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Chapter 27 - Los colores del mar

-Narra Fred-

sieg no prestó atención a su alrededor en todo el día. Tal vez por la pesadilla que tuvo anoche, debería tratar de animarlo.

—¿Quieres ir a ver a Eli?— Pregunté. Él sí es bueno dando consejos y animando, lo contrario a mí.

—¿Ir a la cafetería?—

—Sí, además Elian pronto dará a luz, no quiero olvidar esos 9 meses en los que pasó panzón—

—Sí, estaría bien— Sonrió.

Nos movilizamos hasta allá. La cafetería se veía más brillante que antes. Tal parece que hicieron unas cuántas remodelaciones.

—Bienvenidos... ¡Fred, Sieg!— Agitó sus brazos. Estaba sentado al lado de la caja junto a Kenny.

—¿Cómo has estado, Eli? Le compramos algo a los bebés de camino acá— Le regalé una cajita musical, bastante pomposa. Fue escogida por Sieg.

—Ahaja, se nota que la elegiste tú, Sieg— Él se sonrojó sonriendo.

—¿Van a tomar algo?— Preguntó Kenny, que pasó como invisible en toda la conversación.

—Un capuchino latte— Pedí.

El celular de Elián empezó a sonar, por lo que contestó. —¿Alo? ... ¿¡Jake!?— Tanto yo como Sieg nos sorprendimos. Eli se tapó su boca por el descuido de nombrarlo. Entonces, el pelirrojo le quitó el celular.

—¿Jake...? ¿¡Dónde estás!?— Se alteró. —¡Deja de mentirme! Sé por qué lo hiciste...— El omega salió rápidamente afuera.

—Se llevó mi teléfono...— Suspiró el rubio.

—Iré a buscarlo y te devolveré el celular— Dije preocupado.

—No importa... ¡Uhg!— Se encogió tomando su estómago.

—¡Elián!— Lo ayudé a mantener el equilibrio en la silla. —¿¡Elián!? ¡Kenny! ¡Kenny!— Continuaba sujetando a Elián en pánico.

—¿Qué pasó?— Se apresuró. —Eli... ¿Estás bien? ¿Qué tienes?— Hizo una terrible cara. —¿¡Eli!?—

—¿Ustedes qué creen...? ¡PAR DE IDIOTAS EL BEBÉ YA VIENE!— Y justamente se rompió su fuente. —¡MALDITA SEA, MUÉVANSE! DUELE, POR DIOS— Tanto Kenny como yo entramos en pánico.

—¡Fred, lleva a Elián a mi auto!— Me tiró las llaves. Por lo que lo tomé con mucho esfuerzo en brazos.

—¡Como pesas...!— Él me agarró el hombro tan fuerte que saqué un grito. —Lo siento, lo siento... No me mates.— Me dirigí lo más rápido y cauteloso posible hasta el auto rojo y senté a Elián en el asiento de atrás.

—¡Uhg...!— Trataba de respirar.

—¡Las llaves!— Hice lo que pidió el alpha. Me quedé al lado de Elián, para cuidar su estado. Y de paso, aproveché para llenar de llamadas y mensajes a Sieg de que los bebés iban a nacer.

—Respira, tranquilo— Dije.

—¡Oh, por Dios, ya cállate, Fred!— Me gritó. Él nunca había sido tan violento, debe estar doliendole mucho. Y ni hablar de las hormonas de un embarazado.

—¿Puedes ir más deprisa, Kenny?— Pregunté.

—¿Quieres matarnos, genio?—

—¡Estoy nervioso! ¿Ya?— Respondí.

—Fred...— Tomó mi mano con fuerza. Va a matar mi mano.

—¿Sí...?— Agudicé

—Quiero esa jodida toalla— Se había mojado por la ruptura de su fuente. Así que lo limpié superficialmente.

