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Chapter 14 - | Una Asistente Rebelde |

• Jessica •

Tener que madrugar cuando el insomnio es parte habitual de tu vida, es aterrador.

Eran las siete treinta de la mañana, solo había dormido tres horas y tenía que comenzar a prepararme para estar a las nueve en la compañía de mi padre.

Me levanté a regañadientes a darme una ducha para quitarme la almohada de la cabeza de una vez por todas, y poder empezar bien mi mañana.

Amaba el ruido de la cuidad.

Nueva York era la cuidad que no dormía, con todos sus centros comerciales, financieros, culturales. Con sus miles de autos y las personas ansiosas por llegar a sus trabajos caminando por las calles.

Decidi caminar hasta el Starbucks de la esquina del apartamento y comprar un café lo más enorme posible para despertar a mis neuronas, para luego tomar un taxi hacia William St.

Al llegar, admire el elegante y enorme edificio que pertenecía a Sky Corporation.  Con sus casi trescientos metros de alto y más de cincuenta plantas, era uno de las edificaciones más altas al sur de Manhattan.

El diseño moderno se había centrado en la simplicidad y el orden, tal como le gustaba hacer las cosas a mi padre.

La transparencia era una característica vital en Sky Corp, muy pocas oficinas eran cerradas completamente por puertas opacas. La oficina de Vittorio y de los miembros del consejo tenían más discreción, en cambio en las demás se podía apreciar todo lo que sucedía internamente.

Cuando la recepcionista de la entrada me vio llegar, abrió los ojos sorprendida.

—¡Señorita Romanov, no esperábamos verla! —emitió una sonrisa encantadora.

—¡Buenos días! —dije devolviendo su amabilidad —¿Podrías crearme una tarjeta de acceso? Desde hoy trabajaré aquí.

—Claro, en un minuto.

Desapareció un momento y me tomé la libertad de admirar el como las personas entraban y salían con rapidez del establecimiento, con sus trajes de etiqueta, sus vestimentas formales y la seriedad en sus rostros.La recepcionista apareció de nuevo con mi tarjeta y le agradecí para luego pasar el molinete hacia el elevador.

Llegue al piso cuarenta y tres, pero al buscar a la asistente de toda la vida de mi padre, encontre en su lugar una joven mujer de piel blanca como la porcelana y el cabello del color del fuego.

Tenía rasgos delicados y era sumamente bonita. Me resulto extraño que mi madre le haya permitido contratar una secretaría tan joven, ya que la anterior era una señora muy agradable pero bastante entrada en años.

—Buenos días.

—¡Buenos días! —dijo con una sonrisa en su rostro —¿En que puedo ayudarla?.

—Necesito ver a Vittorio Romanov, o en su defecto a Justin Addams.

—¡Claro!, ¿Tiene Cita?.

Estoy a punto de responder, pero una voz ronca y seductora lo hace por mi. Puedo sentirlo cerca y los vellos de todo mi cuerpo se erizan.

—Ella no necesita cita. Es la hija de Vittorio y dueña de parte de esta empresa.

—Buenos días, Señor James —dije sin voltearme y clave la mirada en los bonitos ojos color avellana de la pelirroja frente a mi —Lo siento, debí presentarme antes. ¿Mi padre está en su despacho?.

—Oh, encantada señorita Romanov. Su padre aún no ha llegado pero ha dado órdenes específicas que le armarán una nueva oficina —explica tendiéndome la mano, la cual tomé —Mi nombre es Sienna, lo que necesite estaré a su disposición.

—Yo también estoy a tu disposición, Jessica.

Le lance una mirada fulminante, para luego seguir a Sienna a mi despacho nuevo. Desde el almuerzo me siento más intimidada por el, y aunque sé que ha tratado de ser amable conmigo, no necesito la amabilidad de nadie, y mucho menos del hombre con el que contraje matrimonio en las Vegas.

Entre al despacho y me sorprendí al encontrar dos escritorios muy bien armados. Observe a Sienna con duda.

—¿Trabajaré con Justin? —pregunte. Será divertido volver a pasar tiempo juntos como amigos.

—No, señorita. Usted trabajará con Stephen James.

—Dime Jessica o Jess, por favor —dije con algo de molestia en la voz —¿Como es eso posible?.

—No lo se, señorita Jessica. Su padre me ha explicado solamente eso.

—Gracias igual, Sienna.

