"¡¡AAAAHHHHHHHHHHHH!!"(Santiago)
Es más difícil de lo que pensaba, ni siquiera puedo igualar el ritmo, ¿Cómo demonios hizo ese espadachín para poder crear esa espada espectral?
Estando bañado en sudor, Santiago había estado practicando sin frenar y estaba ardiendo de rabia, ya no sabía ni qué hora o día era, solo le importaba poder esa habilidad, pero mientras estaba concentrado y tratando de hacerlo la puerta de la sala de entrenamiento se abrió.
"El señorito debería prepararse, hay un baño caliente para usted ya preparado"(Elizabeth)
"Fuuuuu"(Santiago)
Resoplando y sacándose el sudor, Santiago miro unos segundos a la sabia, sus pensamientos eran tan claros que incluso se podían ver en su frente.
-¿Realmente tengo que ir? Ya me estoy entreteniendo aquí-
Pero a pesar de ello, Santiago se resigno, esto era un evento que la Iglesia estaba usando y si el faltase era como un mecanismo sin engranajes, ¿Iban a presumir algo que no podían mostrar? Era estúpido.
"¿Se encuentra bien?"(Elizabeth)
"¿Hay alguna forma de aliviar el dolor fantasma?"(Santiago)
"Podemos darle un tranquilizante, pero podría hacerle sentirse débil y sin mucha fuerza"(Elizabeth)
"No gracias, prefiero el dolor"(Santiago)
Al entrar al baño, Santiago vio casi una piscina entera de 10 metros por 10 metros, y de hecho, si iba al lado opuesto al que estaba, ni siquiera daba pie y debía nadar, el agua no estaba demasiado caliente sino que se sentía perfecta.
Mientras se bañaba Santiago, Elizabeth espero y al verle salir le mostro un montón de ropas pero Santiago paso por completo de todas ellas y volvió a tomar una copia de la que llevaba puesta antes que se encontraba en el armario gigante.
"¿N-No desea otra ropa diferente?"(Elizabeth)
"De esas no"(Santiago)
Todas esas ropas eran el emblema de la calavera con ojos de remolinos y alas de dragón a los lados, este era el que se usaba la mayor parte del tiempo y que Santiago mostrase un tan claro repudio hacia esas prefiriendo las otras era extraño y doloroso.
"¿Hay algo malo en ellas?"(Elizabeth)
"¿A qué vienen esas alas tan feas? Ese no es el blasón de la diosa de la muerte, este lo es"(Santiago)
Las alas eran una referencia a la familia Drakor, al igual que los rayos en las 3 puntas del tridente de los Atlantes hacía referencia a los Nodra, así que insultar de esa forma ese aspecto era casi como desprestigiar a los Drakor en sí mismo.
La sabia se sintió un poco ofendida, pero a la vez comprendía lo que estaba sucediendo, Santiago casi que estaba diciendo que no había excusa para cambiar el blasón divino de la muerte sin importar que fuese.
"¿Deberíamos cambiarlo?"(Elizabeth)
"Yo no lo voy a usar, ustedes hagan lo que quieran"(Santiago)
Sin colocarse su abrigo negro, Santiago sentía cierta molestia llevándolo, se arremango hasta que su antebrazo no le permitió más y quedo un poco apretado, el pantalón negro estaba perfecto en talle y luego los zapatos de vestir de cuero perfectamente tratado y cuidado estaban lustrosos.
Con la imagen que ya tenía no estaba mal, pero en vez de solo dar una imagen común debía de impactar, y por ello, luego de bañarse, limpio los pendientes del rey ciego para colocárselos de vuelta en sus orejas, las esferas negras intensas quedaban tapadas por su cabello, pero para evitar esto se tomo y estiro el cabello hacia atrás haciéndolo una coleta larga y densa.
Con un broche dorado, grande y rúnico, Santiago mantuvo el cabello en su sitio y luego, desde el –Arca Dorada- saco un par de dagas negras como la noche y con sus filos rojos como sangre fresca, las colgó de su cintura y estiro mientras se fijaba en el espejo como se veía.