—¿Ya estás mejor?—

—No...— Se quejó del dolor. —Maldita sea... Sieg se llevó mi celular... ¡Llamen a mi tía! ¡Que alguien la llame!— Exigió. —¡Y a mi jodido papá! ¡Y a mi estúpido hermano!—

—¿Cuál de los dos?—

—¡A Cyer, no quiero ver al imbécil de Franchesco!— Nos mandoneó.

Kenny me tiró su celular. —¿Cuál es la clave?—

—La fecha de cumpleaños de Eli— La anoté y partí llamando a su tía y a todos lo que nombró Elián.

Cuando bajamos del auto, su tía ya tenía preparada una camilla y lo llevaron de inmediato a la sala de parto. Ahí me quedé fuera esperando.

—¡Vine corriendo inmediatamente, cuando me avisaron!— Entró Cyer a la escena. —Mi querido y precioso hermano está por tener a sus hermosos, bebés— Presumió en el pasillo. —¡Jack, tienes que grabar todo desde ahora!— Su pobre novio no le quedaba más que hacerle caso. —Uno de esos niños será el siguiente heredero, el siguiente en ocupar mi cargo, por eso será tan importante el día de hoy— Parece solo querer utilizar a sus sobrinos. Estaba partiéndose de risa como un loco en el hospital.

Mejor me voy de aquí a buscar a Sieg. Seguro demoraran unas horas. Caminé a la zona de maquinas expendedoras. Antes de ir a buscarlo, un refresco.

—¡Fred...!—

—Oh... Así que viniste... Recibiste mi mensaje entonces— Me acerqué furioso.

El asintió tímido al ver mi expresión. —Lo siento... Yo necesitaba decirle algo— Me crucé de brazos esperando más de su explicación. —Yo tuve un sueño anoche... Creo que fue algo así como un recuerdo— Se abrazó temblando. —Soñé con Jake... Yo a decir verdad, aunque nunca dejé de amarte, no es como si hubiera sido totalmente indiferente con Jake... Yo lo extraño— Sus lágrimas salieron en fila. Aún tiritaba por el miedo de contarme. Esto era lo que me advirtió Elián, el vínculo de un omega y un alpha es muy fuerte, pero si el omega no fue marcado aún hay una oportunidad de que no dependa del alpha.

—¿Pudiste hablar con él?—

—¿Eh? Un poco— Lo abracé.

—Sieg, lo entiendo... Yo sé lo que significa haber querido a alguien, aún si pensaste que hiciste mal las cosas, el arrepentimiento de perder a la persona con la que quisiste vivir por el resto de tu vida.—

—¿Lo dices por Eli?— Yo asentí.

Elián fue más que un apoyo para mí. Era más que mi mejor amigo. Recuerdo que siempre nos metiamos en problemas juntos y nuestra conexión era tan grande que con solo mirarnos sabíamos lo que pasaba con el otro.

—Eso...— Apuntó Elián al cartel de un político que odiábamos. —Ya está haciendo de nuevo publicidad—

—Es un viejo feo ignorante—

—Uhg, lo peor es que lo conozco, me ofreció la mano de su hijo— Dijo con una mueca de asco. —Es igual que él...—

—Seguro es igual de cerdo—

—¡Ahaja, sí!— Ambos nos sonreímos con una mirada cómplice y sacamos de nuestros bolsos unos sprays de pintura y empezamos a garabatear el cártel.

—¡Oigan! ¿¡Qué creen que hacen!?— Un policía del barrio nos pilló.

—¡Mierda...!— Salimos corriendo dejando casi todo atrás.

Mientras corriamos, por inercia tomamos nuestras manos.

Paramos cuando ya estábamos lo suficientemente alejados.

Nuestras respiraciones estaban más que acelaradas debido a la adrenalina recién vivida. No pudimos evitar lanzar carcajadas por lo que acabamos de hacer.

Me llevó tiempo aceptar no poder estar en una relación romántica con Elián, pero ahora su felicidad me hacía inmensamente feliz también.

—¿Crees que debamos comprarle ropa a los bebés ahora? No, supongo que el hospital les dará alguna.— Pensó en voz alta Sieg.

