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Chapter 23 - Las luces del océano

—¡Ya es suficiente! ¿Fred, te haz vuelto loco? No puedes encerrar a alguien contra su voluntad—

—¡Entonces explícame que carajos pasa! Decidieron no casarse...— Me aferré afligido a la puerta.

—-No queremos casarnos de esa forma... Fred, déjame salir—

—¡No puedo entenderlo!—

—¡Fred, yo amo a Kenny!— Declaró y asombrado abrí los cerrojos. Ya lo sabía, pero no quería saberlo.

—¿A esto te referías con que él era importante para tí?—

—No lo dije por eso. Pero, no importa. Quiero decirte claramente mis sentimientos y espero que lo entiendas, porque te quiero Fred, eres mi mejor amigo. Siempre estuviste para mí y en serio no encuentro palabras para agradecerte. Gracias, Fred. Gracias a tí pude volver a ver la vida como un camino bello y cálido. Así que si necesitas algo o te metes en problemas, siempre puedes llamarme— Aclaró. —¿Y bien...?  ¿Qué dices? ¿Todavía quieres ser mi amigo?— Me acerqué a abrazarlo, luego de deshacer la seguridad de la puerta.

—Nada sería más trágico que nunca volver a verte—

Mantuve encerrado a Elián un día entero. No me cabía en la cabeza lo que ocurrió. Finalmente escapó de su familia y arreglaron las cosas. Supongo que en algún punto mis emociones me carcomieron. Había instalado unos cerrojos en la puerta de mi habitación. ¿Por qué lo hice? Ni puta idea, no estaba pensando cuando lo hice. Me sentí tan abandonado que tuve la necesidad de hacerlo y cuando vi a Elián llegando de Canadá, simplemente lo encerré ahí. No quise escuchar lo que dijo hasta la noche siguiente.

Él me perdonó fácilmente. En realidad no le importó mucho lo que hice, pero me regañó. Me dijo que no debía encerrar personas. Que no tenía ningún derecho. Él tiene razón, pero para mí, la lógica en mis sentimientos nunca tuvieron sentido. Creo que termino obsesionandome con lo que me gusta, y sin querer les hago daño. Un amor tan excesivo como el mío no debería existir. Así que pensé que tal vez no sería bueno amar, no debería enamorarme de nadie. Y volví al punto en que nadie merece un amor tan violento como el que siento.

—¡Te dije que no intentarás nada!— Por supuesto, Kenny quería golpearme, ya que no supo nada de Elián en 24 horas. Lo secuestré de alguna manera.

Kenny me agarró de la ropa, y créanme que tener a un chico tan alto como ese moreno levantarte, daba mucho pánico.

—¡Kenny! ¡Detente! No lo hagas. ¡No lo golpees!— Elián detuvo fácilmente a Kenny.

—Lo voy a dejar pasar solo porque Elián me lo pidió. Pero, si sucede algo nuevamente por tu culpa, no saldrás ileso— Me amenazó.

—No volverá a hacer nada, así que no te preocupes, Kenny. Mírame, estoy bien— Le sonrió.

—Bien...— Me observó. Eli es un santo, detuvo a ese demonio de masacrarme.

—¡Ring! ¡Bzzz!

—¿Mhm...?— Me había quedado dormido en el sillón. —¿Aló?— Contesté soñoliento.

—¿Podemos vernos?— Di un respingo al reconocer la ronca voz.

—¿Jake...?—

—Sí, baja la voz... Necesito hablar urgentemente contigo. Estoy abajo, te espero— Me cortó.

—¿Qué diablos?— Lo vi desde la ventana. —Ese mal nacido...— Gruñí, y me dirigí a ponerme un abrigo. Con cuidado, de que Sieg no se diera cuenta, salí.

—Entra— Tiró el cigarro al suelo y lo pisó. Hice caso entrando a su auto. Tenía un chófer que conducía. —¿Estás viviendo con Sieg ahora?—

—¿Y qué es así?—

—Es importante, necesito saber si te encargaras de todos los cuidados de Sieg—

—¡No es una mascota! ¡Y por supuesto que sí, lo cuidaré mejor que tú!— Exclamé.

