Mi amigo parecía dopado en dopamina. Salía una y otra vez del vestidor, sin darme tiempo a opinar.
—Este tampoco—.
—¿Por qué no dejas más en claro qué clase de traje quieres, Sieg?—
—¡Quiero algo con brillo, con glamour y que muestre algo de piel! Como un vestido de novia, pero no tan femenino. ¡Algo que se adapte a mí!— Se me ocurrió una idea.
Me dirigí a la señorita que iba a buscar los vestidos. —¿Puedo ayudarla en la búsqueda del vestido?— La beta asintió, por lo que le expliqué que sería mejor una mezcla de ambas cosas. Entre un traje masculino y uno femenino. Así escogimos tres, donde los pantalones eran cortos, con adorables vuelitos en las mangas de la blusa.
—¡Esto es perfecto!— Dijo al probarselo. —¡Eres el mejor, Eli!— Se abalanzó sobre mí. —¿Podría escoger un velo también?— Después de las 54 pruebas de vestidos, pude adivinar que traje quería.
—Te ves muy feliz— Comenté cuando salimos de la tienda.
—Mis sueños se hacen realidad. ¡Siempre he querido casarme con un alpha respetable!—
—Eh... Creía que te casabas con él porque lo amas— Me burlé.
—¡Por supuesto que por eso también!—
—Sé que ha pasado un tiempo, pero ya sabes. En la despedida de soltero tú y Fred se— Me puso ambas manos en mi boca.
—¡Ni se te ocurra mencionarlo!— Se puso rojo. —Ya sabes que Fred para mí es como cuando te enamoras de tu idol favorito. Es mi amor platónico del pasado— No entiendo del todo su ejemplo. No es como si Fred fuese inalcanzable por Sieg, sin embargo debe ser muy complicado para él pensar en ello.
—Solo quiero que te cases sin arrepentimientos. Pudiste escoger con quién hacerlo. Así que quiero que seas feliz, Sieg. Ya que tuviste una enorme oportunidad. Conociste, te enamoraste, empezaron a salir y por último te pidió matrimonio.— Aclaré.
—Estaré bien.— Me sonrió.
—Confío en tí— Dije. —Pero, cualquier cosa que suceda, siempre estaré de tu lado—
—¡Lo haré! Iré a molestarte a tu casa si algo pasa— Se rió. —¡Bueno, ya es momento de ir con los chicos!— Me arrastró hasta ellos. Ya habían terminado de comprar su parte de las cosas.
—¿Cómo les fue?— Sieg se abrazó a Jake.
—Bien, después de mil vestidos encontramos el ideal— Respondí. —Lo más gracioso es que Sieg no sabía si elegir entre algo femenino o masculino— Me reí estruendoso.
—Elián, es mi idea... ¿O te ves más lindo que de costumbre?— Fred parecía muy sorprendido.
—¿Oh, qué dices? ¿Intentas avergonzarme?— Preferí tomarlo como una broma y darle un golpecito.
Jake encendió un cigarillo con un olor bastante fuerte. —¡Cof, Cof! ¿Qué mierda estás fumando?— Hasta Sieg se alejó de él.
—¡Ya deja de fumar esa cosa!— Le gritó. Jake era indiferente a nuestras quejas. Por lo que Sieg le arrojó el cigarro al suelo y lo pisoteó. —Si te veo fumando otra vez esa cosa... ¡Juro que cancelo nuestro compromiso!— Se vió muy furioso y Jake estaba asombrado viendo su pobre cigarro molido en el suelo.
El pelirrojo se adelantó a irse. —¡Hey Sieg!— Traté de llamarlo. —Tú, idiota— Le di una golpiza al castaño. —¿Así es como tratas a tu prometido?—
—Tus golpes siempre son duros...—
—¿Te burlas de mí? ¿Quieres arruinar tu matrimonio? Tendrás que dejar ir a tu querida nicotina y lo que sea que hayas agregado—
—Ya déjalo, tú sabes como es Jake, es un irresponsable— Fred lo miró con el ceño fruncido. —¿Te sucedió algo?— Jake suspiró.
—Fred, ve a buscar a Sieg, yo hablaré con este idiota— Lo arrastré de la camisa y nos sentamos en una fuente. —¿Y bien? ¿Qué te tiene así?— Pregunté.
