Al escuchar su respuesta, Malakas se congelo momentáneamente, no esperaba escuchar un comentario tan serio cuando su conversación apenas empezaba. Al ver su expresión, Adrion también noto que había hablado un poco fuera de lugar. Probablemente su estado de ánimo fue afectado por la cantidad de información que recibió recientemente, antes que pudiera retractarse de sus palabras, Malakas respondió.
―Puede que no todos los comerciantes tengan las manos limpias, pero le aseguro que estos últimos son solo la minoría, si el señor Dorian hace uso de su influencia le aseguro que la ciudad podrá adaptarse a sus gustos.
Adrion se sintió desconcertado por las palabras de Malakas, probablemente había malinterpretado lo que dijo de alguna forma.
Malakas por su parte, pensó que Adrion estaba insatisfecho con algunos comerciantes luego de haber terminado sus investigaciones, de esta forma, el no querría continuar con su negocio, así que se disponía a convencerlo de lo contrario.
―Lo sé, algo como una ciudad perfecta no existe.
Adrion dijo lo primero que se le vino a la mente, esperaba evitar que Malakas continuara con su extraño hilo de pensamientos.
―Ya que estoy aquí hoy, el negocio seguirá según lo acordado.
Malakas mostro una cara aliviada luego de los comentarios de Adrion, y seguido de eso, puso una postura seria, preparándose para las negociaciones.
―He preparado todos los documentos para el comercio a largo plazo con su permiso.
Una vez Adrion pensó que el malentendido había desaparecido, se preparó para resolver un problema que lo había estado molestando desde que volvió a la ciudad.
―Eso está bien, pero, antes que nada, me gustaría preguntar si la información sobre nuestro acuerdo pudo terminar en oídos de personas con intenciones maliciosas.
El rostro de Malakas se llenó de desconcierto, al ver su aspecto, parte de las dudas de Adrion se disiparon, según la investigación de Painappuri, era muy improbable que tuviera algo que ver con ese asunto, pero él aún debía comprobarlo por sí mismo.
―Parece que no he sido muy claro con mis palabras, ¿Malakas, no tiene usted alguien en la ciudad que lo considere un enemigo?
Luciendo confundido Malakas trato de responder la pregunta de Adrion.
―Aunque no puedo decir que no exista nadie con quien haya tenido algún conflicto, me enorgullezco de decir que he logrado mantener mis enemistades al mínimo, no debería haber nadie a quien pueda llamar un enemigo.
Malakas no necesitaba ocultar nada sobre ese asunto, como un comerciante de toda la vida, la necesidad de luchar contra distintos oponentes era algo de hecho. Pero como había dicho, él fue capaz de mantener sus luchas al mínimo, no debería haber nadie que le guardara un rencor tan profundo.
―Ya veo, creo en sus palabras, lamento haber sacado un tema extraño de la nada.
Adrion trato de tranquilizar el estado de ánimo, tenía buenas razones para sus preguntas, pero no era necesario que Malakas lo supiera.
―Entiendo, pero si no le importa, ¿podría saber la razón?
Adrion golpeo los dedos sobre la mesa, mientras observaba atentamente a Malakas, parecía que sus preguntas habían sido demasiado obvias y probablemente empezó a notar que había algo mal. Ante esto, él solo pudo encogerse de hombros y dar una respuesta ambigua.
―Todos los humanos anhelan la riqueza que no les pertenece.
Luego de escucharlo, Malakas solo pudo apretar sus puños debajo de la mesa, al parecer, sus dudas eran correctas. Por las preguntas que había hecho el señor Dorian, se podía llegar a una conclusión obvia.
Pareciera que un tercero estaba codiciando las riquezas del señor Dorian, en menos de una semana, esas personas notaron sus movimientos y los rastrearon hasta él. Le aterraba pensar en un enemigo que tuviera el poder y la influencia para realizar esta labor, solo mirando frente suyo pudo tranquilizarse nuevamente.
El árbol en el que se apoyaba tampoco era débil, si la organización que los buscaba era fuerte, el poder detrás del señor Dorian lo sería aún más, dado que podían interceptarlos con eficacia.
Malakas solo podía pensar en las implicaciones, sus acciones habían guiado a las bestias hambrientas detrás del señor Dorian, por sus reacciones, él no se veía molesto, solo parecía estar comprobando algo que ya sabía. No pudo evitar sentirse más asombrado mientras más tiempo pasaba junto al señor Dorian, al parecer, todo estaba dentro de sus cálculos.
Mientras no mostrara una clara incompetencia y siguiera sus instrucciones, las cosas pasarían sin dificultades. En cuanto a los terceros que codiciaban lo que no les pertenecía, solo podía rezar por su buen descanso.
Malakas agradeció a sus padres por haberlo de una buena cabeza sobre sus hombros, gracias a que noto la grandeza del señor Dorian a tiempo, fue capaz de ponerse de su lado bueno, si no, quien sabe cuál habría sido su destino.
―Entonces, ¿hay algo en lo que pueda ser de ayuda?
Adrion se sorprendió un poco al escucharlo, pensó que habría estado molesto por haber sido traído a una situación peligrosa por su culpa. Pero en su lugar se mostró listo para brindar su cooperación, eso elevo su evaluación sobre este comerciante, podría volverse un aliado confiable en un futuro.
―No tiene que preocuparse, nosotros nos encargaremos esto, solo cumplir con el acuerdo será suficiente.
Luego de que Adrion pronunciara esas palabras el ambiente pareció volverse muy amistoso, pero antes que siquiera pudiera disfrutarse de este alegre estado, Atsuki abrió la boca.
―He escuchado algo proveniente de abajo.
Adrion solo pudo aceptarlo, las cosas siempre pasaban en los momentos menos oportunos, como había estado esperando, esas personas debían moverse esta noche.
―Malakas, ¿la mayoría de los empleados deberían haberse marchado en este momento, no es así?
Adrion y Atsuki se pudieron de pie al mismo tiempo.
―Si, la mayoría de ellos ya se ha ido a casa.
Aunque confundido, Malakas respondió rápidamente a la pregunta.
―Si eso es así, entonces parece que tenemos invitados no deseados, por favor permanezca en este lugar hasta que hayamos tratado con ellos.
Al verlos salir por la puerta, Malakas y Guillermo no pudieron evitar mirarse con aprensión. Aunque comprendían los sucesos, aun no podían creerlo, alguien de verdad estaba atacando su negocio. En medio de la ciudad y ni siquiera se podía considerar que fuera tarde en la noche, de verdad alguien se atrevía a realizar un acto así.
Pero no podían hacer otra cosa que creer, ya que estaba pasando justo frente a ellos, al escuchar sus pasos alejarse, solo pudieron juntar sus manos y orar por su buen retorno.