El salón de entrenamiento estaba provisto de todo tipo de armas, desde las espadas comunes hasta diferentes hachas y alabardas, no había arma de uso militar que no estuviera en esta habitación. El propósito del cuarto como su nombre decía era el de proveer de un ambiente óptimo para el entrenamiento de los soldados.
Aunque claro, esto solo era un cuarto hecho con la función de entrenar unidades reales, en el juego esta habitación solo funcionaba como un adorno, ahora que el mundo había cambiado, el cuarto de entrenamiento podría verdaderamente cumplir su función. No está de más decir que un cuarto de entrenamiento dentro de un palacio no podría ser usado por unidades de a pie comunes y corrientes.
Este lugar equipado con los ítems y equipos de más alta calidad solo podría ser usado por una persona de un estatus adecuado. La persona que se encontraba probando una espada en este momento no era otro que el mismísimo señor de la fortaleza, Adrion.
―Simplemente no funciona.
Después de muchas pruebas Adrion había llegado a la conclusión de que era imposible para el luchar como un guerrero, no importara el arma que usara, no era capaz de realizar ningún movimiento simple, ni mucho menos algo que solo un maestro podría. No era diferente a un niño balanceando un palo de un lado a otro, un niño con una fuerza monstruosa.
El muñeco de madera fue cortado a la mitad nuevamente, Adrion ya hacía tiempo que había dejado de tomarse enserio la práctica, simplemente cortaba al muñeco cada vez que se regeneraba por pura inercia. Solo se encontraba en este lugar porque podía relajarse hasta cierto punto, cortando una y otra vez al muñeco.
La cantidad de estrés que Adrion acumulo durante estos pocos días era más de lo que podía soportar una persona normal. Desde su llegada a este mundo no había detenido sus pensamientos en ningún momento, no solo por el hecho de que no tenía ninguna necesidad física de un humano, ya que su cuerpo era ahora el de un espectro, más importante aún era que no tenía tiempo que perder.
―Llevo demasiado tiempo aquí.
Adrion volteo a su espalda y su visión se encontró con el par de sirvientas que habían permanecido de pie detrás suyo durante todos los días, una de ellas era rubia con el cabello peinado con una coleta, y la otra tenía el pelo de un color blanco y un estilo de corte más corto y juvenil.
A excepción por el primer día, las sirvientas habían estado siguiéndolo tanto de día como de noche. Las muñecas no tenían la necesidad física de dormir ni ninguna otra, así que podían seguir el ritmo de Adrion sin ningún problema.
Este hecho no ayudaba a Adrion en lo más mínimo, tener a dos seres observándote sin descanso día y noche no era nada agradable, solo se paraban ahí sin hacer o decir nada, como si de dos estatuas se tratasen, solo en pocos momentos en los que abrían una puerta o tuvieran que recoger o traer algo a Adrion, eran solo dos muñecas sin vida.
―¿Hay algún problema señor Adrion?
Lamentablemente para Adrion, esto último no era verdad, las muñecas habían cambiado con respecto al juego, lo primero que noto luego de interactuar con las sirvientas, fue que tenían la capacidad de hablar. Estos muñecos sin boca ni garganta eran capaces de articular palabras de alguna forma.
―No, simplemente creo que saldré.
―Entendido, los guardias están listos.
Las sirvientas sonrieron y abrieron la puerta para Adrion, el segundo problema, estos muñecos sin rostros ahora eran capaces de mostrar expresiones, lo que sucedió no fue tan impresionante como que de repente les aparecieron caras donde no había. El pedazo de tela que debería cubrir su cara, ahora servía como una pantalla, las expresiones de las sirvientas se mostraban como emoticonos en el trozo de tela, era imposible tomar enserio a personas que mostraran eso como sus rostros.
Coloco la espada de vuelta en su lugar, el ultimo problema que pertenecía solo a Adrion, tenía que ver con el hecho de que todas las sirvientas eran seres únicos, si bien recordaba uno que otro nombre ya que estos eran fáciles de recordar, no lograría distinguir a todas las sirvientas no importa cuánto lo intentara, este pequeño detalle lo atormentaba, por muy ridículo que fuera.
―Síganme.
Adrion avanzo dejando atrás a los dos guardias de acero, ambos guardias lo siguieron con una distancia prudente junto con las dos sirvientas, los guardias eran una molestia menor, estos sirvientes eran unas de las invocaciones de alto nivel creados en la fábrica.
Los recursos de la fortaleza eran finitos, también requerían una gran cantidad de tiempo para ser creados, pero para mejorar la seguridad de la fortaleza, varios de estos fueron necesarios, para él no eran diferentes a herramientas.
Adrion continúo avanzando por el pasillo, después de recorrer el sitio ya en varias ocasiones, había mejorado notablemente su orientación en el palacio. No cabe decir que a estas alturas, ya había descartado las ideas de que en algún momento llegaría ayuda del exterior, de la misma forma, los pensamientos de que esto fuera un sueño o ideas parecidas fueron dejadas de lado.
Este mundo no era el mundo real, pero tampoco era un juego, aspectos del juego funcionaban sin problemas, mientras otros habían cambiado por completo, pensar que el mundo funcionaría como en sus recuerdos solo lo llevarían a la ruina.
Adrion ya estaba en su límite solo preocupándose de estas cosas, ni hablar de gestionar un lugar tan inmenso como la fortaleza y prepararse para una posible invasión. Afortunadamente los campeones habían demostrado ser mucho más que hábiles, él había tenido éxito en lanzar todas las responsabilidades importantes a ellos, en los cuales los campeones se desenvolvieron maravillosamente.