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Chapter 5 - Nube corredora

—¿Estás listo?— Kenny entró con un traje azulado, que le quedaba a la perfección.

—Te ves bien— Recoloqué su corbata. —Ahora sí, estás perfecto—

—Te ves muy guapo—

—¿Estás diciendo que no soy siempre guapo?— cuestioné.

—¿Qué? ¡No, eres hermoso! El chico más hermoso de todos— Reí.

—Solo te molestaba— No dejé de sonreír. —Bueno, vamos, que sin tí ¿Quién va a conducir?— Lo empujé fuera. —Destino a la boda de nuestros padres. El día de hoy nos convertiremos en hermanos—

—¿Debo sonreír también? Jamás te veré como un hermano— Hizo una mueca.

—Yo tampoco— Me relajé sobre el asiento. —¿Quién piensa en acostarse con su hermano? Un hermano de verdad, no podría— Condució hasta la entrada, de lo que parecía un palacio. Revisaron nuestras invitaciones y Kenny aparcó en un estacionamiento exclusivo. Incluso me abrieron la puerta y mi hermanastro entregó las llaves.

Al entrar, Kenny ofreció su brazo, que amablemente acepté. Por lo que fuimos enlazados hasta adentro.

—Este lugar es más grande que la mansión— Me maravillé ante los pilares de mármol, las gigantes ventanas y los candelabros de cristal.

Ya habían llegado la mayoría. Los familiares se encontraban comiendo y bebiendo un poco. —¿Te presento a la familia?— Pregunté.

—Si no te molesta...— Pidió perdido.

—La señora de la mesa izquierda, es la ex esposa de nuestro padre. Es la madre de nuestros otros hermanos. Dirigirte a ella, como señora Nadia— Nos acercamos a saludar al círculo de mujeres mayores. —Señora Nadia, ha sido un tiempo— Saludé.

—Elián, cómo has crecido. Te veo y me veo más vieja—

—¿Qué dice? Yo la veo igual. Déjeme presentarle a Kenny, mi nuevo hermanastro— Se presentaron y con permiso nos dirigimos al resto. —Las demás eran las mujeres de los demás empresarios. Las que cambian cada semana— Alguien tapó mi vista.

—Adivina quién soy—

—¡No puede ser, Jack!— Me di la vuelta y lo abracé. —¡No te he visto en dos años! ¿Cómo has estado?— Jack Rosset, mi primo y uno de los pocos alphas que me caen bien. Desde niños ha sido un hermano mayor para mí.

—Estaba en New Jersey— Kenny lo miraba, como queriendo hacerlo desaparecer. —Oh, tranquilo. No tocaré a tu chico más que esto—

—¡Hey, yo no soy de nadie!— Critiqué.—Deja de poner esa cara, él es Jack Rosset, el prometido de Cyer. Jack, él es Kenny, mi nuevo hermanastro—

—Ya veo, cuida bien de Eli, es un hermanito para mí— Extendió su mano. Por lo que Kenny aceptó amistoso.

—¿Cómo fue tu viaje?—

—Bien, fue una gira extensa. Tenía tantas ganas de ver a Cyer, pero mi manager no me dejaba ni dormir. Así que decidí regresar al ver mi oportunidad de demostrarle mi amor— Hizo una expresión maquiavélica.

—¡Ya quiero ver su cara cuando te vea!— Cyer no corresponde a Jack, empeorando el carácter de mi primo. —Hablando de él— Lo llamé, por lo que se acercó. —¿Llegaste hace poco, Cyer?—

—Sí, tenía trabajo...— Se petrificó al ver al platinado. —J-Jack... Hola— Retrocedió tres pasos.

—¿A dónde vas? ¿Estas son formas de tratar a tu prometido?— Cyer pareció salir corriendo y Jack lo persiguió.

—Si no existiera Jack, Cyer me pondría las manos encima— Suspiré.

—Ya veo, me agradó levemente— Me reí. —¿Alguien más que necesite conocer?—

—Hay un montón de primos, tías, primas y tíos... Que hasta yo me olvido. Te presenté a los que verías más a menudo— Corté un pedazo de tarta. —¡Oh, está buena, mira, prueba!— Le acerqué un pedazo a la boca, que recibió contento.

—¿Te gustan este tipo de cosas?—

—Sí, viene bien tener postres así, bueno yo como mucho—

—Lo sé, te repites plato en el almuerzo. ¿Es por que eres deportista?— Preguntó.

