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Chapter 3 - CUANDO LA ENCONTRÉ

Mis hermanas mayores me hablaron de mi responsabilidad como hijo varón de encontrar a la que será la señora de la casa una vez que me case con ella, realmente no me agrada la idea de casarme con una señora cuando a penas cumplí cuatro años y por lo que papá dijo en la cena empezaré a asistir a la escuela en unos días.

Mi mamá está muy emocionada por mi entrada a la escuela así que me llevo a comprar ropa al centro comercial, dónde nos topamos con la profesora Bahena, quien fue maestra de literatura de mis hermanas mayores y la mejor contando cuentos, mi madre como es su costumbre al verla no duda en darle un gran abrazo, sin embargo la profesora es una mujer que si no la conoces da mucho miedo, ya que es muy alta, con una mirada muy intensa y una voz que puede hacer que cualquier persona sienta que está siendo regañado.

Mi madre cuestionó a la profesora sobre el por qué se encontraba en el centro comercial comprando ropa de niña, a lo que la profesora respondió diciendo que tenía una hija de mi edad que entraría a la escuela, eso me causo alegría, ya que no sería el único que nunca había ido a la escuela la hija de la profesora tampoco lo había hecho.

Pero espera, ¿una hija? yo solo conocía a Héctor y Hugo, sus hijos gemelos que mis hermanas mayores siempre decían que ojalá y fueran sus prometidos, mientras que yo tengo que casarme en con la señora de la casa... mi madre me voltea a ver desconcertada al parecer dije lo que pensé en voz alta, la profesora me miró y sonrió, realmente me da miedo nunca la había visto sonreír nunca.

Mientras yo moría de miedo la profesora se inclino hacia mi y me dijo —la señora de la casa será cuando te hayas casado con ella desde el momento en que la encuentres hasta ese momento la llamaras prometida, no será un mujer adulta, aunque algún día lo será cuando tú lo seas, pero en este momento podría tener la misma edad que tienes ahora.

Las palabras de la profesora me hicieron sentir tranquilo, al llegar a casa le conté a mi padre lo que la profesora me había dicho y mi padre simplemente dijo, espero que tú prometida no resulte tan inútil como la mía que solo pudo darme un hijo varón, yo amaba a mis hermanas al igual que a mi madre asi que las palabras de mi padre me parecían muy crueles.

Esa noche decidí que desafiaría a mi padre y que si quería conocer a mi prometida no lo permitiría que en cuanto la encontrará la asustaría tanto que no querrá serlo más y mi padre tendrá que querer a mis hermanas.

Los días siguientes me la pasé llorando y retorciéndose como si me doliera algo en lo más profundo de mis entrañas, mi objetivo era que mis padres decidieran que no era tiempo de ir a la escuela pensé que si no salía de casa no podría conocer a esa prometida que mi padre tanto quería; está de más decir que en cuanto el médico cruzó la puerta mi plan fracaso.

Mi siguiente idea fue hacer enojar tanto a mi padre que me enviara a mi habitación de por vida, así si me quedaba castigado tampoco conocería a aquella persona; así que fui al garage donde encontré una gran cantidad de pinturas de colores las mezcle todas hasta que se convirtieron en un gris asqueroso que verti sobre el auto favorito de mi padre, me prepare para recibir una paliza y el tan avisado castigo.

Por la noche cuando mi padre regreso a casa, me miró fijamente con sus profundo ojos negros, esos ojos que parecían llevarte a un abismo profundo dónde solo hay sufrimiento, sin decir nada solo se quedó así mirándome, no pude soportarlo más, en un momento de debilidad grite ¡No quiero una prometida, no quiero una esposa a la que quieras más que a mamá y a mis hermanas!

La casa quedó en silencio por unos segundos, aunque yo ví pasar mi corta vida delante de mi en ese momento, no fue si no la risa de mi madre la que rompió el silencio, como era costumbre de un carácter muy feliz mi madre dijo me dijo que la única persona que amaría más a mi prometida que las mujeres de mi familia sería yo. Yo amar a alguien más que a mí familia esa idea tampoco me hacía para nada feliz.

De repente mi padre aclaro la garganta miro fijamente a mi madre, y sin decir nada, mi madre asintió con la cabeza; después de eso conocí lo que era afrontar las consecuencias de tus actos la siguiente semana lave todos los días los autos de mi padre hasta que brillarán, realmente fue muy cansado hacer eso.

Mi padre dijo que mi castigo había terminado y que la día siguiente ya no tendría que lavar autos, lo que me hizo realmente feliz; pero al entrar en mi habitación ví que mi madre había preparado la ropa de la escuela para el día siguiente, que tonto fui, por estar castigado no había hecho nada para lograr evadir la escuela.

Al día siguiente mi madre prácticamente se montó en mi para hacer que me arreglará para la escuela, llore todo el camino y aún así está cruel mujer no dejo la idea de ir a la escuela.

En el auto patalie, grite y me arrastre, cuando por fin entre en el salón todos los niños me miraban mientras yo seguía llorando, de repente mi madre llamo a una niña que parecía más pequeña que los demás al rededor además de ser muy delgada, realmente sus manos apretadas me dicen que está muy asustada y eso me hace pensar que realmente me veo ridículo haciendo una escena.

Mi madre le pide a la pequeña niña se acerque, le pregunta su nombre y ella responde con una voz muy dulce Mina, la curiosidad fue más fuerte que todo cuando mi madre dijo que ella era mi amiga tenía que verla, y está solo ahí parada con unos enormes ojos cafés que parecían que si yo no dejaba de llorar ella también comenzaría a hacerlo, pero a pesar de eso me sonreía así que hice lo mismo, en ese momento lo supe, la había encontrado había encontrado a aquella mujer dragón que me atormentaba de noche, solo que no era nada aterradora, la chica a la que mi padre amaría más que a mis hermanas y que realmente parecía que lo merecía, ¿de verdad solo bastaba eso para decir que ella era mi prometida?