- ¡Espera! – Virla se detiene el tiempo suficiente para ver a Telos recoger la comida que le falta y correr tras ella – ¡Espérame!
Virla lo mira mientras él llega a su lado. Sin saber que decir, simplemente se pone en marcha de nuevo en silencio
Cuanto más se acercan más fuerte es el murmullo, y el corazón de la chica parece dar un vuelco ante el gentío. Hay varias personas, todas igual de confundidas. No parece haber mucho en común entre todas, en excepción porque ninguno parece ser un adulto. Virla se impresiona por la cantidad de niños que hay en el lugar, y la parte más empática de ella parece clavarle en el pecho cuando decide poner su atención en obtener información primero.
Cuando llegan casi ninguno parece notarlos en el alboroto que hay, los que si lo hacen se acercan a ellos rápidamente y les preguntan si saben algo sobre lo que está pasando, solo para alejarse decepcionados. Varios tienen una ropa similar a la de Telos, mientras que otros tienen ropa más casual puesta que aparentemente encontraron en los cuartos en los que despertaron, la mayoría tampoco tiene el pelo más largo que dos dedos.
Ellos también preguntan a cuantos pueden, pero a pesar de la cantidad de personas presentes, nadie parece haber venido de otra parte que debajo del edificio. Todos despertaron bajo ese maldito edificio y cualquier esperanza que tuviesen de encontrar respuestas parecía fútil.
Virla intenta verse menos afectada de lo que está, Telos de por sí ya está muy alterado por los dos. Además, las personas ya se han empezado a dispersar, diciendo que se tienen que mover por lo que sea que se haya referido la voz. Aparentemente todos la oyeron.
Después de hablar con un chico que no sabía nada más de lo que ya ellos sabían, Virla pone su mano suavemente sobre el pelo corto de Telos con la esperanza de tranquilizarlo un poco.
- Descuida, alguien tendrá que saber algo – y justo cuando termina de hablar y Telos se está quitando la mano de su cabeza, alguien empieza a gritar por la atención de las personas.
- Escuchen, justo ahora no sabemos que está sucediendo, pero tenemos que calmarnos, si lo que la voz dice es cierto, habrá un terremoto y estando parados así no nos ayudará.
La chica parece ser una de los mayores en el lugar, deberá de tener unos diecisiete años. Siempre hay alguien que asume la posición de mando y trata de controlar la situación de inmediato. Pero sin importar cuan controlador suene eso, muchas veces es lo que varios necesitan cuando se encuentran perdidos y sin nadie en quien apoyarse.
Los que se habían empezado a ir, vuelven con curiosidad a oír las palabras de la chica. Virla y Telos también se acercan al auto sobre el cual está parada con la esperanza de que ella pueda darles una pista de alguna forma. Varios de los que están ahí murmuran, más para sí mismos que para nadie más. Eso era otra cosa que habían descubierto al preguntar, nadie parece conocerse.
Como antes, los murmullos son de dudas, nada que les sirva, pero la voz de una persona parece resaltarse cuando dice que la voz no había mencionado nada de un terremoto. "¿A qué más se pudo haber referido?" dice otro.
- Independientemente, tenemos que empezar a tomar precauciones y buscar un refugio o encontrar a donde evacuaron todos; en cuanto al refugio podemos volver bajo el edificio.
Virla espera a que alguien sugiera que tal vez no sea seguro y, al ver que nadie lo hace, decide hacerlo ella misma, pero en el momento que abre su boca alguien la interrumpe.
- ¿Y cómo sabemos que podemos confiar en ti? – Un chico que también parece tener unos diecisiete años grita desde el otro lado – por lo que sabemos alguien nos puso aquí y no tenemos forma de saber quién de nosotros puede estar ayudándole o sea parte de todo esto.
"Pero ella tiene razón, hay que buscar refugio." Virla deja de prestar atención, dejando de intentar distinguir las voces que ahora discuten, consciente de que no vale la pena quedarse ahí. Mira a Telos un momento, preguntándose si él quiere acompañarla.
