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Chapter 112 - 112: Golpes.

El sonido similar al de un látigo, inclusive aún más estruendoso por lo largo y grueso de la cola que me había golpeado, pude sentir como si mi pecho hubiera sido golpeado por un camión o incluso como si una bala hubiera atravesado el mismo. Recuperar el aliento, levantar la cabeza y mirar hacia ella.

A: "Ah Hahahahahaha. Niño casi me haces reír. Por un segundo pensé que ibas a venir enserio. Casi te destrozo."

Apretar la mordida se sentía como algo difícil, algo más para aguantar el dolor de la vergüenza que el dolor físico, y aún así le miraba con una cierta cantidad de asco por reírse. No podía usar magia y eso que mi clase todavía decía "mago", el control sobre los elementos no funcionaba y tenía que confiar 200% en mis habilidades físicas.

A: "Más rápido. Vas demasiado lento. Aunque tu cuerpo no parece poder soportar más velocidad... Hmph~ las penas de ser un humano. Son lindos y muchos, no tan fuertes."

Le di un golpe al suelo mientras que recuperaba mi respiración, con un odio enorme en mi cuerpo me volví a lanzar, una y otra y otra vez. Su risa se hacía más y más molesta. Y cuando flaqueaba más para levantarme sentí por primera vez el peso y el castigo de los golpes de alguien. Normalmente no debería sentir esto, normalmente no podría quebrarme.

A: "¡Oh! Por fin lo entiendo. Estás roto."

Miré a mis manos que tenían sangre de mis intentos por detener mi cuerpo antes de estrellarme contra la pared, pero por primera vez iba a dar más que risas.

"Sigue"

A: "Oh bueno, digo... No eres un protagonista, no eres un antagonista. Fuiste capturado por andar vagando en medio de la nada. No pediste direcciones, asilo político, no buscas poder, tus acciones son de un niño. Estás... ROTO."

El entorno tembló, pero ninguno de nosotros quitó la mirada del otro, podía sentirme adolorido, pero ésto que sentía era más que dolor físico. Respiraba por la boca y hacía todo lo posible por no mostrar más. Era cierto.

Un paso, y otro, y otro. Fui a acostarme en la cama. Roto... Roto.

A: "Oh vamos... Pensé que te ibas a volver a lanzar. ¿Ya no más diversión?"

"Es cierto..."

Murmuraba palabras bajas, con los ojos cerrados, con las marcas de los golpes, con mi concentración en el suelo, romper, romper, romper aún más. Rompía mi concentración, no necesitaba mover un solo objeto, necesitaba varios, muchos, que sea un fluido. La arena de la habitación se movía lentamente, su expresión no cambió. Tampoco esperaba un cambio, que se mantenga igual, ella podía sentir todo lo que hacía consciente o inconsciente. Su cola se movía poco a poco de un lado a otro, la arena empezaba a tomar más y más forma, más control, más todo. Mis ojos seguían perdidos en el techo, tenía que crear y destruir, castillos de arena, ciudades, templos, todos destruidos y consumidos por olas y olas de arena.

Una forma fácil de pensarlo es como un océano, inmenso, moviéndose, todo hecho con arena, que a su vez puede tomar forma y puede quitarse, tormentas, olas, roca sólida.

Al levantarme sentí un golpe en la frente, era distinto de los otros, me hizo sangrar, el caliente líquido salía y manchaba. Por unos instantes noté una sonrisa más maligna en su rostro, ella fue la que se lanzó, el aire era cortado, pero no la arena, un muro, que aunque delgado y frágil útil, lo suficiente como para poder disminuir su velocidad y agacharme para golpear su estómago.

Por instantes me sentía invencible. Hasta que la realidad golpeó. Con solo un fuerte golpe en mi nuca pude sentir como todo mi cuerpo se paralizaba, como si me hubieran cortado todos los controles y caí boca abajo en la cama. No podía verla pero si sentir que estaba excitada, por una pelea que solo terminó en un segundo. Y volvió a su estado de guardia. Enojada y poco contenta con mis resultados, la recuperación fue poco a poco, el golpe podría haber sido mortal se no ser por algo, logré proteger mi nuca. Lo logré lo suficiente como para no morir. Lo suficiente como para volver a pararme en un día.

Y al levantarme, la puerta se abrió.

"Venimos a por el... 'invitado'"

me llevaron a rastras, curando mi cuerpo y podía sentir como la magia volvía a mí, pero estaba muy seguro que no tenía la fuerza como para poder enfrentar a la capital de un país, en el recorrido se me permitió ver más del lugar. Una ciudad de oro en un desierto. Las aguas que atravesaban el lugar eran hermosas, si bien tenían un color plateado a través de purificación se lograba agua 100% potable. Perfecta para beber. Como aquella que me dieron para evitar mi deshidratación. Un líquido exquisito.

Una estatua de una diosa, la diosa de los sueños, encarnada cómo una mujer con un par de serpientes mascota. Una la cual dicen puede despertar a cualquier y otra que puede dormir. Sería una mejor imagen si no fuese que habían dos líquidos enfrente de mi.