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Chapter 39 - Gracias

Entraron y vieron un vestíbulo impecable, había una mesa redonda al centro, en el piso sumamente brilloso podían ver su propio reflejo, frente a ellas detrás de la mesa a unos metros estaban las gradas que formaban un abanico abierto, habían columnas gigantes en cada lado de las gradas, también a los extremos en cada lado habían puertas de vidrio que daban paso por un lado al salón y por el otro lado a un Gran Salón, así los describió Lourie, y por una pequeña puerta situada a la par de las gradas, se encontraba el despacho de Víctor, ver su oficina era como verlo a él, hermoso y elegante.

-¿Y la cocina?- Preguntó ella cuando terminaron de entrar a cada habitación.

-Amm... Aquí no hay, está casa es un poco más reciente que la mansión, y papá la ordenó específicamente así. Esta casa es de su uso particular, ningún humano la conoce solo nuestra especie, a veces ofrece fiestas aquí-

-Ohh... Así que por eso. Osea que no hay jardín..?-

-No... Por eso están los grandes ventanales allá arriba, la única puerta de entrada y salida es por la que entramos, y las habitaciones que tienen su propia terraza-

-¿Cuántas habitaciones hay?-

-Unas 12, y no en todas podemos entrar, yo ya tengo asignada la mía-

-¿Has venido varias veces?-

-Casi siempre cuándo... Mm..- La niña se corto.

-Dimelo Lourie, por favor-

-Cuándo él quiere castigar a mis hermanos, me manda para acá hasta que... acaba con ellos-

Alhelí cerró los ojos con fuerza, apretó con más fuerza la mano de la niña y se estremeció.

-Llévame... Mm.. Llévame a mi habitación- Lourie asintió y subieron a la planta de arriba.

Pasaron por unas cuantas habitaciones hasta que llegaron a una con una puerta color turquesa, Lourie le mostró la de ella que estaba a la par, ambas tenían el mismo color de puerta, Alhelí le pidió que la dejara sola un rato y le pidió que no saliera a ningún lado sin ella, que siempre le avisara de todo lo que viera y oyera, Lourie le dio un abrazo y se lo prometió. Luego salió de la habitación cerrando la puerta tras sí.

Alheli se sentó en la cama, miró con enojo su cuarto, el cual era mil veces mejor que cualquier departamento de lujo en el mundo, pero todo aquello a sus ojos era basura.

Abrió las dos puertas que daban hacia la terraza y recibió el aire fresco proveniente de las montañas, no se podía ver la mansión, pero si reconoció el lugar al que Drogo la había llevado, aquel cerro, y el lago junto a el.

Recordó las caricias de Drogo, sus besos, la noche que se entregó a él, las risas de Nicolae y Peter, su propia habitación, y después se remontó a sus recuerdos más lejanos, recordó a Rocío, hasta ese día siempre se hablaban una o dos veces a la semana, Rocío había ingresado a la Universidad, se preguntó -¿Qué estaría haciendo ella ahora ¿Estaría bien? ¿Estaría feliz? Espero que sí-

Más allá de todo eso, recordó también todos los años que había vivido como una huérfana sin considerar serlo, por qué en realidad nunca creyó ser alguien sin madre o padre, se sentía tan afortunada con su vida que hubiese estado dispuesta a todo por tal de no haber salido de ahí nunca, él único sueño que la hacía ver lo contrario era su amor por los libros y el hecho de que en Argentina no había muchas posibilidades de hacer lo que quería.

Escuchó unos toques en la puerta que la hicieron despertar de sus pensamientos, se limpió las lágrimas que habían brotado de sus ojos y fue a abrir, creyó que era Lourie, pero se equivocó.

-Oh.. Hola- Le dedico una sonrisa ligera.

-Señorita Alhelí- La pacífica voz de Tom la perturbó. -¿Quería saber si se encuentra bien? ¿No necesita que la ayude en algo?-

-Mm.. No. Sólo, Víctor no me dejó traer mis cosas y dijo que usted se haría cargo de traerlas-

-Si, ya iba para allá, pero antes quería asegurarme de que estuviera bien-

-Estoy bien, no se preocupe. Y no olvide las cosas de Lourie, por favor- Dijo cortante. -Si eso es todo, puede retirarse- Le cerró rápidamente la puerta.

Ella se apoyó en la puerta de espaldas y cayó sentada en el piso, abrazó sus piernas y dejó vía libre a sus lágrimas y a su corazón para que sacaran todo lo que habían estado reteniendo.

Tom la escuchó desde el otro lado, espero hasta que los llantos de ella disminuyeron un poco y entonces fue a la Mansión Bartholly.

-Tom, que bueno que viniste...- Nicolae lo recibió con los brazos abiertos.

-Joven Nicolae, que bueno verlo. Ha pasado mucho tiempo-

-Si, mucho. Pero no estás aquí para visitarnos, ¿cierto?-

-No. Vengo por las cosas de.... Las señoritas-

-Lo sé. Sube, Drogo le ha preparado las cosas a Silene, yo bajaré las cosas de Lourie-

-Gracias-

Fue hasta el cuarto de Alhelí y ahí encontró a Drogo, sentado en la cama, con un libro de ella entre sus manos, era su libro favorito.