—Yo creo... Bueno, esperemos más de cerca. El hermano loco de Eli está haciendo un escándalo en ese pasillo apunté— Cuando nos dirigíamos hacia allí, alguien chocó fuertemente conmigo.

—Lo siento...— Ese color negro de pelo y esa belleza imparable, era definitivamente Julen. —Ahg, eres solo tú maldito...—

—¡Oigan, el actor...!— Me tapó la boca con brusquedad.

—Está bien, maldito, lo siento— Ambos nos miramos con el mismo carácter de mierda que teníamos. —¿Cómo está Eli?—

—No lo sé, no nos dejan entrar y tenemos que esperar aquí—

—Tsk... Demoraran horas, además son dos— Vi que llevaba un peluche de conejo y una bolsa de una tienda de bebé.

—¿Cómo ha ido tu carrera, Julen?— Preguntó Sieg.

—¡Por fin me está llendo bien! Aún hay personas que me aman... Estoy tan agradecido, además Eli ha sabido patrocinarme de la mejor forma, para que pueda estar en alza— Habló contento.

—Qué bien... A decir verdad, a mi encantaba verte actuar— Comentó tímido.

—¿Es así?— Lo tomó de sus manos. Ambos parloteaban. —Estoy terminando una teleserie ¿Ya la viste?—

—¡Sí, además como villano te ves tan cool!— El pelinegro carcajeó halagado.

—Sí, le queda definitivamente bien— Me dió un pisotón. —¡Ahg, maldito hijo de puta!— No evité saltar adolorido.

—Tienes suerte que mi tacos son de 2 centímetros y planos. Pero, si te dolió mucho... Pues, estamos en un hospital— Esto es igual a poner dos imanes que se repelen.

—¡...Julen! ¿Puedes darme todas tus redes sociales?— Lo distrajo el pelirrojo. Se llevaban bien... Vaya me siento algo herido. ¿Estoy celoso? Analicé mis sentimientos.

Oímos la puerta abrirse y a Cyer gritar —¡Finalmente!— Y entró ignorando a los doctores. Nosotros igualmente entramos.

Kenny sostenía uno de los bebés y Elián el otro. —¡Mis deseos se hicieron realidad! Recé todas las noches para que se parecieran a tí Eli— Dijo Julen.

—No seas grosero— Regañó Elián —De todos modos, son mis queridos hijos... ¿Quieres sostener a Julián?—

—¿Julián?— Se sorprendió tomando al niño.

—Lo puse en tu honor— Le sonrió y él empezó a llorar.

—¿Julen?—

—Es que se me metió una mierdita en el ojo— No reconoció sus sentimientos. Los demás reímos, excepto Cyer que nos grababa.

—¿No quieres sostener a uno de tus sobrinos, Cyer?— Le preguntó.

—¡Ay, no! No me gustan los bebés, es mejor mirarlos desde aquí— Jack suspiró con lo dicho por su estúpido prometido. Es terriblemente irritante. ¿Vino solo para armar un escándalo?

—¿Fred, quieres saludar a Ellie?— Kenny se acercó a mí.

—¡Ahaja! Kenny, insistió en llamarlo Ellie—

—Acaban de crear una tradición familiar— Dijo Sieg alegré de ver al pequeño niño. El pobrecito estaba muy inquieto. —¡Oh, tiene tus ojos, Kenny!—

—Ambos tienen los ojos de ese tipo— Gruñó Julen. Él bebé empezó a reírse. —¡Cosita linda!— Lo abrazó.

—Julen, tú serás el madrino de Julián... Fred y Sieg serán los padrinos de Ellie—

—¡Oh, por Dios! ¿Eli, en serio me dejarás ser la madrina?— Saltó en su lugar el pelirrojo.

—Por supuesto, me lo hiciste prometer desde niños, aunque en ese tiempo no pensaba que tendría hijos—

En ello, entró el padre de Elián. —Hijo...— Se sorprendió al ver los dos recién nacidos.

