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Chapter 9 - Final

Los días pasaban en aburrida monotonía, el segundo hermano de Matías había empezado a resignarse a su suerte. Permanecía conectado a Internet continuamente salvo cuando Carlos estaba en la casa, momento en el cual no se despegaba de Matías.

Aunque Carlos estaba arto de esto aguardó pacientemente la llegada del sábado, momento en el cual su sobrino se debía ir a rendir a la facultad una materia.

Puedes ir solo, pero no me engañarás ya que se perfectamente que a las dos de la tarde nadie rinde nada ya. Deberás estar aquí a más tardar dos y media si deseas que Matías siga siendo "intocable".

Diciendo aquello se fue de la casa, ninguno de los dos hermanos sospecho nada ya que estaban sumergidos en sus propios planes: "buscar en toda la casa las pruebas que incriminen a Carlos en el asesinato de su madre". Así encontraron una filmación de Carlos donde se podían ver el abuso que hacía con Matías, se veía con claridad la tortura a la que lo sometía continuamente. Luego encontraron otro video donde se podía ver a Carlos asesinando a su cuñada. Por eso cuando Carlos se fue sin sospechar siquiera aquello, ambos hermanos se despidieron felices ya que el que salía iría a hablar con el abogado defensor de su hermano mayor para mostrarle las pruebas.

Carlos observó a su sobrino salir de la casa y pasados unos diez minutos, cuando se hubo alejado lo suficiente volvió a entrar a la casa

- Matías - dijo sombríamente - Al fin solos - el muchacho paso de la sorpresa al terror más atroz que le fue recorriendo todo su cuerpo - Ahora sí que podremos recuperar el tiempo perdido - Matías abrió enormemente sus ojos mientras retrocedía - Te prometo que no te olvidarás jamás esta experiencia

- ¡Déjame! - susurró Matías mientras retrocedía - Déjame

- De no haber sido tan cabeza dura, tanto tu madre como tu hermano estarían aquí, todo sería como antes...pero...

- ¡Asesino! ¡Maldito asesino! - cuando Matías se le arrojó dispuesto a golpearlo fue sujetado por Carlos con fuerza

- Me perteneces muchacho - lo arrojó al suelo del interior de la habitación - Y en esta ocasión nadie vendrá por ti, nadie intervendrá

- No...detente tío...detente por favor....¡No! - Carlos se desabrochó el pantalón y cerró la puerta de la habitación. Los gritos de Matías retumbaron por toda la casa pero no traspasaron las paredes.

Eran las tres de la tarde cuando al fin el segundo de los hermanos de Matías pudo concluir todo, su hermano mayor sería liberado de inmediato mientras que se pedía una orden de captura para Carlos.

Ambos hermanos fueron a la casa de este junto con la policía ya querían presenciar la captura y encarcelamiento de aquel que destruyó su familia.

Pero al llegar lo encontraron en la habitación abusando de Matías, ambos hermanos se abalanzaron a él destrozándolo por todo el cuerpo por la paliza que le dieron siendo apoyados por los policías que nada hicieron.

Sin embargo Matías había sido destrozado por dentro y por fuera, era un cadáver viviente. Alguien que apenas respiraba. No lloraba, tampoco se movía ni reconoció a sus hermanos. Simplemente se había desvanecido.

— ¿Matías? ¿Hermanito?

Nada, no volvió a hablar ni decir nada. Quedó asi, como si fuese un autista. Los días pasaron. Carlos fue condenado siendo hallado culpable de todos los cargos, pero Matías había perdido su alma al igual que el príncipe de la novela que él había estado leyendo pero que aún no pudo concluir.

Carecía de vida interior, ambos eran tan solo una carcasa vacía.

Había sido internado en un buen hospital psiquiátrico, muy bien atendido pero todo fue inútil ya que Matías había dejado de existir, ahora sabía lo que el príncipe de la novela sentía.

