Pasaron los días, comenzaron las clases y encontrarme por el camino con Reika se volvió un hábito. Hoy la veía bastante enérgica, lo cual me animaba a estar alegre junto a ella y estar un poco más activo por la mañana.
—¡Buenos días, Kazuo!— Exclamó Reika rebosando alegría.
—¡Buenas, Reika! ¿por qué estás tan animada desde tan temprano?—. Pregunté interesado en el motivo.
—Por nada en concreto. ¿No crees que la mejor manera de empezar el día, es estando alegre?—. Me respondió con otra pregunta.
—Supongo…—. Contesté de manera incierta.
Después de un rato caminando tranquilamente, hemos llegado a clase. Me siento en mi lugar y comienzan las primeras clases de la mañana las cuales transcurren rápidamente hasta la hora del almuerzo, pero entonces mi paz se ve interrumpida por una voz.
—Oye Fukui! ¿por qué no nos lo enseñas?— Dijo una voz grave cerca mio.
Me giro y veo a un chico al cual lo distingo rápidamente. Es el conocido Kanaye Akida, un guaperas de renombre en clase, aunque otro hecho que cabe remarcar es que es un metomentodo y siempre anda liándola, pese a eso, sigue siendo popular entre las chicas de la clase.
—Esto… ¿Qué es lo que queréis que os muestre?— Pregunté para entender la situación.
—Vamos, tiene que haber algo, es imposible que una chica como Yukihira-san esté tan pendiente de ti, seguro que sabes algo embarazoso sobre ella y la obligas a actuar de esa forma.—
De repente empiezo a escuchar las voces de la clase otra vez comentando que si doy asco o que si soy horrible. Él me agarra de la camisa y me levanta de la silla y comienza a hablar pero con un tono mucho más amenazador.
—Te lo diré una última vez, dime lo que tengas sobre Yukihira-san y no te vuelvas a acercar a ella!— Gritó Akida con un tono amenazador.
Por un momento pienso que me voy a llevar la paliza de mi vida, cuando la veo a ella acercarse a separarnos.
—¡Detente! ¡Déjalo en paz, Kazuo no ha hecho nada malo! Estoy hablando con él porque me parece una persona muy interesante, no me obliga nadie a nada! ¡Vámonos de aquí Kazuo!— Exclamó, interrumpiendo todo el número que había montado Akida.
Acto seguido, Reika me agarra firmemente de la mano e intenta sacarme de la discusión.
—¡¿A dónde os creéis que vais?!— Exclamó Akida cuando nos disponíamos a salir del aula.
Entonces, él estiró con rabia la mano de Reika para separarla de mi.
—¡Ay! ¡Me haces daño! ¡Suéltame!— Se quejó Reika.
—No, hasta que me cuentes qué te ha hecho ese inútil.— Dijo Akida sin soltar su mano.
Por un instante, dejé de pensar claramente debido a la ira que había estado reprimiendo. Actué como otra persona totalmente distinta, bajé la mirada y comencé a acercarme lentamente a Akida con un aura amenazadora.
—Suéltala.— Dije con un tono de voz mucho más serio.
De repente se hizo silencio en clase, y todo el mundo empezó a concentrar su mirada en mí.
—¿Pero tú quién te has creído?— Preguntó Akida con cara de asco.
—¡Que la sueltes! Y no te atrevas a volver tocarla. — Grité dominado por mi furia.
Fuera de control, le dí un puñetazo tan fuerte en el estómago, que soltó a Reika.
—Te acordarás de esto, me vengaré, tenlo en cuenta capullo…— Susurró Akida arrodillado a causa del dolor.
Después de pegarle me sentí un poco aliviado, eso tengo que admitirlo. Pero me arrepentí al instante y decidí salir por patas e irme al terrado a despejarme y poder evitar más problemas.
Una vez subí me di cuenta que me había dejado el almuerzo en mi mesa, cuando me asustó una mano que me tocaba por la espalda… Realmente pensé en salir corriendo pero al darme cuenta de que estaba en el tejado, no tenía escapatoria. Me giré aterrado de que fuera Akida, pero por suerte, solo era Reika que me había seguido.
—Esto, Gracias por lo de antes… ¿Quieres que compartamos mi comida? De todos modos he hecho bastante.— Me dijo por sorpresa Reika.
—¡¿Reika?! Uff qué susto me has dado. Bueno si no te importa…— Respondí agradecido.
Nos sentamos y repartió entre los dos unos cuantos onigiris.
—¡Tienen una pinta deliciosa! ¿Los has hecho tú?— Le pregunté mientras miraba fijamente las bolas de arroz.
—Si… ¿Cómo están?— Preguntó insegura de sus habilidades culinarias.
—¡Está delicioso! Muchas gracias por compartir tu comida conmigo, te debo una.— Dije para poder compensarlo otro día.
Una vez acabamos de comer ella puso una cara un tanto seria, se veía bastante preocupada.
—Gracias por cubrirme antes la verdad es que no me cae muy bien ese tipo. Pero aún así no deberías dejar que se meta contigo de esa manera. ¡Es ilógico!— Me contestó enfurecida por mis acciones imprudentes.
Aunque debo desconfiar de ella, no puedo dejar que aquello se repita…
Si, es verdad, lo recuerdo perfectamente… Todo empezó durante el segundo trimestre del curso pasado… Había una chica de nuestro curso con la que me llevaba muy bien y de la cual me acabé enamorando. A medida que pasaba el curso, empecé a pensar que nuestra relación iba mejorando. Por lo que, poco después, decidí hablar con ella seriamente y confesarle mis sentimientos. Pero yo desconocía sus verdaderas intenciones. Ella aceptó salir conmigo, pero unas semanas después, ella no quería hacer ni saber absolutamente nada que tuviera que ver conmigo, de hecho yo no existía para ella ni mostraba interés alguno por mí. Un día le pregunté qué le pasaba y por qué era tan fría conmigo de esa manera, ella dijo que por nada en particular, que había sido sin querer y que estaba muy ocupada esa semana. Sin embargo, al cabo de unos días, montó una escena en medio de clase, diciendo que la trataba mal o incluso que le pegaba, como resultado, la gente comenzó a distanciarse de mí y para cuando quise darme cuenta, no tenía a nadie y la gente me detestaba… Desde entonces nadie se me acerca ni tiene las intenciones de hablar conmigo.
Pero todo cambió gracias a Reika, debo cuidar esta relación pero no puedo dar por hecho que me quiera a su lado, podría ser un peón más con el que pueda jugar.
El día acabó tranquilo, sin más incidentes, a Akida lo mandaron para casa porque no hacía más que quejarse, pero aunque tuve que aguantar las incómodas miradas de mis compañeros de clase.
Pasados unos días desde el incidente seguía un tanto preocupado porque Akida tomase venganza e intentase atacar en algún momento. Pero como había pasado tanto tiempo dejé de darle importancia y retomé mis actividades con total normalidad.