La mujer se retira, no sin antes sentirse apenada por no tener más explicaciones que darme. Me dispuse a organizarme y leer los archivos que dejaron sobre mi escritorio, no me resultaba difícil ya que en el pasado solía venir en los veranos a ayudar a mi padre y Amanda, su asistente, me enseñó muchas de las cuestiones a realizar en la empresa.

No entendía en qué momento había perdido tanto el interés. Quizá había sido después del accidente, el tener a mis padres cerca generaba que las heridas se abrieran más de lo que estaban.

Leía uno de los informes con tranquilidad cuando abren la puerta y el dueño de esos preciosos tatuajes asoma su cabeza.

Con una camisa gris que marcaba los músculos de su torso, el pantalón negro de sastre y con el saco en la mano, era indescriptiblemente apetecible. La autoridad que desprendía de su mirada hacía que me pusiera algo nerviosa su presencia.

—¿Profundizas en el tema?.

—Crei que eras socio, dueño de muchas acciones en la bolsa y una eminencia en la industria de la construcción. ¿Por qué compartes escritorios con una novata?.

No entendía la necesidad que tenia de querer hacerme la vida pesada.

—Si, soy socio —dijo, caminando hasta sentarse frente a mi —Si, tengo acciones en la bolsa y según Forbes, también soy una eminencia en la construcción. No compartiré escritorios con una novata, solo vendré una vez por semana y tú serás mi asistente personal en esta empresa.

Tiene que ser una broma.

Una maldita, cruel y puta broma.

Yo, Jessica Angelique Romanov....¿asistente de un extraño en mi propia empresa?.

—¿Que te ha ofrecido mi padre? —le pregunté enarcando una ceja.

—¿A mi? —dijo sonriendo —¡No hay nada que no tenga!.

—O sea que me torturas por placer —masculle.

No podía entender si tenía doble personalidad o simplemente era un imbécil. La persona que tenía frente a mi no era la misma con la que había conversado ayer.

—Quizá si, quizá me estoy tomando la revancha de lo mal que me has tratado en Las Vegas —dijo, hundiendo los hombros.

—Ah, ya entiendo. Eres de esos polluelos que no saben soltar, ¿Verdad?.

Lanzó una carcajada.

—¡Nunca me habían dicho "polluelo", me gusta!.

—Eres un idiota —negué con la cabeza.

—Tu padre ha sido el de la idea y yo he aceptado encantado.

Mi padre me las estaba cobrando.

Estaba a punto de largar todo y dejarle todo el legado de mi padre a Justin Addams.

Si Vittorio quería joderme la existencia por todo lo que yo se la había jodido en mi adolescencia, lo estaba logrando.

¿Asistente personal de la persona con la que me casé en las Vegas?

—¡Que mierda!.

—Señorita Romanov, no está bien que insulte en el lugar de trabajo. Le voy a dar toda la semana para que se ponga al día con los informes —explica con seriedad en su rostro —Enviaré por mail mi agenda programada y las reuniones de la semana que viene así se mantiene al tanto.

—Bien.

—Tenga preparado su pasaporte por si surge algún viaje improvisto ya que  hay muchos contratos que son de exportación y habrá que cerrarlos en el exterior.

Cuando cambiaba su faceta de galán conquistador a empresario poderoso, me hipnotizaba. El impecable control, la elegancia y su deslumbrante belleza era digna de admiración.

Iba a ser demasiado dificil acostumbrarse.

¿Como iba a hacer para separar el profesionalismo de las ganas que me nacían por tener sexo desaforado y salvaje encima del escritorio?.

—¿Alguna otra cosa, señor James? —pregunte con ironía.

—No, nada más. Iremos hablando por si tienes alguna duda.

Su amabilidad no me la creo, porque puedo ver como le divierte la situación. Sin dudas va a ser muy difícil.

❤︎❤︎❤︎

Toda la semana qué pasó tuve que alternarme entre leer los informes y el itinerario del imberbe con el que contraje matrimonio en Las Vegas e intentar convencer a mi padre lo ideal que sería poder trabajar con Justin antes que trabajar con el tatuado.

—Jessica, sabes que Justin está enamorado de ti desde que eran pequeños.

—¿Y eso que?

—No quiero que por complacerte nuble su juicio en cuanto a tu rendimiento.

—Eso no sucederá.

—Sabes que si. Quiero alguien imparcial con quien puedas aprender, Stephen es el indicado —respondió ante mis suplicas.

Y aquí estaba, programando las firmas de contratos y delegando las llamadas que deben realizarse el lunes por la mañana.

Theo había llamado temprano para invitarme a tomar unos tragos con Cassy y había aceptado porque vaya que lo necesitaba.

