ALICE
No daba más de la alegría, al punto de no querer soltar a mi papá por nada del mundo, ya que temía que se desvanezca en el aire siendo todo un sueño, producto de mi alocada imaginación, y volver a despertarme en ese infierno donde había vivido los últimos cuatro años de mi vida.
Necesitaba convencerme de que todo ésto que estaba viviendo era real, que nada era mentira o fantasía. Nos subimos a un magnifico carruaje, mucho mas grande y lujoso del que usamos con Orfen al otro lado del océano. Me quedé sin habla, en verdad me asombré y por unos instantes no puede moverme.
Estaba paralizada y fascinada a la vez Súbitamente las palabras de mi madre regresaron a mi mente golpeandome con fuerza.
"Nunca te dejes llevar por los buenos y felices momentos de la vida, porque nada es real. Vinimos a éste mundo solo a sufrir, aún cuando parezca lo contrario".
¿Y si todo era una fantasía? ¿Un producto de mi alocada imaginación? Necesitaba saber que ésto sí era real y no se desvanecería como si de niebla se tratara..
Necesitaba sentir que todo formaba parte de éste mundo wn el que vivimos, y saber que mi madre me había mentido aún en eso.
Me aferré al diario que mi padre escribió solo para mí y fue como si el aire volviese a mis pulmones. Pude respirar al fin.
En esos momentos sentí la voz de mi papá que me llamaba y me rozaba mi hombro. Volví al presente y supe que mi equipaje había sido cargado al completo en ese hermoso carruaje.
Lo miré a los ojos y comprendí que estaba preocupado por mí, lo había asustado y eso me descorazonó. Yo solo quiero hacerlo felíz.
—¿Qué tienes Alice? — él estaba arrodillado frente mío. Le sonreí y lo abracé con fuerza. Sentir cómo él me rodeaba con sus brazos revivía mi alegría y confianza en que todo estaría mejor de lo que ya estaba.
—Nada papá, no te preocupes por mí — le respondí y era lo que realmente sentía.
Odiaría que él se preocupe y sufra por mi culpa.
— Hija siempre me preocuparé por tí. Eres mi hijita.
— Estoy bien, solo admiraba el carruaje.
Entramos sin perder un instante. Los asientos eran de terciopelo negro, calentitos y suaves. Me sentía en el mejor de los mundos.
Anthony sonreía como yo, deseaba poder conocerlo y saber todo de él. Tener un hermano de mi misma edad era super cool.
Una vez adentro, Anthony y yo nos sentamos frente de nuestro papá y de Orfen. El carruaje se puso en marcha. Inmediatamente mi papá y Orfen se abrazaron con fuerza. Era evidente lo mucho que se amaban y como se extrañaron.
Orfen acariciaba los dorados cabellos de nuestro papá con ternura mientras se besaban. Una alegre sonrisa se dibujó en mi rostro al verlos y desvié la mirada hacia la ventana para darles privacidad. Mi hermano hizo lo mismo.
Los escuchabamos a ambos decirse palabras de amor, hecho que nos colmaba de dicha. Orfen trataba de convencerlo de descansar hasta que lleguemos a casa. Pero nuestro papá se negaba a dormir, debido a que deseaba estar con nosotros. Aunque era evidente su agotamiento y estress.
—Mi vida, si no puedes dormir tendrás que volver a tomar las pastillas que te recetó el psiquiatra — decía Orfen sin soltar a nuestro papá. Al oír ésto, Anthony suspiró apesadumbrado.
— No, no volveré a tomarlas. Me drogan amor. No me gusta sentirme así.
— Entonces descansa un poco mi vida. Tus hijitos y yo estaremos aquí contigo.
— De acuerdo mi amor pero....no me obligues a tomar esas odiosas pastillas.
-—Nunca lo haría mi vida.
Ví cómo nuestro papá se fue durmiendo en los brazos de Orfen. Pero al cabo de unos minutos ví que durmiendo profundamente empezaba a agitarse en sus sueños.
Orfen lo calmó hablandole con amor, era evidente que las pesadillas lo asaltaban continuamente. Aquello me entristecía sobremanera, pero Anthony entrelazó su mano con la mía, y me dijo que no me preocupara ya que eso sucedía siempre y Orfen lo calmaba.
No me cansaba de ver a mi papá, era lo mejor que me podía pasar en la vida. Como tampoco podía dejar de ver a mi hermano, apretaba su mano para convencerme que era real.
— Tranquila hermana, nadie se desvanecerá. Yo también deseo saber de tí.
— Hermano. Te quiero.
— Yo también a tí.
Descubrir que nuestro padre y mi hermano en verdad me querían, me colmaba de alegría. Allí dentro me relajé al punto de dormirme, junto con Anthony.
No sé cuánto tiempo pasó, pero cuando sentí unas caricias suaves seguidas de la voz de mi papá, me desperté para comprobar que habíamos llegado y era de noche.
Nos bajamos, mi papá me llevó dentro de la mansión donde quedé más que asombrada al ver el lujo y lo gigante que era el interior de ese lugar.
¿En verdad viviría allí? Parecía un hermoso cuento de hadas donde el hechizo se rompía dejando lugar a las más fascinantes maravillas.