—Tú sabes que soy el heredero de un mafioso— Encendió un cigarro menos apestoso. —Me conviene enormemente casarme con un Gilga, debido a sus negocios nocturnos. En realidad ya estaba comprometido con él. Claro, Sieg no lo sabía...— Lo tomé del cuello de la camisa.
—¿¡Me estás diciendo que utilizaste a Sieg!? ¿Que acaso todo este tiempo no quisiste estar con él?—
—Tranquilo... Me gusta mucho Sieg. Tú sabes que me encantan los pelirrojos. El problema no es si quiero casarme con Sieg o no... Las cosas se están poniendo peligrosas, incluso para mí— Habló mascullando ansiedad. —Mi padre está en coma—
—¿Qué...? ¿Cómo es que no supe de eso?— Me alteré.
—Decidí encubrirlo... Porque alguien trató de asesinarlo. Si esta información saliera a la luz, los negocios de mi familia se irían al carajo— Profesó. —Así que... Déjame fumar algo fuerte, por favor— Sacó un papelillo que quién sabe qué contenía. Pero, se relajó en cuanto lo exhaló.
—¿En ese caso no es mejor retrasar la boda?—
—Firmé un contrato, en el momento que fallecieron sus padres, que respaldaria a los Gilga, para ello es importante que me case con un Gilga... ¿Y qué le diría a Sieg? Su mayor sueño ha sido casarce. Y ha puesto tanto esfuerzo en todo... Sé que es el peor momento. Creía que las cosas irían bien, pero uno de los socios de papá lo traicionó y por eso estamos dónde estamos. Tengo que casarme con él antes de que algo me suceda.— Su vista estaba perdida. Ni siquiera en una situación así, Jake perdía por completo la calma, pero con todo eso que esta ingiriendo no me llama la atención que esté sereno.
—Jake, recuerda cuidar tu salud— Le atajé la mano y apagó el cigarrillo.
—Sí... Elián, si me pasa algo o si tengo que huir... Por favor, cuida a Sieg—
—¿Qué...? ¡No sucederá! Tú estarás bien, eres inteligente, sabrás como resolverlo— No me mostró ninguna expresión. —Nosotros cuidaremos de él... Tanto Fred y yo, siempre estaremos para tí como para Sieg— Dije, debido a su seriedad.
—Gracias— Pareció aliviar su carga.
Fred llegó con un Sieg con cachetes inflados. —No volveré a fumar algo que no sea tabaco normal, lo prometo— Sieg le hizo la ley del hielo. —Vamos, te compraré algo bonito— El pelirrojo lo miró. —Hoy te dejaré llevarte todos los zapatos que quieras de Paris—
—¿En serio? Digo...— Carraspeó. —No podrás sobornarme—
—Te invitaré a cenar esta noche. ¿Qué dices?—
—Bien... Todos merecemos segundas oportunidades. Pero, primero báñate y quítate ese asqueroso olor— Se fueron juntos.
—Y ahí van... Fred, prepárate para cualquier emergencia—
—¿Qué quieres decir? ¿Qué te dijo, Jake?— Le resumí rápidamente.
—Vaya... Que problemático— Continuamos paseando por el mall. —Ahora que veo que todos mis amigos se casan, excepto yo...— Paró. —¿En serio te casarás?—
—Así es— Lo miré lastimosamente. —¡Venga, deberías pillar a una hermosa beta de por ahí y...!—
—¡Jamás pasará!— Vocifereó. —Sabes perfectamente, que las mujeres me odian. Y me gustan los omegas— ¿Debería considerar esto como la orientación sexual de Fred? —Aún te amo, Eli— Un sabor amargo emanó desde mi garganta, desplazándose hasta envenenar mi cabeza con mis sentimientos por Fred.
—¿Qué quieres que haga, Fred?— Pronuncié.
—Renuncia a ese alpha. ¡Aún hay una oportunidad! Si vienes conmigo... Si aún me amas, entonces...—
—Basta, no hagas las cosas más difíciles, Fred... Yo también quise estar contigo, pero no puedo. Kenny también es importante para mí—
—¿¡Incluso más que yo!? ¿¡Tanto como para abandonarme!?— Mi corazón crujía.
—No es que sea más importante que tú... No midas valores entre nosotros. Es solo mi deber— Apretó sus puños.
