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Chapter 2 - Cap. 2

Cerca las cuatro de la madrugada, Aly se encontraba sentada frente a su tocador de madera oscura limpiándose el rostro con un paño húmedo. La emoción y éxtasis del acto pasado le había hecho sudar. Su maquillaje se había mezclado con la sangre de Adriana formando surcos de color rosa por su rostro, mientras que el sudor producía el mismo efecto de las lágrimas sobre el maquillaje. La piel de sus senos estaba irritada por la constante fricción, por otro lado sus dedos estaban doloridos por los rasguños que había perpetuado. Sentía como si las uñas se le cayeran de las manos, el dolor duraría pocos segundos.

¿Qué era lo que sentía? ¿Lástima? ¿Por haber asesinado a una mujer que había venido en busca de algunos servicios sexuales? Desearía que no fuera cierto, mejor aún, desearía que no fuera necesario. Aly era conocida entre las chicas del "Primadonna" por ser una mujer fría, distante y consentida por la ama. De cualquier forma era la chica que más ganancias tenía a la semana gracias a la ayuda de la señora Antonieta, quien administra las visitas y atención en la Casa Grande. Aly aún no comprendía porque Antonieta le mandaba tanto cliente (alimento) a su habitación, de cualquier forma no había cabida para quejas, nunca sobraba el dinero en su cartera. Aly estaba segura que en algún punto Antonieta le iba a pedir de vuelta sus favores.

Estaba intrigada, Aly dio media vuelta para ver el cuerpo que reposaba en el colchón. Tal vez sentía pena después de todo, "De seguro se me pasará", pensó vagamente. La cuestión del momento era pensar cómo deshacerse del cuerpo. Podría usar el pequeño barranco que encontró la semana pasada. Sin embargo, la policía ya empezó a buscarle rastro, no fue una jugada inteligente utilizar el mismo lugar repetidas veces, en especial siendo fugitiva de los hombres de fuego blanco. A lo mejor podría ir…

-¡Aly! ¿Por qué no bajaste…mierda – dijo Selena mientras entraba a la habitación y vio el cadáver encima de la cama- ¿Por qué no te deshaces de eso?

- No sé dónde dejarlo – respondió Aly.

- Dejarás de usar el lugar especial por los hocicos blancos que andan husmeando por ahí, ¿no?

- ¿Por qué no dejas de acosarme? Siento que sabes más de mi vida de lo que yo nunca supe… Además, no me gusta leer las suposiciones que hacen de mí en el periódico-implicó Aly.

- No te hagas a la estúpida Aly, sabes que te tengo aprecio … - dijo Selena en un tono suave mientras se acercaba tambaleante a Aly – Yo siempre te saqué de todos tus líos, incluso cuando no podía entenderlos, sólo lo hacía por el gusto de estar cerca de ti, lo sabes, ¿no?

Selena ya había llegado al tocador, se sentó encima de este, haciendo caer los pocos cosméticos que Aly había puesto encima. Levantó sus piernas y con ellas rodeó el cuerpo de Aly, de su boca no salía nada más que el olor a mezcla de alcohol y marihuana, una pésima combinación. Los ojos perdidos de Selena intentaban atrapar a los de Aly, esta última recordó cómo había seducido de la misma forma a la mujer que ya empezaba a producir un hedor en la habitación.

Los ojos de Selena, tan cafés como el chocolate amargo…demonios, como amaba esos ojos, no podía dejar de verlos, le traían loca. Era una completa lástima que ella estaba volada, Aly se imaginaba cómo serían esos ojos fuera del efecto de las drogas. Aly no era estúpida sabía que los actos provocadores de su compañera eran efecto de lo que había consumido, lo cual la deprimió profundamente. Con un nudo en el estómago se levantó bruscamente, provocando un arrebato a Selena que casi le hace caer del tocador. De pie en la habitación, Aly empezó a dar vueltas y vueltas en su cabeza, intentando digerir lo que sucedió esa noche. Un cadáver encima el colchón, cuya mirada hacia el techo le provocó náuseas. Mientras que la mujer de la que se había enamorado tan pronto llegó a la casa estaba ahora seduciéndola bajo el efecto del alcohol y la droga. No podía entender que pasaba, se sentía rara y abrumada. Tomó un respiro profundo, cerró los ojos y eliminó todos sus pensamientos. Lo mejor para todas las prostitutas de la casa, en especial para Aly, era que ella mantenga el armisticio de guerra en su cabeza. Dirigió su mirada al reloj digital en la mesa de noche al lado de la cama, eran las 4.25 de la madrugada marcadas perfectamente con líneas verdes, tenía que apurarse.

