Nico salió del hospital sin decir nada sobre su atacante. En todo momento esquivó la pregunta. Ni siquiera a su hijo quiso decirle nada.
Volvió al trabajo para dedicarse a full y sin desconcentrarse. Nadie llogró sacarle palabra alguna. Y tampoco volvió a ver a Sara desde que salió del hospital.
Nico pensaba en lo que le sucedió hacía unos días, suspiró hondo y apesadumbrado. Cuando Sasuke entró a su oficina, el rubio se tensó pero lo discimuló. El moreno se veía molesto y preocupado.
– Nico tenemos que hablar, ésto no puede seguir así. Quien te atacó es alguien cercano a tí y nuestros hijos están en peligro ¿Quién es?
– Estoy ocupado Sasuke.
– Nico.
– Sasuke.....no quiero hablar de eso.....
– Pero es importante, además está lo de mi hija y tú.....
– Sasuke....no te preocupes....
– Es mi hija Nico y tu relación con ella....
– Es algo prohibido lo sé maldita sea, lo sé – Nico estaba triste – Sasuke la amo y es en serio.
– Lo sé pero sigue estando mal. Nico eres el Ministro por lo tanto tienes muchas leyes que debes cumplir y la mayoría tratan sobre tu vida amorosa.
Nico miró para otro lado, estaba desesperado. Conocía esas odiosas leyes y se sentía asfixiado, preso del consejo. Deseaba dejar el puesto de Ministro para vivir junto a Sara aunque ahora sabía que estaba en peligro y eso lo desesperaba al punto de sentirse entre la espada y la pared.
– ¿Quieres que la deje?
– ¿La amas al punto de dejar todo por ella?
– Si – respondió sin pensarlo ni meditarlo. Esto hizo que Sasuke sonría moviendo la cabeza ya que aquella reacción era típica de su amigo.
– Nico dime ¿quién te atacó?
– No....no....
– ¿Por qué callas? ¿A quién proteges?
Nico cerró los ojos sintiendo aquella amargura y tristeza devorar su alma una vez más. No podía decirle a nadie, no todavía.
– Sasuke no lo entenderías.
– Solo habla conmigo.
– Por favor amigo....no me preguntes más....
– Hay que descubrir al atacante, además quien sea los descubrió a tí y a Sara juntos.
– Lo sé.
– Eso es peligroso.
– Lo sé
– ¡Entonces coopera!
– ¿Por qué? ¿Acaso piensas que podrás hacer algo?
– Si, de hecho todos quieren ayudarte. Eres el Ministro.
– Gracias pero nadie puede ayudarme.
– Arriesgas a mi hija.
– Lo siento.
– En ese caso no volverás a verla nunca más.
– Sasuke yo la amo, entiéndelo y ella me ama.
– Si no estás dispuesto a entregar a tu atacante olvidate de ella.
Nico miró para otro lado mientras las lágrimas humedecian su rostro, su amigo no lo entendía ni podría entenderlo. Nunca lo haría. Al menos eso creía él. Se quitó las lágrimas del rostro y miró al moreno con dureza.
– Tú no puedes decidir por ella ni por mí. Así que....que esté o no con Sara es decisión solo de ella y mía. De nadie más.
Sasuke podía entender el dolor de su amigo pero le molestaba que sea tan terco. Estaba dispuesto a presionarlo con todo lo que podía para sacarle la verdad. Aunque le dolía ver cómo sufria.
– Tu relación con mi hija es algo prohibido Nico, te recuerdo que eres el Ministro.
– ¿Me estás amenazando...Sasuke?
– Solo quiero que entregues a quien te atacó y pone en peligro a mi hija.
– Ya acabamos Sasuke, debo seguir trabajando.
– Nico...no te permitiré que vuelvas a tocar a mi hija ni que le hables si no cooperas.
Nico bajó la mirada con gran pesar, las lágrimas seguían humedeciendo su rostro. Le dolía la sola idea de pensar que no volvería a ver a su amada. Miró a Sasuke con dolor y tras colocarse de pie se quitó la capa de Ministro al decir:
– En ese caso renuncio al puesto de Ministro.
Sasuke lo miró asorado, pero al ver que se dirigía a la puerta lo sujetó con fuerza impidiéndoselo.
– No digas locuras Nico, tú no harás tal cosa ¿oíste?
– Suéltame Sasuke, haré lo que sea por ella. Lo dejaría todo ¿entiendes? Todo.
– Entonces dime quién te atacó.
– No.
Sabiendo que no podría hacer nada más lo soltó y se fué. Nico se colocó nuevamente la capa blanca y se sentó en el sillón para seguir trabajando sin poder dejar de pensar en esa noche. Aún no podía creer que lo haya atacado.
¿Por qué lo hizo? No tenía respuesta. Al caer la noche fue a casa pero en la puerta se encontró con Viky, la hermana menor de su difunta esposa. Ella lo aguardaba con ansias. Al entrar a la casa, la morena se le abalanzó con voracidad a él pero Nico esquivó su beso. Estaba acorralado contra la mesada en la cocina.
– Nico bésame todo lo que quieras – Viky lo acariciaba por todo su torax. En verdad estaba hambrienta de él.
– No – el rubio la sujetó de sus muñecas y la apartó – No puedes tenerme por la fuerza.
– Nico te amo y sé que me corresponderás o....
– ¿O qué?
– O delataré a Sara.
– ¿De qué hablas?
– Sara es tu novia y por ende infringe la ley. La entregaré a la justicia.
– Estás loca aquí quien infringe la ley soy yo.
– No, la ley puede verse de diversos ángulos. Me aseguraré de que sea ella y solo ella la que vaya a prisión.
– ¿Qué?
– Pero si me amas ella seguirá libre.
– No.
Viky acariciaba su miembro sobre su pantalón logrando que él solo sienta asco, pero cada vez que quería alejarla de su persona ella volvía a amenazarlo. Pero en un determimado momento la puerta de calle se abrió. Era Briam quien llegaba y al ver aquello se asombró. Su tía Viky estaba practicamente forzando a su padre, le bastó con ver su rostro para darse cuenta que estaba desesperado.
– ¿Tia Viky? ¿Qué le haces a mi papá?
– Oh Briam ¿qué haces tú aquí?
Furioso el rubio menor empujó a Viky lejos de su padre gritandole:
– ¡Alejate de mi papá! ¡Perra!
Viky se sorprendió pero no dijo nada. Briam la corrió de la casa como si de un perro se tratase. Al quedar solos Nico abrazó a su hijo y sin poder contenerse lloró amargamente. Le contó lo sucedido.
– Gracias por venir hijo, gracias por eso.
– Maldita perra, así que te amenazó con Sara. Pero no se saldrá con la suya. – Abrazó con fuerza a su padre – No te preocupes papá, te cuidaré.
– Gracias Briam....te necesito hijo.