Chereads / LA MUJER SIN NOMBRE / Chapter 21 - CAPITULO 3: EL SEÑOR DE YORK

Chapter 21 - CAPITULO 3: EL SEÑOR DE YORK

Comenzó su reinado como un Conde; pero con el pasar del tiempo se convirtió en el Duque y al final en el señor de todo el nuevo reino de York. Sin embargo ese privilegio no vino por sí solo, tuvo que pelear en las calles contra la competencia, tuvo que evadir a los antiguos representantes de la ley en aquel reino y cuando fue capturado tuvo que pelear por su vida junto a su dignidad en los calabozos del reino hasta que él lo liberó. Por motivos que no podía comprender, el Rey Oscuro le tuvo simpatía, le tuvo misericordia y fue el responsable de que tuviese más de lo que soñó cuando era un niño pequeño.

Pero aquella recompensa tenía un precio: debía compartir su poder con su salvador junto a otros más que deseaban una parte del enorme pastel que se presentaba ante ellos. Recordaba su pequeño condado cuando tenía quince años de edad y dominaba todo lo que él veía, algunos lo veían como si fuese Robín Hood, otros lo veían como si fuese una amenaza y otros como un gran amante; pero jamás pasó desapercibido y tampoco imaginó que llegaría a ver más de lo que podría comprender: otras tierras, otros reinos, otras razas y nuevas leyes junto a nuevos enemigos. Enemigos que no tendrían la misma misericordia que sus antiguos oponentes debido a que la ley de los hombres no estaba de su lado ni necesitaba estarla, muchos de ellos ni siquiera eran humanos para empezar. El Rey Oscuro fue bueno con él, nunca fue un hombre ambicioso y tampoco deseaba tener más de lo que podía abarcar, por eso el Nuevo Reino de York era todo lo que necesitaba, por ahora, quizás luego pediría dos o tres reinos más. Aunque se decía a si mismo que jamás sería imprudente o insolente, mucho menos avaro. Sabía dónde estaban sus límites y sabía que el Rey Oscuro podía oír, de algún modo, sus pensamientos. Solo pediría lo menos posible y que pudiese controlar sin problema alguno. Ese fue su primer gran error que lo llevó a los calabozos años atrás: comer más de lo que podía masticar.

Su enorme carruaje, antiguamente llamada Limusina, recorría las calles de su reino. De largo tamaño y con un color gris, en el capot y el techo, junto a un color marrón madera en las puertas, todos le hacían una reverencia al verlo pasar. La marca de la cabra se encontraba en las puertas junto al capot y la pequeña bandera roja con el pentagrama invertido flameaba al avanzar el coche; pero nunca se caía debido a que se encontraba sujeta por la antena radial del automóvil. Debía de encontrarse cerca, posiblemente no estuviese enterado todavía de que lo habían descubierto por lo que era difícil el imaginar que hubiese tenido tiempo de escapar, El Señor de York tenía razón debido a que encontraron, a las pocas calles cercanas al aeropuerto, al espía que estaban buscando.

El ataque seria hoy, tenía que abandonar lo más pronto la ciudad antes de que fuera tarde, debía decirle a los demás sobre el cambio de planes o de lo contrario la guerra terminaría y ellos serian los perdedores. Un joven muchacho de unos quince años de edad, de piel oscura que llevaba una camiseta sin mangas color azul con unos números en blanco grabados en la parte delantera y trasera, pantalones negros cortos junto a unas zapatillas, con una gorra negra que tenia las viejas inscripciones de aquella ciudad en el centro, se detuvo al ver a la limusina del Señor de York aparcar delante de él, sin perder tiempo intentó correr; pero la mano derecha de aquel déspota monarca lo atrapó antes de poder alejarse unos centímetros y lo tiró al piso, procediendo a golpearlo sin ningún tipo de piedad sobre él, los demás hombres del Señor de York se le unieron al poco tiempo procediendo a darle una feroz paliza que finalizó cuando ellos se cansaron. La puerta de la limusina del Señor de York se abrió saliendo de ella un hombre alto, de piel oscura que llevaba una curiosa vestidura: un traje gris plateado con una camisa y corbata azul, una capa morada con unos marcos dorados y bordes del mismo color, un sombrero redondo con una cinta negra en el centro que llevaba una pluma rosa y unos anteojos de sol que cubrían sus oscuros ojos color avellana. Esbozando una siniestra sonrisa le dijo al espía:

- Cuando tenía tu edad, solía desconfiar de los adultos debido a que creía que ellos podrían ser policías; pero el tiempo me enseñó que el olor a rata se encuentra tanto en jóvenes como adultos- acercándose al joven espía, añadió- dime Brody ¿Acaso no fui generoso contigo a pesar de que fallaste en aquella misión? Sabes que a nuestro señor, el gran Rey Oscuro, le molestan los perdedores. No le gusta tenerlos cerca porque considera que ellos podrían traerle mala suerte y a nuestro señor no se le puede llamar un supersticioso así como así ¿Verdad Brody?

- Mi señor yo…- trató de hablar Brody; pero el Señor de York le golpeó el rostro con fuerza usando su bastón negro diciendo

- ¡Aun no había terminado de hablar!- riendo con desdén añadió- que juventud tan insolente la de estos días, en mis tiempos cuando los mayores hablaban los jóvenes nos deteníamos a escucharlos

Dando una pequeña caminata continuó con su discurso:

- Pude haberte fusilado por tu anterior fracaso; pero no lo hice ¿Y sabes por qué Brody? Porque soy un Rey justo ¿Acaso no le di a tu abuela todo lo necesario para su operación de vesícula? ¿Acaso no le doy televisores, automóviles y mujeres a todos nuestros compatriotas? Sabes que no soy como el resto que solo se dedica a robar, matar y mutilar. Soy un Rey justo que sirve a una causa justa: poder expandir el reinado de nuestro señor a los confines del universo para que él pueda gobernar en el trono de los Dioses mientras bendice a personas como nosotros ¡Los olvidados de la sociedad, las parias del antiguo mundo! ¿Y cómo me agradeces por haberte mostrado mi piedad?- sujetando su cabello con fuerza le espetó- ¡Escupiéndome en la cara al traicionarme vendiéndole información a nuestros enemigos!

Soltándole el cabello se alejó unos minutos diciendo

- Sabes que debería matarte por lo sucedido; pero te daré una oportunidad de que seas un buen chico esta vez y me digas lo que le has contado a las tropas de Stanio- sacando un arma bañada en oro añadió- por lo tanto Brody ¿Qué fue lo que les dijiste a esos infelices?

Brody vio el arma y comenzó a reír debido a que aun tenía una ventaja, sin perder tiempo o esperar a que lo callaran de un golpe, le contestó:

- Todo ¡Absolutamente todo niñito estúpido! Dentro de poco una armada proveniente de Stanio vendrá aquí a patearte el trasero y todo tu poder imaginario se caerá como una torre de naipes ¡No eres nada! Solo un perdedor

- Eso lo veremos- farfulló el Señor de York vaciando el cargador de su arma sobre el rostro de Brody, cuando se quedó sin balas miró a sus hombres y les dijo- avisen a las tropas, díganles que tendremos compañía y preparen el avión, no tenemos tiempo que perder

Los hombres del Señor de York asintieron con la cabeza y se retiraron de allí dispuestos a prepararse para el combate entrante. Mirando el cuerpo muerto de Brody, el Señor de York, le lanzó un escupitajo y se dirigió a su limusina. Dentro de poco las cosas se pondrían muy interesantes.