-Ella... ¿Cómo está? - Le dijo cuando apenas había entrado.

-Bien, está bien-

-No mientas- Le exigió.

Tom rememoró la escena de cuando fue a verla, Drogo recibió ese pensamiento, y la vio. Tenia las mejillas ruborizadas y habían rastros de humedad en su rostro, después de unas palabras cerró la puerta y solo se escuchaba el llanto desde el interior de su ser, gritando, gimiendo de dolor.

-Suficiente- Dijo levantándose de la cama. -Ten, estás son sus cosas- Le entregó dos maletas grandes. -Por favor, cuídala-

-Joven Drogo, esa siempre ha sido mi promesa-

-Gracias- Susurró.

-Ha cambiado mucho, joven Drogo- Tomó las maletas y bajó al recibidor.

Ahí lo esperaba Nicolae con las maletas de Lourie, las subieron al auto, pero antes de irse nuevamente Drogo le habló.

-Tom, tú sabes en lo que anda Víctor...- Lo agarró del brazo. -Dínoslo-

-Joven Drogo, yo...-

-¡No me digas eso!- Gritó. -No me digas eso- Repitió en un susurro. -Por favor...-

Nicolae sostuvo de los hombros a su hermano y se dirigió a Tom.

-Por favor Tom, nuestro padre nos dijo que sabía algo que nosotros no, y que...-

-Lo sé- Le interrumpió. -Lo sé, joven Nicolae-

-Entonces, ¿Porqué no nos dices?-

Tom abrió la puerta del auto y se detuvo antes de entrar.

-Aún no es el momento- Dijo, y se fue.

Los pensamientos de Tom eran parecidos a los de Víctor, impenetrables, sin duda algo que le había enseñado su creador, siendo el más cercano a Víctor, su mente también debía de ser protegida.

Aunque fuera de eso, al igual que cualquier otro vampiro, si los hermanos ocultaban bien lo que pensaban él nunca podría ver sus mentes.

Tom llegó a la otra casa, llevó primero las maletas de Lourie y después las de Alhelí.

-El joven Drogo le preparó sus cosas- Ella estaba en la terraza.

-¿Drogo?- Fue hasta donde él, y miró sus maletas sobre la cama.

-Si gusta le ayudo con sus cosas, señorita Alhelí- Se ofreció.

-Ah... Si- Tom le dedico una sonrisa, y abrió la primera maleta.

Justo se iba a dar la vuelta, cuando Tom sacó las primeras ropas y miró bajo de ellas un sobre, parecía una carta, aprovecho cuando él llevó esas ropas hasta el armario, la tomó y la escondió debajo de su camisa en la espalda, al borde del pantalón.

Regreso a la terraza y se quedó ahí, hasta que Tom terminó.

-Todo listo, ¿Señorita Alhelí? - Fue hasta donde ella.

- Gracias- Dijo con un tono de voz bajo.

-Es un placer, señorita- Se iba a retirar pero ella lo detuvo con su voz.

-¿Tom?-

-¿Señorita?-

-¿Cómo era ella, Tom? ¿Cómo era mi madre?- Se paró frente a él.

Lo pensó un momento y la tomó de las manos.

-Ella era como usted. Hermosa, fuerte, siempre rebelde contra Víctor. Y la amo- Se detuvo. -La amo a usted, se enfrentó a él, su único amor en la vida, por usted, la defendió hasta el final- Ella lo abrazó rompiendo en llanto, escondio su rostro en su cuello y lloró. -Yo... Se que está enojada con él, y no la culpo. Pero si me deja serle sincero, mi señora iría a morir de igual forma al tenerla a usted... Nisiquiera yo pude ayudarla en aquel entonces- Ella siguió llorando, y escuchando. -Ella le dio su nombre, Alhelí, era su planta favorita. Todas las mañanas cortaba algunas y las ponía en la oficina de Víctor, ahora ese pequeño jardín que tenía se ha marchitado por la falta de su dueña, pero usted ha florecido, y merece saber que su madre fue la mejor persona que yo haya conocido-

-Víctor dijo que, usted me... usted me llevó a Buenos Aires- Dijo sollozando.

-Asi es. Yo le hice una promesa a mi señora de que la protegería, y tenía que cumplirla, el mejor lugar para protegerla era lejos de Víctor, por eso la llevé hasta allá-

-Entonces la nota... La que encontraron conmigo...-

-Si, yo la escribí. Quería que pensara que había sido su madre, así al menos tendría unas palabras de ella. Y espero haberla dejado en un buen lugar...-

-Si, créame que si. No pudo haber elegido mejor lugar-

-Me alegro, me alegro mucho. ¿Fue adoptada?-

-No, nunca quise serlo. Crecí en el orfanato...-

-Venga, sentémonos. Cuénteme, cuénteme todo sobre estos 20 años- La ayudó a sentarse en una de las sillas y hablaron por largo rato hasta que se pudo ver la luna de la medianoche.

Ella se quedó dormida en la silla, él la cargó y la acomodó en la cama, la arropó y le dio un beso en la frente, tuvo la sensación de un déja vú, y luego la observó, ella despertó y miró fijamente a Tom.

-Gracias- Susurró. -Gracias por todo- Y volvió a quedar dormida.