"Se ve impresionante, señorito... ¿Desea partir?"(Elizabeth)
"Pareces confiable y fuerte..."(Santiago)
Cuando la sabia escucho a Santiago abrió sus ojos y se inclino emocionada y realmente feliz, ni aunque el propio emperador dijese tales palabras se lograría una reacción como esa, pero aun así Santiago lo había dicho con tanta casualidad que hasta le daban ganas de llorar.
"Cuando salga de la Iglesia, me voy a debilitar, seguramente mi poder se reduzca a la mitad"(Santiago)
Y al oírle, toda la felicidad se transformo en seriedad, ese señorito le estaba avisando que ya no tendría tanta fuerza para rivalizar con un rango S, seguramente pueda contra rangos A pero no debería de ponerse tan arrogante.
"¿Desea más guardias?"(Elizabeth)
"No, es solo una advertencia, cuanto más cerca este de morir mas fuerte me voy a volver, así funciona mi habilidad, pero una vez dentro de las Iglesias tengo todo mi poder sin tener que estar muriendo"(Santiago)
"Comprendo, ¿cree poder contra un rango A?"(Elizabeth)
"Considero que si, aunque con heridas graves"(Santiago)
"En ese caso, tanto yo como los supremos sacerdotes estaremos atentos en caso de cualquier situación"(Elizabeth)
"Bien"(Santiago)
"¡Ah! Ahora que recuerdo, la habitación personal que solicito en caso de que la que compartirá con la familia imperial se vuelva bulliciosa estará lista en cualquier momento que desee"(Elizabeth)
"Eso es agradable de oír, no quiero tener que soportar molestias"(Santiago)
Mientras caminaban hacia las puertas principales de la Iglesia, las princesas de valle Dragón, las princesas Imperiales y las hijas de la suprema sacerdotisa estaban esperando, al parecer todos irían en un carruaje gigante y de lujo.
Supongo que tengo que dar el ejemplo... Que molestia, quisiera poder actuar sin que haya nadie mirándome y copiándome.
"Las damas primero"(Santiago)
Poniéndose a un lado de la puerta, Santiago actuó como un caballero y dejo pasar primero a las chicas, habiendo cientos de personas a los alrededores, era un acto que agradable de ver y que daba ejemplo.
Al entrar vio una especie de habitación con alfombras y alrededor de esta asientos con almohadones grandes y cómodos, sentándose en uno que le dejo con la nuca en la ventana, Santiago vio el ambiente con cierta incomodidad.
Estaba literalmente rodeado de mujeres, era casi como la vez en la que había ido con Aria y su grupo, aunque por lo menos no estaban hablando de magia teórica, pero en vez de ese tipo de incomodidad, todas le estaban observando furtivamente.
"¿Qué tal le fue entrenando?"(Amelia)
"Tuve poco tiempo, para conseguir lo que quiero puede que necesite meses"(Santiago)
"¿Hablas de entrenar como Agustín? ¿Encierro total?"(Diana)
"Si, sería lo mejor"(Santiago)
"¿Ehhh? Pero recién llego, ¿no debería al menos disfrutar un poco?"(Amelia)
Actuando como una niña consentida, Amelia parecía estar quejándose y a punto de armar un berrinche.
"Nunca dije que lo haría pronto, probablemente cuando termine la guerra cerca de la frontera, no sé porque tengo un mal presentimiento"(Santiago)
"¿Es por eso que me pidió mantenerle informado?"(Elizabeth)
"Si, aunque por lo que tengo entendido mi otro caballero esta allí, no es muy fuerte... Por no decir inútil"(Santiago)
"¿Ti-Tienes más caballeros?"(Cristina)
"Por ahora son 2, aun debo elegir los otros 3"(Santiago)
"¿Solo puede elegir 5 caballeros de la muerte?"(Elizabeth)
"Correcto"(Santiago)
La conversación dentro del carruaje fue más tranquila en cuanto Ángela pregunto que eran los caballeros de la muerte, el viaje fue más fluido y menos tenso de la que Santiago había pensado.
