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Chapter 3 - Capítulo 3

Zen estaba desconcertado y no era de más, acababa de abrir la puerta y una persona muy sorprendida se había parado frente a él y ahora se estaba arrodillado llamándolo Príncipe. Si no fueran nobles, pensaría que es una broma. Pero de todas maneras que lo llamaran con ese título era increíble para él.

El duque vio la reacción de sorpresa del chico delante de él. No sabia lo que estaba pasando así que debía averiguarlo ahora.

-Disculpe mi comportamiento. Vengo aquí por un objeto que mi hijo pidió que recuperaran, esta nota lo puede confirmar. -

Zen la reconoció y asintió. - Sus hombres se quedan fuera. - a lo que el duque accedió.

- Ustedes quédense aquí. - ordenó a su escolta.

- Cedric, No te muevas. - dijo a su hijo.

Ya había mandado a investigar a este grupo, y no encontró mucho. Hacia lo que les pidieran excepto matar personas. Un grupo raro que por los informes dados era dirigido por niños. Algo que no creía a ciencia cierta, como era posible que un grupo de niños menores de 17 años pudieran sobrevivir por si mismos sin ayuda de un adulto.

Aunque esta área pertenecía a su ducado sabia que era una de las zonas más pobres.

Se odiaba a sí mismo por no leer con detalle esos informes que le habían dado hace unos meses. Ahí habían retratos de los jóvenes que lo conformaban. Solo atinó a sonreír y suspirar mientras caminaba.

No había manera de volver al pasado.

Sin darse cuenta llegaron a un cuarto.

El rubio le señalo que debía entrar y así lo hizo.

-Buenas tardes, duque. - se escucho. Pero no había nadie más que él y el joven rubio. - No se preocupe por mi. La solicitud de su hijo fue cumplida...- Mientras decía esto la voz se escuchaba más y más fuerte.

-El objeto ha sido recuperado. - Al terminar de decir esto, Kain salio junto a otro joven que era más alto que él por tan solo una cabeza, con un cabello castaño y lacio, una mirada aguda y una sonrisa reluciente.

Amel era quien acompañaba a Kain y paso a entregarle el reloj al duque, quien lo reviso y sonrió. Si no hubiera sido por ese reloj...

-No hay duda, es este el reloj que perdió el tonto de mi hijo. - dijo sin reparo, mientras sacaba una bolsa llena de monedas de oro. - Tengo una petición. - se le escucho decir.

- Es muy raro que el Duque y mano derecha del rey este aquí con una petición, sé de su amplió alcance. - sonrió Kain.

-Me llevaré a este muchacho. - señalo al rubio y arrojo otra bolsa de monedas y la arrojo a ellos.

Las caras de los muchachos se ensombrecieron. El disgusto se podía apreciar en el rostro de Kain quien atinó a no sostener esa bolsa de dinero y dejar que callera al suelo.

Despreciable.

Aunque las intenciones del duque eran buenas. No quería revelar nada. Pero lo que no sabía era que si no abría la boca y decía algo en ese momento la tensión que ya se había formado se volvería peor.

Después de unos minutos agregó: -Conozco a sus padres. -

La atmósfera aún así no se relajo.

-En su pantorrilla izquierda tiene una cicatriz. - agregó.

Por unos minutos el silencio sepulcral los invadió, pero después Kain indicó a Zen que mostrará su pantorrilla demostrando que lo dicho por el duque era real. Conocía a sus padres.

-No se ira. Que sus padres vengan por él. - sentenció Kain.

El duque no se esperaba esa respuesta.

-No importa, de todos modos lo llevaré conmigo. - se paro y de inmediato saco su espada. Acción que no fue pasada por alto. Amel y Zen habían hecho lo mismo.

Un chasqueo se escucho. Soltó su arma y mencionó : - No puedo tocar al príncipe. -

Varias horas después, un muchacho rubio acompañaba al duque a la salida, había explicado la situación a estos dos chicos y ellos le habían revelado como "Zen" había terminado viviendo con ellos.

No prometio nada y ellos no pidieron nada.

Solo antes de salir, Kain menciono: - Cuídate y espero recuperes la memoria. Siempre estaremos para apoyarte.-

El pequeño Zen no pudo más y antes de irse corrió a abrazar a Kain. Si realmente era el príncipe vería una manera de qué Kain... De que ellos estuvieran a su lado.

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Pasó un año para que Zen volviera a verlos. Su morada no tenía cambio alguno, seguía siendo la misma y aún así estaba inquieto. Después de mucho había recuperado la memoria y su padre le habia autorizado su deseo.

Toco la puerta y quien lo recibió no era nada más ni nada menos que Noah, ese sádico con sonrisa fingida que no le agradaba para nada.  Nunca le gusto su personalidad pero era muy confiable.