Realmente no se conocen, es muy probable de que Telos ni siquiera sea su verdadero nombre. Pero la compañía no hace mal. Sin saber que decirle espera un momento, al ver que está muy concentrado en lo que están diciendo duda más.
- Telos, emm, me voy a ir, por si… - Virla apoya su mano en el hombro del chico para llamar su atención cuando se da cuenta de que no la está escuchando, a lo cual él se sobresalta y voltea a mirarla – me voy a ir, no creo que vayan a llegar a ninguna decisión pronto.
El chico vuelve a mirar en la dirección de la chica que está gritando a todo pulmón sobre el auto y luego a Virla. Después de un momento, asiente. Se empiezan a mover y una media sonrisa se dibuja en los labios de Virla mientras se alejan del gentío.
Por alguna razón se siente agradecida por la compañía. No; por su compañía en específico, y se encuentra extrañada ante esto.
Aunque Virla simplemente se conforma con que no estará sola, al menos por un rato más.
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La chica mira a Telos otra vez, es al menos la quinta vez en el minuto de relativo silencio desde que se alejaron del bullicio, desde que decidieron a donde irían ahora.
- ¿Qué? – pregunta el chico más bruscamente de lo que quería.
Virla se sobresalta un poco ante el tono, pero responde tranquilamente.
- ¿Por qué me acompañaste y no te quedaste con el grupo de personas? Parecía que estabas atento al plan que parecían estar formando, - procesa por un momento lo que acabó de decir y agrega - o al menos lo que estuvieran intentando hacer.
A la distancia, detrás de ellos, aun se pueden oír los gritos amortiguados de la pelea, que de alguna forma ha terminado en insultos. Pero Telos solo pregunta.
- ¿Y tú por qué me preguntaste si te quería acompañar? – Telos la mira con la punta del ojo, esperando su respuesta.
- No estoy segura, cuando te veo siento recordar algo importante. – Virla le regresa la mirada y sonríe cuando ve su expresión dudosa – O tal vez simplemente porque pensé que te haría mucha falta mi compañía.
- Muy humilde de tu parte.
Virla ríe ligeramente y devuelve su mirada frente suyo. Telos la mira y se da cuenta de que lleva una bata de hospital que le llega hasta las rodillas bajo la chaqueta verde, descalza igual que él.
Cuando el chico despertó en el cuarto de hospital - aunque realmente no fuese un hospital donde estaba - una de las primeras cosas que vio fue lo que creía era una pantalla en la pared opuesta de donde había despertado, la cual le daba unas indicaciones de cómo salir. También había notado una pequeña pila de ropa doblada al lado de la camilla donde despertó, pero a pesar de la necesidad y el instinto de tomar la ropa cuando la vio, salió corriendo del cuarto apenas se pudo parar, los corredores completamente vacíos.
Telos empieza a sentir el silencio hacerse más pesado. Mete sus manos dentro de los bolsillos del abrigo con la esperanza de espantar el entumecimiento de sus dedos, y para darse un poco de valor de decir unas primeras palabras, pero Virla se le adelanta.
- ¿Es Telos realmente tu nombre? No me tienes que decir cómo te llamas en realidad si no quieres.
El chico la vuelve a mirar con sorpresa. Sus ojos color madera claros le devuelven la mirada, unos ojos que por alguna razón le dan la impresión de haber sido más oscuros antes. Así como los de Telos. Cuando salió del edificio y vio su reflejo en uno de los espejos de un auto no se encontró con los ojos azul oscuro que acostumbraba a ver ahí, sus pupilas parecían dos cristales de hielo. Pero realmente no lo había pensado mucho hasta ahora, en la rareza de ese cambio. Rápidamente aparta el pensamiento y le responde a Virla.
- Si, ¿Por qué no lo sería? – Responde el chico.
Telos siente la mirada dudosa que le dirige la chica, pero decide ignorarla. El silencio se vuelve a posar entre ellos. Y justo cuando Telos empieza a sentir la pesadez en ello otra vez, un grito ahogado se escucha a su lado.