—¿Y yo qué soy?— Su rostro se llenó de lágrimas. Viéndolo sufrir así, a mí me daba ganas de dar un paso, cruzar una línea fuera de todo esto, y conservar su sonrisa, pero yo... ¿Yo qué quiero exactamente? No quiero lastimar a Fred, sin embargo alguien siempre saldrá dañado. Y al final, el que más se mancha en caóticas tristezas soy yo.
—Eres mi amigo... Mi mejor amigo, mi más querido amigo. No quiero perderte, pero si para no hacerte llorar nunca más debo cortar todos los lazos contigo, lo haré— Respondí.
—¡Elián!— Interrumpió una voz. Kenny venía a recogerme.
—Perdón, Fred— Me aparté.
Fred me detuvo, sosteniendo mi muñeca. Intenté aguantarme las lágrimas, pero él ya había quebrado mi corazón con el amor persistente. —Por favor, no lo hagas, Fred... Déjame, te lo pido—Supliqué, derrochando algunas lágrimas y sacando su mano. —Adiós—
—¡Elián!— Kenny, lo miró mal, obligándolo a callar. Y era obvio, que Fred dejaría de perseguirme en esa situación.
—¿Estás bien?— Yo asentí levemente.
Subí a su lujoso auto, con mis lágrimas aún fluyendo. Me apoyé junto al vidrio. Kenny no condució más allá, al verme así. No dijo nada, pero sus manos trasparon mi cabellera.
La primera impresión que tuve de Fred, fue la de un entrometido y apuesto chico. También, solitario.
No fue difícil hacernos amigos, él me dió una oportunidad, diciendo que si tanto quería pelear lo hiciera de verdad. Que no gastara mis energías en peleas callejeras. Así me uní al club deportivo de los Rous. Le conté más tarde a Sieg y se inscribió conmigo. Pasamos muchos instantes juntos, tuvimos varias peleas, y también nos fortalecimos juntos. Por eso me es tan difícil dejar así a Fred.
—Ya llegamos— Me estaba limpiando la mucosidad con el pañuelo de Kenny.
Subimos a nuestro apartamento, sin embargo las desgracias llegan de a tres. Sentado junto a la puerta, estaba Julen. Se alegró al verme y corrió a abrazarme.
—¡Eli!— Me sonrió. Pronto intercambió ojos con Kenny. —¿Así que él es...?—
—Es mi prometido—
—¿¡Qué!? ¿¡T-te vas a casar!?— Se exaltó. —Si no me equivoco... Tú eres Kenny Sanz— Lo analizó. —Debiste tener muchos problemas... ¿Ahora vas tras la herencia de los Rosset? Porque, tu familia está en quiebra. ¿No es así?— Kenny empezó a desatar feromonas amenazantes. Me sentí un poco mareado, mientras Julen retrocedió.
—¿Qué es lo que sabes tú?— Contradijo.
—Lo suficiente... También sé que renunciaste a tu apellido, para poder seguir viviendo. Además, parece que Eli no lo sabe...— Avanzó con expresión astuta. —¿Qué le sucedió a tu prometido? Si no me equivoco... ¿Se llamaba Erick Sanz?— Tanto Kenny como yo nos sorprendimos. Ese tal Erick... Es un reconocido modelo, es la mayor competencia de Jack. El moreno estaba sudando.
—No, eso...— Se descolocó, Julen lo asustó completamente.
—Bueno, creo que no me invitaran a tomar el té. Así que nos vemos en el siguiente trabajo, Eli— Besó mi mejilla. —Te voy a extrañar— Me aterroricé con su gesto. Casi caigo de rodillas, si Kenny no me hubiese sujetado.
—¿¡Estás bien!?— Me abracé a él temblando.
—¿Tan mal hice que me sucede esto?— Pensé en voz alta. ¿Por qué todo termina de esta manera...?
Julen solía ser muy adorable antes, sus groserías solo eran una muestra de su timidez. Para nosotros no fue difícil avanzar en nuestra relación, después de que aceptara salir conmigo, pasamos un año teniendo citas y demás... Nos alejamos del resto yendonós a vivir por nuestra cuenta. El segundo año de nuestro noviazgo fue el peor y mejor año de mi vida. Si no fuera por lo que hizo Cyer, yo me hubiera casado con Julen. Pero, justo el día que pensaba proponerle matrimonio, Cyer expuso nuestra relación. No me importó que arruinara mi imagen con eso. Sin embargo, Julen no lo merecía. Terminó odiándome...