—Sí, creo que sí— Reímos.

—Vaya, parecen una pareja de lejos— Franchesco se acercó enfadado.

—Qué placer verte...— Comenté.

—¡Oh, si son mis sobrinos favoritos!— Nuestra tía nos agarró por los hombros. Justo intervino en el momento de más tensión.

—Tía Mila— Dijimos al mismo tiempo.

—Kenny, ella es la tía Mila, es una doctora muy buena, si te sientes mal pregúntale a ella— Recomendé.

—Oh, tú debes ser el nuevo hijo de Brayan— Le dió su tarjeta. —Aquí está mi consulta—

—¡Elián!— Se me tiró encima mi prima. —Te extrañé muchísimo— Chilló.

—Mika, me asfixias— La saqué de encima.

—¿Elián, ya pensaste mi propuesta? ¡Mamá, está totalmente de acuerdo!—

—Por más que me agrade la tía Mila, no me voy a comprometer contigo, Mika— Me opuse.

—¡Es cierto, Elián se casará conmigo!— Dijo Franc.

—Franchesco...— Gruñó la chica. Me fui con Kenny, antes que se rasguñaran.

—¡Parda de alphas salvajes!— Me quejé.

—Eres muy popular, y yo que creía que solo tendría 3 oponentes, bueno no importa. Les ganaré—

—¡Ahaja! Quiero ver eso— Los empleados nos dirigieron al altar. No fue la gran cosa ver a mi papá dar los mismos votos que hace años.

—Presta atención— Me pellizcó Cyer en la mitad de la ceremonia.

—Auch... Ya.— Me estaba durmiendo con toda la espera, hasta el beso final. Donde todos aplaudimos y yo solo pensaba "Al fin". La corbata ya me estaba apretando, y odiaba vestir formal. Quiero vestir mi querido buzo. Lloraba internamente. —¿Ya, ya terminó? ¿Puedo irme a casa?—

—Elián, compórtate— Regañaba mi hermano.

—No entiendes, Cyer, realmente lo odio—

—Yo también lo odio... Toda esta maldita boda la odio— Su típica sonrisa fue corrompida por el enojo. —Un Sanz siendo parte de la familia Rosset, no puedo creer que esa perra se ganara a papá— Mordía su uña.

—Sanz... Ese apellido me suena— Si no me equivoco, era el nombre de una empresa contricante. —¿Sanz es apellido de ella?—

—No, es el apellido de su ex esposo, y el verdadero apellido de Kenny.— Me estaba enterando de un montón de cosas.

—¡Cyer, eres el mejor!—

—¿En serio?—

—Sí— Lo abracé, gracias a tí me he dado cuenta de algo.

—¿Entonces te casarás conmigo?—

—¿No te es más fácil decir que quieres mi herencia?— Él rió nervioso. —Sé perfectamente que no me quieres. Además ni siquiera podrías darme un hijo.—

—Elián, se consciente de tu edad... Llevas el apellido Rosset. Eres el futuro de la familia, ya sabes que somos los principales en la empresa. Tienes que casarte pronto con un Rosset. Te recomiendo yo, puedes tener otra pareja, ni me importa, esto es por el bien de la familia. Piénsalo bien—

—Lo sé... Sé que no me queda mucho tiempo— Miré el techo.

Un omega se supone, que debe ser el perfecto compañero de un alpha, para darle a sus hijos. En comparación a un alpha, los omegas no son nada. Las preocupaciones de un omega son, cuidar de los hijos, cocinar y mantener limpia la casa. Sin mencionar obedecer toda regla de su alpha.

Con una botella de alcohol en mano, me senté en unos columpios, alejados de la muchedumbre. —No soy nada parecido a un omega común.— Aunque mi cara es linda, mi cuerpo no es frágil, y mi personalidad es directa y muy sociable. No quiero convertirme en ese estereotipo. Si me caso, me convertiría en eso. No soy un objeto, yo también sueño, siento y deseo. ¿Cuál es la diferencia entre un omega o un alpha? ¿El hecho que fácilmente puedo concebir? Jamás he pensado en tener una familia. No lo puedo imaginar, está lejos de mi razonamiento. Bebí de la botella.

—¿Está bien que tomes así?—

—Miren, si es mi nuevo y rarito hermano— Dije. —¿Quieres?—

—¿No te gustan las fiestas?— Interrogaba el moreno.

