Todos los días me levanto con un ánimo renovado, es como si todas mis preocupaciones nunca hubieran existido. He llegado a entender que no puedo controlar lo que pase a mi alrededor, el mundo en el que vivo es tan extraño de tantas maneras que bien puede ser un mal sueño. A veces creo que simplemente soy una ilusión y existo para sufrir y darle gusto a alguien muy sádico.
Siento que mi vida carece de sentido, que todo lo que hago no importa en realidad. Esas cosas siempre las llegue a pensar, más ahora que veo como terminó Balam; todos los días habla en voz baja en un idioma que no conozco o tal vez es una mezcla de varios por que suenan palabras muy familiares. A pesar de eso no me siento preocupada, su expresión es muy serena e incluso estos últimos días he llegado a verlo sonreír cuando nos cruzamos en la cocina por las mañanas.
De alguna u otra forma siento que mi mundo cambia constantemente, se ha creado un contraste muy inusual entre sentirme bien y que mi vida sea un caos sin sentido; incluso empiezo a creer que en algún momento todo va desaparecer y reiniciar completamente distinto. No sé, últimamente esa sensación de dejavú no deja de presentarse en cada momento.
Al mismo tiempo, me la paso yendo al parque casi todos los días, siempre es el mismo árbol, la misma hora y el mismo chico que llega a platicar conmigo.
En realidad, no me es indiferente, su sonrisa me recuerda mucho a Balam, solo que más joven y sin ese aire de agresividad, es muy atento, suele tomar su distancia y a veces suele ser muy tímido. Su cuerpo es atlético, moreno y alto, lo más curioso es que siempre busca hacerme reír con idioteces sin sentido.
Nunca me había sentido cómoda con un chico de esta manera, es como cuando empecé a relacionarme con Balam, rompí ese estado larvario donde me aislaba del mundo. El haber conocido solo cosas malas, me habían cerrado mucho las posibilidades de tener una vida normal.
—Mira te traje un pay de limón
Gabo llego sonriente como siempre, desde que nos vemos seguido su forma de hablar se hizo más natural. Al principio su voz era muy gruesa y melódica, como si estuviera hablando con alguien en la radio. Muy formal y coqueto.
A los pocos días hasta su manera de caminar cambio, antes procuraba estar todo el tiempo con la espalda recta y sacando el pecho como lo harían los tipos en un gimnasio.
Aunque es atlético, no es necesario que exagere esos ademanes, en realidad es muy guapo sin tener que intentar llamar la atención con cosas que saco de la televisión.
El extraño sentimiento dentro de mi es muy confuso. No sé qué debo hacer.
Estos últimos años solo he vivido para estar con Balam, aunque para todo el mundo soy su hija, yo nunca quise que sucedieran, así las cosas. Sin embargo, tampoco hay forma de que pase algo distinto. Aunque me cueste admitirlo, él solo me ve como su hija. Tal vez no de sangre, pero la familia a veces es así.
La abuela shivis y la loca, siempre andan bromeando con que seamos pareja; no sé qué pasaba por sus cabezas, tal vez la vida las hizo de esa manera tan irreverente y sin sentido, hasta ahora he aprendido que mi forma de ver el mundo no es única, siempre habrá tantas variantes que nunca estaré segura si mis ideas son buenas o no. Justamente eso fue lo que hasta ahora nos envolvió en esta situación, un mundo donde me termine enamorando del primer hombre que fue amable conmigo.
Apenas escuche eso en la televisión, las niñas suelen en sus primeros años, sentir una especie de enamoramiento hacia su figura paterna, en especial cuando es muy atento con ellas. De la misma forma hay hombres que usan eso para acercarse a mujeres. En estos años, he crecido un poco como persona y también madurado, ligeramente, si se puede decir así. Por eso llegue a pensar que Balam era de esos hombres que solo seducen mujeres jóvenes porque son vulnerables o tiene poco afecto paterno. Mis dudas se fueron sepultando poco a poco. Gracias a eso entendí que solo me enamore de el por ser una figura paterna, por ser la primera persona en el mundo en tenderme la mano de una manera que no lo haría nadie más. Eso me hace sentir tan solitaria al mismo tiempo, no entiendo por qué.
Cuando le pedí un consejo a Julie solo sonrió y se puso a pensar mientras sostenía una taza de café.
