Tras siete meses en un barco llegué al puerto de aquella gran ciudad, es algo que no me esperaba, pues es casi tan grande como la capital de mi país, desde el muelle se podían ver los edificios, realmente tenían una arquitectura diferente a la nuestra, con menos decoración y principalmente hechas de piedra, también se veía mucha gente y sobre todo destacaban los omegas por lo tapados que iban. En cuanto bajé del barco vino una escolta a buscarme, todos alfas con armaduras metálicas de apariencia pesada, no tardé en darme cuenta de las miradas llenas de lujuria que estaban puestas en mi persona, hice caso omiso y deje que mis guardias personales y yo fuéramos escoltados hasta el palacio real puesto que nuestra embajada aún no estaba terminada.
pensé.
Tras una caminata, si, una caminata, llegamos al palacio, grande fue mi sorpresa cuando el rey al verme puso una cara de asco y de manera cortante dijo:
^ ¿Un omega? ¿Quién dejaría algo importante en manos de un omega? Y además uno así, míralo, va enseñando todo, parece un prostituto^
Me quedé de piedra, es la primera vez en toda mi vida que un alfa tiene el descaro y la poca vergüenza de decir eso, no me iba a quedar así, si quiere pelea tendrá
- ¿Un alfa? ¿Acaso la gente con cerebro está de viaje? ¿O es que en este país no existe ese tipo de personas? -
Admito que fue un error dejarme llevar por mi furia en un momento tan importante pero no se qué tenía ese alfa que sus palabras se me clavaban como astillas y eso me molestaba.
El rey se acercó a mi mientras soltaba sus feromonas, la mayoría de mi escolta formada por omegas sucumbieron ante él, nunca había conocido a un alfa con unas feromonas tan potentes, supongo que por eso es rey.
^ ¿Por qué no reaccionas igual que esa panda de débiles que tienes como séquito?^
Dijo ese alfa que ya estaba acabando con mi paciencia, una cosa era insultarme y otra muy distinta intentar doblegarme
-Oh veo que te has dado cuenta ¿Acaso crees que mi familia es la que gobierna por nada? Soy un omega bendecido por los dioses, lo más cercano a un dios que verás nunca, soy completamente inmune a tus feromonas y a tu voz, esos trucos rastreros no te servirán conmigo- Dije altivo
No sé en qué momento llegué a esto, fui enviado como embajador para traer riquezas y paz a mi pueblo no para pelearme con este tipo.
-Bien, intentemos dejar de lado que tú seas un alfa y yo un omega, soy el representante del país que puede traer muchas riquezas a esta tierra y me tratarás con el respeto que ello amerita. -
Fui firme y claro en lo que dije, estoy aquí para una cosa y no es pelear con un alfa.
^Hablaremos cuando te tapes algo^
Respondió mirando mis piernas, este tipo me pone de los nervios, pero si para negociar tengo que ponerme la horrible ropa de este país así sea.
-Bien me cambiaré, hablaremos de esto en la cena de esta noche-
Una vez terminada la horrible conversación fui llevado a mi habitación y mis soldados fueron instalados en las habitaciones contiguas separando a los omegas y a los betas en dos habitaciones.
Me tiré en la cama, desde luego este país es agotador, los guardias no paran de mirarme con deseo y los omegas que he visto en palacio se ponen a susurrar lo putón que debo ser por vestirme así.
Antes de que pudiera relajarme la hora de la cena llegó, me puse su ropa tradicional, unos pantalones largos y bastante amplios que disimulan mis curvas y una especie de camisa larga que llega a medio muslo, esta también es holgada y elimina mis preciosas curvas, todo ello acompañado de unos guantes para tapar las manos, desde luego ya echo de menos mis queridos Dainneab
(Dainneab: Ropa típica del país de Shilé la usan los omegas y las betas hembra de entre los 14 hasta los 40 años de edad, consiste en una especie de vestido ajustado por arriba con una falda que se abre por delante dejando una sola pieza de tela cubriendo la parte delantera suele ir acompañado de unos zapatos de tacón alto.)
Llegó el momento de calzarme, no solo el calzado no llevaba tacón sino que también era alto para que no se te pudieran ver los tobillos, salí de mi habitación tapado de cuello para abajo y sintiéndome terriblemente aprisionado, toda la ropa que se me envió a mi cuarto era o bien gris o bien en tonos tierra, hasta la ropa interior era 0% sexy, llegué al gran comedor y me di cuenta de mi error cuando todos se quedaron mirando, se me había olvidado recogerme el pelo, todos los omegas aquí llevan el pelo recogido en moños y yo lo llevaba suelto.
pensé y sin darle mayor importancia me senté en el asiento que estaba reservado para mí, a mi lado estaba el rey con una sonrisa victoriosa que me ponía del hígado, pero a la vez tenía algo que me gustaba, definitivamente estoy cansado por el viaje.