La única condición que había impuesto había sido que no trajera a su primito tatuado porque no quería ver su feo rostro. Mackenzie no había querido sumarse, así que sólo seríamos nosotros.

Caminé hacia el ascensor pero antes de pulsar el botón, la secretaría de mi padre llamo mi atención.

Con la vista clavada al computador y una expresión seria, continuaba en su labor aún cuando su horario había terminado hacia más de dos horas.

—Sienna, ¿sigues aquí? — pregunté observando el reloj —Casi todo el edificio ya se ha ido a su casa, deberías hacer lo mismo.

—Si, señorita Jessica. En un momento me iré.

Me acerqué a su escritorio con intensiones de convencerla de irse a casa, pero se me ocurrió que quizá podría acompañarnos.

Parecía de esas mujeres tiernas que no mataban una mosca, aunque se sabia que esas eran las peores, Sienna no parecía tener maldad.

—Dime Jess, por favor —aclare.

—Jess, tu padre está al teléfono con unos directivos importantes y no quería irme sin informarle.

—No puedes estar esperando tanto, Sienna. Si termina a las tres de la mañana, ¿esperarías?.

Esto era el colmo.

—No creo que tarde tanto —dijo sonriendo.

—Voy por unos tragos con amigos, ¿Quieres venir?.

—No, no quisiera incomodar —exclama tomando las carpetas que tenía en su escritorio —Además debo organizar la agenda de la próxima semana del señor Romanov.

Sienna parecía querer ganarse el título de empleada del mes. Me sorprendía su amor a lo que hacía, tanto le gustaba que llevaba trabajo para el fin de semana.

—Te estoy invitando. Tu horario ya termino hasta el lunes, así que vamos por esos tragos. Yo pago.

Señale el ascensor, ella me sonrío  amablemente para luego seguirme hacia el.

Al llegar al bar, puse los ojos en blanco al notar que Alexander también acompañaba a mis amigos.

Para mi fortuna, quedó tan embelesado con la belleza de Sienna qué pasó de mí completamente.

Había sido una semana muy estresante como para tener que lidiar con la pesadilla toquetona para culminarla.

—¿Como llevas el hecho de ser la asistente del gran Stephen James? —preguntó Theo con diversión. Tomé mi cartera y lo golpeé con ella en el brazo.

Con su traje negro hecho a medida, una camisa blanca y la corbata algo floja, se veía relajado y alegre. Theo era de esas personas que alegraban tu día con solo sonreír, emitía una energía tan positiva que cualquier mal día se convertía en uno bueno.

—¿Eres su asistente? —Cassy abrió los ojos casi tanto que parecían querer salirse como en los dibujos animados.

—Lamentablemente —suspire.

—Te compadezco, linda —dijo ella, tomando de su copa —¡Las pocas veces que lo he cruzado me he dado cuenta que tiene un genio de los míl demonios!.

—Es un amargado —agregué, llamando a la camarera para pedir dos Daikirys .

Cuando trajo las bebidas, le tendí una a Sienna obligándola a probarla. Hizo una mueca de sorpresa y supe que le había gustado.

—Igualmente no voy a negar que esta terriblemente bueno —exclamó Cassy elevando las manos.

—Eso no quita que sea todo un narcisista egocentrico y un imbécil —expliqué con molestia —El tipo se cree que el mundo gira alrededor de su ombligo.

Solo recordarlo me provocaba furia. El representaba un peligro para mi, sobre todo por lo guapo que era. Debía mantener las relaciones laborales muy lejos de las personales, aunque ya lo haya arruinado desde un principio.

—El señor James me parece un hombre muy amable —agregó Sienna.

—Cierto —dijo Theo sonriéndole —No olviden que es mi primo preferido, dejen de hablar mal de él.

Alex esbozó una sonrisa, sin dejar de mirar a Sienna.

—¡Es tu primo preferido porque es el único que tienes!.

—Aún así, es una gran persona —exclamó su hermano.

—¡Puede ser una gran persona para ti, para mi es un imbécil! —bromeo como respuesta pero recibo una mirada molesta de parte del bronceado castaño —¡Lo siento!.

Theo parecía defenderlo de más.

Se notaba que en ellos había una relación más que fuerte.

—Es como venderle tu dignidad al demonio por sexo alucinante de otro mundo —irrumpió cassy, ganándose la mirada de todos los presentes.

—¿Y como sabes que sería sexo alucinante? —preguntó con diversión su amigo.

