~Primer año con los gemelos~
Los bebés tenían vueltos locos a la pareja, ambos trataban de consolar al par, pero ellos parecían llorar más fuerte con sus esfuerzos.
—¡Por favor, deja de llorar!— Decía Elián angustiado.
—¡si le gritas seguramente se calme!—
—¡Estoy haciendo lo que puedo!—
—¿En serio? Pues, últimamente pareciera que solo yo me llevo el trabajo... ¡Eres su madre y ni siquiera sabes cuando tienen hambre o no!— Increpó el alpha.
—¡Pues, perdón por ser tan mala madre! ¿¡Tú crees que yo iba a saber que estoy sucedería!? ¡Hice lo que pude para prepararme y criar a nuestros hijos!—
—¿Dónde es que aprendiste que ni siquiera puedes preparar un biberón?— Elián ya bastante enojado, cansado y humillado dejó a Julián en la sillita de comer.
—¡Si te parezco un estorbo entonces me voy!— Salió de la casa dando un portazo.
—¡Ahg...!— Frustrado dejó a su hijo igualmente en la sillita de comer y salió tras su omega. —¡Elián! Ahg...— Su ánimo se transformó en el mismo de su pareja. Al ser su compañero podía sentirlo. —¡Elián!— Se acercó a la plaza, donde el rubio lloraba en un banco. —Elián...—
—¿Por qué no te casaste con un omega perfecto en maternidad?— Trataba de limpiar sus lágrimas, pero continuaban desparramandose.
—Eli, perdóname... Yo no quise decirte eso—
—¡Pero, es lo que sientes!— Observó con furia, asustando al alpha. —Vuelve, todavía no se han calmado—
—Quiero criar a mis hijos contigo... Elián, te amo... Solo ha sido difícil para los dos, aún están en su primera etapa, es normal que lloren siempre ¿No?—
—Sí... La guía decía que en su primer año solo lloran a gritos, duermen y comen, resumidamente— Kenny acarició la cabeza de su esposo.
—Perdón, Eli... Culpar a otros te hace creer que las cosas saldrán más fácil, pero no... Yo no debí decirte eso—
—Tienes razón, soy una madre defectuosa— Sonrió deprimido. —Pensé que con solo aplicar lo que aprendí de los libros resultaría todo, pero olvidé que ni un libro de cocina puedo seguir—
—Eres muy inteligente, Elián... Seguramente se te ocurra algo—
—Ya veremos—
—Pero, en serio, mi amor, perdóname— Tomó de su mano y besó la frente de su amado.
—Está bien— Ambos sellaron sus sentimientos en un beso. —Te amo, Kenny—
—Yo también— Besó su mejilla.
—Ahaja, me haces cosquillas— Se miraron con una sonrisa antes de tomarse de la mano y volver adentro, donde todavía los bebés gritaban descontentos. Pero cuando sus padres se acercaron con una agradable sonrisa ellos se tranquilizaron.
—Dejaron de llorar...— Se sorprendieron.
—¿Crees que quizás la causa hayamos sido nosotros?— Preguntó Elián. —¡Rayos, los bebés son sensibles a las feromonas que emiten sus padres!—
—Y nosotros somos del tipo dominante— Suspiraron, para luego reír, mientras veían a los bebés dormirse.
—¡Upa, a mimir!— Levantó Elián a uno de los bebés para dejarle en su cuna, por lo que Kenny hizo lo mismo.
—Finalmente, podremos dormir— Se tiraron sobre su cama tomados de la mano.
~3 años después~
Fred y Sieg visitaron un feriado a la familia Sanz, y trajeron a Adrián para que jugara con los gemelos.
—Es fantástico que su negocio creciera tanto—
—¿No piensan en hacer una empresa?—
—Nada de empresas— Contestó Elián a su amigo.
Fred se quedó mirando los trofeos y diplomas que estaban colgados en la tienda, para la admiración de los clientes. —Elián... ¿No has pensado en continuar con los deportes?—
—Los deportes son mi pasatiempo, ahora que los niños están más grandes puedo tener más tiempo para mí— Contestó.
—Eli, estaba pensando... El otro día, revisé como iban los clubes deportivos de mi familia, y vi que hay falta de personal, específicamente entrenadores que quieran tratar en un club pequeño como en el que íbamos. Y nuestra profesora se jubiló hace unos años, por lo que pensaba cerrar el club de esta ciudad... Pero, aún pienso que tu talento no se debe desperdiciar...— Fred no terminó de hablar cuando Elián botó la silla de la conmoción.
—¿¡Fred, estás diciendo que puedo convertirme en entrenador!?— Se aproximó raudamente hacia él.
—¡Sí...! Claro, tendrías que tomar unos poco cursos de preparación. Pero, sí estás bien con eso...— Elián abrazó al beta con entusiasmo.
—¡Sí! ¡Sí!— Soltó a Fred en el minuto que lo dejó sin aire. —Eh... Kenny— Miró al nombrado, que limpiaba la barra.
—Está bien si es lo que quieres hacer— Le sonrió agradable.
—Creo que lloraré de la felicidad—
—Ahaja, te informaré sobre ello— Acarició la cabeza de su mejor amigo.
—No sé como agradecerte, Fred—
—Ya me devolverás el favor algún día— El emotivo momento, fue interrumpido por el alboroto de los niños. Ellie y Adrián se encontraban peleando en el suelo.
