Ese miércoles no fui a la universidad. La noche anterior me había quedado hablado con Lea y cuando cortamos descubrí cuanto la extrañaba. Habían sido casi tres meses ya, once semanas para ser precisos en los que no había podido contar con un abrazo de mi hermana, un consejo de mi mamá, una comida de mi papá, o una charla con mis amigos.
El bajón me atacó y no hice nada para solucionarlo, no lo enfrenté como debería. Al contrario, lo dejé ganar y me aislé del mundo. No le había avisado a Eli que no iría y estaba segura que los mensajes que había recibido eran de ella, pero no tenía las fuerzas para agarrar el celular y contestarle que todo estaba bien. Estaba cansada de responder eso cuando en verdad no lo sentía, era tan difícil estar sola en un país donde con suerte puedes hablar un poco de su idioma. Sí, había conocido personas asombrosas, pero necesitaba de aquellos que había dejado a más de once mil kilómetros.
No me había dado cuenta de lo rápido que pasó el tiempo y cuando miré el reloj no me quedó otra que levantarme, me podía dar el lujo de faltar una vez a la universidad pero no al trabajo. Así que me bañe y me preparé para salir, iba arrastrando los pies por mi pequeño apartamento mientras tomaba un café. Me puse un jean y un remera larga, no tenía ánimos ni para elegir un buen conjunto de ropa. Por fin tomé el celular y salí de mi casa para caminar a la cafetería, no leí los mensajes sino que me limité a ponerle un "Estoy bien" a Eli, había caído de nuevo en esa mentira.
Tomaba el camino largo de nuevo, no me importaba tenía tiempo y necesitaba perderme en mis pensamientos. No estaba lista para afrontar la felicidad de Sara, para poner una sonrisa en mi cara mientras atiendo a los clientes cuando en realidad me estoy rompiendo por dentro.
Sin embargo, cuando llegué no pude hacer otra cosa que actuar como si todo estuviera bien. Sonreí cuando mi compañera decía algún chiste, y me limite a asentir cuando me hablaba, atendí a cada cliente como si fuera el mejor día de mi vida y cuando por fin me quedé sola para cerrar el lugar me tire en el piso detrás del mostrador a llorar. No podía seguir aguantando esto, necesitaba salir, volver a mi país.
-¿Alisson? Por favor, dime que estas aquí- reconocí la voz pero no respondí no podía enfrentarlo ahora, no así-. Dios... ¿Dónde estás, Ali?
Escuché la puerta cerrarse y sus pasos alejándose, solté todo el aire que estaba reteniendo y me trate de calmar. Debía irme de la cafetería o mi jefe se enojaría. Agarre todas mis cosas, me puse una campera que había traído y me cubrí con la capucha porque estaba empezando a llover, eso no me detuvo y fui por el camino largo de nuevo. Me tome mi tiempo dando cada paso, no correría a casa, después de todo no era mi hogar, no estarían las personas que quería ver.
-¿Ali? ¡Oh por Dios! ¿Estás bien? ¿Dónde estabas?
Había llegado a mi departamento para encontrarme a Eli sentada delante de mi puerta, tenía los ojos llorosos cuando me vio y eso me hizo sentir peor aún.
-Lo siento, Eli. No me encontraba bien y necesitaba olvidarme del mundo un rato- arrastraba los pies mientras iba hacia donde ella estaba-. Lamento no haberte respondido bien los mensajes, solo que hoy estoy... apagada.
-Alisson, esto no es estar apagada. Estuviste llorando, tienes los ojos y nariz roja...
-Hace frío afuera...
-No mientas Ali, sabes que puedes decirme lo que sea. Quiero poder estar contigo cuando este mal- su celular comenzó a sonar-. Hola Nate... Si, vino a su casa... No, no está bien... Bueno, te espero entonces.
- ¿Él también me estuvo buscando?- lo había escuchado en la cafetería pero no pensé que en verdad estaba tan alterado por encontrarme.
