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Chapter 2 - La cita con el jefe

Tomo un profundo suspiro cuando me detengo frente a la puerta de mi jefe. Es un poco raro pensar en Aget de esta manera, pero supongo que los títulos honorarios existen por alguna razón y en este momento me vendría bien recordar que se trata de esto: mi jefe me ha citado porque probablemente voy a recibir una buena sanción.

No deberías sentirte traicionada por esto...

Tomo una profunda bocanada de aire antes de seguir caminando.

Sé que esto me va a salir muy caro.

Sin molestarme en llamar, porque estoy segura de que ya sabe que he llegado, giro el pomo de la puerta para poder abrirla. Estoy tratando de no lucir tan fastidiada por la situación como realmente me siento, pero sé que voy a fracasar estrepitosamente.

Me adentro en la oficina y cierro detrás de mí con cuidado de no hacer demasiado ruido. Sonrío inconscientemente cuando mi mirada se cruza con la de Aget, pero carraspeo para poder concentrarme y olvidarme de lo mucho que me afecta su presencia. Parece estar atendiendo una llamada importante a través de la conexión Akka, porque su ceño está fruncido y me pide con una mueca que me mantenga en silencio.

Debe ser algo bastante serio.

Tomo asiento sobre el cojín que descansa en el suelo, justo frente a la impresionante masa de músculos cuyo aroma llena cada jodida esquina de esta habitación.

A pesar de que lo conozco perfectamente bien y forma parte de mi vida desde que tengo memoria, todavía no puedo acostumbrarme a lo hermoso que es. Es cierto que los que tenemos sangre Akka corriendo por nuestras venas somos muy bien parecidos, pero este hombre es… impresionante. Realmente es muy guapo.

Lo peor de todo es que está perfectamente consciente de que lo es.

—Hola, Vlie. —su voz hace que salte en mi lugar, bajándome de golpe de vuelta a la realidad y alejándome de mi lugar de fantasía.

—Señor—le saludo, con un asentimiento de cabeza.

El cierra los ojos y se muerde el labio inferior para evitar que sea demasiado evidente lo mucho que le molesta que le llame de esa manera.

Punto para Vlie.

Cuando abre los ojos de nuevo, está sonriéndome.

—¿Entonces…?

Sin inmutarme, y a pesar de que me muero de ganas de gritarle y pedirle una explicación que no tiene que darme, me encojo de hombros fingiendo indiferencia.

—Ya habíamos terminado la misión pero tuve que detenerme. Estaban maltratando a un niño y no pude solo desentenderme de la situación

—¿Entiendo que golpeaste al jefe del batallón?—coloca sus manos debajo de su mentón y me observa con mucha atención.

—Intentó cogerme del cuello y yo me defendí. Usted sabe que nunca hubiese empezado una pelea...

—Lo sé. —me interrumpe, mirándome con seriedad. No le gusta que lo trate de usted, pero no me importa. —Vi tu uniforme y está lleno de sangre.

¿Qué hacía revisando mi uniforme?

—Mi uniforme siempre está lleno de sangre cuando vuelvo de una misión.

—No era tuya.

Pero... ¿qué?

¿Cómo rayos sabe que no era mía?

—A pesar de que no soy menuda y he tenido suerte para que se me adjudicase un cuerpo de guerrera, el hombre era enorme y sus manos me iban a destripar. Tuve que elegir entre hacerlo sangrar para distraerle, o matarlo. Ya sabe cuál fue mi elección. Él se quedó llorando y yo me traje al niño.

—Pusiste a todo el equipo en peligro.

—Con todo respeto, eso no es cierto. —le interrumpo inmediatamente, tratando de no mandarle a la mierda por insultarme de esa manera. Sé que quiere molestarme y no voy a ponérselo tan fácil. —Mi equipo significa todo para mi, nunca le pondría en peligro. Di las órdenes necesarias para que siguieran con el plan y les alcancé luego.

Sus ojos me estudian detenidamente durante varios segundos, hasta que sonríe y deja caer su espalda contra el respaldar de la silla.

—¿Eso es todo?

Lo miro con la boca abierta.

—¿Disculpe?

—¿Para qué has venido, Vlie?

—¿Cómo que para qué…? —mi boca se cierra de golpe y me permito, por un segundo, sentir odio desde lo más profundo de mi ser.

Voy a matarlo.