A su entrada, se vio como una sonrisa se difuminaba, Amel no esperaba su llegada para nada. Que le costaba al príncipe este olvidarse de los plebeyos, pensaba para sí el castaño.

Noah quiso ir a avisar a Kain, pero parecía que la llegada de "Zen" había sido notado por éste.

-Regresaste. - sonrió el azabache.

Sin dudarlo, el príncipe corrió a abrazarlo. Algo que a los pocos presentes ya se les hacía común. Este chico siempre había sido muy afectuoso con Kain.

- Te... Los extrañe mucho. -

-El príncipe nos extraño. - soltó Amel con sarcasmo.

Kain se alejo de "Zen" y convocó a todos. Cuando lo dejo ir, comentó a todos la situación de "Zen", al parecer era el príncipe de ese reino.

La sorpresa de todos no se hiso esperar. Pero al final se alegraron por él. El pequeño aún tenía a sus padres vivos, solo le desearon lo mejor y continuaron con sus vidas. Pero ahora aquí tenían a este muchacho. Se notaba que había crecido mucho. Un año y una buena vida, realmente cambiaba a las personas.

-Es bueno verlos a todos. - sonrió. -Yo... - miró a Kain unos segundos y este asintió dándole autorización a hacer lo que deseará. - Quiero que se conviertan en mis caballeros. - dijo con firmeza. Sorprendiendo a más de uno.

-No. Gracias. - se escuchó. - Yo solo seguiré a una persona en mi vida, y esa persona no eres tú. -

Algunas sonrisas se escucharon y bueno Amel tenia razón, había una persona a la que no podían dejar. Pero de pronto vieron a alguien arrodillarse frente al rubio.

- Yo, Kain le juro a su alteza, Luca Dietrish,  lealtad y solo empuñar mi espado por el bien de él y del reino. -

La mayoría al verlo hicieron lo mismo. A excepción de una persona. Amel.

- No seré tu caballero, pero trabajaré para ti. - le respondió.

Desde ese día todos lo siguieron junto con un Amel malhumorado, los amigos que tanto había apreciado ahora estarían a su lado.

Con el tiempo ellos solo formaron una Unidad, la cuál era de uso exclusivo del príncipe. La orden de los Caballeros Negros.

Le juraron lealtad, le mostraron hermandad y muchas cosas que no había experimentado antes.

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Un balde de agua fría le había sido arrojada, devolviéndole sus cinco sentidos.

Kain aún estaba aturdido, el príncipe no le había creído y ahora había puesto a sus amigos, a su familia en este problema.

-Mierda. -

Solo debía esperar a que se aclarará este maldito malentendido.

-Mierda-

Solo pudo suspirar y esperar el mañana, necesitaba hablar con el príncipe y explicarle claramente que él no era culpable de nada.

Pero el príncipe no apareció. Solo el Verdugo hiso acto de presencia para torturarlo y hacer que diga la verdad. Los latigazos que dejaba cada día eran peores, la sangre se desparramaba sin sesar, las heridas se multiplicaban y aún así no había confesión de su parte. Su espalda, sus brazos y todo su cuerpo estaba lleno de ellas.

Ya estaba harto.

Los días pasaron, la tortura continuaba día a día... Ya estaba agotado. No sabia cuanto tiempo había pasado, Querían sacarle una verdad que no existía, las cadenas tanto en sus brazos como piernas le habían empezado a pesar... Ya no quería estar en ese lugar.

No podía creer que el príncipe lo había degradado a él y a sus amigos. Sus esperanzas se marchitaban pero sabia que no podía perder la fe. Él que delito había cometido. Ninguno. Seguiría firme hasta que ese tonto príncipe fuera a verlo y le diría lo que pensaba. Ese maldito de Adán estaba confabulando en su contra.

Al día siguiente, el verdugo no llegó... Una pequeña gota de esperanza se asomó, pero fue derrumbada al ver a nada más ni nada menos que al Líder de Inteligencia acercarse a él.

-Estos días no te están tratando tan bien. - sonrió.

-¿Dónde esta el príncipe? - le preguntó.

-Esta ocupándose de algo muy importante y bueno yo solo estoy aqui para verte. No crees que es mejor confesar tus crímenes. Él esta esperando que confieses. No quiere matarte. -

-Que quiere que confiese, si yo no he hecho nada. - soltó.

-Sabes que mis investigaciones nunca se equivocan, Kain. Dime la verdad y hablaré con Mi Prometido para que no ejecute a esos amigos tuyos. - sonrió. Adán disfrutaba las expresiones que hacia Kain en ese momento. Amaba ver sufrir a quien tenia frente a él.

- ¿Qué diablos estas diciendo? - sus expresiones cambiaban en cada instante, preocupación, rabia. No sabia que estaba sucediendo afuera. No sabia como estaban sus amigos. Eso era peor que el infierno.