Gracias a los alfas desterrados aprendí algo de las normas en la mesa de este país así que no tuve mucho problema, una vez terminada la cena decidí hablar con el rey.
-Su majestad, como representante y príncipe de Vaen estoy aquí para ofrecerle un acuerdo de libre comercio entre nuestros dos países además de proponerle un intercambio tecnológico y cultural, nuestros respectivos países saldrían beneficiados y crearíamos una alianza firme y duradera-
^ ¿Y que tiene tu sucio país de omegas que ofrecerle al mío? ^ Espetó sin el más mínimo reparo
-Mi sucio país su majestad, tiene tecnología que usted aún no tiene, como la imprenta, alcantarillado, baños públicos...
También tenemos mucho conocimiento en medicina lo cual le beneficiaria además de una fuerte industria textil, respecto a su país tiene grandes canteras y es rico en carbón y hierro cosa que nos vendría bien. -
^Puede que me lo piense si viene un Alfa a hablar conmigo^
Desde luego me pone de muy mal humor
- ¿Y por qué ha de ser un alfa su majestad? Los omegas también somos fuertes y muy capaces, yo mismo sería capaz de vencerle en una pelea cuerpo a cuerpo-
La risa del rey se escuchó en todo el comedor atrayendo la vista de todos los presentes
^En ese caso en media hora en el patio principal combatiremos^
Dijo de forma sombría, se veía muy seguro de si mismo ya veremos cuanto le dura
-Está bien su majestad, solo tengo una petición, sea cual sea el resultado no habrá una guerra entre nuestros países-
^Bien, pero añadamos algo más, si ganas firmaré el acuerdo y además te daré tierras al este de mi país lo que te convertirá en un noble de este reino, pero si pierdes nos darás toda esa tecnología que mencionaste antes y te casarás conmigo^
Realmente era una apuesta arriesgada, pero confío en mi habilidad, este pobre tonto no sabe que llevo entrenándome en diferentes artes marciales desde los 6 años.
-Acepto el trato-
me levanté de la mesa y fui a mis aposentos, era hora de sacar el kirudain
*(Kirudain: traje tradicional de lucha para los omegas, es muy abierto permitiendo libertad de movimiento, consiste en un traje que va desde el cuello a los tobillos y que tiene una falda abierta en las 4 direcciones, alante, atrás y a los lados, la zona del cuello lleva una placa de metal para evitar una marca por parte del enemigo, va acompañado de un calzado como las francesitas pero atado como las sandalias romanas)
Me puse mi kirudain favorito, es rosa pastel con estampado floral, me recuerda al paisaje que hay en el jardín que solía visitar con mi madre, dejando mis pensamientos atrás salí de mi cuarto rumbo al patio principal.
Cuando llegué él ya estaba ahí, estaba muy tranquilo, en cuanto me vio su mirada fue directa a mis piernas y luego fue subiendo poco a poco, su cara formó una mueca de disgusto cuando vio que mi ropa interior no se veía, pero ya la verá cuando estampe mi pie en su barbilla.
^Las reglas son simples quien quede inconsciente o se rinda pierde^
Dijo mirándome con lujuria, a saber qué piensa hacerme
Antes de que me diera cuenta ya estaba encima de mí, pero no iba a dejar que me pegasen tan fácilmente, antes de que el pudiera reaccionar le di una patada en el diafragma que lo dejó sin aire, acto seguido le di detrás de las rodillas haciendo que besara el suelo, luego simplemente puse mi pie en su cabeza.
- ¿Y bien? ¿Eso es todo lo que un alfa puede ofrecer? -
Dije altivo y vaya error, en cuanto bajé la guardia tiró de mi pierna haciéndome caer al suelo
^Reconozco que no ha estado mal gatito casi hasta duele, pero eso no es nada^
dijo poniéndose encima de mí
^Ahora te enseñaré lo que un alfa puede hacer^
Acercó su boca a mi cuello, no lo podía creer, que manera más sucia de jugar, iba a marcarme para que quedase fuera de juego, cuando su mandíbula se cerró sobre mi cuello un sonido metálico sonó, seguido de un quejido por parte del rey
-Ups se me olvidó decirte que el cuello viene reforzado con hierro-
Le di un rodillazo en la entrepierna y salí debajo de él como pude
-Y por haber intentado jugar tan sucio no tendré piedad-
acto seguido le di una patada de hacha en la cabeza estampándolo contra el suelo.
-Yo gano-