—Oh, bien... Eso me alegra— Se alivió. —Entonces te lo daré— Dijo.

—¿Darme? ¿Darme qué?—

—Baja— Los guardaespaldas de Jake abrieron la puerta y nos llevaron al fondo de un viejo almacén. Nos sentamos en la mesa iluminada. —Trae el contrato— Hizo una seña y me entregaron unos sobres. —¿Recuerdas cuando los padres de Sieg fallecieron en aquel incendio?— Yo asentí abriendo uno de los sobres. —Bueno, ellos llegaron a un acuerdo con mi familia. Al parecer sabían que su muerte llegaría. A cambio de mantener y proteger el apellido Gilga, literalmente nos dieron a su hijo omega.

—¿¡Qué!?— Leí el contrato con precisión.

"... Llegando al acuerdo de darles como pertenencia a nuestros hijo, Sieg Gilga (...) Obteniendo el derecho de guardar su herencia con él... Así, una vez cumplidos la mayoría de edad queda totalmente bajo la responsabilidad de los Zuzunaga..."

Fui leyendo rápidamente todo el contrato, llegando al segundo, donde decía que por el hecho de que Sieg era un omega, quedaba bajo la propiedad del heredero Zuzunaga...

—¿¡QUÉ MIERDA!? ¡¿Qué significa esto Jake?!— Grité.

—Tranquilizate— Los hombres de negro, me obligaron a sentarme. —Resumidamente lo del matrimonio, era más que nada una fachada, para que Sieg pasara a ser de mi propiedad. Ahora, tú sabes bien que existe el tráfico de omegas en el mundo... Digamos que me acaban de vender a Sieg...—

—¿Cómo diablos sus padres dejaron un testamento así?— Me estresé releyendo las bases.

—Es simple, pensaron en la seguridad de sus hijos, sobre todo la de Sieg. No hay ningún familiar cerca, y los Gilga solo confiaban en mi familia... ¿Sabes que le sucede a un omega huérfano?— Preguntó. —Los llevan a una especie de albergue y si tienen una buena línea familiar son obligados a tener y criar a niños con alphas de élite— Estaba impactado con toda la información que me trasmitía.

—¿Sieg lo sabe...?—

—No, pero puede que tenga alguna idea—

—¿Por qué me llamaste para contarme esto...?— Pregunté.

—En realidad iba a hablar con Elián al respecto... Pero, él ya no pertenece a la familia Rosset y está ocupado. No puedo darle esta responsabilidad. Tú eres diferente, Fred. Te necesito para que Sieg pueda estar protegido— Me mostró una hoja. —Esto finaliza mis lazos con Sieg. Por decirlo así, el divorcio. Quiero que firmes—

—¿Estás traspasandome el dominio de Sieg?—

—Sí, ahora pertenecerá a tí. Al hijo de la familia Rous, inmediatamente Sieg dejará de llamarse Sieg Zuzunaga, para pertenecerte— No entiendo nada. No comprendo nada... Es como si estuviera pasándome su juguete favorito para que lo guarde.

—¿Cómo pudiste aceptar una cosa así...? ¡Usar de esta manera a Sieg como si fuera un objeto no está nada bien!— En cuanto me paré, él estrelló mi cuerpo contra la mesa, y los papeles saltaron.

—¿Crees que es gracioso para mí...? Así es como hacemos las cosa en mi familia. Así que deja de ser un imbécil y firma. ¡Te estoy dando a mi perra! ¿¡Qué no lo ves!? ¡Acepta de una puta vez! ¿Acaso no te gusta Sieg?—

—¡No pienso así de él!—

—¿¡Entonces, por qué no firmas!?—

—¡Porque no merece que hablemos así de él!— Me opuse.

