Aget me está observando desde hace bastante tiempo sin decir una sola palabra. Tuve que poner distancia entre nosotros porque la vergüenza me empezó a martirizar y porque sé que se está conteniendo para no reírse en mi cara.
—¿Por qué no me lo dijiste? —pregunté.
—Iba a hacerlo, claro. Eras la primera persona a quien iba a decírselo; pero desapareciste y jamás me respondiste por la conexión. —me permito dejar que la primera lágrima de frustración se escape.
Pero como estoy dándole la espalda, no se da cuenta
—Se me ocurrió que tal vez necesitabas algo de espacio porque las cosas cambiaron muy de repente. Y como a veces desapareces para recuperar energía…
Desvío la mirada de la ventana, sintiéndome una tonta.
Es un buen hombre y merece que sea sincera.
—La verdad es que se me rompió el corazón cuando te vi sosteniendo a otra… mujer de esa manera. — admito, tratando de no sonar tan avergonzada como me siento. —No estaba preparada para verte caminando de la mano con tu pareja... y por eso me fui.
Sin siquiera intentarlo soy consciente de su cuerpo acercándose al mío y me pongo tensa de inmediato. Todavía estoy muy nerviosa, pero sería imposible que cualquier parte de mi cuerpo lo rechace.
Imposible.
—No me gusta que llores—dice, a pesar de que no puede verme la cara.
—Creo que es de alivio.
Mi garganta se cierra cuando siento sus manos posarse sobre mis hombros, sus dedos casi tocándome el cuello. Las palabras se quedan atrapadas en mi mente y mis ojos se cierran al sentir su aliento en la nuca.
—Me gustas más cuando sonríes. —susurra, sus labios rozando mi oreja— Y opino que me debes, al menos, un día completo de tu compañía sin ninguna interrupción.
Eso me hace reír.
—Eso es. Mucho mejor.
Con mucha calma desliza sus manos por mis brazos y cuando sostiene mis dedos los entrelaza con los suyos, sosteniendo mis brazos a cada lado de mi cuerpo.
—Te extrañé. —dice bajito, acercando su boca a mi cuello.
Yo también lo extrañé… aunque intentaba no hacerlo.
Esta ha sido la primera vez que nos hemos dejado de ver por tanto tiempo. Lo máximo que he pasado lejos de Aget desde que lo conozco han sido, quizá, doce horas: tiempo en el que alguno de los dos ha tenido que partir a alguna misión sin el otro. Y la verdad es que esto solo viene ocurriendo desde hace como seis meses, justo después de que él haya finalmente tomado su lugar como Director de los AKKA. Ahora tiene asuntos más graves que resolver y por eso necesita hacer uso de sus poderes casi todo el tiempo. Es demasiado peligroso que lo acompañe porque los dos estaríamos muy vulnerables: yo no tengo poderes y él estaría distraído pensando en si estoy bien o no.
No funcionaría.
—Ya sé que tenemos un trato, Vlie. Pero… ¿podríamos romperlo solo por cinco minutos?
Mierda.