Ese día, después de volver al lugar lleno de nuestros recuerdos. Exploté, en un mar de ira, tristeza y culpabilidad. Me odiaba a mí mismo. Por lo que tomé la cajita con el anillo dentro.
Y la tiré lejos de mí. Dejándome caer contra la pared de la frustración.
Me había quedado sin nada... Me habían quitado todo. Me habían detrozado nuevamente, aniquilando mis sueños...
Y yo había desecho la hermosa expresión de Julen cuando reía. . .
—Elián...— Kenny me llevó hasta mi habitación, mientras yo me acurrucaba en él lamentándome.
—Julen dijo que tú tuviste un prometido antes... ¿Es cierto?—
—Sí, se suponía que este año me casaría con él o algo así—
—¿Te gustaba?—
—Supongo... Me atraía su forma de ser, pero es un imbécil, al poco tiempo me engañó un centenar de veces... Y después se fue, sin preocuparse de lo que pasara con la familia— Explicó.
—Eso debió ser difícil para tí...— Sollocé, limpiándome las lágrimas, ya más calmado.
—No tanto como ha sido para tí— Me abrazó, por lo que correspondí sin dudar. —No voy a dejar que vuelvas a llorar— Acarició mi rostro. —Solo confía y apoyate en mí desde ahora—
—Julen mencionó lo de la herencia...—
—Eso no me interesa. Solo tú eres el importante, con o sin herencia. No me importa, solo deseo amarte—.
—Kenny... Gracias— Me recargué sobre su hombro.
Así es, solo necesito esto. No puedo lidiar con otros problemas ajenos a los míos. Necesito respirar y secarme luego de una larga lluvia.
Después de meses, preparando la boda de Sieg y de pelear con los vestidos. Por fin el tan esperado día había llegado. Como la dama de honor del pelirrojo, estaba obligado a vestir con pantaloncillos cortos. Y con un listón en el cabello. Todo lo opuesto a lo que suelo llevar, pero a Sieg le fascinan las cosas lindas. ¿Y quién era yo para decirle que no?
Había llegado 7 horas antes, para revisar el lugar. Primero, que las sillas estén a la distancia mínima de distanciamiento social, segundo que las mesas estén enumeradas correctamente. Por último, ver que el arco esté bien decorado y que no se caiga sobre los novios, debido al viento, o por cualquier defecto. Supervise a los cocineros, y Fred como padrino se encargó del resto.
Siendo los únicos en el lugar, a parte de ciertos empleados, nos juntamos en el altar a revisar la alfombra. —¡Oh, mierda!— Exclamó Fred de repente.
—¿Qué pasa?—
—¡Hay un agujero en la alfombra!—
—¿¡Qué...!?— Agudicé. —¿Tenía que dañarse justo hoy? ¡Sieg se volverá loco si lo ve!— Nos miramos por unos segundos, pensando qué hacer. Y al mismo tiempo dirigimos nuestros ojos hacia el altar, perfectamente ubicado a la derecha. Ambos lo tomamos y lo colocamos sobre el hoyo. —¡Perfecto!—
—¿Crees que Sieg lo note?— Yo negué con la cabeza.
En ello, vimos entrando a Casimiro. —¡Hey!— Saludó amistoso. —Ha pasado un tiempo, enanos—
—¿A quién le llamas, enano?— Jugó con el temperamento de Fred. Mantener a estos dos juntos, nunca ha sido una buena idea. Ambos, son del tipo de persona molesta, que le encanta meterse con los demás. La diferencia es que Casimiro lo suele hacer con mala intención, y Fred inconscientemente.
—No se desordenen— Los aparté. —Te di un puesto en primera fila.—
—No era necesario...— Dijo Casim.
—Fue lo que Sieg pidió. Bueno, Fred, encarguemonos de los que vayan llegando.— Fuimos saludando y presentando los lugares a cada persona. Faltaba una hora para la boda. En cuanto Jake llegó, Fred se lo llevó para que se cambiara. E hice lo mismo con Sieg cuando hizo su llegada. —¿Preparado?— Estaba tan nervioso que estaba por obligarlo a tomar una ducha, ya que sudaba sin control. —¿Sieg?— Se asustó cuando le puse la mano en el hombro. —¿Estás bien?— Él se sentó en la silla enfrente del espejo.