"¡Ah! Acerca de lo que me había pedido, el nombre del sanador es Luis Jhaar"(Diana)
"Jhaar... Bien, voy a recordar eso"(Santiago)
Cuando ya estaban en las puertas del teatro, Santiago dejo pasar primero a todas y cuando salió, vio la enorme estructura de casi 20 metros, las personas en las afueras eran cientos... no, miles, estaban amontonándose como fanáticos.
"La mayoría son plebeyos que vienen a ver a las princesas, es una oportunidad única después del todo"(Elizabeth)
"Curioso, ¿Acaso el emperador y los supremos sacerdotes ya están dentro?"(Santiago)
"No, ellos llegaran más tarde, a decir verdad salimos bastante temprano, aun es de día incluso"(Elizabeth)
"Bien"(Santiago)
Los pasillos estaban llenos con cuadros y estatuas, no eran muy impresionantes, pero tenían un nivel bastante interesante, dentro de cristales también había artefactos bastante bien cuidados y varios objetos curiosos como flautas de madera antiguo y cosas así.
Luego de subir 4 pisos, Santiago que había quedado por detrás junto con Elizabeth, entraron a una habitación con una puerta ornamentada y grande, dentro había un palco privado con varios asientos de lujo de donde se veía la obra de frente y de arriba.
No había nada por arriba de esta habitación sino que todo estaba por debajo, los otros pisos estaban cerrados y eran para los actores, además de ser más que nada una especie de museo.
Una gran cantidad de piedras luminosas en candelabros de oro iluminaban la sala y dentro del palco privado, había 2 filas de asientos, la primera que estaba 2 escalones por debajo de la primera y por encima de esta primera, había 6 asientos a 4 escalones por encima.
"Por favor elija uno"(Elizabeth)
Señalando uno de esos asientos más altos y de lujo, la sabia vio como Santiago no estaba muy contento.
"¿Quiénes estarán a mi lado?"(Santiago)
"El emperador, la emperatriz, ambos supremos sacerdotes y el primer príncipe"(Elizabeth)
"Que tedioso... Me niego"(Santiago)
Ignorando los asientos, Santiago comenzó a bajar hasta la última fila donde se podía ver mejor y probablemente estaría siendo interrumpido menos veces, si iba a ver una obra, no quería que estuviesen hablándole de política e idioteces.
Además, ¡¿Quién querría sentarse con ese inútil y molesto primer príncipe?! ¡Su idiotez podría ser hasta contagiosa!
"¿Te-dioso? Mi señorito, ese asiento es especial para usted, el emperador lo pidió para poder hablar con usted y consultar algunos asuntos"(Elizabeth)
"¿Hablar? Con más razón, no vine a hablar, vine a ver y escuchar una obra, si lo que quiere es hablar entonces podría invitarme, en una mesa se puede conversar lo que sea"(Santiago)
"Ah, ehm, yo...."(Elizabeth)
La discusión estaba siendo escuchada por todas las princesas y aunque a Evelyn no le parecía serio, a sus dos hermanas menores les hizo hacer muecas del enojo, ¿No estaba rechazando el sentarse con su padre de una forma asqueada? ¿Qué le sucedía?
Amelia lanzo una mirada a sus dos hermanas y cuando vio que Santiago se termino sentando en un asiento cerca de la esquina, se levanto y camino hasta donde estaba él.
"¿Sabías que entre cada obra hay un pequeño espacio de 10 a 15 minutos? Podrías hablar con mi padre en ese momento, ¿No crees?"(Evelyn)
La primera princesa imperial no dudo en sentarse detrás de Santiago y acercando su cabeza y colocando sus manos en los hombros de Santiago, con respeto y bastante amabilidad trato de mediar la tensión que había en la sala.
"¿Hay algún asunto serio que debería hablar con él?"(Santiago)
Cuando Santiago hizo esa pregunta, Evelyn se mantuvo con su sonrisa a pesar de que sabía que si lo había, pero decirlo en alto con esas dos pirañas de princesas provenientes de Valle Dragón era problemático.
