Mi novio me miró sorprendido, aún sin poder creer lo que le había dicho. —¿Julen aceptó el contrato?— Yo le volví a asentir y él se recargó sobre su propio cuerpo. —¿Vas a volver con él?— Sus manos estaban tiritando.
—Fred— Me acerqué sonriendo . —Te quiero, no te dejaré por Julen. Tú formas parte de mi presente y de mí— Él me miró con desconfianza. —No huelo a nadie más que a tí— Lo abracé. —No quiero terminar lo nuestro— Fred tiene un carácter difícil.
—¿En serio?—
—¿Crees que miento?— Choqué frentes. —¿Nuestros momentos juntos no son suficientes pruebas?—
—No me preocupes— Me besó.
—No lo haré. ¿Me sueltas?— Intenté separarme de su abrazo. —Bien, quedémonos así— Me rendí.
—Si tan solo fuera un alpha...—
—¡Deja de acomplejarte con eso! Te escogí sobre todos los alphas, omegas y betas que existen. Porque eres tú. ¡Así que deja de poner esa cara y gritame o pellizcame, como sueles hacer!— Apretó mis mejillas. —¡Auchh!—
—¡Ahaja, sí esto me hace sentir mejor!—
—Qué idiota eres...—
—Cállate, rebelde irresponsable— Pinché su estómago. —Uhg...— Me soltó.
—Bien, ya que no me quieres aquí, volveré a mi casa— Dije.
—Tú no sales aquí— Me cerró la puerta. —Y te voy a castigar por haberme hecho eso— Movió sus dedos, amenazando con cosquillas.
—¡Oh, no! ¡No, ahaja!— Me tomó en brazos, antes de lanzarme a la cama y hacerme cosquillas hasta quedarme sin aliento. —Tú ganas, tú ganas—
—¿Mañana lo verás en tu trabajo?— Continúaba preocupado.
—Sí... ¿Me irás a dejar?— Él asintió con la cabeza.
—Buenas noches— Apagó la lámpara y nos acostamos bajo la tapa.
Al día siguiente, Fred me dejó en la entrada de mi trabajo.
—¿Estarás bien?—
—Sí, no te preocupes, le pediré a Kenny que me lleve a casa—
—¿¡Qué!? ¡No!— Me gritó. —¡Te voy a venir a buscar!— Yo lo ignoré. —¡Hey, Elián!— Lo oí marcharse en su carro a toda velocidad.
—¡Conduce con cuidado!— Él me señaló su dedo medio desde la ventana. —Qué antipático...— Me dirigí al lugar de filmación.
—¡Eli!— Se me lanzó encima Julen. Maldita vida, ¿Por qué nací? —Después del trabajo. ¿Qué harás?—
—Saldré con alguien después del trabajo— Aunque en realidad me iré a casa.
—¿Qué? ¿Eli, tienes novio?— Me miró con sus ojos afligidos. Está destrozando mi corazón con esa cara.
—Sí...— Él se alejó.
—Necesito unos minutos— Y justo necesito a Julen para hacer mi trabajo, pero no se puede así.
Haciendo lo posible por calmar mi mente, pensé profesionalmente sobre las cosas. Y transcurrió el rodaje con más tranquilidad. Me era insoportable estar dos horas monitoreando la filmación. Sin embargo, debía manejarlo por Julen. Su futuro me es importante y este trabajo le da una oportunidad de reiniciar su carrera actoral.
—¡Es todo por hoy!— Una carga se cayó de mis hombros al finalizar.
Cuando ya me iba, Julen me detuvo. —Quisiera hablar contigo, Eli— Mi corazón saltaba del miedo.
—¿Sí?—
—Sé que me estoy entrometiendo en tu vida, pero no puedo quedarme calmado. Sabía que cuando te vería nuevamente, habrías reinventando tu vida. Me gustaría conocer al actual tú—
—Julen... ¿Acaso no lo entiendes? Yo arruiné tu vida. ¿Por qué querrías acercarte a mí? ¡No quiero que sufras!