—Todo en el lo dice. La musculatura de su cuerpo, sus tatuajes, la seriedad de su rostro, irradia que es uno de esos hombres que te ata a la cama y de da sexo bien duro.

No lo imagines, Jessica.

No lo imagines.

Maldición, de solo pensarlo me desarmaba. Me frustraba que me pareciera atractivo y tener que mantenerlo lejos.

No era de esos con los que duermes una vez y no les respondes las llamadas, porque el maldito idiota sería capaz de ir a buscarte hasta al baño.

—¿No crees, Jess? —preguntó cassy —¡Jessica! ¿A qué planeta has salido volando con la mente?

—Lo siento, me perdí en mis pensamientos —dije parpadeando.

—¡Lo noté!.

—¿De que hablaban? —pregunte, intentando seguir el hilo de la conversación.

—Sienna tiene un amigo con derechos y le decíamos que si no tiene el título de novia no es infidelidad —explicó Alexander, con una sonrisa ladina.

Era claro que quería comerse a la pelirroja como si fuese un tentempié, pero ella no era de ese estilo de mujer al cual estaba acostumbrado.

—¡Pero igualmente tengo una clase de relación! —aclaró Sienna con nerviosismo —¡Es casi lo mismo!.

—¡Claro que no!.

—Si no eres su novia, no le debes fidelidad —replicó Cassy, intentando que su amigo anotara un tanto.

—Si no hay título, hay libertad —agregó este.

Theo negó con la cabeza.

—¡Ya déjenla en paz!.

—Cada cuál tiene sus propios códigos, si sienna se siente bien siendo fiel sin tener una relación formal, está bien —exclamé, intentando liberarla de aquella situación embarazosa.

—Hay una pregunta que debo hacerte... ¿El también tiene los mismos códigos que tú? —Alex se recostó sobre su respaldo, cruzándose de brazos —Piénsalo, quizá no valga la pena tanta fidelidad.

—Eh, yo...

Podía notar la turbación en el rostro de Sienna, así que opté por hacer lo que mejor me salía: escapar de la situación.

—Debo irme ya, prometí no beber tanto después de Las Vegas y esto ya está atontándome —señalé el vaso y luego pose mi vista en la pelirroja —Sirenita, ¿Vienes conmigo?.

Asintió con una sonrisa agradable en el rostro.

—No te preocupes, yo la llevaré —anuncio Alex.

—Claro que no, ella se quedará en mi casa.

—Aguafiestas —dijo con voz grave y brusca.

Dejar a Caperucita con el lobo y sin ningún tipo de protección era peligroso, más que nada porque ese lobo parecía tener mucho apetito y no iba a dejarle ni los huesos.

—Andando, reina roja —dije, levantándome de la silla y dejando un billete en la mesa.

—Gracias por todo, chicos —Sienna saludo a los presentes —¡La he pasado muy bien!.

—Te esperamos la próxima —Dijo Theo mostrando los dientes en una sonrisa —Prometo que controlare a mi hermano para que ya no te acose.

—¡Oye! —reclamó Alex observándolo con molestia.

Pedí un taxi, no sin antes preguntar hacia donde tendría que llevar a mi acompañante, quien quería tomar el metro para no molestar.

Obligue a Sienna a ingresar al auto y le di las direcciones.

La sirenita vivía en el distrito metropolitano de Queens, muy cerca del parque principal de La Ciudad. Amaba esta parte de la ciudad, ya que era el epicentro del Jazz y del arte, y poseía una de las bibliotecas públicas más grandes de Nueva York.

Al llegar a la dirección, el estilo de los suburbios me invadió. Ya no había tantos rascacielos, eran casas bajas y apartadas, con estructuras iguales y pintadas del mismo color.

—Gracias por invitarme, Jess. Eres muy amable, y tus amigos son muy graciosos —dijo Sienna al bajar del taxi.

—¡Me alegra que te hayas divertido, linda!.

También me alegraba que hubiese dejado pasar el hecho de que Alex tratara de conquistarla para llevársela a la cama.

—Llevo muy poco en la ciudad y no conozco a nadie, ha sido Bueno poder vivir un poco la experiencia Neoyorquina.

—Habrá muchas más oportunidades, así que prepárate —anuncie con una sonrisa.

—Estaré encantada—dijo con los ojos iluminados.

Se me arrojó encima, dándome un abrazo fuerte que me sorprendió, y luego camino hacia la puerta.

—Nos vemos el lunes, Sirenita.

Ingrese nuevamente al taxi con intenciones de volver a casa. Necesitaba un baño, una película y un pote de helado.

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