"¿Tiene porque ser serio? El emperador desea hablar, ¿Acaso no te agrada?"(Evelyn)
"No lo conozco como hombre, pero como gobernante puedo decir que es bueno, mejor que muchos"(Santiago)
Sonriendo con más emoción y vivacidad, Evelyn apoyo su cabeza al lado de la de Santiago, pegando su cabello color ceniza justo al lado del cabello negro de Santiago, el color negro y gris junto, además de violeta y rojizo de sus ojos hacia cierta imagen agradable a la vista
"¿Entonces porque no hablar con él?"(Evelyn)
"Señorito, si me permite... Sería bueno que al menos pueda despejar ciertas dudas"(Elizabeth)
"Entonces si hay un asunto serio..."(Santiago)
Mirando a Elizabeth a los ojos, esta le siguió mirando fijamente, sin duda de ella no podría sacar nada, entonces debería con la princesa, pero estando detrás de él y tan cerca, podría malinterpretar su mirada fija.
Desistiendo, Santiago solo suspiro lleno de irritación, nunca en sus 2 años de estadía en el Reino se había sentido tan presionado a hacer algo que no deseaba, ahora mismo podía sentirse casi como encadenado.
Levantándose, Santiago dejo que su energía corporal se descontrolase por momentos y aunque paso desapercibido para la mayoría, las princesas de Valle Dragón abrieron los ojos y se miraron entre ellas casi para comprobarlo.
Que alguien con tanto control perdiese la estabilidad de su energía corporal daba a entender que tan enojado estaba y esto la sabia lo noto aunque de forma más leve, fue más un presentimiento de que seguro que las cosas no saldrían bien.
"Voy a dar una advertencia... Un solo alboroto, grito o conversación extraña y molesta, me largo de este sitio"(Santiago)
Sin darse la vuelta, Santiago hizo que el presentimiento de Elizabeth se volviese real, era imposible que nada de eso ocurriese, entre esa emperatriz exagerada que grita y se altera cada 2 por 3 o el primer príncipe causando escándalo para llamar la atención... Santiago no permanecería en la sala más de media hora.
Al sentarse, se tiro sobre el asiento de mala gana y con entrecejo fruncido, el sitio en sí mismo para ver la obra era malo, uno debía de inclinar su cabeza demasiado y además, las voces de todos los que estaban por delante, aunque susurrasen terminarían escuchándose más que la de los actores.
Entretenerse ya era una idea estúpida, seguramente, esta experiencia quedará junto a la de la fiesta en la que tuvo que soportar a esa segunda princesa de los Nodra.
"¿Desea algo de beber?"(Elizabeth)
"No, no deseo nada"(Santiago)
Sabiendo eso, Santiago estaba 3 veces más enojado, ¿Por qué debía soportar a estas personas? Un imbécil detrás de otro, ¿No se cansan?
Elizabeth solo asintió y tomo distancia hacia la puerta, se quedo a un lado de esta, nadie quería acercarse... No, de hecho, nadie era tan idiota como para acercarse cuando su malhumor estaba tan absurdamente alto.
Luego de un rato, la puerta se abrió y una sirvienta entro, al instante en que entro, Elizabeth la tomo del hombro y la saco fuera de la habitación, cerró la puerta y el silencio se mantuvo, era tan incomodo que nadie quería siquiera susurrar.
Amelia, Diana y Cristina estaban las 3 juntas en la primera fila y después de unos momentos de ese silencio incomodo, la puerta se abrió, los hermanos y primos de estas bajaron y en silencio se sentaron con ellas.
Sin decir nada, ya habían sido advertidos correctamente de la situación, luego de ellos entraron ambos supremos sacerdotes, al entrar los dos parecían niños nerviosos o dos estudiantes a punto de un examen.
Era sin duda, el peor escenario posible, presentarse frente a Santiago cuando estaba furioso.
"Es un gusto conocerle, mi nombre es Hernán Ial, supremo sacerdote de la muerte"(Hernán)
El hombre de cabello negro y con algunas canas, hizo una reverencia de cortesía y respeto, con su mano en el corazón, luego de eso, levanto su cabeza para ver la mirada de Santiago, aunque estaba furioso él no lo estaba con ellos.
Tragándose su ira con todas sus fuerzas, hablando su mirada y observó hacia Abigail, la cual también hizo una reverencia y hablo luego de Hernán.