¡No tienes idea de lo difícil que fue para mí separme de tí! ¿¡Qué quieres de mí!?— Grité histérico, porque ya estaba hasta la coronilla de todos sus juegos. Que todos crean que pueden ponerme las manos encima.
—Elián, estoy siendo sincero. Después de todo, yo nunca dejé de amarte, traté muchas veces de comenzar desde cero. Pero, en todas mis relaciones, te imaginé a tí. Tú eres el único que me completó. El único para mí— Declaró con su voz suave.
—¡Tú sabes bien lo complicado que es! ¡Tú mismo dijiste que dos omegas juntos era asqueroso y horripilante! Así que por favor... No me atormentes— Desbordé en lágrimas. —Estoy cansado...— La puerta se abrió de golpe.
—¡Elián...!— Fred entró apresurado. Observó la escena unos segundos. —Tú...— Agresivamente tomó a Julen del cuello de la camisa.
—¡No, Fred!— Traté de empujarlo.
—¿¡Tenías que venir y destruir todo!?— Vocifereó. —¡No te le vuelvas a acercar! ¡Él ya no es nada tuyo!— Lo llegó a levantar del suelo.
—¡PARA!— Dejé salir todo el aire de mis pulmones. —Suéltalo, por favor, Fred— Sabía que tenía una fuerza impresionante, debido a que practicó conmigo artes marciales. Lo soltó sin reparos.
—Tu comportamiento solo expresa lo desesperado que estás. Ni siquiera tienes confianza en tí mismo, Fred. Siempre fuiste así. Por algo es que Elián nunca se enamoró de tí— A Julen le encanta abrir la bocota.
Fred dirigió un golpe hacia el omega, pero me atravesé, deteniendo su puño. —Tú mismo me decías que la violencia no solucionaría nada. ¿Qué intentas ahora? ¡Además, Julen es un omega indefenso!— Los aparté.
—¡Es una víbora!—
—¡Mira tus propias acciones!— Él me jaló del brazo.
—¡Te vienes conmigo, y mañana ni se te ocurra salir de mi departamento!— Me safé de su agarre.
—¿Sabes que es lo que más odio? Que la gente busque atarme. ¡No soy tu muñeco!— Me defendí.
—¡Estarás a salvo así!— Dijo.
—¿A salvo?— Sonreí retorcidamente. —¿De qué...? Ahora mismo me gustaría estar a salvo de tí... Se acabó, Fred— Lo pasé de largo.
Huí con la lluvia cayendo a chorros. Mi cabeza estaba enredada con las voces de todo aquel que ha tratado de mantener una soga sobre mis pasos. Entre los viejos pasajes, trataba de iluminarme. La ardiente oscuridad estaba tratando de hacerme tocar fondo. Pero, en todo esto... ¿Qué era lo que buscaba? ¿A mí mismo? Incluso si me encuentro en medio de estas gotas lastimosas, no veré nada más que un montón de fragmentos.
Corrí hasta la esquina del parque que solía frecuentar. El punto de encuentro de Leo y yo. Siempre que me sentía triste o solitario, aguardaba en esta esquina, bajo la lluvia a que él apareciera. Con su paraguas, y cuando me viera, sacaría a lucir sus ojos oscuros y su cabellera como la noche. Recuerdo la vez en que él me vió, y soltó su paraguas rojo, para besarme. Él debía tener aproximadamente 14 años para ese entonces. Y sus palabras fueron...
—Si te mantienes así bajo la lluvia, te enfermaras— Exactamente como Kenny me decía ahora. Debió seguirme, luego de aquella escena.
—Pero, no puedo evitar sentirme atraído por la lluvia— Contesté. —Porque así, nadie sabrá que estoy llorando— Sonreí, del mismo modo que hace 7 años atrás. Repetí la escena accidentalmente.
—No haz cambiado— Susurró.
—¿Qué?— Él me sonrió.
