Los latidos de mi corazón me daban un ritmo constante para empezar con los golpes, la mezcla de adrenalina y el instinto de combatir o correr golpeaban la puerta. Bardos tomaban sus instrumentos para darle una ambientación digna al combate. Sería la magna obra de cualquier historia o combate que sus ojos puedan observar.
El tambor que tenía en mi corazón al igual que mis puños hicieron "bum". Lanzarme contra los aventureros era la opción más segura, mi velocidad no era igualable para ellos, por lo que seguirme les era imposible, lo que si mis golpes no eran tan rápidos, estaba yo en control de ellos y por la diferencia de poder hasta ahora normalmente era un one shot a cualquiera que intente detenerme. Ahora estaba saltando entre uno y otro para entretenerlos. Lo que si podía sentir era que ambos concentraban una cantidad impresionante de mana en sus brazos y piernas.
Manifestaciones de maná. Lo que uno normalmente vería hecho por múltiples grupos de magos para crear un ente de magia ellos lo hacían encima suya con el objetivo de potenciar sus capacidades. Parecían armaduras hechas de un material semi transparente, y reforzados por esto lograban interceptar mis golpes. Alexandra solo me veía desde lejos como si fuese una presa intentando pelear por mi vida.
Patadas, puños, no usaba magia para nada contra ellos, lo sentía algo injusto en cierto modo, lo sentía como mostrar mis capacidades. Aún así, por un instante me detuve frente a Alexandra. Su mirada no se había despegado de mi movimiento, parecía ser hasta lento para ella.
— Eres... Menos impresionante... Creo que eres... Otro más.
La sensación de ser partido por dos palabras me hicieron abrir los ojos. En mi vida normal ya era "otro más." En este mundo era "otro más", quizá volver no debía ser mi objetivo. Mi objetivo tenía que ser más ambicioso. Tenía que querer no ser otro más.
— "Fulminar"
Fue lo que ella dijo.
— "Consumir"
Ante esas palabras una chica soltó una suave sonrisa, el rayo que antes me había partido nuevamente golpeó, solo que ahora me encontraba en el mismo lugar, un círculo mágico en mi mano con inscripciones que mostraban sus propiedades de protección. En el momento que mi sonrisa creció fue mirando a los espectadores más importantes. Parecía que también tocaba que sea mi obra magna.
— Nunca tuve buena inteligencia kinestesica... Ni un buen estado físico. Pero. Creo que necesito aprender un poco más para mejorar.
La misma imagen de las armaduras de magia. Aquella que hicieron los aventureros, colocadas en mis extremidades, los músicos poco a poco se callaban hasta que ví solo a uno continuar. Algo poco importante, pero quién seguía era aquel que mejor marcaba mi pulso y mis movimientos.
Corri como con normalidad lanzandome hacia Alexandra. Su velocidad era mayor a la que presentó en nuestro primer combate, su hacha interceptó mi pie que se dirigía hacia su rostro y cuando giré para dar un remate a su mano un aura eléctrica recorrió su cuerpo para mostrar una armadura. En diferencia de la de los aventureros se notaba la magia divina viniendo de ella, incluso en su color celeste casi blanco llegaban algunos toques de rojo por su ira.
Abrí mis ojos mirando a los de ella.
— AHHH!
Grite haciendo más fuerza para intentar moverla, a mi movimiento no le quedaba más efecto, pero ella estaba en el suelo, por lo que en lo que empecé a caer perfectamente llegó a tomar mi tobillo. Su mano parecía capaz de cubrir mi muslo con facilidad, me levantó para estrellarme contra el suelo. Tembló el mundo. Si no estuviera reforzado por magia probablemente se hubiera partido, y yo también. Mi armadura desapareció de un golpe. Claro que el par de aventureros habían decidido retirarse, dejando sus armas para que sea un combate más justo.
Uno utilizaba una lanza, el otro una espada larga. Armas que no estaba acostumbrado y que eran muy buenas en manos ajenas. No en mi caso. Agarre la lanza y la espada mirando aquellas hachas de mi enemiga. Era obvio que eran regalos de su dios, por lo que casi ningún artefacto mágico podría darle una competencia justa. Puse en mi espalda la espada larga y agarre con ambas manos la lanza. Nunca había usado una, así que era tiempo de aprender rápido. Ella decidió tomar la iniciativa. Como un rayo incluso dejando una estela de estos apareció frente mío. Intentó un corte diagonal perfecto a mi cuerpo, y en lo que logré retroceder pude ver cómo el filo de las hachas chocaron. Como si fuese una chispa producida por el golpe de las dos armas un estruendo salió en mi dirección, clavé la punta de la lanza, aunque podía casi sentir como mi piel era retirada de la fuerza. Estaba cerca, por lo que le di un golpe a la parte enterrada para sacarla más fácil, también tirando arena a mi enemiga. Tocaba imitar a mi ambiente, fluir como la arena, y resistir como un desierto.
No solo fue velocidad por la patada, ayudé con mi manejo elemental para lanzarla más fuerte. Estaba seguro de que entró en sus ojos porque tuvo que cerrarlos. Cosa que me permitió hacer una embestida e intentar clavar la punta de la lanza en su abdomen.
Se escuchó un sonido como el de metal y en lo absoluto hice alguna especie de agujero. Estaba bajo ella y a su alcance. Mi abdomen desprotegido por lo que me comí una rodilla directamente en mi plexo solar. El dolor no fue solo intenso, era como si mis órganos se hubieran roto y hasta caí a la arena, agarrando mi abdomen con una mano, mientras la otra tenía la lanza agarrada.
Su punta se había partido.