. Ahora bien, el protagonista de esta historia es el mismísimo Miles; Quién conocería al ML en el funeral de Nicholas.
En un principio no pude reconocer a Miles, ya que solamente escuchaba el nombre del ML. Todo tuvo sentido cuando Miles llegó con la información que pudo obtener de los príncipes y supe al instante quién sería el ML y pareja futura de Miles. El segundo príncipe. Mi medio hermano.
Prácticamente, el nombre de Kazuya Leuksna estuvo en mi cabeza por años, el problema de esto es que no solo cambie la historia al despertar, sino que, ellos no se encontraran a menos de que yo vaya al palacio imperial o que envíe a Miles allí. Y el que la historia fluyera tal cual mis recuerdos hasta el final, era mi segunda opción y, aun así, lo arruine tan solo al comenzar.
No recuerdo gran parte de lo que mi hermana me contaba, puesto que las memorias de Nicholas y mis memorias estaban revueltas y después de un mes todavía no tenía claro si de verdad era Jesse o Nicholas.
Tampoco estaba cien por ciento garantizado que mi despertar modificaría algo en el curso de la historia o no, aun así, pasó un mes en el que Miles, César y Halia eran las únicas personas que entraban y salían de la habitación. Ni siquiera permití que el sanador que la emperatriz y el duque trajeron para mí, entrarán.
Miles trajo la información que pedí en una semana desde el día que desperté. César, era quien a menudo me comunicaba las veces en que el duque hacía una rápida visita en el día sin recibir la respuesta que esperaba, sin embargo, era paciente por mi condición. Por último, Halia, quien traía cambios de ropa y comida durante el día, siendo puntal a las horas de la comida. Por mi parte me dediqué a estudiar lo básico del nuevo mundo para familiarizarme con este y los hábitos de la nobleza. Básicamente, era yo, anteriormente alguien que se podía considerar como un plebeyo, aprendiendo a ser un príncipe desde los inicios. Un total infierno para mí.
Por cierto, ya que Nichols entrenaba con la espada, decidí que aprendería el estilo de este mundo de igual forma y además volvería a aprender a utilizar el arco. Luego les hablaré sobre mi vida, hay mucho tiempo.
[…]
Apenas ha pasado un mes desde que desperté, las únicas veces que he salido de la habitación fueron para buscar a César o entrenar en el campo de entrenamiento de los caballeros del duque. Cuando desperté, Nicholas ya había cumplido los dieciocho años unos pocos meses antes. Hoy, voy a visitar por primera vez al duque en su despacho, así que Halia alegremente empezó a preparar un traje.
— Como nuestro joven maestro y príncipe imperial debe verse impecable, así que esta es la mejor opción.
Halia, hábilmente, colocó en sus manos el conjunto negro; un traje completamente negro a excepción de la camisa de un rojo oscuro y los detalles del saco en dorado. No tenía sentido de la moda, así que deje que Halia se hiciera cargo de todo mientras solo asentía cuando era necesario.
Ya me había duchado antes de darle la orden a Halia de escoger un traje, así que solamente restaba ponérmelo.
— Halia, sal un momento, te llamaré para que ates mi cabello.
— Entonces me retiro, su alteza.
Se inclinó como usualmente lo hacía, aunque ya había pedido que lo dejaran de hacer con frecuencia, y salió de la habitación.
Empecé a vestirme en silencio mientras me preparaba mentalmente para conocer al duque y padre de Nicholas, volví a repasar los modales, la postura al sentarse, como caminar, cómo saludar correctamente al duque.
Con eso en mente estaba por terminar de ponerme la última prenda; la capa, sin embargo, hubo accesorios de los que no tuve la más remota idea de cómo y dónde colocarlos. El cabello al estar suelto llegaba a la altura de la cintura y gracias al color negro se notaba un poco más el rosado.
Llame a Halia desde dentro de la habitación mientras alisaba el traje y me cercioraba de que no quedara algo fuera de lugar. Halia me miró con el entrecejo ligeramente fruncido, un suspiro salió de sus labios.
— ¿Su alteza aprende rápido lo que le es de importancia, cierto? Cada mañana le mencionó como debe colocar los accesorios sobre su traje.
— Mi culpa. Todavía no sé el sitio exacto de las joyas, así que gracias por tenerme un poco de paciencia.
— Era una broma, su alteza.
Halia se decidió por trenzar el cabello rosado. Tan solo hizo un par de trenzas en ambos laterales un poco desordenadas, pero elaboradas al fin y al cabo, sacó mechones de la parte superior y de enfrente que no estaba sujeta y finalmente unió todo el cabello en una coleta. Como toque final en las trenzas colocó unos aritos pequeños de lo que, posiblemente, serían de oro.
— Ya está. Su alteza se mira espectacular.
Una sonrisa de oreja a oreja apareció en el rostro de Halia, solo asentí en agradecimiento mientras miraba mi reflejo en el espejo. » De verdad hizo algo fantástico, Me veo muy elegante para mi gusto… pero no está mal…«
— Bien, espero que Miles se lo haya comunicado correctamente al duque. César, mantente aquí, no dejes entrar a absolutamente nadie hasta que yo vuelva y podrás volver a tus entrenamientos como hasta ahora.