—Es lo que es... ¿Qué crees que es un omega?— Me jaló del pelo. —No importa como lo veas... ¿O me dirás que esa perra no trato de tener sexo contigo?— Me exalté. —¡Ahaja! ¿Lo intento no es así? Su perfume está plagado en tí... Él es muy bueno con eso, sobre todo usando su boca. Puedes probar sus servicios si firmas, totalmente el servicio completo— ¿Cómo podía hablar así con una sonrisa? —Será tuyo... ¿Por qué no firmas? ¡De todos modos, esto es ganarte la lotería! Es muy normal comprar un omega. Yo te lo estoy dando completamente gratis—

—Maldito...— Me ofreció su pluma y la tomé, limpiando la sangre del golpe que me dió. Firmé el jodido papel correspondiente.

—Muy bien, diviértete con él. Aquí tienes todo— Me entregó unas cinco carpetas.

Me llevaron devuelta a casa. —Mierda... ¿Qué fue todo eso...?— Cerré con cuidado la puerta y entré a la habitación a la cual nunca entraba y dejé las carpetas sobre el escritorio para volver a cerrar.

Entonces, entré a mi cuarto. Sieg había hecho un nido con todas mis ropas. ¿No era malo que haga algo así...? Debería averiguar más sobre las conductas de un omega. Acaricié delicadamente el pelo rojizo de Sieg.

—... ¿Jake...?— Abrió los ojos.

—Lamento no ser tu príncipe azul— Aunque es más como el villano del cuento ¿No?

—¡Fred!— Se me lanzó encima. —¿Qué le sucedió a tu cara?— Se angustió.

—Nada importante... Sieg, acabo de regresar de hablar con Jake.—

—¿¡Qué...!? ¿¡Por qué no me dijiste!?—

—Sieg, vino a hablarme de los papeles del divorcio...— Contesté.

—¿¡Tú crees que a mi me importa eso!? ¿¡Por qué no lo detuviste...!? ¿¡Tan mal esposa fui que ni siquiera se digna a verme a la cara!?—Empezó a darme golpes en el pecho con sus pequeños puños. —¿Por qué, Fred...? ¿Por qué me dejó? ¿Al menos te lo dijo?— Estaba temblando de rabia más que tristeza.

—Sieg... Lo siento... Jake solo me dió toda tu información legal para que siguieras con tu vida...— Dije.

—¿Ni siquiera se vió interesado en mí...?—

—No... No lo sé— Admití indeciso, luego de ver esa faceta extraña de Jake estoy dudando de él. Pero, seguramente está así porque se ha estado drogando.

—Ya veo...— Empezó a reírse mientras dejaba salir sus lágrimas.

—Sieg...— Toqué su mejilla y lo abracé.

—¡No, no me abraces!— No lo solté a pesar de su pataleta. —¡Déjame...! Yo no quiero... Si sigues consolandome así... Si sigues cuidándome yo...—

—¿Tú qué, Sieg...? ¿Te enamorarás de mí?— Suspiré. —Sieg, si eso te haría sentir mejor, entonces ámame— Calqué. —Pero, ten en cuenta que si lo haces no habrá vuelta atrás. Tragaré cada uno de tus sentidos, mucho más de lo que tú has hecho. Y te consumiré, te aprisionaré hasta el nivel de no dejarte jamás escapar— Susurré en su oído. —No estoy siendo amable contigo, Sieg. Estás en mi casa ahora, así que me perteneces— Dije. —Corre antes que no pueda darte opción. Buscaré un buen lugar dónde puedas vivir y...— Me jaló de la polera antes que pudiera continuar hablando.—¡Mhm! ¡Mhn!— Metió su lengua hasta el fondo de mi garganta sin previo aviso. —¿¡Qué...!? ¡Hace un rato estabas llorando por tu ex esposo y ahora me saltas encima! ¿¡Quién te entiende, diablillo!?—

—Tú siempre has sido mucho más importante que mi esposo... ¿Te lo dije verdad? Me casaría con Jake, para olvidarme de tí—.