-Mira, Selena… no puedo contigo en ese estado, si tanto quieres pasar tiempo conmigo ayúdame a deshacerme de ello antes que sea tarde – dijo Aly señalando el cuerpo de la mujer.

- Claro querida, por ti lo que sea – respondió Selena tambaleante al momento de levantarse de su lugar – ¿A dónde es el viaje amorcito?

"Amorcito"…por un momento a Aly se le olvida que su compañera estaba dopada, sus ilusiones se desmoronaron.

-Vamos a ir a dejarla al borde del riachuelo que colinda con el pequeño bosque, detrás del barrio chino, estoy segura que con lo oloroso que es ese lugar no notaran que lo hemos dejado ahí – dijo Aly

- ¿Algún día me contarás de tus sucios secretitos? – intervino Selena, Aly no quiso responder, sabía que Selena preferiría no saber.

Se llevaron el auto de Antonieta, un Fury del 58 celeste, una antigüedad hermosa. Según comentaban el auto era propiedad del padre de la Sra. Antonieta, cuando este fue diagnosticado con Alzheimer, su hija pasó a ser la propietaria del vehículo. Junto con las chicas del Primadonna pudo darle mantenimiento, lo restauraron y lo dejaron como nuevo. Ese vehículo lo utilizaban para salir los días libres, para ir al cine, para viajar a los suburbios en las repetidas "citas" que las chicas tenían o simplemente para dar un paseo por la ciudad. A veces Antonieta lo utilizaba como medio de rescate para alguna de sus chicas de las calles. Antonieta más que tener un aprecio saludable por sus chicas, tenía una obsesión.

En esta ocasión Aly detrás del volante manejaba el automóvil, mientras Selena dormitaba en el asiento del copiloto. Estaba nerviosa y no estaba segura porque. Sus manos temblaban al cambiar de velocidad o al darle un giro al volante, algo anduvo mal con el mundo por años y ella lo tenía en su ADN. Distraída en sus pensamientos y recuerdos no tan lindos, no se percató del bulto que yacía en media carretera y que se acercaba cada vez más. Cuando lo distinguió frenó tan fuerte que Selena a su lado se golpeó la cabeza al chocar contra el panel en frente suyo y despertó gimiendo de dolor. Cuando Aly pudo calmarla se bajó del auto en dirección al cuerpo en medio de la autopista, Selena aturdida y adolorida por el golpe, vio cómo ella levantaba algo de la carretera y lo traía al auto. Selena estaba confundida y sus ojos expresaban un remordimiento ardiente hacia su compañera. Aly se acercaba cada vez más y Selena pudo notar un sonido, era un chillido que parecía provenir de la masa oscura. La iluminación de la calle era muy opaca, pero gracias a los reflectores del auto pudo distinguir de qué se trataba de un perro. Intrigada, miró a Aly entrar al auto con el animal para luego dárselo.

-¿Qué piensas hacer con él? – preguntó Selena mientras agarraba al animal.

- No podía dejarlo ahí Sel, lo atropellaron y dejaron en medio de la calle, eso simplemente es un acto inhumano – respondió Aly – lo voy a cuidar y voy a intentar curarlo, incluso con mis ahorros de la casa podré llevarlo al veterinario.

- ¿Ahora te crees una misionera? La jefa no te dejará mantenerlo– espetó Selena – Aunque… es lindo el perrito...

El perro no dejaba de chillar, estaba sumamente estresado por encontrarse entre dos desconocidas que le habían metido dentro de una máquina igual a la que le había pasado por encima. Tardó en tranquilizarse, pero eso no evitaba que sienta el dolor punzante en uno de sus muslos traseros. Selena supuso que se había fracturado algún hueso del cuerpo, no había sangre pero el animal no podía moverse. Le rascó detrás la oreja pensando solamente que Aly las había metido en un lío.