— ¡Sí, su alteza!
Miles ya estaba cerca de la habitación, así que acorte nuestra distancia con unos pocos pasos, Miles inclinó un poco su cabeza y empecé a caminar hacia la oficina con Miles siguiéndome un par de pasos atrás y un silencio entre ambos apareció.
— Su alteza, realmente se ve impresionante.— Miles fue el primero en romper el silencio.
No tenía nada contra él, sin embargo, que fuera el protagonista me hacía difícil saber cómo tratarle y por eso mismo quería evitar una conversación entre ambos que fuese malinterpretada por él o cualquier personaje.
— ¿Tú crees? Aunque no me guste tener el cabello tan largo pienso que terminaré acostumbrándome, incluso a los peinados extravagantes de Halia.
Miles rio ligeramente, sus manos detrás de él y con una postura que te hacía dudar si él era el verdadero príncipe. Un aura realmente impresionante.
» Realmente no entiendo por qué mi hermana no se fijó en Miles, después de todo incluso le hicieron un arte ilustrativo… Sinceramente, supongo que si las artistas hubieran sacado todo de él, mi hermana sería la primera en comprar toda la mercancía de Miles. Yo lo haría.«
— Casi estamos llegando a la oficina del duque, su majestad.
— ¿Ah? Ah, sí, por supuesto.
» Dejaré de admirar la belleza ajena por un momento, pero no me pueden culpar, después de todo, es de miles de quien estamos hablando. «
[…]
… Sé que dije que dejaría de admirar la belleza ajena, pero… ¿Qué diablos son los personajes de esta novela? ¿Uno siquiera puede ser así de ardiente, sin ayuda? Incluso el mismo Nicholas me pareció increíblemente guapo cuando lo mire por primera vez, ahora que volví a ejercitar su cuerpo, su encanto y atractivo se resaltan más de lo esperado.
Un hombre de una estatura de 18o o más y de treinta años, a lo más, me había recibido de pie mientras miraba fijamente la ventana de su oficina. Con cabellos blancos, siendo este, su color natural y un poco cortos, como para poder hacer una media y pequeña coleta, sin embargo, en ese momento lo llevaba suelto.
La única prenda que lo cubría era una bata de baño, por lo que hizo más visibles las cicatrices que rodeaban la mayor parte de su cuerpo. Su cuerpo estaba totalmente trabajado, había músculos por donde se mirase. El encanto del duque Giovanni era algo que no se podía explicar con palabras, simplemente era un gran "wow".
El duque no era ninguna broma y desde que puse un pie frente a su oficina sentí la gran presión de su aura y supe que sería difícil disuadir su vista de mis movimientos. De por sí, ya era difícil mover a Miles y César porque eran reconocidos como los sirvientes de Nicholas por cualquiera, el duque sería un problema mayor como la emperatriz.
— Su excelencia, el joven maestro Nicholas está aquí.
— Gracias James, puedes retirarte. Me sorprendí.
Miré en la dirección en la que la voz estaba dirigida y pude visualizar a un hombre de ochenta años inclinando su cabeza ante el duque y también ante mí saliendo de la habitación. Miré a Miles con el semblante confundido y él murmuró un "se lo diré más tarde" y Miles también salió de la oficina imitando las acciones del mayor.
Aclaré mi garganta un poco y esta vez, fui yo quien inclinó su cabeza y cuerpo ante el duque. — Me disculpo sinceramente por no aceptar ninguna de sus visit-
— Saludo al sol del imperio, su alteza imperial, Nicholas Leuksna. Inesperadamente, fui interrumpido por el duque imitando mis acciones.
Por un instante entré en pánico y por lo mismo mi boca se cerró abruptamente.
Según lo que aprendí, "su alteza imperial" se utilizaba solamente con los príncipes herederos y princesas herederas, sin embargo, con los príncipes que no heredan el trono se les saludaba de otra manera. De igual forma, ambos sabíamos que, de los dos, quien más autoridad tenía sobre el otro, era el duque.
— Supongo que quieres que vaya directo al punto… Pero antes le sigo ofreciendo mis disculpas por no haberlo recibido la primera vez que me visitó, en su momento mis recuerdos estaban muy borrosos y de los únicos que veía claramente en ellos, eran Miles, César y Halia.
— Está bien. Háblame del porqué no aceptaste la ayuda del sacerdote enviado.
— Como le mencioné, las personas a las que recordaba eran pocas y es por ello que confiaba y confío solamente en ellas. Dejar entrar a cualquier otra persona a la habitación me era imposible.
— Bien, entonces, ¿El tutor privado entró porque también lo recordabas?