"Es probable que tu edad mental fuese menor a la real cuando te encontró, gracias a eso desarrollaste un complejo de Electra"
Fue lo único que me dijo.
La verdad no entendí en su momento aquellas palabras, me estado costando analizarlo, a veces siento que no existen respuestas.
Cuando le pregunte a la abuela sonrió y me acaricio la cabeza.
"Incluso si los dados del destino ya están en juego, hay un camino distinto para ti solo debes buscarlo"
Tampoco entendí bien.
Quisiera que el mundo a mi alrededor dejará de sonar tan extraño, el mundo es un lugar donde todos los miedos se juntan y llegan a ti de tantas formas que no sabes cómo reaccionar.
Algunos sentimientos son más fáciles de leer entre líneas, me gustaría que todo fuera más sencillo, que incluso se me explicara todo sin tener que sufrir tanto.
—¿Estás bien?
No sé qué cara puse mientras me perdía en mis pensamientos, Gabo me observa preocupado, demonios, es tan guapo cuando hace ese tipo de expresiones, hace que mi corazón se acelere, mi cara se pone caliente solo de pensar que lleva rato mirándome fijamente con esos enormes ojos, esos encantadores ojos.
—Disculpa, solo recordaba el pasado…
—Bueno no es que seas muy vieja, mi niña
Me dice con una sonrisa, me gusta su ironía al hablar, ese tono burlón lo hace encantador en más de un sentido.
La brisa sopla constante y mi cabello revolotea cubriendo mi rostro, algunas flores rojas en forma de espiga se enredan sin compasión, arruinando el esfuerzo de esta mañana al plancharlo. Me quedo pasmada al ver que Gabo está sentado frente a mi, muy cerca cubriéndome del aire y quitando despacio aquellas flores enredadas.
Puedo sentir su pecho, es cálido. Sus brazos grandes se enredan lentamente en mi cuerpo, el roce de su piel morena, eleva mis sentidos mientras siento como sus manos me acarician la mejilla con ternura, sus enormes labios se acercan poco a poco a los míos y solo el ligero roce entre ellos hizo que me estremeciera hasta la medula.
Él cierra sus ojos con calma mientras nuestros labios se mezclan con suavidad y delicadeza, el calor de su cuerpo es tan reconfortante que simplemente cedo mi voluntad, mientras caemos al pasto. Puedo sentir el peso de su cuerpo sobre el mío, a pesar de que es mucho más alto que yo, no lo siento como una molestia.
Mis manos se mueven solas y abrazo su espalda marcada, entre mis dedos puedo sentir el pliegue de cada musculo, el vaivén de su respiración entrecortada, solo hace que el calor en mi cuerpo se encienda como nunca antes había sucedido, no sé cuánto tiempo pasamos fundidos en ese beso, pero sí sé que ese día, conocí otra forma de amor, mucho más inocente de lo que pensaba.
—Ay esa juventud, me trae recuerdos del ayer
Un hombre calvo observaba la escena desde lejos mientras fumaba tranquilamente, su expresión fría mezclada con una sonrisa cruel, dejaba en claro que no era un buen hombre.
—Lancemos una moneda, si cae cara, mato al chico y me divierto con esa joyita de chamaca, si cae cruz, seguiré mi camino.
El aura llena de depravación que emitía podía ser palpable, era su pecado, La lujuria, un hombre que había llegado a dominar su pecado al grado que podía influir en el destino de aquellos que aún no lo tenían definido por los dioses del azar y caos.
Al lanzar la moneda, el tiempo se detuvo un breve instante a su alrededor, solo estaba él, su cigarro encendido y una moneda cayendo al suelo. En su mente daba por hecho el asesinato del tipo y la brutal violación a la chica, los pliegues en su calva daban la forma a un segundo rostro en la nuca, sus dientes prominentes lo hacían ver como un animal salvaje que no había comido en días, todo su ser estaba esperando el sonido metálico de la moneda al chocar con el suelo. Las gotas de sudor empezaron a desplazarse hacia atrás cuando se detuvo en seco y el tiempo siguió su curso natural.
—Impresionante…Si los dioses dicen que ellos no, entonces así será por hoy, total esa hermosa piel puede caer otro día…
Apago su cigarro en la pared y desapareció entre una multitud de gente que nunca se dio cuenta de sus intenciones. En el piso yacía la moneda, que marcaba cruz.