—¡Ma!— Julián agarró los pantalones de Elián, al sentir miedo por la pelea.
—¿¡Adrián, qué haces!?— Fred agarró a su hijo que estaba golpeando al pobre rubio.
—¡Whaa!— Lloraban los dos peleadores.
—¿Qué pasó?— Se acercó Sieg a tomar a su hijo problemático.
—¡Mamá! Lanzó mi dino...— Apuntó a Ellie.
—¡Ma, rompió mi juguete!— Se apuntaron mutuamente.
—Pff...— Fred se estaba riendo de la escena, cuando recibió un golpe de ambos omegas. —¡Auch! ¿Adrián, por qué rompiste su juguete?— Se amurró. —Contesta—
—¡Es su culpa!— Gritó sin dar explicación.
Kenny se acercó a Ellie para buscar alguna solución al problema de los infantes. —¿Lanzaste su peluche?—
—Sí— Contestó de brazos cruzados.
—¿Por qué?—
—El rompió mi peluche— Mostró su conejo despedazado y todos miraron a Adrián por su comportamiento salvaje.
—Adrián... ¿Cómo pudiste hacerle eso a un peluche tan lindo?— Preguntó Sieg exaltado por tal acto de crueldad hacia el conejito.
—¡Él dijo que su peluche es más lindo que yo!— Fred se golpeó la cara por su débil argumento.
—Creo que hemos mimado mucho a Adrián— Suspiró. —Lo siento, Elián, mi hijo necesita disciplina—
—Ahaja, bueno, son niños—
—Mhm, creo que no se podrá arreglar, Ellie— Dijo Kenny analizando al peluche.
—Uhh.. ¡Era mi conejito!— Lloró y su hermano gemelo lo abrazó.
—Te compraremos otro— Mencionó Kenny.
—¡Yo no quiero otro! ¡Quiero mi conejito!—
—Uhg... Si no me equivoco se lo dió Julen, tal vez debería preguntarle dónde lo compró si no se olvida del conejo— Dijo el rubio cansado.
—Lo siento, mucho, Elián...— Se apenó el pelirrojo. —¡Adrián, lo que hiciste estuvo mal! No debes romper cosas de otros, solo porque te hablaron feo—
—¡Yo soy más lindo que ese toto conejo!— Se quejó, pantaleando en los brazos de su papá.
—¡Heriste a Ellie, discúlpate!— Regañó Fred, a lo que su hijo se paralizó y asintió avergonzado.
—...Lo shento...— Ellie se escondió detrás de su hermano.
—¡No, eres malo!— Increpó el pequeño, dejando de piedra al otro.
—¡No soy malo!—
—Oh, por Dios— Se sostuvo la cabeza Elián. —Creo que es mejor separarlos— Los adultos asintieron.
—Lo lamento, Eli, obligaré a este pequeño mocoso a elegir un peluche para Ellie— Julián continuaba a la defensiva, escondiendo a su hermano.
—¿Y por qué algo me dice que tendremos que aguantar esto por el resto de nuestras vidas?— Rió Fred antes de irse.
—¡Bye bye!— Les dijo Sieg.
—En serio... Estos niños... Ellie, papá te curará esas heridas— Elián le dió el botiquín de primeros auxilios a Kenny.
—¿Dónde te lastimó?— Desinfectó las heridas de su hijo.
—¿Quieren un poco de helado?— Elián sacó la casata para servirles.
—¡Yo quiero!— Contestaron los niños.
Un helado puede ayudarte a alegrarte en un día caluroso.
Mientras tanto, Fred le reclamaba a su hijo mientras iban camino a casa. —¡Adrián, no vuelvas a hacerle algo así a Ellie!— El pequeño lloraba disgustado .
—Ya, Fred, no podemos hacer mucho tampoco— El omega tomó en brazos a su hijo para arrullarlo. —Adrián, tienes que ser cariñoso con Ellie, tu puñito no resolvera nada— Dijo tiernamente a oídos de su hijo y enseguida el niño asintió.
—Lo siento... Yo no quería... Pero, Ellie pefiere a ese toto conejo—
—¿Entonces, todo eso fue porque estabas celoso de su peluche?— Fred suspiró.
—Ahaja, eres es como tu papá, Adrián— Se rió.
—¿Qué quieres decir?— Tocó el botón de la reja de la entrada, para que le permitieran entrar a la mansión.
—Estoy seguro que Adrián crecerá teniendo un carácter como el tuyo—
—Por favor, no... Ya es suficiente con aguantarme a mí mismo— Dijo.
—¡Mamá!— Expresó de repente. —Quiero galletas—
—Te daré galletas, pero tienes que escoger un peluche para Ellie y disculparte ¿Lo harás?—
—Sí— Contestó aburrido empezando a colgar de los brazos del pelirrojo.
—¡Adrián, te caerás, si haces eso!—
—¡Wii~!—
—¡Fred, se me va a caer!— El pelinegro lo tomó antes de que ocurriera lo peor.
—¡Papá, voltereta!— Dejó al niño sobre el pasto del jardín delantero y éste empezó a hacer ejercicios.
—Vaya... Se nota que es tu hijo— Observaba Sieg.
—¿Por qué salió a mí, Dios?— Se quejó.