Inmediatamente voltea y encuentra a Virla alejándose en un paso emocionado. Telos siente la urgencia de seguirla, el mismo impulso que lo ha llevado a acompañarla hasta ahora.
Entre los locales una ventana de piso a techo deja ver una galería llena de cualquier tipo de obra de arte pensable en estantes igualmente hermosos a las obras que sostienen. Virla pega su cara al vidrio hasta el punto que parece que lo fuera a atravesar.
Telos la imita, poniendo su cara entre sus manos para poder ver mejor adentro. En el centro hay una gran mesa de vidrio disponiendo pequeñas figuras de todas las formas, desde animales normales a místicos hasta personas con proporciones extrañas y miembros en posiciones imposibles. Hasta el suelo es una obra de arte, aunque unas pilas de ropa interrumpen el mosaico y no lo dejan ver por completo. Parece una mandala de flores.
- A ella le hubiera encantado ver esto. – Telos se sorprende, y encuentra a Virla aun contemplando la galería mordiéndose su labio inferior un tanto resistiendo su emoción.
- ¿A quién? – pregunta Telos curiosamente.
- A… - Por un momento la chica parece sorprenderse a sí misma, y la emoción que antes tenía desparece de su cara, y susurra – No lo recuerdo.
Después de un momento, la chica voltea, y cuando Telos piensa que no va a decir nada más, vuelve a hablar.
- ¿Qué es lo último que recuerdas antes de despertar bajo ese edificio? – su voz delatando que realmente no está pensando mucho en lo que dice.
Empiezan a caminar otra vez en la misma dirección de antes, habían decidido tomar esta trayectoria para ver si encontraban algún almacén o tienda de ropa para poderse cambiar, ya que entre los locales donde se encontraron ninguno había visto nada por el estilo.
- Creo que estaba patinando… en un parque, de repente sentí una pesadez inmensa y me desmayé
- ¿Te gusta patinar?
- Si, aunque es más que nada un pasatiempo.
- ¿Artístico o de carrera?
- Patinaje en línea. – Telos mira a Virla, quien simplemente sigue caminando - ¿tienes pasatiempos?
- Me gusta el mar, – Un brillo parece titilar en sus ojos – cuando tenía la oportunidad sacaba tiempo para ir a la playa, – otra vez esa expresión de sorpresa aparece en sus facciones, y se corrige – cuando tengo la oportunidad.
Telos mira a su alrededor. Aun no se han encontrado con ningún almacén, o no han estado lo suficientemente atentos para notarlo. Su inspección es en vano.
Aun así, no está seguro de que esperar. Todo se ve tan diferente a como lo recuerda. La arquitectura, los autos, las calles, y hasta la coloración; sin mencionar que cuando entró a los locales de comida tardó un buen rato en darse cuenta de que lo que había en los estantes era comida siquiera. Lo había intentado ignorar, una parte de él olvidando como es que se ve realmente el mundo que el conocía, pero ahora que había escuchado a Virla mencionar algunas veces no recordar cosas, era mas consciente de lo que reconocía y lo que no.
Virla había insistido en que se tenían que cambiar, había sido casi una de las primeras cosas que había dicho cuando se alejaron del edificio con las personas. Telos no la culpaba, hace frío y sus piernas están descubiertas a ello. Pero en eso también había dicho que lo mejor era encontrar un centro comercial, para recoger provisiones y que los dos se consiguieran mejores maletines para cargar con ellas.
- Siempre he querido conocer el mar, pero nunca he tenido la oportunidad – cuando finalmente responde, una pesadez se posa en el pecho de Telos, sin saber exactamente el porqué.
- Bueno, aun estás a tiempo de hacerlo – y, por alguna razón, sus palabras resuenan en la cabeza de Telos como una promesa.
Finalmente, Virla señala un edificio a la distancia mientras apura su paso diciendo que ese debe ser el centro comercial.
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Telos sale del baño pocos minutos después de haber entrado. Pero el tiempo que tardan le preocupa menos a Virla de lo que debería.