Recordé cuando Elián me obligó a ir a buscar a Sieg.

Recordé esa silueta frágil, dirigida por un traje blanco, junto a un velo trasparente, que voló, mostrando el salvaje carmesí del cabello de aquel omega. No fue difícil atraparlo, aproveché la oportunidad de agarrar su mano, antes de que tropezara. Porque aquel chico era tan torpe, que ni siquiera en sus zapatitos se podía fiar.

—Suéltame— Dirigió con una voz suave.

—¿A dónde pretendes huir?— Se rindió, sentándose en la acera. Por lo que hice lo mismo.

—Mi mayor sueño siempre fue casarme en un día soleado, junto al silbido de los pájaros, caminando por un terreno acolchado como el pasto. Y que al final pudiera ver a la persona que amo... Siempre quise casarme con un buen alpha, porque me criaron pensando que un lindo omega como yo, debía casarce con un alpha respetable como papá. Mis padres fueron muy felices juntos, su historia parecía un cuento de hadas, tal vez por eso se desvanecieron pronto...— Su pequeño cuerpo temblaba. Tímidamente jalé de su hombro, acercandole a mi cuerpo.

—La historia de tus padres no será la misma que la tuya. Elián una vez me dijo eso... Creo que es normal sentirse asustado... A mí siempre me comparan con mi padre, hasta que dicen "¡Oh, que mal, es un beta!", creo que físicamente me parezco mucho a ella, y aveces veo a mi papá en mí, por eso mismo.—

—Quería repetir la historia, pero como tú dices, no tendré la misma historia de ellos... Y me di cuenta que mi sueño perfecto no era lo que pensaba. ¡No había nada de perfecto en ello! Cuando me acerqué al altar me di cuenta... Mi sueño estaba ahí, pero no era lo que realmente amaba— Se partió en lágrimas.

—¿Qué quieres decir...? Jake te está esperando. ¿No es así? ¿Vas a abandonarlo así?—

—¿Tú podrías casarte con una beta como debe ser, y olvidarte debidamente de la persona que siempre quisiste?— Me preguntó firmemente. —Tú no pondrías un pie en tu boda— Observó afligido.

—Tienes razón, pero eso significa que hay alguien que amas mucho más que Jake... ¿Por qué no estás con esa persona ahora?—

—Ahora mismo estoy con esa persona— Agachó la cabeza. Y me sorprendió, dándome cuenta de que la persona que siempre amó fui yo. ¿¡Soy el que se robó a la novia!? ¡Jake definitivamente me matará si se entera!

—¿Desde cuándo...?—

—Como hace 10 años...—

—¿¡Por qué no me lo dijiste...!?— Procesé furiosamente apenado.

—... Solo no tuve el valor, sobre todo después de enterarme que siempre quisiste a Elián. La amistad está sobre eso...— Sus lágrimas continuaban cayendo.

—Perdóname, por ser un imbécil y nunca darme cuenta...— Me abrazó.

—¿Cómo podías? Si nunca tuviste ojos para mí ¡Eres un tonto!— Me golpeó en el brazo, y en el pecho con sus pequeños puños. —¡¿Por qué tuviste que protegerme tanto si iba a terminar así...?!—

—¡Tú eres especial para mí tanto como los otros! Además, no pude evitarlo, me daban ganas de cuidarte...— Aclaré.

—Lo sé, eres así de amable... ¿Por qué tuve que enamorarme de un poco sincero beta?—

—¿Perdón, ya?— Discutí y luego de un breve silencio comenzamos a reír.

Observé sus ojos todavía con lágrimas, por lo que acaricié su pelo. —No llores más... En verdad no soy bueno consolando...—Él deslizó sus manos por mi rostro hasta besarme. —¡Mhm!— Su beso era forzoso, pero delicado. No parecía muy seguro de sus actos, y es comprensible. Acepté el beso, de todos modos esta sería nuestra despedida.

—Me casaré, para olvidarme de tí— Limpió el maquillaje que derrochó en mis labios.

