La luz del sol golpeaba en mis ojos, por fin un día que no estuviera lloviendo. Uno como pocos. La chillona voz que irrumpió mí paz solamente dijo mí nombre.
H: "Charles. ¡Charles baja a desayunar!"
Otra vez mí hermana me estaba molestando como solía hacer, por qué simplemente no era más silenciosa. Me vestí con mí uniforme, camisa blanca, un suéter de color amarillo, unos pantalones de vestir y como último detalle una corbata de color azul con un broche que tenía un escudo de una de las escuelas más importantes del país. Hoy tenía muchas actividades, demasiadas actividades. Clases, ir a tutoría como apoyo para mí ingreso a olimpiadas matemáticas, entrenar para el torneo de MMA, tenía una fiesta con unos amigos y por fin mañana podría descansar como lo hacía los sábados.
Era molesto tener que hacer tantas cosas. Estaba viviendo un tormento llamado "explotar mi talento", cantar, bailar, algún que otro trabajo como modelo de cabello para mi hermana. Por qué no podía tener una mejor vida como ese bueno para nada de Gabriel. No tenía que explotar sus habilidades porque era un bastardo sin talento, sus padres lo dejaban salir cuando quería o podía quedarse en casa jugando todo el tiempo.
Bajé con mí hermana, la cual llevaba un delantal rosado y abajo su ropa para ir a la peluquería también, ella era la encargada de hacer el desayuno por decisión propia. Al sentarme en la mesa me puse a leer muy tranquilo algo en mí teléfono, seguía alguna que otra novela ligera aunque me avergonzaba que así fuese, el leer e imaginarme como uno de esos protagonistas fuertes, rodeado de mujeres y que todo tu destino está ya puesto para ser el mejor sin esfuerzo alguno. Vivir en un mundo de fantasía. Ese pequeño sueño despierto se terminó con un golpe con una cuchara de madera.
H: "Vamos, vamos, no puedes llegar tarde. Te van a sacar de cuadro de honor. Ay~ mí perfecto hermanito... Si fuese una de tus compañeras te habría puesto un moño y te habría envuelto para regalo de navidad. Y qué tal con esa amiga tuya... ¿Stacy?~"
Mí enojo por las bromas de mí hermana se pasaron a un sonrojo porque... Bueno, me gustaba mucho mí amiga, éramos amigos desde hace un año, compartíamos bastantes gustos y ambos éramos igual de aplicados. Aunque claro, ella no iba a fijarse en mí. Habían chicos más guapos, con mejor estilo, ella era perfecta y merecía un novio que fuese igual de bueno para ella. Aunque mí enojo terminó cuando recordé que hoy íbamos a ir juntos por el mismo camino, me hizo tener una pequeña sonrisa y un apetito enorme. Por ello empecé a devorar el desayuno, casi que en tiempo récord logré terminar con la comida y salí disparando de casa.
Llevaba todo conmigo, mochila, teléfono, llaves, dinero.
Mí corazón latía más y más rápido hasta que se detuvo con una voz melodiosa.
S: "H-hola~"
Una chica alta, con un rostro hermoso e inigualable, pecas que acompañaban un cabello de color naranja otoñal. Sus ojos verdes eran como dos esmeraldas y el mejor acompañante para esa sonrisa con dientes que si bien no eran totalmente perfectos, hacían que su boquita se viese como la de un ratoncito y que su nariz levemente más colorada que el resto de su rostro fuese una naricita rosa.
"H-hey~ así que... ¿Qué tal tu noche?"
S: "Oh, tranquila. La pasé hablando contigo, o acaso quieres saber más todavía?"
"N-no, no era eso, yo solo... Esto... ¿Tuviste algún sueño?"
S: "Bueno, sí. Hubo uno un poco interesante. Pero, es demasiado vergonzoso para comentarlo... Solo te diré que estabas en él... Aunque quizá es tu culpa por desearme que sueñe con ángeles~"
Empezamos a cruzar la calle, mirando ambos al otro, la verdad se notaba que ambos estábamos bastante perdidos en nuestros ojos. Su sonrisa me hizo sonreír a mí y su risa me hizo reír. Ese ambiente mágico fue interrumpido.
Yo la empujé. Cuando la aparté pude sentir como una camioneta me pasaba por encima, el dolor fue intenso, sentí mí alma salir de mí cuerpo y en esos momentos.
Ya no dolía. Lo único que miraba eran figuras enormes, hermosas, terroríficas, allí había de todo y solo pronunciaron unas pocas palabras que me hicieron temblar.
"¿Acaso quieres volver?"