Los pensamientos atormentan a las personas tal como les crean ideas excéntricas, a veces lo mejor era cortar la línea de pensamientos y dejar todo pasar, al menos esa era la solución para Selena. Ella seguía mareada, pero al menos el efecto de la droga había pasado, no quería pensar en el perro ni en lo rara que se encontraba Aly, el ambiente del auto le afectaba. El olor del cadáver envuelto en sábanas en el compartimiento trasero le llegó a su nariz. El auto apestaba peor que cualquier cosa, además que Aly estaba curiosamente callada, como si ella igual estuviera pensando demasiado. En ocasiones pasadas no era así, parloteaba como si le importara un bledo el resto del mundo, era una mujer intrigante con muy buenos puntos de vista, astuta e inteligente, algunas veces era algo tonta pero siempre era grato verla meter la pata. Es una mujer dura, fuerte y potente no dejaba que nada le detenga y mucho menos que un hombre se interpusiera en su camino. De cualquier forma su cabello ondulado era su mejor atributo, ese cabello que se lo había teñido de rojo y flameaba contra el viento, por todo eso y más Selena amaba a Aly. Recurrentemente pensaba que Aly la rechazaría, estaba sumergida en el miedo y la incertidumbre, después de todo lo primero que aprende una prostituta es a fingir atracción y Selena no quería que malinterpreten sus sentimientos por Aly.

Ahora que la podía ver con una actitud diferente, totalmente distinta de lo que nunca vio en ella, le hizo enamorarse mucho más de ella. Por su cabeza pasó la idea de que por primera vez en todo el tiempo en el que conoció a Aly, pudo ver algo de humanidad en ella, ahora estaba segura de que estaba enamorada de una humana. Pensar le causó preocupación, le gustaba pensar de las mil y un razones por las que le gustaba Aly, pero siempre interrumpía la duda. Además que varias veces dudaba del amor que sentía por ella, al ser una dama nocturna, como muchos las llaman, ya no sabes que es amor y que no. Ella misma creaba y construía sus miedos, el amor a veces actuaba de formas curiosas dentro la cabeza de uno. Para escapar un poco de sus pensamientos y aligerar el ambiente, decidió prender la radio, a esa hora y en ese coche solo se podía escuchar la emisora de clásicos y en ese momento empezó a sonar "Love is Strange" de Mickey y Sylvia, uno de esos éxitos rotundos antes de la década de los 50s. Sel intentó escapar de sus pensamientos escuchando música pero al oír la letra de la canción, sintió que el mundo estaba en su contra.

Llegaron a su destino, dejaron al perro dentro del auto. Aun jadeaba y temblaba por el dolor en su pata. Mientras tanto Aly y Selena se dirigían a la parte trasera del coche y sacaron el cadáver de la guantera trasera. Realizaban todos los preparativos para dejarlo escondido y no dejar rastro, como Aly ya lo había hecho algunas veces y había salido impune de cada uno de sus actos (al menos hasta ahora), sabía lo que estaba haciendo, al parecer. Selena se limitó a cargar el cadáver junto con Aly y verla preparar el lugar donde lo dejarían, desenvolvieron el cuerpo y lo dejaron caer a la tierra, al lado de un árbol grande. No necesitaban desinfectar ni eliminar huellas dactilares, Aly dentro del sistema de la policía de Teltzi no existía. Luego Aly lo cubrió con ramas y hojas secas. El cuerpo no estaba tan sumergido en el pequeño bosque, lo dejaron donde lo podrían encontrar a la mañana. Selena no dejaba de pensar como un cadáver se vuelve cada vez más pesado conforme pasa el tiempo que pasa muerto, no se percató del hecho que Aly no se dedicaba a limpiar al cuerpo de cualquier evidencia genética.

Terminada la labor, ambas entraron al auto, echaron un vistazo al perro en el asiento trasero y sin decir palabra alguna fijaron la mirada al frente, sin pronunciar sonido alguno, admirando la frondosidad del bosque y captando cada sonido que provenía de él. Era un silencio sagrado, estaban tan inmersas en sí que ignoran que desde la profundidad del bosque alguien las observaba. Los faros del auto estaban apagados, era difícil poder diferenciar la figura que se paraba en frente de ellas entre los árboles. Selena estaba algo incomoda, y sentía que algo le picaba en el pecho, no podía explicarlo. Dirigió sus ojos hacia Aly y cuando ella le devolvió la mirada la besó. Para Aly fue un acto impulsivo pero se moría por hacerlo, Selena le siguió la corriente pues ella igual se urgía por hacerlo. No se dieron cuenta que a la distancia había una mujer cuya piel era gloriosamente oscura como la noche, con una sonrisa de oreja a oreja, dientes que brillaban como estrellas y un ojo de color amarillo mientras que el otro era de un tono celeste.