"Durante la separación y reconstrucción de los núcleos, se perdieron muchas vidas, reduciendo el número de niños a casi la mitad inicial." - Historia de Ádiazo: Segundo volumen _ Por: Minzi
Otro temblor sacude el suelo bajo sus pies, y un instinto hace Virla correr hacia Telos cuan rápido puede. La chica toma los maletines y los cruza rápidamente sobre uno de sus brazos y jala a Telos de su manga para hacerlo moverse, sus zapatos fuertemente agarrados en su otra mano.
Los temblores continúan, "¿Entonces si habrá un terremoto?" Virla duda mientras corren fuera del edificio. Están en el segundo piso, y sin poder pensarlo mucho bajan por las escaleras eléctricas, que aún se mueven, incidentalmente eligiendo las que suben. La chica maldice mentalmente su suerte.
Lejos, un poco amortiguado por la distancia, se oye una explosión. Pero ninguno de los dos le da mucho tiempo a prestarle atención, siendo conscientes de que el centro comercial tal vez no soporte los temblores.
La entrada se hace visible, Virla vuelve a tomar a Telos de su muñeca, tratando de hacerlo ir más rápido y en unos segundos el sol aparece sobre sus cabezas. Telos se detiene a respirar, pero Virla tiene el impulso de seguirse moviendo. El temblor se hace más fuerte, y cuando voltea hacia el edificio, el lugar se derrumba en su inevitable colapso.
Virla trata de no prestarle atención, poniéndose las medias y las botas al sentir el temblor hacerse más débil sin estar segura de como mantiene el equilibrio en el proceso. Rápidamente se acomoda su maletín de provisiones y le da el otro a Telos, quien aún está inmerso en el derrumbe.
La chica espera, contando los segundos. Se acomodan un poco más en el centro de la calle, tomando a Telos de su mano para ayudarlo a no caerse, pero ella por casi lo hace cuando los temblores se hacen más fuertes nuevamente.
Un edificio se derrumba a su lado y le siguen varios, el ruido de la destrucción sonando por todas partes, pero su preocupación se ve dirigida a una grieta que se hace paso a través de la calle frente suyo a lo lejos, cada vez más cerca. El agujero que le sigue dándole un vuelvo en la barriga a Virla.
Sus piernas se empiezan a mover antes que su mente. Corren en la dirección contraria intentando alejarse del agujero que amenaza con tragarlos, pero cuando los edificios caen, ellos también lo hacen. La chica siente su cabeza resonar con el golpe, pero inmediatamente trata de despejarse e incorporarse.
Aun de rodillas, Virla voltea para ver la grieta de la que estaban escapando, pero al notar una sombra inmensa, levanta su mirada y no sabe si creer sus ojos cuando ve la tierra frente a ella alzarse hacia el cielo distante.
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Después de levantarse, Telos nota que la chica no se mueve. Definitivamente pensando en algo que no conviene en esta situación a pesar de que hace unos momentos era ella quien lo estaba apurando a él.
Hay algo raro en la tierra que se está elevando, como algo que lo atrae hacia ella, como un jalón, pero la parte más consciente de su mente está segura de que no es una buena idea responder a ese impulso. Como si el suelo bajo sus pies también pudiese sentir ese jalón, poco a poco partes de la calle empiezan a desprenderse y a acercarse a la masa de tierra, la grieta cada segundo más cerca a ellos, el agujero detrás pareciendo más profundo.
Telos jala a Virla de su brazo, obligándola a pararse y la hace correr con él. Tienen que sobrevivir esto primero, luego verían que es "esto" exactamente.
- ¡¿Adónde estamos yendo?! – pregunta él gritando un poco cuando otra explosión se oye, está más cerca que la anterior.
Virla lo mira, con una mirada desconcertada. Telos tarda un momento en darse cuenta de que no sabe la respuesta. Así que se detiene a pesar de que una parte de él grita que no lo haga. Su cuerpo muy adolorido como para seguir corriendo sin siquiera tener una idea de adonde iban.
- Por ahora nos tenemos que alejar de eso, – dice la chica señalando la tierra elevada cuando otro edificio se derrumba, Virla se detiene a su lado – y rápido, cada vez se está acercando más a nosotros.
Al decir esto, Telos logra ver que la grieta está a punto de llegar a ellos, y Virla ya ha empezado a correr otra vez antes de que él pueda decir nada, así que él también se empieza a mover.
Pero su velocidad no mejora por los temblores y las grietas los alcanzan, creando una telaraña en el suelo bajo ellos. Corren a la par de las pequeñas fisuras que se están formando, logrando a duras penas no ser alcanzados por el suelo que se está quebrantando en pedazos detrás de ellos, pero contra toda voluntad y explicación, Telos se empieza a sentir más ligero.
El chico tarda en darse cuenta de que sus pies no están tocando el suelo, las náuseas empiezan a apoderarse de él mientras intenta desesperadamente mantenerse en tierra firme.
- ¡VIRLA! – la chica tarda mucho en reaccionar a su nombre, suficiente para que el pánico se empiece a apoderar de Telos.
El chico intenta agarrase de algo, pero solo levanta unas pequeñas piedras que terminan desprendiéndose a sus ojos, haciéndolo cerrarlos con fuerza.