—¿E-es normal estar tan asustado? Mi corazón no ha parado de apuñalarme desde que me desperté...— Su cuerpo entero temblaba.
—Sieg...— Lo abracé desde atrás dulcemente. —Mírate, eres un precioso omega en todo sentido, eres simplemente más que perfecto... ¿Te asusta no poder convertirte en una esposa perfecta? Créeme, que la perfección está por debajo de tí— Él se dió la vuelta abrazándome.
—Gracias, Eli... Pero, todavía estoy inseguro. Es como si de golpe me hubieran llegado encima todas las debilidades que cubrí— Dijo.
—Jake te ama, te lo puedo asegurar. ¿Cuánto amas a Jake, Sieg?—
—Yo realmente, siempre quise esperar que fuera lo suficiente— Sonrió forzado. —Ya que nuestra relación no comenzó gustándome, pero he llegado a construir muchas cosas con él. No quiero que eso se destruya, así que creo que puedo hacerlo— Respiró fuertemente.
—¡Así se habla!— Se levantó, se acercó a su vestido, y llamó a las empleadas para que lo ayudaran con su ropa. Yo me encargué de peinarlo y terminar con los retoques. Pinté sus redondos y tiernos labios, como le coloqué una preciosa corona, de la cual salía el velo. —Te ves muy lindo.— Revisé la hora. —Ya es momento de ir— Dije, colocándole los zapatitos. Fui a dejarle fuera, donde se encontraría con su hermano que lo llevaría al altar.
Corrí alegremente a mi puesto, en unos minutos empezaría la ceremonia. Jake se veía muy guapo en su traje, además que se había arreglado y cortado el cabello para hoy. Por su puesto, Fred tampoco se quedó atrás.
Miré que el puesto de Kenny estaba vacío. ¿Piensa llegar tarde? Marqué su número.
—¿Kenny, dónde estás?—
—¡Perdón, hay mucho trafico!—
—¿Vienes cerca?— Pregunté.
—Sí, como a cinco manzanas—
—Bien, date prisa, y ten cuidado— Corté la llamada.
La música empezó a sonar, las miradas se dirigieron al camino de flores, observando a dos cabelleras rojizas aclararse con los rayos de Sol, que traslucian las hojas de los árboles. Lentamente avanzaron, sin embargo pararon en la mitad y Sieg se puso pálido. El ramo de flores fue a parar a brazos de su hermano y sorpresivamente murmuró algo como... —Y-yo no puedo hacerlo...— Antes de salir corriendo.
La multitud empezó a susurrar agitados y los guardaespaldas de Jake iban a ir tras él, si no fuera porque el novio abrió la boca. —¡Alto!— Profundizó con su voz ronca. —No es su asunto, es decisión de Sieg— Dijo valientemente. —Tampoco debo ir yo tras él... ¿Qué dices tú, Elián?—
—Oh, rayos... Parece que no logré animarlo— Me acerqué a Fred. —Tú irás—
—¿Yo por qué?—
—Porque eres el mejor consolador que existe— Sonreí vacilante.
—¡¿En serio, qué clase de cosas piensas de mí?!— Se puso rojo antes de encaminarse por el camino por el cual huyó el otro.
Me di cuenta que Jake no estaba de buen humor, a pesar de siempre verse pacífico, esta vez estaba furioso. —Si no vuelve...— Fue diciendo. —Firmé un contrato expresamente para que los Gilga compartieran mi herencia... Necesito resguardar mi apellido en alguien— Se acercó al alpha pelirrojo. —Te obligaré a firmar el contrato de matrimonio.— Exigió amenazante.
—¡E-estoy seguro que regresará!— Dijo Casimiro. —No tienes que recordarlo, sobre todo aquí— Esperamos unos minutos. Kenny llegó corriendo a mi lado.
—¿Qué pasó?— Preguntó agitado por correr.
—Eh... Sieg acaba de salir corriendo, y esperamos, a ver si regresa—.
—Qué mal...— Lamentó. Sí, definitivamente esto va muy mal, comencé a comerme la uña, pero Kenny me bajó mi mano, y la tomó para que me calmara.