—No soy tan hipócrita para quedarme allá y compartir "su felicidad". Ellos no me quieren dejar ser feliz—

—¿Qué es lo que te haría feliz?— Reflexioné su pregunta.

—Hasta yo me lo pregunto... En todo este tiempo creía que solo tenerme a mí era suficiente. Tenía un sueño, quería ser el mejor arriba de un ring... Sin embargo, es imposible para mí. Fue difícil, cuando perdí mi sueño quedé destrozado... Pero, aún así yo seguía vivo. Y me di cuenta, que al igual que todos los estúpidos omegas, si quería estar con alguien... Yo le tuve aprecio a un alpha, y no me hubiera molestaba ser suyo. Aunque todo lo demás estuviera perdido, si él estaba conmigo, todo estaría bien y podría sonreír.— Relaté.

—No creo que sea malo... Pudiste querer alguien, pudiste sentirte amado, pudiste dejar la soledad. ¿Fue lo que sentiste? ¿Un cálido sentimiento? Aquello es lo más maravilloso que puedes obtener—

—¿Un cálido sentimiento...? No, no lo fue. Más bien...— Recordé los días de lluvia, los días infelices, pero hermosos. Los días es que fui libre. —Fue refrescante. Yo pude ser libre— Expresé sonriendo.

—Ojalá pudieras siempre sonreír así—

—¿Así cómo?— Pregunté.

—Tan libre como tu dices, tan tú. Sin trabas en tu mente y corriendo lejos, que es lo que mejor se te da— Reí ruidosamente.

—¡Eres tan gracioso, Kenny! Realmente adorable, tratando de hacerme sentir mejor. Estoy bien, Kenny. No necesito nada— Dije

—Elián, si te sirve de algo, yo siempre estaré para tí—

—¿Por qué sigues insistiendo...? Yo no te haré feliz, y no es la primera vez que me dicen algo así— Oprimí. No obstante, los ojos de Kenny detuvieron mi cólera. Un profundo color, tan oscuro, que me hacía sentir indeciso. Me obligaba a demostrar mi escencia.

—Elián— No apartó su mirada. Hipnotizandome, obligándome a dejarme llevar. ¿Es por qué es un alpha dominante? ¿O es algo más? Tragándome en una agonía nostálgica. Recordándome el pasado, Kenny tenía un talento para ello, desprendía en su aura, la tentación del pasado. Él me recordaba a la persona que más amé en el ayer.

Entonces, recordé a Leo. Y Kenny me abrazó, no sé si es porque puse una expresión muy melancolica, pero su perfume me inundaba tranquilidad. Ese aire que creía haber olvidado. —Kenny— Iba a besarlo, cuando se oyó a papá llamando a todos los presentes. Justo en el mejor momento.

Nos trasladamos al jardín, enfrente del laberinto. —Ya que la boda fue todo un éxito, hemos preparado algunos juegos para ustedes. ¿Podrían pasar al frente los herederos de la familia?— Pidió mi nueva madre. Por lo que mis hermanos y primos se acercaron. —¡Jugarán al pilla conejo!— Dijo. —De entre todos los participantes habrá un conejo, y los demás serán los lobos. Por supuesto que quién gane el juego tendrá un premio. Escogeré al conejo primero— Un administrador le pasó un accesorio con orejas de liebre. —Creo que el mejor conejo, sería el omega de la familia— Me colocó las orejas. Y empecé maldiciendola en mi cabeza. Maldita perra... ¿Por qué yo? —Los demás, pónganse las orejas de lobo, por favor— Obedecieron. —Las reglas son simples... Primero al conejo se le dará una ventaja de 10 segundos para entrar en el laberinto. Quién logre quitarle las orejas al conejo y encontrar la salida gana. Pero, si el conejo logra quitarle las orejas a todos los lobos o escapa antes, gana—

—¿Entonces, cuál es el premio?— Preguntó Cyer.

—La mano de mi hijo. El conejo es el premio— Dijo papá.

—¿¡Qué!?— Me exalté. —¡¿Y qué gano yo participando?!—

—Liberarte del matrimonio— Dijo en un tono de duda. —Pero, eso solo se resolvería si ganas. Sin embargo, es complicado ganar— Mi viejo me subestima. Para nada recibí todas las medallas de oro y los trofeos del primer lugar.