El chico da unos pasos afuera mientras se acomoda bien el buso amarillo mostaza que lleva puesto y tiene un signo extraño en el centro; una "s" dentro de un círculo con una línea que lo atraviesa. Ahora lleva unos pantalones negros, debajo de los cuales seguro está la ropa térmica que le pasó, y sus pies antes descalzos se esconden tras un par de tenis negros con blanco.
Virla había decidido esperar que saliera antes de cambiarse ella misma, no quería que él terminara de cambiarse y no la encontrara ahí. No está segura de cuanto tiempo habrá pasado desde el aviso, pero sabe que debieron de desperdiciar mucho intentando encontrar algún almacén o centro comercial para no tener que usar la tirada en todas las calles; y no está segura de cuanto más tiempo habrán gastado intentando sacar las provisiones de las tiendas en el centro comercial sin ser heridos en el proceso.
Habían fallado en lo último. Virla aún tiene su mano un poco dormida. Por alguna razón había unos detectores que lanzaban una descarga eléctrica en las puertas de las tiendas si se cruzaban con los productos – Virla se imagina – sin pagar. Estuvo un buen rato sin poder mover su mano. Aun no se puede quitar la sensación de hormigueo que tiene desde la primera vez que intentaron cruzar unas prendas fuera de una tienda de ropa y se dieron cuenta del pequeño problema con el que tendrían que lidiar.
Sin decir nada, la chica pasa al lado de Telos para entrar a los baños. Una parte de su mente reprochándola cuando se pregunta por un momento que baño es para mujeres y cual para hombres.
Curiosamente, el baño es una de las pocas cosas un tanto familiares que ha encontrado desde que despertó. El edificio, los locales, los extraños activadores de descargas eléctricas; todo le da una sensación de otra época, hasta cree haber visto unos robots cuando estaban explorando el centro comercial.
Había oído de países que estaban más avanzados que de donde ella era, con tecnologías más modernas y todas esas cosas, pero nunca había tenido la oportunidad de ir a uno. Nunca pensó que lo haría en esas circunstancias.
Virla opta por cambiarse fuera de un cubículo, muy pequeños para poderse mover sin golpearse contra las paredes con cada movimiento. En cuestión de unos momentos está vistiendo una camisa negra junto con un buso beich con una capucha y unos shorts que terminaban con dobladillo junto con unas mayas oscuras. También había tenido que buscar ropa interior ya que la necesitaba desesperadamente, pero se había decidido por no usar ropa térmica. Por alguna razón no sentía tanto frío ahora que estaba más calmada, a pesar de que siempre había sido la más friolenta en su familia.
"Mi familia" Al despertar el pensamiento en su mente, Virla se decepciona de sí misma por haberla olvidado tan fácilmente, memorias borrosas o no. Sabe que había pensado vagamente en ella cuando estaban buscando el almacén, en alguien en específico de ella, pero ahora se da cuenta que debería de haber priorizado encontrarla desde un principio. Aunque realmente no sabe cuál era su prioridad antes de eso.
Virla sale del baño, aun con la mitad de su mente en esos pensamientos y la otra intentando mantener su atención en lo que está haciendo: recoger los zapatos que había dejado afuera. Eran unas botas marrones claro de tela, de las cuales se está arrepintiendo un poco, insegura de cuanto le durarán con ese material.
"Primero tengo que saber en dónde estoy y encontrar una forma de comunicarme con ellos. Ya intenté usar el celular, pero tenía contraseña y la llamada de emergencia solo dejaba llamar ciertos números, así que eso no me sirve" Aunque la chica realmente no está segura si recuerda el número de nadie en su familia.
Mientras se acerca a Telos, sentado en el borde de una fuente aun funcional esperándola – sus maletines con las provisiones a sus pies – no puede evitar preguntarse dónde estará su familia y si ellos siquiera saben dónde está ella. Pero entonces sus pensamientos se ven interrumpidos cuando un temblor casi la hace caer.
Ha llegado el momento de la separación.
[Final del primer capítulo, el siguiente capítulo será publicado en dos semanas]