Ahora lo comprendía muy bien porque él también era forzado a moverse y no por el poder de una corona sino por los medicamentos que le daban pero los dos eran tan solo cadáveres, seres inexistentes que habían perdido todo el valor e incentivo para vivir. Matías ya no lucharía más, ya no lloraría ni se revelaría nunca más, no hablaría ni pensaría más.

No reconocería a nadie ni sabría lo que es estar triste o alegre, había llegado un punto en el cual tanto él como el príncipe se fusionaron formando un único ser que se limitaba a existir.

Los días fueron pasando pero en el hospital psiquiátrico parecían eternos, Matías seguía igual sin mostrar cambio alguno. Esa tarde el sol apenas calentaba con sus débiles rayos, vestido de blanco total estaba sentado en la silla que solían colocarlo cada tarde para que mirara el jardín y su increíble gama de colores sintiendo el viento acariciar su rostro. Su negra cabellera flameaba al compás del tranquilo viento pero su inexpresivo rostro permanecía igual.

Su mismo cuerpo estaba sin vida, no movía un solo músculo y solo por su respiración podían saber que seguía vivo. Esa tarde su hermano mayor había ido a visitarlo, llevaba la novela que había estado leyendo cuyo protagonista se parecía tanto a él.

Su hermano estaba sentado frente suyo leyéndole el último capítulo de la novela donde el príncipe podía al fin salir de esa pasividad y volver a ser él mismo. Tomar fuerzas y enfrentar al tío hasta conseguir hacerlo pagar por su traición. La voz de su hermano iba cambiando a medida que la acción avanzaba generando interés en cualquier oyente, inclusive en el mismo Matías si hubiese estado en su sano juicio.

La novela terminaba en el momento en que el príncipe asumía libremente el control de su reino desvastado por la peste y la hambruna pero él sabría hacerlo resurgir tras haberse reconciliado con su pueblo quien supo comprender la situación real del joven. Ahora mediante sus poderes podría conseguir la prosperidad para todo el reino.

El hermano mayor cerró el libro tras haber concluido la novela y contempló a Matías quien permanecía en el mismo sitio en la misma postura sin mover un solo músculo. Con la angustia reflejada en su voz dijo:

- Matías ¿acabarás tu historia con un final feliz como el príncipe de la novela que tanto te gustaba leer? - el aludido seguía igual y sin mostrar cambios - ¿Volverás a nosotros alguna vez hermanito? - rozó la mano de Matías esperando encontrar alguna reacción pero no sucedió nada, la angustia lo estaba matando a él también ya que no sabía qué más hacer por su hermanito menor - Por favor....Matías vuelve...te aseguro que nadie te lastimará nunca más....

- Disculpe - escuchó decir a alguien a su lado - El horario de visitas acabo

- Si....claro - velozmente se secó las lágrimas mientras se incorporaba - Discúlpeme.

El recién llegado vestía la bata blanca de doctor y sostenía una carpeta en sus manos, cuando el hermano mayor del paciente se retiró lo suficiente se sentó en la silla que quedó vacía y contempló a Matías. Su blanco cabello platinado brillaba, sus ojos turquesas resplandecían con luz propia. Colocó la carpeta en el suelo y sujetó la mano derecha de Matías con las suyas en un tierno afecto. Luego con su mano derecha sostuvo la quijada del paciente y lo forzó a mirarlo a los ojos. Ambos jóvenes se contemplaron, el doctor era mayor pero solo por algunos años nada más.

- Matías ¿me reconoces? - decía el joven doctor - Soy aquel que tanto ayudaste siguiendo mis aventuras - los ojos del aludido empezaron a adquirir cierto destello de luz- Pude liberarme de la esclavitud gracias a tu ayuda - el joven doctor apretó la mano de Matías con intensidad - ¿Me reconoces ahora querido amigo? - los turquesinos ojos de Matías destellaron con vida propia.

- ¿Príncipe? - susurró Matías y las lágrimas humedecieron su rostro - ¿Eres tú? - él asintió con la cabeza

- Tu historia también tendrá tu final feliz. No lo lamentes más. Todo pasó

- Gracias príncipe

- Gracias a tí querido amigo.