Llevamos una muestra a Laboratorio y de un rápido examen nos dieron luz verde, la carne no estaba contaminada y se podía consumir, así que yo decidí acercarme a la orilla y mojar mi rostro, luego fui a tomar agua y avisar por radio a mi grupo que habíamos matado al megalodon y su carne no estaba contaminada. Verlo en persona tumbado en la arena me era increíble, mi cuerpo aún temblaba aún sabiendo que estaba más que muerto, sentía como si lo hubiera visto en el mar y me paralizaba por su gran tamaño, algunos pedían permiso para verlo y tomar una foto, yo sólo decidí dejar el arma en su lugar y volver con mi equipo.
Alejandro como siempre trataba de tomar la delantera en muchas cosas que hacía me observaba y decía que fue una gran pesca y que el hizo el tiro de gracia, realmente estaba cansada así que lo ignore y mientras le hacía cariño a Max esperaba mi permiso, Alejandro me miro y al ver me tan callada pregunto
Alejandro: ¿Estas asustada?.
Yo: ¿Acaso tu No? Mientras lo veía me sentí en pleno mar con agua profunda y el mirándome fijamente.
Alejandro: -me ve de arriba abajo y dice- sólo te iba a decir que es normal, todos los tiburones tienen ese efecto… pero creo que no es hora de estar tranquilos, no todos los tiburones cazan solos, por suerte este si y nos fue algo fácil.
Lo mire atenta y no dije nada, tuve la sensación de que sólo quería calmarme, respire hondo y asentí a su comentario, también me había resultado curioso que cazara sólo pero en parte estaba aliviada, lleve a Max a que tomará un descanso, sabía que el estaba desde temprano más activo que yo y era lógico que ya su misión había terminado y podía relajarse un poco; cuando me dieron luz verde me pidieron que llegará descansando más que todo la vista porque la había forzado, así que fui a la cabaña y cambie mi ropa, la sacudió para quitarle la arena y luego guardarla de nuevo en el casillero.
Ya con mi ropa de rutina me sentía más cómoda y menos tensa, me dieron mi parte de la carne y me dispuse a subir el camino para ir a mi base, Alejandro también esperaba su porción y al verme camino a la ruta sentí que apuraba el paso para seguir mi ritmo, caminamos un tramo juntos y luego se despidió de mi, a mi me pareció algo curioso pero decidí no pensar en ello.
Subí a casa y guarde en la nevera la carne ya empaquetada, lave la bolsa para quitar el olor, aunque en tierra habían herbívoros en aire algunas veces veías un carnívoro y había que darles de baja. Isaias al verme pregunto que había pasado; le di un resumen mientras me acostaba en el sofá y luego preguntaba por como iban, me explico que si habían logrado conseguir algunas comidas aún sin fecha de caducidad, al igual que algunos granos.