- Nos preocupaste mucho Ali, pensamos las peores cosas. Salimos antes de la clase, no queríamos arriesgarnos a que hayas desaparecido mientras ibas hacia la universidad. Lamentablemente caminar sola siendo mujer puede ser demasiado peligroso, no debería ser así en lo absoluto, pero lo es y no podía imaginar que algo así te haya pasado y yo estaba en una inútil clase de arte.
-Lamento que se hayan preocupado, en serio. Solo quería aislarme un rato, estar conmigo misma y mis pensamientos.
-Ven aquí- la abracé y lloré un poco más-. No estás sola, siempre me tendrás sea para reír o para llorar cuentas conmigo, Ali.
Me alejé de ella y abrí la puerta de mi departamento y la invité a entrar.
- ¿Cuánto tiempo estuviste aquí?
- Desde la tarde, quería seguir buscando pero no sabía dónde... Nate dijo que iría a tu trabajo a ver si estabas ahí y yo me quedé aquí por si volvías.
-Si... puede ser que haya escuchado a Nate...- Eli me miró mal y cuando iba a empezar a hablar el timbre sonó-. Nate, lamento haberlos preocupa...
Me envolvió en sus brazos y no voy a mentir, al principio me sorprendí pero se sintió tan bien estar allí, con él.
- Dios, Ali no te das una idea de lo preocupado que estaba. No respondías nuestros mensajes y Eli me empezó a decir que no sabía nada de ti desde anoche, corrimos por todo Londres buscándote incluso fui a tu trabajo pero no estabas ahí.
-De hecho, parece que si estaba y te escuchó- le contestó mi amiga mientras ponía sus brazos en jarra, estaba a punto de regañarme y lo sabía.
Miré al piso, no estaba dispuesta a mirar la cara de Nate cuando le contaba que estaba detrás del mostrador llorando. Mis ojos se cristalizaron de nuevo y mi voz se quebró mientras les explicaba. Yo no era una persona que hablaba sobre mis sentimientos, pero necesitaba expresar lo que estaba sufriendo, necesitaba que alguien me escuchara.
-Y créanme, me siento aún peor ahora que sé el mal día que les hice pasar, no era mi intención que se preocuparan- no levanté la mirada pero podía sentir que me miraron con lastima y luego entre ellos.
-Hey- Nate tomó mi mentón para que lo mirara y comenzó a limpiar mis lágrimas con su pulgar mientras con la otra mano abrazaba mi cintura- No tienes que sentirte mal por nosotros, somos tus amigos y queremos que estés bien. Te buscamos por todo Londres, sí, pero fue porque sabíamos que nos necesitabas.
-No necesitas huir de nosotros cuando te sientas mal, Ali. Tal vez no seamos tu familia de Argentina, pero aquí nos tenemos entre nosotros.
-Gracias- sequé las lágrimas con la manga de mi sudadera-. No sé qué haría sin ustedes, seguramente me hubiera tirado en la cama a seguir llorando pero ustedes vinieron, se preocuparon por mí y me escucharon. Son personas maravillosas, por favor no me abandonen...
-No podríamos, Ali.
-Sí, ya empezamos a quererte y lo lamento, pero no vas a poder librarte de nosotros tan fácil.
Cuando logré calmarme un poco, me fui a dar un baño caliente por obligación de Eli mientras ellos pedían una pizza. No iba a echarlos y ellos sabían que si se iban terminaría llorando de nuevo, así que se quedaron a comer y sin pensarlo demasiado los invité a que se queden a dormir. La lluvia era cada vez peor y no me molestaba tenerlos en casa. Mi plan era prestarle la habitación extra a Eli y aunque le ofrecí a Nate mi cuarto él quería dormir en el sofá.
Sin embargo, cuando lo preparamos para que él pueda dormir nos tiramos a ver una película. Estaba agotada, no iba a mentir, mis ojos seguían hinchados y me costaba mantenerlos abiertos. No estoy segura en que momento los cerré y dejé que el sueño me domine, pero si sentí cuando me cargaron y dejaron en mi cama. Y, aunque no estoy segura de sí todo fue un sueño o en verdad pasó como lo recuerdo, estoy segura de que escuche a Nate.
-No te das una idea de lo feliz que estoy de que estés aquí, Ali- susurró, me dio un beso en la frente-. Descansa hermosa.