—Ya veo. —dice mi jefe, sonriendo. —Supongo que tendré que agradecérselo luego.

—Idiota—gruño por lo bajo.

Su sonrisa me deja sin respiración por un momento, pero gracias al cielo logro recuperarme rápidamente y me pongo de pie dispuesta a salir de esta condenada oficina.

—Lamento la interrupción, señor. Pido permiso para retirarme.

—Permiso no concedido.

Abro la boca indignada y también para responderle, pero la cierro de inmediato.

¿Qué podría decirle que no me metiera en problemas?

—¿Hasta cuándo vas a seguir evitándome?

No puede estar hablando en serio...

—No estoy evitándole, señor.

Su risa ronca hace que mi estómago se revuelva. No tengo fuerza para esto, la verdad. Tengo cosas pendientes y la intrusión de anoche es lo que está ocupando toda mi atención.

—¿Al menos puedo saber qué fue lo que hice?

Mi suspiro de cansancio lo pone en alerta, porque borra la sonrisa inmediatamente. Estoy harta de este tema y quiero regresar a mi trabajo.

—Parece que fue más grave de lo que pensaba...

—No tengo tiempo para esta conversación, Aget. Ayer hubo una intrusión en nuestra zona que todavía estamos tratando de descifrar y tengo que reunirme con los psicólogos que han entrevistado a Kyra, el niño que traje a la base.

Se pone de pie con tanta rapidez y agilidad que parece que no sintiera el peso que aparenta tener.

—¿Intrusión?

—Leonardo envió el reporte al comando especial ayer por la noche. —le digo, fingiendo que no es la gran cosa. —Todavía no tengo ninguna respuesta a cualquiera de las preguntas que pueda tener usted en este momento.

—¿Alguien salió herido?

—No.

Su mirada se mueve a través de todo mi rostro y casi puedo sentir su preocupación como si fuese algo real, algo que puedo tocar.

—No se preocupe. De verdad, estamos todos bien.

—Deja de hacer esto, Vlie. — da un paso hacia mi, pero retrocedo al instante.— ¿Qué es lo que te pasa?

—No entiendo a qué se refiere…

—¿Acaso alguien te está amenazando?

¿Amenazándome?

Ruedo los ojos y me doy media vuelta.

No tengo la energía necesaria para seguir mirándole si quiere que le cuente lo que está pasando.

—Le vi con Nathel—espeto, caminando hacia la puerta— Lo entiendo, lo respeto. Entiendo que es su pareja y, aunque me hubiese gustado enterarme de otra manera, es su vida y no debe darme ninguna explicación. No se la estoy pidiendo, tampoco. Además, no quiero hablar del tema.— una vez llego a la puerta, me permito darme la vuelta para poder mirarlo a la cara por última vez.

Ahogo un gemido de sorpresa al darme cuenta que está a muy pocos centímetros de mi cuerpo.

—Eres tan desesperante. —me dice, negando con la cabeza. Yo retrocedo inmediatamente para poder mantenerme lejos de su cuerpo y de todo lo que parece que aún puede hacerme sentir. —Has provocado que ambos estemos pasando por un verdadero infierno durante más de dos semanas solo porque viste un estúpido beso que no significó absolutamente nada de lo que te estás imaginando.

—No se me acerque, Aget.

—¿Acaso te di motivos alguna vez para desconfiar de mi?

—Por favor, señor. Le pido que se mantenga al margen de… —dejo de hablar cuando pierdo el equilibrio y termino casi sentada sobre una mesita (que evidentemente no vi por estar caminando de espaldas).

—No voy a negar que odio cuando me tratas de usted, porque ya sé que lo sabes. —sus manos me sostienen de las mejillas cuando logra llegar hasta donde estoy. —Eres increíble, Vlie.

—Por favor, Aget… suélteme.

Sus pulgares acarician mis mejillas con demasiado cariño mientras mi sentido común se sigue peleando con mis sentimientos. Dejo de pensar en cualquier cosa cuando sus ojos se encuentran con los míos.

Es imposible…

—Veo que puedes sentirlo. —sonríe, acercando su nariz para rozar mi mejilla. —Y supongo que vas a sentirte como una tonta después de que te comente que Nathel resultó ser mi hermana; pero igual tengo que decírtelo: Nathel es mi hermana.

Tenía razón.

Me siento como una gran estúpida.