—Te presento a Ellie y a Julián.— El señor se acercó a tomar a Julián, que había vuelto a los brazos de su madre.

—Son preciosos... Si tu madre estuviera vivo estaría muy contento—

—Estoy seguro que lo está— Sonrió, todos nos conmovimos.

Fue un instante agradable. La familia Sanz se quedaría un día en el hospital para monitorear a los gemelos y a Elián.

—Eli, nos vemos— Me despedí dándole un beso en la mejilla. Tanto Sieg como Kenny me miraron un poco raro.

—Oh, vaya... Cuántas feromonas celosas— Se rió el rubio.

—Cuida bien de él, Kenny— Sieg se despidió de Elián por medio de un abrazo.

—Me siento un poco agotado— Dije a la salida del hospital.

—Los hospitales de por sí, son agotadores— Sieg me tomó la mano. Yo le sonreí por su gesto.

—Señorito— Me llamaron dos hombres de negro. —La presidenta quiere verlo—

—Mierda...— Dejé salir. —Sieg, adelantate a casa, pide un taxi— Le di un poco de dinero.

—Pero, Fred... ¿Estarás bien por tu cuenta?—

—Eso espero— Me adelanté a subirme a la limusina.

Me dirigieron a la mansión Rous, exactamente a la oficina de mi papá. Me abrieron la puerta y entré dándome ánimos.

—Hey, pa... ¿No es algo grosero llamarme así de repente?— Traté de bromear, pero al darse la vuelta noté su total irritación.

—Deja tu estupidez— Tiró unos papeles a mis pies. —¿Por qué apareces casado... O mejor dicho, por qué aparece como de la propiedad de los Rous ese chico?— Vi las fotos de Sieg repartidas, ella había hecho una investigación completa. Bien, es hora de decirle como lo planeé. Fase número 1, decirle que amo a Sieg,

—No lo entenderías, papá... Nunca lo hiciste de todos modos, no entiendes a ninguno de tus hijos. Sabía que no me dejarías casarme con un omega. Por eso no te lo dije... La verdad es que amo a Sieg, y por eso me casé a escondidas... Aunque no soporté darle mi sucio apellido, él es el único que ha aceptado cada una de mis carencias.— Que buen actor eres Fred.

—Nunca creí que podrías hacer una tontería de esa magnitud— Trató de relajarse suavizando su sien.

—Si no lo hacía me ibas a comprometer con alguna tipa... No, gracias— Por lo que veo no han investigado tan a fondo. No se ha dado cuenta de la conexión de Sieg y de los Zuzunaga. Creo que Jake limpio todo, conociéndolo.

—Estoy tratando de ser compresiva contigo, hijo— Se sentó y apoyó su cabeza entre sus manos. —Si lo amas tanto como para llegar a este nivel... Te daré dos opciones, hijo— Ya estaba sudando. —La primera, es deshacerme de ese tal chico Sieg... Y tengo muchos motivos para hacerlo. ¿Sabes por qué nunca menciono mucho de tí?—

—Para mantener la puta reputación familiar... No le contaste a nadie que era un beta, incluso fui a una escuela de alphas haciéndome pasar por uno. Siempre pensé que ser un beta era lo que me hacía ser una basura... Pero, realmente a la única persona que le avergüenza es a tí— Hablé con dolor. —Claro que nuestros familiares no los estoy contando... Nunca me importó lo que dijeran los otros de mí... Pero, tú, papá... Me importaba tanto tu opinión que dejé morir a Guinea en tus manos... ¡No dejaré que vuelvas hacer algo así! Tal vez deba mandar toda tu compañía a la mierda... Tal vez deba destruir todo lo que creaste con mis propias manos y así por fin liberarme de tí... ¡Y liberar a Loan también!— Se espantó por mis palabras.

—No puedo dejar que lo hagas—

Intenté abrir la puerta, pero estaba cerrada.

—¡Maldita sea! ¡Papá, déjame ir! Quiero irme a casa—

—Esta es tu casa, Fred— Cerré los ojos golpeando la puerta.

