Hoy, día 1 de abril empiezo mi segundo año de preparatoria. Me llamo Kazuo Fukui hace unos meses que hice 17 años, vivo en la prefectura de Nara en Japón y asisto a la preparatoria Nishihara y no suelo hacer más que estudiar dado que literalmente no tengo amigos, pero eso está a punto de cambiar…
Hace un día soleado, los cerezos están floreciendo, los pájaros cantan alegremente mientras unos brillantes rayos de sol golpean suavemente mis párpados a través de las cortinas de mi ventana.
Adoro la primavera, esta agradable época del año en la que todo el mundo se sumerge en un sinfín de colores y variedades de flores que no se acaban nunca. Voy caminando lentamente hacia la ceremonia de apertura, pero me quedo embelesado con el paisaje que dejan los árboles y plantas de mi alrededor.
A este paso voy a llegar tarde a la ceremonia de inauguración! Debo darme prisa, como estaba distraído, no me he fijado en que quedaban diez minutos para que abran las puertas, así que me apresuro y empiezo a correr como si me fuera la vida en ello. Finalmente con un poco de esfuerzo he conseguido llegar a tiempo. Poco después de que comenzase la ceremonia, empezaron a indicar a todas las personas sus respectivos cursos y clases, la mayoría de nuestra clase seguimos iguales ya que no se ha ido casi nadie. Cuando ya está la clase completa me fijo en que este año, tenemos a una compañera nueva. Ella destaca entre la multitud, siento como si tuviera un aura a su alrededor que la hiciera brillar, tiene unos labios finos y delicados, acompañados de unos ojos dorados como la miel, además, su pelo castaño, parece tejido de hilos de la más alta calidad. Por otro lado, no destaca en altura, pero tiene la altura media para una chica de diecisiete años con lo cual el uniforme encaja con su figura, como si de un puzle a medida se tratara y su lazo rojo combina de una manera excelente. Ella habla con el resto de chicas mientras yo me pierdo en su fina y dulce voz.
Por el contrario, yo tengo el cabello rubio, medio rebelde, (en serio no hay manera de peinarlo) y ojos de un color rojizo parecido al carmesí. Me gusta el manga, los videojuegos, aunque no destaco en gran cosa la verdad, no tengo las mejores notas, ni soy un prodigio en el deporte. Solo soy un chico del montón, no tengo ningún atributo que me haga destacar, soy completamente opuesto a ella...
—Buenos días, me llamo Reika Yukihira, ¿tú cómo te llamas?— Me preguntó ladeando la cabeza.
Sin embargo, no sé en qué momento me he despistado, pero la tengo a mi lado preguntando por mi nombre y de cerca se ve aún más bonita. El suyo me pareció un nombre muy bonito, idóneo para una chica como ella. Mientras yo volvía a la realidad, ella me miraba con una hermosa sonrisa.
—Yo me llamo Kazuo Fukui, ¿eres nueva aquí cierto?— Le pregunté, aunque ya me imaginaba la respuesta.
—Si, hace unos pocos días desde que me mudé a un par de calles de aquí— Me responde confirmando mis sospechas.
—No conozco muy bien el lugar, si no te importa podrías enseñarme dónde queda nuestra aula?—
—Si, por supuesto!— Afirmé con una gran alegría.
—Empezaremos por el gimnasio ya que está separado del edificio principal y así no tendremos que salir de él más tarde.—
—¡Es increíble! ¡Y tenemos para hacer cualquier deporte!— Dijo impresionada.
Si soy sincero, tiene razón, contamos con un recinto enorme preparado para cualquier cosa, tenemos desde canchas de baloncesto, pasando por redes de voleibol, e incluso una pista de atletismo enorme.
Seguido de eso, fuimos al edificio principal allí le mostré la sala de música, en la cual tenemos un piano (que normalmente usa el profesor), el laboratorio donde hacemos experimentos variados y por último nuestro salón el cual este año tenía el número 206.
Al final hemos acabado bastante más rápido de lo que me esperaba.
—¡Nos vemos luego!— La despedí enérgicamente mientras ella regresaba a hablar con el resto de chicas.