—Está bien— Sonreí.

Fue un repentino flashback que finalizó en los ojos multicolor del pelirrojo.

—No te olvidé, Fred y Jake tampoco pudo olvidar a la persona que amaba... No puedes buscar un remplazo en otra persona. Seguramente, Jake no aguantó más ese hecho y por eso me terminó. Yo aún recuerdo... Ahaja... Cada cosa que pasé contigo... El sonido de las olas, el de los fuegos artificiales, mientras me tomabas... El sabor del alcohol mezclándose con tus labios en medio de la piscina... Cada uno de tus toques... Cada vez que venías al bar solo para tomar, debido alguna pelea con Eli. Cada insignificante cosa que estuvo a mi vista... Y aún así solo verte nunca ha sido suficiente para mí.— Confesó.

—Sieg...— Se abalanzó hasta tirarme al suelo. —¿...?—

—¿Qué es lo que no te gusta de mí?— Su rostro sonrojado me enfrentó.

—Yo quiero gustarte... Sé que no sirvo de mucho, pero al menos... Puedo cambiar algo de mí para que me quieras...—

—Yo tal vez no tenga un cuerpo como el de Elián, pero creo que puedo satisfacerte.— Comenzó a sacarse la polera. —Llevo mucho tiempo enamorado de tí... Tanto que ya no sé que hacer con este furor... Las veces que tuvimos sexo, fueron tan buenas que nadie se comparará a tí... Ni siquiera un alpha. ¿Será porque es diferente hacerlo con la persona que quieres?— Habló suave. —Te daré todo de mí... Pero, también quiero todo de tí. Incluso si solo quieres mi cuerpo por ahora... ¿O no te gusta mi cuerpo?—

—¿Sieg, tú en verdad crees que no sentí nada cuando estuve contigo...?— Lo tomé de la cintura y lo senté en el sillón. —Si no hubiera sido así, jamás me hubiera acostado contigo cuando estaba con Elián... ¿Por qué haría semejante estupidez?— Argumenté. —Pero, ahora no es el momento... Todavía me quedan sentimientos por Elián. No sería justo para tí. Claramente, no estoy enamorado de tí— Comenzó a llorar.

—¡Así que no te gusto para nada...!— Reclamó.

—¡Qué no escuchas!— Grité. —Ya, ya no llores...— Apreté sus mejillas.

—¡Uh... Uhmm... Au...!— Sollozaba. —Pero, ni siquiera quieres hacerlo conmigo— ¿Qué mierda quieren los omegas? ¿Tanto les atrae la atención sexual? Supongo que está en su crianza. Bueno, no soy el mejor para opinar.

—¡Es el orden incorrecto de hacer las cosas! ¡Ya de por sí, empezamos mal!— Le di un pañuelo. —Dije que hoy saldríamos a comprar... ¿Qué tal si mejor... Tenemos una cita?— Aparté la mirada.

—¿Cita...?—

—¡Sí, no me hagas repetirlo!—

—¡Sí, quiero, quiero tener una cita contigo!— Se alegró inmediatamente y ya se estaba acurrucando en mí.

—¡Ponte una camisa!— Le tiré la polera encima. —¿Y qué pasa contigo? ¿Eres bipolar o qué mierda?—

—Oh, bueno, supongo que estoy algo loco... ¿Eso no te gusta...?— Ya empezaba a lloriquear de nuevo.

—¡No, no es eso! ¡Como sea, no llores! ¡No llores! ¿Vale?— Traté de calmarlo.

—Está bien, no lo haré— Sonrió. —Pero, a cambio dame un beso—

—¿Qué...? No lo haré— Él infló sus mejillas.

—¡Entonces no iré a ninguna parte y te ignoraré todo el día!— ¿En serio estaba haciendo un berrinche?

—¿Qué acaso eres un niño?— Besé su mejilla. —Compórtate, vale... Si lo haces tal vez haga más que eso luego— Él se puso tan rojo como una cereza.