—Nunca lo fue... Mi hogar está junto a las personas que amo— De la misma forma que para mí Elián fue un Sol que nos iluminaba con su risa y Sieg es un arcoiris guiándome. —Junto a las personas que me aman... Ahora mismo, Sieg es mi hogar.— Mi madre presionó un botón y se abrió la puerta, pero en vez de dejarme salir, empujaron a alguien contra mí.

—Estoy tratando de aceptarlo... Quiero que los dos se muden aquí— Miré con sorpresa a Sieg, quien temblaba de miedo.

—¿¡Lo dices cuando él está atemorizado por tu culpa!?— Exclamé a todo pulmón, hasta mi papá retrocedió. —Sieg, perdóname... ¿Te lastimaron?— Él negó. —¿Qué es lo quieres, padre?— La observé fríamente.

—Quiero que vuelvas... No lo hagas por mí, hazlo por Loan y también no voy a dejar que la esposa de mi hijo viva en ese pequeño apartamento... Es un Rous ahora, y debe ser tratado como tal—

—¿Puedes darnos unos días?— Pregunté a la alpha.

—Les daré 48 horas, denme una respuesta en ese periodo de tiempo— Dijo y nos abrió las puertas.

El jefe de seguridad nos llevó al departamento. —Lo siento, Sieg...—

—Está bien... salgo registrado como tu esposa así que yo soy el que atrajo estos problemas—.

—Pero, aún así...— Él agarró mi polera.

—En verdad estoy feliz de aparecer como parte de tu familia.— Confesó. —Me gustaría ser realmente tu esposa— ¿Un matrimonio con Sieg?

—Sieg...—

—Bueno, claramente es algo pronto— La forma en que su tez se teñía en rojo era extremadamente notoria.

Me incliné, para besarle con cariño. Nunca me había puesto a pensar en casarme con alguien que no fuera Elián. Pero, Sieg siempre fue mi primera fantasía.

Sieg siempre ha logrado sacar un lado oculto de mí. Uno que me hacía ser más honesto, me pregunto si era por su transparencia. Al igual que Elián provocaba que quisiera ocultarle mi lado más patético. No quería que el Sol viera mis dolencias.

Y un recuerdo se vino a mi mente entre sus besos...

El sonido del mar me arrullaba aquella mañana. Caminé hasta encontrar a un pequeño pelirrojo observando a la deriva.

—Hey...—

—Fred...— Fue lo único que nos dijimos. Todavía no se recuperaba de la muerte de sus padres.

—Los matices del mar son hermosos ¿No?—. Hablé.

—¿Eh? Sí... En verdad el océano me recuerda a tí— Lo miré curioso. —Tan calmado, y al mismo tan rudo... Un insensible rufian, pero tranquilo mar. Cada vez que veo a tus ojos veo eso—

—¿En serio...? Yo creo que se parece más a tí... Es un agitado océano, que se trasforma en un arcoiris dependiendo del tiempo... Cada vez que veo tus ojos veo eso— Contesté del mismo modo.

Él se alegró con mi comentario, y a pesar de que no llevaba maquillaje y sus ojos se veían hinchados por haber estado llorando. Su rostro me pareció bellísimo en ese instante.

—Gracias— No tenía idea de la hermosura causada por el dolor.

Incluso en el trayecto de sus lágrimas, un arcoiris se presentó.

—¡Hola, chicos!— Llegó sonriendo Elián.

Ambos eran las personas más preciadas para mí y las que amo con todo mi corazón.

—Últimamente ha sido muy duro para todos nosotros—

—Sin embargo, tengo esperanza en que las estrellas nos están cuidando.— Comentó Sieg.

—Pero, las estrellas solo aparecen de noche— Elián rió ante mi respuesta.

—No seas así de negativo— Me dió un ligero empujón. —Solo se ven de noche, pero siempre están ahí— Contradijo Elián.