Ciertamente, me estaba contradiciendo a mí mismo, el tono del duque me pareció sarcástico, como si solo ese hecho hiciera que toda la historia fuera mentira. Como si yo le mintiera a pesar de no haber ocultado los movimientos de Miles del duque. Que solamente es mentira el hecho de que yo no sea Nicholas y no creo que lo haya descubierto, apenas pongo un pie frente a su oficina, ¿cierto? ¿Soy paranoico? Probablemente.
— Eso fue sugerencia de Miles. Le di la orden a Cesar de comunicarle a toda persona que viniera de visita que debido a mi estado actual no podía y no quería recibirá a nadie, la emperatriz y el duque pudieron entrar haciendo uso de su título y aun así no lo hicieron, prefirieron visitarme como padres, ¿no es así?
Repentinamente, mi tono fue recriminatorio hacia el duque. No sabía si le estaba recriminando el hecho de ser un padre o solo estaba enojado porque supuse que el duque me había descubierto. Cualquiera que fuera, no tenía derecho de enojarme, después de todo yo estoy aquí y no su hijo y además fui yo quien no cedió y evadió a los padres de Nicholas sin vergüenza alguna.
— No… Lo siento, vine a pedirle disculpas por no haberle permitido la entrada a mi habitación y, sin embargo, le estoy recriminando algo que es mi culpa. Discúlpeme, su excelencia.
— Olvidemos el tema de tus memorias borrosas y las visitas. ¿Estás mejor? ¿Qué tanto recuerdas actualmente?
El duque caminó hasta el centro de la habitación tomando asiento en el sofá situado en el mismo lugar, me invito a tomar asiento en el sofá de en frente a él. Rápidamente, tome asiento y por cortos segundos hicimos contacto visual y me percate que ambos tenían el mismo color de ojos, sin embargo, la pupila del duque era, de alguna forma, gatuna. Seguramente Nicholas se parecía más a su madre.
— Bien, estoy mejor, puedes consultar con el tutor todo lo relacionado con mi aprendizaje, sobre mi salud está Miles, quien regularmente calma la marca sobre la espalda. Sobre mi proceso con la espada lo puedes consultar con Cesar y sobre todas mis comidas del día a día lo puedes consultar con Halia.
El duque me miro con reproche por unos segundos, sin embargo, un suspiro salió de sus labios. Supongo que se resignó a cuestionar algo de lo que mencione.
— No estás comprendiendo. Te pregunté a ti, lo que puedo preguntarle a los sirvientes. Quiero saberlo de tu boca.
Resignado por aquel comentario, intenté resumirle todo sin levantar sospechas, obviando el hecho de no querer pelear por el trono. Por el momento quería fuera de mí todos los ojos aristocráticos de ser necesario. El duque en todo momento solo asintió lo necesario, no hablo y ni siquiera me interrumpió y lo agradecí con creces, no quería responder preguntas de las que no tendría respuesta, no si fueran inesperadas.
La pequeña reunión terminó con el duque diciéndome pequeñas palabras a las que no les preste completa atención, después de todo había un alboroto afuera de su oficina, alboroto en el que Miles era protagonista junto a otras personas. Algo dentro de mí hizo que me pusiera de pie interrumpiendo al duque y lo que sea que estuviese diciendo en ese momento, a ese algo le preocupaba e interesaba más lo que Miles estaba diciendo que cualquier otra cosa.
— … No puede entrar… No es así… Mi señor no tuvo nada que ver!… ¡No eres digno de decir su nombre!
Cada vez la voz de Miles se hacía más alta al grado de gritar, sin embargo, fue callado abruptamente por el golpe de algo o de alguien y mi preocupación se disparó sin darme cuenta, ya me encontraba a un lado de Miles mirando a las personas frente a él.
— Esto es pura intuición Miles, pero… quién te golpeo? — El tono de mi voz fue sombrío y firme como si le ordenara algo invisible. Miles lo capto completamente informándome de los presentes en un suave susurro.
— El de la izquierda es su medio hermano, el segundo príncipe y a su lado está el acompañante de su Alteza.
— Aún no me respondes. ¿Quién te golpeo? — Ni siquiera me importo quienes eran, quería con urgencia saberlo. Pero antes de que Miles pudiera decir algo, el peliblanco ya estaba hablando.
— ¿Fui yo, hermano, hay algún problema? Digo, después de todo solo fue un accidente.
Probablemente, haya sido mi imaginación alterada, pero aquella palabra la sentí como una provocación y si hablamos de provocaciones yo era muy bueno cayendo en ellas.
— ¿Problema? No, por supuesto que no hay ningún problema, los accidentes ocurren, no?— Mi mano se sentía cosquillear y ya estaba preparada para impactarse en el rostro del acompañante del príncipe. Soy tonto, no estúpido. Lo cual sucedió. Fue tan fuerte el impacto en aquella mejilla que de sus labios salieron pequeñas gotas de sangre, manchando en el impacto el blanco traje del príncipe.
Actué lo más arrepentido y sorprendido que mis expresiones faciales me permitieron tapando incluso mi boca con la misma mano.
— Dios … Yo, como puedo decirlo?… Fue un accidente.