Mi papá me llevó a la biblioteca, sitio favorito suyo. Esculturas adornaban aquel lugar, cuyos libros se perdían de mi vista. Me mostró los sitios donde estaban sus libros favoritos, en verdad me fascinaba aquello, sobre todo porque era algo de papá.
Luego salimos y me llevó a mi cuarto donde todo mi equipaje acababa de ser depositado allí. Él me dijo que al día siguiente saldríamos para comprarme más ropas, pero yo no imagimaba si podría llegar a usar la cantidad que Orfen me había comprado al otro lado del océano.
No obstante, no dije nada ya que adoraba la sola idea de compartir cosas con él.
— Iremos a cenar y luego a dormir — dijo Orfen apoyado sobre el marco de la puerta. A su lado estaba Anthony.
— De acuerdo amor — mi papá me abrazó — Vamos hijita, debes tener hambre.
En verdad empezaba a comprender el concepto de la felicidad.
ORFEN
Varios días transcurrieron desde que Alice se pudo reunir con su padre Liam logrando que su ánimo se avive al punto de permitirle a su amado emo dar el paso final. Casarse.
Ahora todos los invitados aguardaban en el jardin donde el altar estaba listo, el sacerdote junto a Orfen y los testigos aguardaban. Los invitados esperaban también.
Orfen vestía un elegante y fino traje negro completo. Liam vestía un hermoso y fino traje blanco con camisa blanca.
Anthony vestía igual que su padre. Era Liam en miniatura. Y Alice vestía un inmaculado vestido rosado, igualita a su papá también.
Llegó el momento en que el sacsedote le preguntó a Liam si aceptaba a Orfen como esposo, y él miró a su amado a los ojos mientras las lágrimas humedecían sus ojos color del cielo.
— Si, lo acepté hace tiempo y hoy lo sigo aceptando, porque lo amo más que ayer.
— Los declaro esposos. Señores Archer Von Fosher.
Liam se avalanzó hacia Orfen con amor intenso, para darle una salvaje beso mientras se abrazaban fuertemente.
Risas, alegría, carcajadas, baile, abrazos. Todo estaba impregnado en ese peculiar clima de fiesta, donde todos disfrutaban tanto como los novios.
Anthony le iba indicando a Alice donde estaba cada sector, quienes eran cada uno de los invitados y cómo actuar ante ellos.
Ésto sucedía porque él se había criado en ese ambiente, por tal razón sabía cómo actuar. Alice si bien había aprendido bastante esos últimos días, aún le faltaba bastante por aprender.
Alice viviría solo para su padre, sabía que eso era lo que más felíz la hacía. Y Liam se sentía mejor que nunca.
Anthony deseaba que su padre sea felíz y él procuraría que eso suceda siempre.
En definitiva, Liam podía estar tranquilo sabiendo que sus dos pequeños lo adoraban al punto de esforzarse por lograr que él sienta esa paz interior que solo placer le otorgaba.
La boda con Orfen era el último paso a seguir para afianzar su relación con él, su amor intenso y real que sentía por el azabache.
Mientras Alice estaba junto a su padre, Anthony husmeaba por sectores más alejados.
Así llegó a un prado donde encontró a un niño de su misma edad. Vestía pantalones negros, camisa marrón y púlover cuello V marrón oscuro.
Muy elegante, supo que pertenecía a su mismo mundo también. Blanca piel lozana y negra cabellera. Intensos ojos verdes.
Anthony se acercó a él, su verde mirada lo traspasó enmudeciendolo unos instantes. Pero se sobrepuso al instante siguiente y dijo.
—Hola, soy Anthony ¿quien eres tú?
— Eres el hijo de uno de los recién casados — la voz del otro niño era envolvente
— Si ¿quién eres?
Cuando quiso responder, una mujer rubia se acercó diciendo:
— Con que aquí estabas, te estuve buscando — ella se notaba molesta.
Anthony vió cómo lo sujetó del brazo con violencia y prácticamente lo arrastró con ella lejos suyo.
Anthony pudo ver la mirada de angustia que se reflejaba en el rostro del niño. Ésto lo hizo recordar los momentos vividos junto a la tutora momentánea, esa perra que solo sabía atormentarlo.
Ellos desaparecieron de su vista y la voz de su hermana lo regresó al presente.
—¡Anthony! — ella lo sujetó de la mano — Ven, van a cortar la torta. Apurate.
Así ambos hermanos se fueron para el lado contrario. No lejos de allí, la mujer y el niño se acercaron a la puerta aprovechando que no había nadie.
Fausto aguardaba del otro lado. Ella, que era su hermana y al estar casada tenía el apellido del marido, fue invitada junto a su esposo a la boda.
Pero jamás a Fausto, de echo los recién casados ignoraban que él vivía en esa ciudad también. Mejor para todos.
— Al fin llegas Fausto — le decía su hermana quien arrastraba al niño — Sería mejor que te ocupes de tu hijo de vez en cuando.
— Sé que Gabriel no te molesta...hermana. Él no es un chico problemático. No deberías quejarte tanto.
—No debería estar aquí, en éste lugar. Sabes perfectamente lo que sucedería si se enteran que estás aquí y que él es tu hijo.
Fausto sujetó a Gabriel y mientras la mujer regresaba a la fiesta, padre e hijo subían al carruaje y se alejaban del lugar.