Cuando piensa que está tan alto que no se atreve a abrir sus ojos, algo toma uno de sus pies. Telos se permite abrir uno de sus ojos y se sorprende al ver a Virla corriendo mientras lo jala como si fuera una cometa al aire.
- ¿ah? – el chico, perplejo ante la situación, no sabe que hacer además de dejar a Virla llevarlo.
Aprovechando su posición Telos mira detrás suyo y no sabe que pensar cuando ve la profundidad del agujero que se está formando donde antes estaba la calle. Pero lo que más capta la atención del chico es como ninguno de los edificios está siendo elevado junto con la tierra bajo ellos.
- ¡Virla, sal de la calle y entra a uno de los edificios! ¡Los edificios no están siendo elevados! – la chica parece pensarlo un momento y con una mirada detrás de ellos confirma lo que dice Telos.
- ¡Los edificios no son estables, ya has visto como se están derrumbando! Tendremos que encontrar uno que ya haya colapsado para que no lo haga sobre nuestras cabezas. – Entonces, sin ningún aviso, la chica voltea a una calle a su izquierda.
A un paso dentro, la calle entera empieza a desprenderse, por lo que Virla apura su paso. Telos nota que a la chica se le está haciendo cada vez más difícil moverse, teniendo que recurrir a saltos para alcanzar la siguiente parte de la calle fragmentada.
- ¡Agárrate de mí! – y con esto Virla lo jala cerca suyo.
Telos no pierde tiempo e inmediatamente rodea a la chica con sus brazos para luego engancharse con sus piernas alrededor de su cintura. Pero por alguna razón se le hace difícil mantenerse pegado a Virla, como si algo lo empujara lejos de ella.
Con cada paso, Virla parece tener más problemas para mantenerse en tierra. Pero justo cuando la chica toma un salto que Telos teme no llegará a su destino, los dos aterrizan fuertemente en los restos de un edificio.
Aun sintiendo el extraño jalón, Telos no se atreve a soltar a Virla, quien a su vez inmediatamente busca entre los escombros hasta que se agarra de una viga de metal que sobresale entre los restos.
De alguna forma, ahora que están en un lugar relativamente seguro, parece haber una realtiva tranquilidad siendo interrumpida únicamente por el sonido de objetos rompiéndose y carros cayendo. Hay algo calmante en ver como la tierra flotante va tomando forma. Parece ser de tierra y algo más, aunque no ve el verde de las plantas o el gris del cemento o alguna otra cosa que pueda reconocer a la distancia, por lo que no está seguro que es, pero realmente no le importa. En ese momento está seguro de una sola cosa, y es que nunca verá algo así en su vida otra vez.
Telos se decide por asomarse por el borde de la base del edificio, y lo que ve no se queda atrás a lo que se está formando sobre ellos.
Varios de los escombros de la calle parecen estar flotando, los edificios también lo hacen y, más abajo, restos de diferentes cosas y autos se encuentran suspendidos en el aire, al igual que la plataforma en la que se encuentran. El agujero es tan profundo que no ve el final, parece que hasta pudiese ver el cielo del otro lado del mundo. También logra ver que más esferas se forman en las profundidades, similares a la que está sobre ellos.
- No te asomes, – Telos se sorprende y voltea a encontrar a Virla enfocada en la viga que está sosteniendo – quien sabrá que otra locura saldrá de ahí.
El chico asiente, aunque realmente no tiene la preocupación que siente ella.
Los dos esperan, contemplando como se empiezan a formar otras esferas en el cielo. La luz se hace cada vez mas escasa, el sol siendo tapado por algunos de esos cuerpos flotantes. Todo se mueve, siendo tomado y atraído por alguna de las esferas, y Telos no duda que también lo empezarán a hacer los restos del edificio en cualquier momento. El chico podría jurar haber visto vigas y metales surgiendo de los escombros, pero con la oscuridad que los rodea se le hace difícil estar seguro.
No tarda mucho en responder su duda cuando una mesa empieza a salir de los escombros debajo de ellos. Virla se suelta de la viga a la que se estaba aferrando y salta cuán lejos puede. El chico es tomado por sorpresa y la suelta un poco, haciendo que el jalón que estaba sintiendo antes vuelva a él, solo que esta vez parece atraerlo de todas las direcciones.
Las náuseas se apoderan de él y su garganta empieza a quemar cuando traga el vómito que no permitió salir. Virla finalmente cae otra vez en los escombros después de un salto muy largo, pero no se detiene cuando más objetos empiezan a salir disparados del suelo.
Telos intenta concentrarse, intentar ayudarla a saber de cualquier objeto que haya que esquivar antes de que los golpee a los dos. Pero después de esquivar y saltar por unos segundos, sus preocupaciones se ven enfocadas en algo que nota acercándose a ellos a la distancia.
- Virla, mira hacia allá – le señala el chico en un hilo de voz.
La chica aterriza por un segundo y apunta su mirada hacia el horizonte, percatándose de su siguiente problema.
Los metales que han ido surgiendo de los edificios se mueven a toda velocidad, algunos caen hacia el agujero bajo ellos, otros se mueven a las esferas en el cielo, pero les preocupan más los que se dirigen en su dirección.
Virla se congela por un segundo mortal, y Telos tampoco puede abrir su boca para decirle nada por el pánico que se apodera de su cuerpo. Los dos inmóviles ante la letal velocidad de los metales.
Entonces, cuando Telos supo que no podrían sobrevivir eso, empezaron a caer.