—¿Estás listo?— Un empleado tomó mi corbata y vestón. Después de estirarme comencé a correr. Ganaría, definitivamente, soy el único que ganará su propia mano. —¡Let's start!— Sonó un silbato. Y enseguida oí los pasos de los alphas. Fui tocando la pared del laberinto, para llegar al final. Pero, los alphas tienen buena resistencia física. Por lo que no les tomó mucho tiempo alcanzarme. Y tocando el muro de arbustos me movía más lento. Miré atrás y vi a Cyer llendo tras de mí.

—¡Deja de seguirme!—

—¿Eso le dices a tu depredador?— No podía seguir la pared así. Giré abruptamente. Pero, él se adelantó entre los arbustos.

—¡Ugh, olvidé que eres bueno en deportes!— Retrocedí. Lo único que tenía era seguir el muro con la mano para encontrar la salida, pero supongo que mi plan ya falló.

Intenté alcanzarle las orejas, pero detuvo mi mano, así que le pegué una patada, apartándolo. —El traje era nuevo— Sonreí con su ñoñería.

—Qué lástima— Ambos sabiamos artes marciales. Así que sería una pelea dura, no obstante estaba tan emocionado, que brincaba con la punta de mis pies.

—Ya déjate de moverte, conejo— Esquivé el combo que me dió, al igual que él detuvo mis puños y patadas. Estaba fuera de practica. Entonces, desde la esquina Jack se lanzó sobre Cyer. —¡Auch! ¿¡Qué crees que haces, imbécil!?— Lo dejó en el piso, boca abajo con las manos retenidas.

—¿Qué haces, Jack?—

—Elián, sácame la corbata y amarralo. A cambio, toma ambas orejas— Las ofertas que me hace Jack, siempre se basan en Cyer. Pero, no perdería su ofertón. Por lo que amarre fuertemente las muñecas de mi hermano.

—¡No, Elián! ¡Elián, vuelve aquí!— Ya me llevaba las orejas.

—Deja que se vaya, nosotros nos vamos a divertir—.

—¡No, por favor! ¡Elián! ¡Elián! ¿Dejarás que un loco viole a tu hermano alpha?—

—Sí, y no es cualquier loco, es Jack. Es un psicópata ¿Sabías que tiene fotos de tí desde que tenías 10?— Comenté. Y al alejarme ya podía oír sus gritos. Justamente a padre se le ocurrió comprometerlos, ser el mayor de la familia es cosa seria.

Caminé, escuchando los ruidos cercanos. Me di la vuelta, al oír los matorrales, y vi que Franchesco ya se había subido a la pared para alcanzarme. —Podemos hacerlo fácil— Sonrió.

—Me gusta hacerlo difícil— Imité su sonrisa. Él saltó de arriba, y empecé a correr. Di vueltas hasta ver a Mikaela. —¡Mika!— Grité.

—¡Ahí estás!— Le di una vuelta y le quité las orejas, por último la empujé sobre Franchesco. Aún así el maldito continuaba persiguiéndome. Necesito pensar cómo quitarle esas orejas. Estoy empezando a odiar los laberintos. Entre que me mareaba por ir a cualquier parte.

—¡Franc!— Llamé y me devolví a toda velocidad, hasta tirarlo al piso. Me dolió hacerlo, pero no tenía tiempo. Le quité las orejas y seguí el camino. Aunque ni sabía el camino, pero tenía que aliviarme a mi mismo, pensando que sabía a dónde iba. Tal vez debería hacer lo mismo que Franc y subir el muro, sin embargo era muy alto, necesitaba un cajón lo suficiente elevado para llegar arriba. En ello vi a Kenny más adelante, en un camino sin salida.

—Perfecto— Dije en voz alta y con todo lo que me dieron mis pies. Corrí hacia él, quien quedó asustado por no saber mis intenciones. Cuando quedé a unos centímetros, me agarré a sus hombros y salté hacia el muro, tomando las orejas de él en el progreso. Había logrado un salto perfecto gracias al alto Kenny. —¡Gracias!— Me observó impresionado por mi gran hazaña.

Y ya un poco cansado, por la maratón que había dado. Llegué a la salida, con todas las orejas de los lobos. —¡Gané! ¡Les gané, estúpidos alphas!— Estaba en la meta gritando a todo volúmen. —¿¡Viste, padre!? ¡Yo me gané mi propia mano!— Cuando todos parecían asombrados y susurraban, mi padre se levantó riendo. Me abrazó por los hombros y me invitó a sentarme en la mesa.