"Abigail Ial, suprema sacerdotisa de la muerte a vuestro servicio"(Abigail)
Con su cabello largo tapándole el frente, ella no pudo mirar hacia Santiago, pero ambos notaron cuando Santiago con respeto se levanto para hacer una reverencia corta.
"Santiago Real Atlante De Luxe, actual rey de la muerte, será un placer poder cooperar con ustedes"(Santiago)
"No, no, el placer es todo nuestro, ¿Cómo debería llamarle? ¿Señor? ¿Rey?"(Abigail)
"Santiago está bien, no me gustan los títulos"(Santiago)
"En ese caso, Santiago, hay mucho de lo que hablar ¿verdad?"(Abigail)
"No tanto, aunque parezca no tengo mucho para contar que valga la pena, las ordenes de la diosa son concisas y simples"(Santiago)
"¿Lo son? Eso es agradable de oír"(Hernán)
"Son simples de entender pero no de completar"(Santiago)
"Sin duda, eso tiene más sentido, sino ¿porque enviar a alguien tan especial?"(Abigail)
"De todas formas, no hay nada de precisemos saber con urgencia, ¿O sí?"(Hernán)
"Si Elizabeth envió la carta al Reino, entonces no, no hay nada urgente que hacer... Odiaría morir por algo tan torpe como olvidar un pergamino en un escritorio"(Santiago)
No moriría, me suicidaría antes de ir caminando por la vida con un tatuaje en mi frente que diga que soy un inútil.
"¿EH? Estoy segura de que Elizabeth tomo prioridad en ese asunto al instante en que se le conto..."(Abigail)
Solo conversar durante un minuto con Santiago ya le había hecho sudar y estresarse lo mismo que en una batalla de vida o muerte, pero mantuvo la compostura y se sentó al lado de Santiago.
Entre medio de ambos sacerdotes, Santiago se mostro menos enrabiado y disimulo la ira acumulada, además de que se sintió mas cómodo hablando con ellos dos, parecían personas agradables y no cerdos ignorantes que chillaban sin parar.
"Mas por la noche al parecer habrá un baile, aunque es para los jóvenes claro"(Hernán)
"Solo tengo malos recuerdos con bailar, voy a ahorrarme el disgusto"(Santiago)
"¿Los bailes del Reino? Son esencialmente lo mismo que los del Imperio, así que si no le gustaron entonces no debería de asistir a estos tampoco"(Abigail)
...¿Un ser humano agradable? ¿Qué está sucediendo? ¿No era que los altos mandos eran todos descerebrados sin empatía? ¿A dónde se fue ese afán de hacer que a uno le salgan canas verdes?
"Elizabeth me conto que ordenaste rechazar todas las fiestas, ¿También incluía las festividades de la Iglesia?"(Hernán)
"Ahora que lo dices, eso se podía malinterpretar, lo que no quiero es ser rodeado de personas, no me gusta llamar la atención en exceso"(Santiago)
"¿Asistir a esos eventos estaría bien para usted?"(Hernán)
"La realidad es que debería de estar en todos ellos, sería extraño que estuviese ausente"(Santiago)
"¡Bien! En ese caso le avisaremos con anterioridad sobre estos eventos"(Abigail)
Con ambos actuando de forma tranquila y bastante pacifica, Santiago poco a poco fue dejando de lado esa intensas ganas de tirarse de cabeza al suelo desde el palco para terminar su miseria.
"El emperador y emperatriz están junto a los príncipes y la tercer princesa hablando con los nobles, seguro tardaran un rato, ¿Hay algo que desee?"(Hernán)
"No, estoy bien"(Santiago)
"¿Qué tal fue su estadía en el Reino?"(Abigail)
La cara de Santiago se congelo durante unos instantes, ¿Qué tal había sido?...
"Divertida, encontré gente muy interesante..."(Santiago)
Con solo recordar a Leo, Darius, Fernando, Ariel, Leónidas, George y todos en el grupo, Trista, Airi, Aria y sus primas y primos, Santiago sonrió sin darse cuenta.