Se suponía que era una cita, pero no hay nada de romántico en llevar las bolsas del menor. —¡Oh, quiero comprar ahí también!—

—¡Uhg, ya basta! No seguirás despilfarrando mi dinero. Vamos a volver al auto y salir de este maldito centro comercial— Exclamé.

—¡Eh, pero...!—

—¡Nada, de peros! Se suponía que tendríamos una cita... No entiendo porque me molesto contigo. Que perdida de tiempo— Hablé antes de dirigirme al auto con el pelirrojo persiguiéndome.

—Pero, estábamos teniendo una cita... ¿No...?—

—¿Qué clase de persona solo compra y hace que el otro le lleve las compras? Que por si no recuerdas, era mi dinero— Recalqué. —¡Abrochate el cinturón!—

—Jake me compraba todo lo que quería...—

—¡Lamento no ser Jake! ¡Por si no olvidas ese tipo acaba de abandonarte, como tú terminas de usar tus compras!— Grité, dejando al pelirrojo sollozando. —¡Ahg...!— No encendí el auto. —Sieg...— Me acerqué a él.

—No me toques... Tú eres malo. ¡Quiero bajarme!— Trató de quitarse el cinturón, pero le dificultó apretar el botón rojo, por lo que lo hice por él. Sin embargo, estaban los seguros en las puertas. —¡Quiero bajarme!— Me estiré sobre el asiento. —¡Fred!— Me miró con lágrimas.

—Una cara tan bonita no debería hacer esta clase de berrinches— Tomé con mi mano su rostro. —Dije que si te portabas bien, tal vez iba a interesarme por tí— Sus lágrimas seguían cayendo.

—Lo siento... ¡Lo siento, Fred! Yo no quise decirte eso...— Lo solté y continuó llorando, refregando sus ojos.

—No arruines el maquillaje que te pusiste— Sequé su rostro con delicadeza. —Te mostraré lo que es una verdadera cita.— Choqué tiernamente mi frente con la suya. —¿Entendiste?— Esta era mi forma de disculparme.

—Sí...—Contestó sin mirarme a los ojos, con sus mejillas rojas. Era adorable, incluso cuando lloraba o hacía todo un escándalo. Quería cojermelo en este mismo auto, pero no era una buena idea.

—Bien— Le coloqué el cinturón y arranqué el auto. Lo llevé hasta un gran parque, donde estaban organizando un festival de luces.

—¿Qué es este lugar?—

—Todos los años, en esta época, hacen un festival de luces.— Respondí. —Corramos, tenemos que prender nuestras propias linternas volantes— Lo jalé de la mano, y rápidamente llegamos hasta donde mencioné. —Dos, por favor— Le compré al vendedor. —Esta es la tuya— Saqué un lápiz de mi bolsillo delantero. —Escribe un deseo y enciende la base con parafina... ¡Oh, diablos, no tengo un encendedor!—

—Yo tengo uno— Me detuvo Sieg de ir a comprar.

—¿Fumas...?— Contesté extrañado. Y él negó.

—Lo odio... El olor a cigarro, el humo... Totalmente lo odio— Supuse que tendría ese encendedor por Jake.

Acaricié su pelo y le dije —Sieg, dale tú último uso a ese encendedor, olvidando los malos ratos, los amores del pasado... Y así finalmente obtener algo que necesites. Escribe tu deseo— Le di el lápiz.

Luego de que él escribiera su deseo, yo escribí el mió. Y encendimos las linternas volantes, elevandolas, hasta perderse en el cielo. —¿Qué fue lo que deseaste?— Pregunté.

—¿Q-qué hay de tí?—

—Yo pedí... Volverme a enamorar— Admití. Las lámparas sobre volando el cielo iluminaron los ojos de Sieg, mostrando un hermoso color.

—Yo pedí... Ser la siguiente persona de la que te enamores— Dijo con sus mejillas coloradas. Y un calor intenso, se propagó desde mi pecho hasta mis pensamientos.