—Siempre arruinas todo—

—Cállate, amargado. ¡Vamos, Sieg! Corramos de este amargado antes que nos pegue lo gruñón— El rubio obligó a Sieg a correr.

—¡Oigan!— Los perseguí.

Amaba esos tiempos tanto como los odiaba.

—Bueno, tendremos que tomar una decisión rápida sobre la mudanza—

—Fred, yo creo que para tí es mejor que vuelvas con tu familia— Suspiré con su respuesta. Solo estaba pensando en mí antes él.

Entré a la habitación, para buscar un CD de Guinea. Aproveché de desempolvar unos parlantes. —Dijiste que amabas sus canciones—

—¿Vas a poner una?— Se asombró.

—Sí, creo que estoy avanzando poco a poco... Tal vez un día llegue a leer su testamento.— Reí nervioso. —Guinea me preguntó si podía escribir una canción que no fuera de desamor... En lo primero que pensé fue en tí, pero también en Eli... Los momentos más cálidos fueron cuando estábamos los tres juntos— Coloqué en el reproductor el disco. Poco a poco subí el volumen hasta escucharse la canción.

Te conozco

Eres alguien especial

Algunos ven locura donde yo veo amor

Caes muy bajo

Pero vuelas muy alto

Los grandes soñadores vuelan a cielo abierto

Hay tanta vida en esos ojos abiertos

En tanta profundidad

Tú buscas la luz

Pero cuando tus heridas se abran

Llorarás

Vas a gritar

Y te preguntarás "¿Por qué?"

¡Puedo ver un arcoiris!

¡En tus lágrimas mientras caen!

¡Puedo ver tu alma crecer!

A través del dolor mientras tocan el suelo

Puedo ver un arcoiris

En tus lágrimas mientras el sol sale

Mientras el Sol sale

...

Estoy aquí

Y veo tu dolor

A través de las tormentas

A través de las nubes

Y la lluvia

Te aseguro que no será fácil escapar de esto

Pero tú puedes hacerlo

Solo siéntelo, bebé

Puedo ver un arcoiris

En tus lágrimas mientras caen

Puedo ver tu alma crecer

A través del dolor mientras tocan el suelo

¡Puedo ver un acoiris!

En tus lágrimas mientras el sol sale

Mientras el Sol sale

Aquí viene el Sol

Sonriendo

Aquí viene el Sol

Sonriendo

Aquí viene el Sol

Sonriendo

Sonriendo

...

Puedo ver un arcoiris

En tus lágrimas mientras caen

Puedo ver tu alma crecer

A través del dolor mientras tocan el suelo

Puedo ver un arcoiris

En tus lágrimas mientras el sol sale

Mientras el Sol sale

Puedo ver un arcoiris

En tus lágrimas mientras caen

Puedo ver tu alma crecer

A través del dolor mientras tocan el suelo

Puedo ver un arcoiris

En tus lágrimas mientras el sol sale

Mientras el sol sale

...

—Las canciones de Guinea, siempre me parecieron especiales y es porque las compusiste tú... ¿Por qué nunca te diste el crédito?—

—¿Para qué? En ese tiempo pensaba peor de mí que ahora... Mi confianza estaba por los suelos y odiaba la atención. O eso me decía a mí mismo— Dejé el disco en su lugar. —¿Sieg, de qué hablaron tú y Jake?— Pregunté repentinamente.

—Eso... Él no quería hablar conmigo... Yo solo le pedí explicaciones— Desvió su mirada.

—¿Esa es la verdad?—

—...Sí— En verdad, no tengo idea que tiene en la cabeza Jake. Solo puedo suponer que al principio quiso pasar la obligación que tenía con Sieg a Elián, pero al final, seguramente no quiso molestar a Elián, sobre todo con la nueva vida que lleva ahora. Jake me obligó a firmar, y a pesar de su actitud, estoy seguro que le preocupaba Sieg, tal vez por eso mismo es que me amenazó, porque él ya me conoce. ¿Todo lo que nos mostró Jake este último tiempo fue solo un acto? Tengo ideas contradictorias.