...¿Solo 2 años? Se sienten como mucho mas, es casi como si estuviesen conmigo desde siempre
Ambos supremos sacerdotes cambiaron sus expresiones de golpe, la respuesta era algo más duro e inesperado, estaban totalmente seguros de que comenzaría a quejarse sin parar, pero en su lugar le nació una sonrisa hermosa y genuina.
"Aunque el cerdo del supremo sacerdote de la Iglesia de lo Sagrado no paro de molestarme al igual que los asquerosos Haries"(Santiago)
Pero en un instante la expresión de Santiago se transformo en asco e irritación, y entonces Abigail y Hernán sonrieron mirándose.
¡Mientras estuviese contra la Iglesia de lo Sagrado, todo iba bien!
"¿Deberíamos hacer algo contra ellos?"(Abigail)
"En cuanto sea posible, los Haries deben de ser aniquilados, tengo un horrible presentimiento con ellos y sobre la Iglesia de lo Sagrado... Ignórenlos, lo único que me dan es pena y vergüenza ajena"(Santiago)
"PF Ahhahahaha"(Amelia)
Sin aguantarse la risa, en cuanto Santiago dio su opinión de la Iglesia de lo Sagrado, muchos sonrieron o hicieron una mueca de risa.
Amelia fue la que lo expreso sin limitarse, que alguien tan importante diga algo como eso tan alto frente a las princesas de Valle Dragón era como darles una patada en los tobillos mientras corrían a los de la Iglesia de lo Sagrado.
"Es que... En serio, decir que la energía corporal es antinatural y que los verdaderos guerreros no la utilizan, me produce lastima tanta ignorancia"(Santiago)
"Le comprendo, nosotros hemos tenido que lidiar con ellos desde hace siglos, ¿Pero está seguro de que no debemos tomar medidas contra ellos?"(Hernán)
"Atacar a la Iglesia significa que debes pasar por encima de los Bellian, ellos son importantes, igual que los Wulf, De Luxe y Atlante, sin ellos estoy seguro de que la misión que la diosa me dio es imposible de cumplir"(Santiago)
"Ahora que lo dice... ¿Cuál es tal misión?"(Hernán)
"..."(Santiago)
"No es algo que pueda decir en este momento, nadie más que el emperador, ustedes y yo deberíamos saber"(Santiago)
"¿Solo 4 personas? Sin duda debe de ser un asunto serio, ¿Desea que llame al emperador a una reunión privada?"(Hernán)
"Si, sin guardias o sirvientes, nadie puede oír lo que tengo que decir"(Santiago)
"Eso será difícil, pero podemos evitar que la información se filtre a mas de 6 personas"(Abigail)
"No lo entiendes en lo más mínimo..."(Santiago)
Suspirando, Santiago se calló y critico la falta de seriedad, ¿No acababa de decir que solo ellos 4 debían saberlo? Si otras 2 personas más lo sabían claramente había riesgos innecesarios.
"Hay ciertas personas que no van a permitir que solo nosotros 4 sepamos sobre vuestras intenciones"(Hernán)
"Entonces destrúyanlos, son peligrosos"(Santiago)
"...Pertenece a cierta familia bastante pretenciosa y vengativa, hacer un movimiento contra ellos es más peligroso"(Abigail)
Mirándoles Santiago negó con su cabeza y se recostó hacia atrás con decepción en sus ojos.
"Entonces no llaméis al emperador, no tenéis nada que saber, solo yo sabré lo que la diosa desea"(Santiago)
Tomando una medida directa y severa, Santiago prefirió seguir guardando la información dentro del pergamino.
"Es una pena... Estáis en la misma situación que el rey Augusto"(Santiago)
Solo los que eran necesarios debían de saberlo, el resto no debían enterarse, con que esta información se filtrase las naciones se volverían sacos de nervios y entre los propios nobles, algunos podrían comenzar a cometer actos horribles.
Ni hablar de los plebeyos, ellos podrían incluso comenzar a rebelarse y formas nuevas facciones con tal de evitar el inminente futuro.
"¿La misma situación? ¿Habla de que la información se filtre? Puedo asegurarle que además de esas 2 personas nadie más lo podría saber, ni-"(Abigail)
Tratando de explicarse, la suprema sacerdotisa comenzó a hablar rápido pero Santiago solo movió su mano con desdén como si le diese igual las excusas que tuviese para darle.