Por el breve rato que he estado con ella, no puedo decir mucho acerca de su personalidad pero, me ha parecido muy dulce y amable, también parecía algo risueña pero no estoy seguro. Por desgracia tendré que esperar a mañana para poder verla de nuevo…
☆
—¡Hola chicas ya estoy de vuelta!— Exclamé al llegar.
—¿En serio has hablado con Fukui-san? No te lo recomiendo, hay muchos rumores de que es un rarito…— Me susurró una chica del grupo.
—Pues yo no opino lo mismo, a mi parecer es un chico muy bueno y amigable. ¿Por qué dirían algo así de él? —Pregunté con seriedad.
—No estoy muy segura pero parece que no tiene amigos, ya que nunca suele hablar con nadie.— Me respondió otra chica.
Abandoné el grupo y decidí ir hacia la entrada para esperar a Fukui-san y poder hablar con él sobre todos esos rumores que me han dicho las chicas que circulan por la preparatoria.
☆
Veo como el sol se sumerge en la tierra dando a luz a un cálido y relajante atardecer. Cuando me dispongo a salir, oigo una suave voz reclamando mi nombre en la entrada.
—¿Vamos juntos a casa?— Me preguntó Yukihira-san.
—Pues ya que me lo pides, no tengo motivos para negarme, te acompañaré en el camino hasta casa.— Le respondí a aquella inesperada pregunta.
Llevamos un rato caminando en silencio… La incomodidad se siente en el ambiente, ella se ha pasado un tiempo observándome, pero cuando me giro desvía su mirada, me pregunto en qué estára pensando…
—Esto... Yukihira-san, te encuentras bien? Llevas un rato mirándome fijamente.— Pregunté curioso de saber que tenía en mente.
—¡Ay! Perdona, es que las chicas me han hablado de ti pero… No creo que tengan razón—. Me dijo con una cara de alivio.
Al instante me desanimé y dejé de caminar, soy consciente de todas las etiquetas que me han puesto. Desde aquel día he sido despreciado, infravalorado, tratado de extraño por mis propios amigos, juré que no volvería a hablar con una chica, lo sé pero quiero hablar con Yukihira-san, ella es diferente, no creo que pase lo mismo con ella.
—No pasa nada, adelante ríete de mí, despréciame, ignórame y trátame igual de mal que todos. Le contesté con un tono sarcástico y decepcionado.
—¿Y por qué debería hacer una cosa tan cruel? A mi no me parece que sean ciertos, no se quién los habrá difundido o si te ha pasado algo, pero no creo que tengan razón y si te dicen que no tienes amigos, diles que se equivocan, me tienes a mí.— Respondió enfadada por lo que le había dicho hace un momento.
—Además si quieres, puedes llamarme por mi nombre, es muy incómodo usar tantas formalidades cuando tenemos la misma edad, después de todo somos amigos, ¿no, Kazuo?—. Añadió con una confiada sonrisa.
Qué vergüenza, no me lo puedo creer, me ha llamado por mi nombre… Y para solo haber hablado hoy, es demasiado amable pero, como parece de confianza creeré en ella y la llamaré por su nombre también.
De repente empiezan a brotar lágrimas de mis ojos, me siento aliviado, por fin tengo a alguien que me aprecia sin tener en cuenta los rumores, soy tan feliz…
—Gracias, Reika…— Es lo único que pude decir mientras sollozaba.
Tras esta incómoda conversación, Reika se quedó un rato conmigo para que me tranquilizara. Seguido de eso la acompañé hasta su casa dado que ya estaba anocheciendo, por suerte resulta que quedaba a dos calles de la mía y yo volví a caminar solo.
De camino a casa me doy cuenta de cuán precioso es el cielo, por la noche se convierte en un mar repleto de estrellas brillantes donde ellas brillan sin preocupaciones, que envidia…
—Ya estoy en casa…— Dije en voz alta.
Lo dije sin ningún motivo, ya que nadie me va a responder pues hace tiempo que mi padre se fue a trabajar al extranjero y por lo tanto vivo solo, por suerte me envía el dinero para el alquiler y la comida, aunque como siempre está muy ocupado, rara vez suele venir a verme y si viene, me trae algún souvenir para volver a irse al dia siguiente. Cenaré algún plato precocinado y me iré a dormir.
Y así comienza mi aburrida rutina de nuevo. O eso pensaba…