—¿Por qué siempre vienes aquí?— Preguntó, y miré alrededor.
—Porque fue en el único lugar que pude ser yo mismo. Cada vez que vengo aquí, recuerdo a la persona más especial para mí. Aunque hayan pasado como 7 años, estar aquí, junto a la lluvia, es lo único que arrastra mis problemas a una tierra lejana. Me pregunto si Leo es capaz de oír mis lamentos— Contesté. —Seguro que no, debe estar en otro lugar, y debió haberse olvidado de mí—
—No— Lo miré extrañado por responder. —... Si yo fuera él, me hubiera aferrado a los recuerdos en los que estabas, y te buscaría, sin importar cuanto pasase— Yo me reí.
—Eres muy extraño, Kenny. Me agradas...— Comenté triste. —Gracias— Suspiré. —Desearía ver a Leo, aunque fuera una sola vez... Él sabría que decirme en mi situación... Lo extraño— Divagué. —Creo que sería el único al que aceptaría sin dudarlo. El único del que no escaparía. ¡Ahaja! ¿Qué tontería? Ya escapé de él. Si no lo hubiera hecho, me pregunto que habría pasado...—Miré el cielo. —Me hubiera gustado ser suyo. Sé que te suena estúpido. Digo que odio a los alphas, pero jamás lo he hecho. Nunca lo hice y solo ahora lo admito...— Observé sus ojos. —Me negué muchas veces mi destino, pero lo que más deseo es pertenecer a un alpha y ser finalmente amado. Es el típico deseo de un omega sin orgullo...— Sonreí amablemente.
El paraguas flotó, hasta caer, cerca de nosotros. Kenny lo había soltado, porque necesitó ambas manos para sostenerme entre sus brazos y cruzar nuestros labios.
Me pregunto por qué ser besado por este alpha no me atemoriza, por qué ser tocado por él me trae tanta paz... ¿Quién eres para no hacerme pensar en nada más...?
Nuestras narices rozaron al separarnos del beso. —Te estás mojando—
—No importa... Como a tí te atrae la lluvia, a mí me atraes de la misma forma— Es escalofriantemente atractivo. Mis frías manos acariciaron su piel tostada. —Quédate conmigo— Susurró.
Mis sentidos fueron penetrados y manipulados por este chico, que es mucho más joven que yo, al igual que en ese entonces con Leo. —Creía que no querías unirte a alguien como yo—
—Lo dije antes, por mucho que ame a una persona, no estaría con ella hasta que sea el momento propicio—
—¿Y ahora lo es?— Pregunté alzando las cejas. Él me levantó del piso.
—Espera y lo sabrás— Me llevó en dirección a su auto.
—¡El paraguas!— Lo recogió y me lo pasó. Un paraguas rojo, con las iniciales en el mango de su nombre. —K. L. S.— Me pregunto cuál será su nombre completo.
Abrió la puerta del auto y me colocó el cinturón al sentarme. En el momento que subió, hicimos contacto visual. —Te tengo una propuesta— Dijo. —Pronto comenzaré la universidad, y me parecía una buena idea tener compañía para entonces... A lo que quiero llegar, es que, deseo que te mudes conmigo. Sé muy bien que no te gusta estar cerca de tus hermanos, y no puedes huir de ellos, pero de la misma forma que dijimos antes... Déjame ser tu salida, si vives conmigo, no habrá razón para que te persigan, podrás vivir lejos de los Rosset— Una alegría sorpresiva me asaltó.
—¿L-lo dices enserio?—
—Sí— Posó su mano sobre la mía.
—Pero... ¿Qué ganas tú con eso? Se me da fatal cocinar, y nunca he limpiado— Él interrumpió mi parloteo, acercando mi cuerpo al suyo.
—Con que estés ahí es suficiente, ya podrás ayudarme con otras cosas— Habló dándome calidez. —Luego de ducharte, comienza a empacar tus cosas. Hablaré con tu padre, estoy seguro que no se opondrá—.
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