Sin responder con palabras, Santiago cerró sus ojos y olvido el asunto al instante, todo estaba cerrado y no tenía nada que decir a nadie, lo único pendiente es la actual obra y cuando terminase, el campo de batalla contra los no-muertos en el norte.
"¡Me contaron que el elegido esta presente!"(Chiara)
Cuando la tercera princesa entro a gritos, Santiago se tapo el oído izquierdo e hizo mala cara, ¿Acaso Elizabeth no advirtió nada a los Drakor?
Con su cabello color ceniza y ojos rojizos, la chica corrió y cuando vio a Santiago sentado abrió su boca de sorpresa, luego de unos segundos corrió hacia Santiago y parecía querer saltarle encima.
Y en realidad lo hizo, sin reaccionar, Santiago dejo que la niña se le trepase solo porque aun no pudo ni ver al emperador, ¿Y si fuese un padre sobre protector? Empujar a la niña seria un pésimo inicio.
"¡Chiara! ¡¿Qué haces?! ¡Por la diosa compórtate!"(Evelyn)
Tomándola del cuello del vestido, la primera princesa le dio un tirón sacándola de encima de Santiago, haciendo pucheros, esta princesa lagrimeo y comenzó gritar.
"¡¿Cuál es el problema?! ¡El no hizo nada! ¡Me dejo estar encima!"(Chiara)
Pataleo tratando de sacarse a su hermana pero esta se la llevo mientras recibía todo tipo de gritos y lloros.
"Odio los niños..."(Santiago)
Con una mirada vacía, Santiago solo se quedo en su sitio sin moverse de cómo estaba antes.
¿Acaso existía algo peor que un niño o niña malcriado? La respuesta es ¡NO! Son un maldito asco, con sus malditos berrinches y lloros hacían que cualquier adulto quisiera irse del sitio.
"Aha ha ha"(Abigail)
Los tres príncipes entraron casi a los golpes, e ignoraron casi por completo a Santiago, no de hecho, el primer príncipe si le ignoro y sin saludarle se sentó en uno de los asientos de su misma fila.
"Varios podemos jugar ese juego..."(Santiago)
¿Una princesa que le saltaba encima a los gritos y el primer príncipe ignorándole? Si querían desprestigiar su posición entonces, el también podía usar el mismo truco.
Cuando el emperador entro, todos se levantaron... Todos menos Santiago, el se quedo quieto sin reaccionar en lo más mínimo, apoyando sobre su puño y mirando hacia el escenario vacío.
El emperador camino y dio un saludo general, y cuando llego frente a Santiago, ambos se miraron, pero contra todo sentido, la mirada de Santiago no era ni desafiante ni amable, estaba llena de aburrimiento y distancia.
"Es un gusto"(Santiago)
Las palabras sonaban como algo obligado a decir y no como si de verdad tuviese ganas de saludarle, esa distancia era tan grande que hizo a los supremos sacerdotes sudar.
"Lo mismo digo"(Juan)
El emperador leyó ese feo ambiente y solo tomo distancia, siguió y se sentó en su sitio, detrás de él estaba la emperatriz la cual ni siquiera fue saludada y siguió hasta sentarse entre el emperador y el primer príncipe.
Y de vuelta, un silencio frio envolvió la sala, al menos hasta que el primer príncipe comenzó a hablar con la emperatriz, poco a poco el resto de personas comenzaron a conversar sus temas propios.
"¿Debería de informarle sobre Agustín?"(Abigail)
"No, Diana Ial ya lo hizo"(Santiago)
"¿Quizás hablarle sobre lo sucedido con Valle Dragón?"(Abigail)
"No me interesa la política y Diana Ial también hablo sobre ellos por encima, no necesito saber más"(Santiago)
"Hhhhmmm, ¿Hay algo que desee saber?"(Abigail)
"No"(Santiago)
Toca pelotas, lo único que quería era sentarme y disfrutar una obra de teatro, no quiero hablar de política o saber sobre gente que me vale verga.
"Parece que la obra va a comenzar"(Hernán)
¡Al fin!